domingo, 22 de mayo de 2011
Domingo de indecisión
Votar o no votar, votar en blanco o votar al de siempre, voto nulo o abstención, cita otra vez con la indecisión de votar a lo deseado o lo correcto, entre la conmoción y la responsabilidad. Siempre la misma paradoja porque pocas veces una elección ha sido para distinguir lo blanco de lo negro, sino entre la frustración y la ideología. Los sentimientos, no obstante, acaban siendo sometidos por la racionalidad a la hora de escoger la papeleta, por la fidelidad a las ideas y el respeto a los que fraguaron, a costa a veces de la vida, que yo pudiera permitirme el lujo de la indecisión, tener la libertad de dudar. Vacilaciones que perduran un instante, hasta que al fin escrutan mi nombre, comprueban mi identificación y dejo caer el sobre en la urna. En seguida abandono el colegio con la extraña sensación de haber optado por lo posible, en vez de lo deseable. Y mantengo esa incertidumbre hasta las próximas elecciones en que la única certeza es a quién no votaré. Me es más fácil distinguir al enemigo o adversario que encontrar una alternativa del todo satisfactoria. De ahí la indecisión..
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