jueves, 30 de septiembre de 2010

¿Huelga o paro?

Hubo mucho aparato eléctrico, pero apenas llovió. Algo así sucedió con la huelga general convocada por las centrales sindicales de clase en contra de la reforma laboral del gobierno de Rodríguez Zapatero. Mucha expectación mediática e incidentes aislados, incluida la provocación de los antisistema en Barcelona con la quema de contenedores, rotura de escaparates, saqueos y la imagen de un coche de la policía envuelto en llamas. Es decir, mucho ruido y poco más. El dato más objetivo fue el del consumo eléctrico, indicador de la actividad industrial, que descendió sólo un 12 por ciento. Todas las demás valoraciones son interpretaciones que intentan hacer coincidir la realidad con los deseos.
No había ánimo de huelga entre los ciudadanos a pesar de los recortes salariales, el abaratamiento del despido y las fuertes medidas de contención del gasto adoptadas por el Ejecutivo socialista. Los que siguieron la huelga fueron, en primer lugar, los propios sindicalistas y la ingente masa de liberados de los comités de empresa, los cuales organizaron piquetes "informativos" para obligar a sus compañeros de trabajo a parar. Lo importante, en esta era de lo audiovisual, era la demostración de “músculo” sindical, tan a destiempo, para dar una imagen de fortaleza. De ahí que los organizadores seleccionaran puntos neurálgicos que debían ser paralizados: transportes, mercas, grandes empresas y polígonos industriales. El resto del pequeño y mediano comercio mantuvo abierto su negocio como de costumbre. El resultado fue tan desigual que, a medida que avanzaba el día, la huelga perdía el impulso imprimido durante la madrugada, cuando impedía el acceso de camiones a los mercados centrales de abastecimiento.

La mayoría de los medios de comunicación apelan, en el análisis posterior, a retomar el diálogo e intentar consensuar medidas con el Gobierno que, si bien no servirán para retirar una ley aprobada por el Parlamento, podrían al menos hacer menos dura su aplicación. También coinciden en reconocer que el ajuste en la política económica era necesario e imprescindible en la actual situación de crisis mundial. Así lo percibió esa mayoría de trabajadores, incluidos los abuelos, que no secundó la huelga, aunque se viera forzada a un paro ajeno a su voluntad. Fue una huelga sin convicción.

Aniversario de Lienzo

Nunca imaginé que me expondría tan impúdicamente ante perfectos desconocidos, pero hace un año lo decidí. Tomé entonces la determinación de hacer públicas mis inquietudes e inseguridades y me atreví a elaborar un blog. Quise imaginarlo como un trozo de tela que embadurnaría con manchas de variadas texturas, formas y color, producidas por los pareceres arbitrarios y contradictorios que me genera el vivir. Ya han pasado 365 días, más una huelga general, de aquella osada decisión que todavía perdura, incomprensiblemente, con idéntica o mayor ilusión que al principio.


Con la perspectiva del tiempo transcurrido, reconozco que el blog es bastante precario y pacato. Probablemente, los que encallen en estas páginas -por puro azar- adviertan su escasa calidad técnica, aspecto del que confieso mi torpeza, pues me siento superado por las nuevas tecnologías, a las que me enfrento con miedo. He intentado, no obstante, cuidar con más esmero el contenido, lo que deseaba escribir en él. A fin de cuentas, más que la plantilla en que lo haces, lo interesante –pensaba yo- debía ser lo que escribiese sobre ella, unos textos que intentaran comunicar, transmitir o revelar algo personal a quien los lea. Creía que, además del diseño, era más importante tener cosas qué decir y que éstas, a pesar de su falta de originalidad (hay pocas cosas nuevas bajo el sol), aportasen la singularidad de quien las suscribe, trasladando el particular punto de vista del autor a los que, por remota casualidad, pudieran sentirse atraídos con esta ventana indiscreta.

Así nació Lienzo de Babel tal día como hoy hace un año, un cuaderno virtual que recoge las voces confusas de la perplejidad y la desorientación, como las siente un niño asombrado por cuánto le rodea. Prudente al principio (sólo 24 entradas en 2009), pero envalentonado después. Con todo, se plantea más preguntas que respuestas puesto que la mayoría de las entradas no son, ni lo han procurado ser nunca, certezas absolutas o verdades reveladas, sino interrogantes que nacen del deslumbramiento del hombre ante un mundo complejo y extraño. Dudas y desconfianzas que despierta el acontecer diario para quien cuestiona lo que sucede. Y de ese cuestionamiento de la realidad, sujeto siempre a tensión por obcecación de la razón, nace el desasosiego que el blog describe como un relato errabundo y patético, con la vana intención de ser compartido.

Errabundo pero no desordenado. Con el pie que me levanto se ocupa de las cosas que me asaltan el pensamiento, lo que me `ocupa´ súbitamente la atención. Bajo la etiqueta de Actualidad aparecerá mi parecer sobre lo que se debate en mi contexto político, social y cultural. Reflexiones queda reservado para los asuntos que me `preocupan´ y que mascullo durante toda la vida, reconsiderándolos continuamente. Y un pretencioso barniz literario: Microrrelatos y Poesía son aportaciones literarias en pequeñas dosis, pildoritas, pues un blog no es, a mi juicio, lugar para narraciones largas. Para eso prefiero el papel: soy fiel a mis prejuicios. Y Fotogramas, la desnudez intimista de un niño que rememora su infancia y rinde cuentas con su pasado, un proyecto narrativo de incierto recorrido. El resto de los temas surgen al hilo de los acontecimientos y las vivencias del autor. Todo ello con el patetismo que expresa la pasión o el sentimiento profundo de lo que se hace con sinceridad y dedicación absolutas. Mi actitud con esta iniciativa.

He de reconocer que dar el primer paso fue dificultoso por la indecisión propia de la timidez. Sin embargo, tras un año padeciendo vergüenza, vemos (al releer) que el conjunto de lo cosechado no es del todo despreciable. Lienzo de Babel ha sido capaz de sumarse, como una estrella más aunque no tan reluciente, a la galaxia de blogueros que inunda el universo virtual. Y aunque desconoce si algún intruso recala en sus páginas, el hecho de desnudar el mundo interior y exterior que nos condiciona causa más satisfacciones que una estadística de visitantes. Es como si al fin nos permitieran comentar en voz alta lo que siempre se hubo de silenciar. Ser un hereje de lo establecido. Y aunque el blog se alimenta de las incertidumbres del presente, no elude las esperanzas y utopías sobre las que se yergue el porvenir. Por esa razón Lienzo de Babel es un proyecto vivo, que evoluciona a la par que su autor. En él, como en la vida, nada está determinado de antemano, lo que representa la mayor garantía de libertad. Porque de eso se trata, precisamente: que este paño de voces inquietas sea un espacio de libertad donde se comparta lo que caracteriza a los seres humanos: la palabra, la palabra como vehículo del raciocinio y para la razón.

Así, pues, a todos los que estáis ahí, a todos los fantasmas babelianos: Bienvenidos y gracias por este primer aniversario.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Huelga general

En el momento en que escribo, se está celebrando en España una huelga general convocada por los sindicatos contra la reforma laboral impulsada por el Gobierno socialista. Y aunque tal reforma de medidas draconianas supuso una rectificación en toda regla de la política económica desarrollada hasta entonces, ésta ha conseguido, pendiente aún de los reglamentos y encomiendas para su debida aplicación, alejarnos del grupo de países PIGS (acrónimo que significa cerdo con las iniciales en inglés de Portugal, Irlanda, Grecia y Spain) que estaban abocados a ser rescatados por los Fondos europeos y Monetario Internacional para hacer frente al ataque de los especuladores de deuda soberana que conducían a la bancarrota.

Ningún gobierno de la democracia, salvo Calvo Sotelo, se ha librado de sufrir una huelga general. Ha habido siete y de todas ellas, y aún desconociendo el resultado de la de hoy, la más “fuerte” fue la de 1988, que instrumentalizó a sindicatos, patronal y fuerzas políticas de la derecha para golpear a Felipe González con la mayor protesta social de la historia y que produjo el divorcio de la “familia socialista”, distanciando a UGT del PSOE. La de la era de Aznar contra el decretazo se recuerda sólo por la comidilla de contemplar a Urdaci, director del Telediario, acatar una sentencia -un fallo sin precedentes en la historia del periodismo- que le obligaba a reconocer la huelga y la manipulación informativa sobre la misma, citando al sindicato que ganó la querella por sus siglas: “ce, ce, o, o”.

La huelga general es una medida extrema y de fuerte calado. Se pretende como un plebiscito por los convocantes para obligar a un gobierno renunciar a medidas laborales, económicas o fiscales que decide adoptar. Muchas consiguen su objetivo, otras no. Muchas estaban justificadas, otras no tanto y supusieron un fracaso para los sindicatos. Sólo hay que repasar la historia de las huelgas generales en España para conocerlo.

Esta última nace sin convicción porque un triunfo arrollador de la misma podría acarrear una contracción de la economía que dificultaría la salida de la crisis económica. Es verdad que las medidas del Gobierno frenan drásticamente el gasto social y repercute fundamentalmente en los trabajadores, abaratando el despido, pero no es menos cierto que tales medidas responden a dictados de los países centrales europeos y para insuflar confianza en los mercados exteriores con los que estamos endeudados. Podría exigírsele un esfuerzo proporcional y solidario a la banca y a los ricos. Pero ellos son los que dirigen el juego y sin su dinero, ¿cómo jugaríamos?

domingo, 26 de septiembre de 2010

Envuelto en violencia

La violencia irrumpió en su vida. Por la fuerza fue apartado de su refugio, bañado en sangre. El ruido y la luz aturdieron sus sentidos. Deformaron su cabeza con instrumentos dolorosos y le golpearon hasta hacerlo llorar. Acababa de nacer.

Fotograma, 24

Este niño que traspasa la frontera de los recuerdos y se interna en el borroso mundo de los sueños, busca lo que fue, la memoria afectiva con la que está construido aunque no lo recuerde, haciendo de esa introspección un examen de conciencia. Por eso intenta recuperar lo que la memoria traiciona, imágenes, emociones y sentimientos. Una vida hecha de amor y odio, de alegrías y tristezas, de placer y dolor que moldean al niño en el adulto que retorna a su infancia para poner orden entre los fragmentos dispersos que es capaz de rescatar.

Cada vez que cierra los ojos evoca un momento que emerge de ese pasado que sólo muestra el rastro endeble de lo perdido, de lo incompleto, como los olores que preludian un banquete imposible de ver y degustar. El niño explora sus huellas entre los fotogramas que registran desordenadamente lo vivido. Es una necesidad por conocer lo que fue y lo que es, además de devolver, con el recuerdo, el afecto emocionado a lo que irremediablemente no podrá recibirlo, personas y lugares que se hallan naufragadas en el tiempo o el espacio, perdidas entre la desaparición y la distancia.

Surge así una síntesis del pueblo, de los padres, la familia y de las experiencias que, como teselas, componen un mosaico que sólo tiene sentido para el niño que le va dando forma, aunque sea un sentido parecido al de cualquier persona que rememore su pasado desde la lejanía y que colectivamente forjan la historia pequeña del mundo. Un mundo que, para el niño, es Comerío, donde nació y vivió sus primeros años, su infancia. Y una isla, Puerto Rico.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Rapadas

La guerra deja secuelas que perduran toda la vida, máxime si eres objeto de represalias y humillaciones cuyo estigma insuperable no entiende quien no lo padeció. Son dolores en el alma por una dignidad individual pisoteada por la bota del vencedor que todo lo aplasta, como se elimina a un gusano. Pretende aniquilar a la víctima más allá de la derrota física, acabar con lo que la hace humana, su dignidad y el orgullo que pudiera albergar, sometiéndola al escarnio público de un paseo, rapada hasta el ridículo delante de vecinos y familiares, para que se avergüencen de sí mismas y de las ideas que las enfrentaron al vencedor.

No se olvida nunca tanta vileza que sólo se supera con el reconocimiento que restituye el honor del agredido. Es un reconocimiento moral que repara la inmoralidad de la afrenta. Y nunca llega tarde porque la víctima vive aguardando el instante en que recupera su honor y la confianza en la razón que no consiguieron arrancarle con la burla. Su silencio era un grito clamoroso por una justicia que ahora alcanzan y que podrán exhibir como hicieron con sus cabezas peladas cual delincuentes. La mayoría eran mujeres que perdieron doblemente una guerra con la muerte de familiares y las ignominias del vencedor. Y puede que sean pocas, como intentan ridiculizar los que padecen de amnesia histórica, pero son personas que merecen el respeto y la consideración de cuantos disfrutan hoy de una democracia que con su dignidad vilipendiada permitieron que finalmente se asentara en este país. Justo es reconocérselo y agradecérselo.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Amnesia histórica

Muchos no querían encontrarlos e hicieron lo que pudieron para impedirlo. Ni siquiera las leyes lograban aclarar el asunto y un juez fue apartado de su carrera por intentar hacerlo. Cada caso desataba una discusión entre partidarios y detractores. Lo que dividía a ambos bandos seguía provocando dolor y mantenía viva una herida que, tras tantos años, no acababa de cicatrizar. Los fusilados en la guerra tuvieron que permanecer en sus fosas anónimas hasta que los verdugos consintieran a sus familiares recuperarlos para enterrarlos. Todavía aguardan y buscan por campos y juzgados porque todavía no hay perdón ni olvido. Es el miedo a la memoria de los que padecen amnesia histórica.

martes, 21 de septiembre de 2010

La ficción

No podemos vivir la vida sin un horizonte de fantasía, sin el relato de la ficción. Es hacia esa utopía donde dirigimos nuestros anhelos que nos sirven para confrontar la realidad e intentar modificarla. Sin lo imaginado sería imposible moldear lo real ni planificar el futuro. La imaginación nos permite, no sólo escapar de las ataduras del presente, sino construirnos como personas y como sociedades. Los cuentos nos ayudan a conocer las claves de nuestra organización, de nuestros temores y de nuestras ilusiones. Decía John Gardner* que “el asunto primordial de la ficción ha sido, es y será siempre la emoción humana, las creencias y los valores de los seres humanos (...) que el valor de la ficción está en su moralidad” porque “nos ayuda a saber en qué creemos, aparte de reforzar nuestras cualidades más nobles y conducirnos a sentir ciertas inquietudes ante nuestras faltas y limitaciones”.


Tales declaraciones pueden ser ciertas o no, pero las comparto plenamente. Todos tenemos preocupaciones, nos comportamos en función de una serie de valores y cumplimos con unas normas convenidas en sociedad. Como escritor y como lector escribimos y leemos aquello que nos interesa, nos preocupa o nos satisface. De ahí que, como afirma ese autor, “no sea posible lograr algo que tenga interés para el lector si antes no supuso una preocupación para el autor”. Es la comunión de compartir el mismo mundo y padecer la misma sensación de fragilidad como seres humanos. Poseemos limitadas certidumbres de lo que creemos real y el lenguaje es el único instrumento con el que podemos dominar ese mundo lleno de apariencias en el que vivimos. Por eso toda ficción “amenaza directa o indirectamente a una y la misma emoción: nuestro amor por las personas y por el mundo, nuestras aspiraciones y nuestros temores. Los personajes, acciones y escenarios en concreto son meros ejemplos, variaciones sobre un único tema universal”.

Sin esos relatos a la luz de la lumbre en las lejanas cavernas de la prehistoria o en las páginas más nobles de nuestra literatura, nuestra existencia no hubiera sido tal y como la conocemos. La compañía de la ficción hace humano al hombre y al mundo. Este mundo sería imposible sin los cuentos. Desde que, guarecidos con la luz de las llamas, nos conjurábamos para combatir los miedos a una naturaleza desconocida, la ficción nos ha acompañado siempre en nuestro recorrido nómada por la Tierra.

* El arte de la ficción, de John Gardner. Ediciones y talleres de escritura creativa Fuentetaja. Madrid, 2001.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Vendaval conservador

Vientos conservadores barren Europa, cuna del Estado de Bienestar que la socialdemocracia había levantado tras los escombros de la II Guerra Mundial y que sirvió para traer la prosperidad al Continente. Ahora que ha muerto Tony Judt, la causa de su preocupación se torna evidente. Hoy el miedo se ha instalado en sociedades opulentas que temen perder, de manos de hordas de inmigrantes y a causa de la crisis económica, lo que la solidaridad y el reparto de riquezas les había deparado: su bienestar social. Lo acaba de demostrar Suecia, país que en la memoria colectiva de los españoles era sinónimo de progreso y libertad, ideal político para quienes aspiraban a un predominio de lo público y del Estado, que ha arrumbado el protagonismo durante más de 70 años de gobiernos socialdemócratas por otro claramente conservador, que va a ser reelegido por segunda vez, además de votar la irrupción en el Parlamento de un partido de ultraderecha, como en Hungría, Holanda, Austria, Italia, Bulgaria, Letonia y Eslovaquia.

No corren buenos tiempos para las utopías. Se infunde el pánico a las clases medias para que se aferren a lo que podrían perder si los infundios que propaga la derecha se cumplen. El trabajador, antiguo revolucionario por la dignidad de su trabajo y las conquistas de su clase, se ha convertido en un acomodado conservador desclasado que engrosa una amplísima clase media que se niega mirar atrás. Los gobiernos de izquierdas son reductos en Europa que administran las miserias del capitalismo y están domesticados por el mercado y los especuladores transnacionales. No son capaces de señalar nuevos horizontes luminosos que perseguir ni mensajes que apasionen a unos ciudadanos apáticos en la anomia de las sociedades.

Incluso en España el Partido Popular se apunta al discurso del miedo, como hizo el partido ultra de Suecia, propalando el pavor en el cuerpo por supuestos privilegios en el trato a los inmigrantes y ante una gestión de la crisis que no revela que realizaría con similares o más duras medidas. Causa estupor contemplar a personajes de la derecha española distribuyendo octavillas o pregonando mítines en contra de los que arriban a nuestro país en busca de un futuro menos negro y cuestionando las políticas de integración y arraigo familiar. Causa estupor por cuanto parece que hemos olvidado que hasta ayer éramos nosotros los que teníamos que emigrar para ganar el sustento de nuestras familias. Entonces éramos solidarios y luchábamos por la libertad y la justicia para los desfavorecidos.

Hoy tenemos miedo. Un miedo útil para que consintamos en rebajar derechos a cambio de seguridad, para que seamos indiferentes a las deportaciones xenófobas de etnias consideradas delincuentes, como hace Berlusconi o Sarkozy. Ese es el mensaje que cala en estos tiempos en Europa, donde un vendaval conservador se extiende por todos los países, incluyendo aquellos de acreditada tradición progresista. Se impone el capital y sus valores. El liberalismo económico no admite más gasto que el rentable, lo contrario de la solidaridad social. Menos impuestos, aunque haya que desmantelar progresivamente parcelas del Estado de Bienestar, a cambio de un nacionalismo de lo propio que deviene de un egoísmo individual y colectivo. Son los vientos que asolan Europa y que en España empiezan a mover las pelos de unas cabezas sin memoria, casi sin alma. Amenaza vendaval.

viernes, 17 de septiembre de 2010

Fotograma, 23

Si Miriam era su reina, su reino estaba en el interior del niño, allí donde se fraguan todas las esperanzas que luego la vida se encarga de traicionar. Es el reino de un niño absorto por todo cuanto le rodea, abstraído en la soledad multitudinaria de quien observa los alrededores con los ojos inquietos de curiosidad y sorpresa. Un reino mucho más fecundo y moldeable que el complicado mundo exterior, donde los familiares y los acontecimientos imponen su peso y voluntad. Era su refugio frente a los obstáculos y dificultades que le impedían cumplir sus deseos, donde podía compartir un trono con la reina de su corazón. Así era el niño, un muchacho con una vida interior intensa de la que se nutren los recuerdos que ahora extrae de su memoria. El reino de las emociones y los sentimientos. Por eso olvida imágenes y rostros, pero recupera casi instantáneamente impresiones y sensaciones de momentos y situaciones concretos. Como la atracción por Miriam aunque no se acuerde de su cara. O la bicicleta.

Siempre estuvo deseando tener una bicicleta. Salvo el color, apenas podría describir detalles de la misma. Sin embargo, aún siente el desasosiego de la noche de Reyes cuando se la regalaron. Fue una noche eterna en que las horas se negaban a avanzar. Días antes algún amigo le había confesado haber visto cómo introducían una bicicleta en su casa. Y que era roja, como él quería. Rastreó todas las habitaciones sin encontrarla, ni siquiera en la tienda de al lado, donde su madre solía ir por las tardes a hablar con la dependienta. Todo ello contribuyó a que la desconfianza se apoderara de él y no le dejara dormir aquella noche. Los coquís del callejón fueron testigos de las vueltas y desvelos con los que se mantenía sudoroso en la cama, desesperado por unas horas pesadas y quietas. Cuando al fin abrió los ojos aún no había amanecido, pero saltó de la cama como un resorte. Corrió a oscuras hasta el salón y allí estaba su bicicleta. No recuerda qué pasó con ella, pero rememora vívidamente la noche de Reyes en que se la regalaron. Y su color, el mismo de los coches que de adulto ha comprado.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

El buscador

Nunca dejó de buscar, de observar las estrellas hasta comprender su movimiento ingrávido en la absoluta oscuridad del espacio estelar. Buscó en la materia, hasta explicar la aparición súbita de átomos y demás partículas aún más invisibles que alteran la composición de lo fragmentario. Buscó claves de un Universo incomprensible y caótico que no le dejaba de ofrecer posibilidades de búsquedas cada vez más complejas y ramificadas. De tanto buscar se olvidó de buscar en él, de buscar por qué buscaba sin cesar. Y comprendió que se buscaba a sí mismo, donde su singularidad correspondía con el todo. No entendió nada, pero dejó de buscar y se dispuso a dejarse encontrar. Nunca lo hallaron.

Caos vs orden

De manera grosera se podría afirmar que todos los sistemas tienden al desorden. Eso se puede observar en el mundo en que vivimos, inestable por naturaleza, donde nada es seguro y cuyo destino final es la desaparición, si hacemos caso al principio de entropía que preconiza la pérdida de algo de energía en todo proceso de intercambio energético. Para Kelvin, la tendencia universal a la disipación de energía y la imposibilidad de recuperarla propiciarán la pérdida de las condiciones de habitalidad de la Tierra con el paso del tiempo. Es decir, llegará un momento que, al no existir diferencias de temperaturas, la vida resultará inviable.

No se puede determinar el curso de los sistemas (la Tierra, las sociedades, la economía, etc.), como no se puede predecir el tiempo más allá de un plazo corto. Hay infinitos factores que lo alteran y lo modifican, desde el aleteo de una mariposa a las ventosidades de las vacas. El caos rompe con el mecanicismo en todo lo que significa determinismo y predictibilidad, es decir, rompe con todo lo que teníamos por seguro y estable. De ahí que nada sea estable ni tenga garantías de serlo por cuanto siempre será producto de las circunstancias y estará a merced de ellas, como ya dedujera Ilya Prigogine.

El orden que vemos es un orden falsificado, un simulacro. Tenemos necesidad, como seres con conciencia, de introducir orden en el desorden, conocer e interpretar la realidad, pero con ello falsificamos lo real para hacer posible un conocimiento domesticado, adaptado a nuestras percepciones, simplificado al principio antrópico: “sólo podemos explicar las leyes y claves que han hecho posible que estemos aquí explicándolas”. Ser conscientes del caos es intuir, desde la singularidad del fragmento, la totalidad del macrocosmos y su correspondencia con el microcosmos.

Las iteraciones que vuelven caóticos los sistemas pueden resultar fecundas por cuanto devienen en nuevos órdenes más complejos, aunque incomprensibles e imprevisibles. Las crisis, las evoluciones y las alteraciones inducen también transformaciones que cristalizan en equilibrios nuevos de los sistemas, sean éstos sociales, climáticos, geológicos o de especies animales. Hasta la comunicación, como sistema social, se ve sometida a procesos de retroalimentación que presuponen la existencia de caos debido a la complejidad de la red comunicativa humana, donde las interpretaciones son múltiples y se producen interacciones dinámicas entre todo tipo de discursos.

El orden y la estabilidad tiende a ser, por tanto, la excepción en el mundo actual. La complejidad y la incertidumbre, la regla. Viajamos en un Universo en expansión del que ignoramos si está al principio o al final de su existencia y en el que resulta necio suponer que lo humano pueda ser su medida y finalidad o sentido. No obstante, lo observamos e intentamos comprenderlo para valorarlo y conocerlo, aun a costa de descubrir sólo el caos en que se desenvuelve y que todo lo impregna, hasta nuestro futuro como Humanidad.

Caos y Comunicación. La teoría del caos y la comunicación humana”, de Ismael Roldán Castro.
Editorial Mergablum. Sevilla, 1999.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Ya estamos de vuelta

Menos de una semana, un tiempo escaso pero intenso para alejarse del ruido rutinario y zambullirse a disfrutar de la familia. Más que la inmensidad luminosa del mar, te embarga de emoción la contemplación de los tuyos tan cerca de eso que llamamos felicidad y entregados a compartir contigo sus horas y sus sonrisas, sus proyectos e ilusiones.

Fueron unos cuantos días mucho más placenteros que un mes de crucero en barco o una estancia de semanas en cualquier playa tropical. Ninguna maravilla de la naturaleza puede compararse con la que sientes al ver a los hijos conducir sus vidas por aquellos senderos que con incertidumbre fuiste aconsejándoles y participando, en la plateada madurez de tu existencia, de unos retoños en cuyos ojitos tiernos te reflejas para que te regalen sus primeras muestras de afecto.

Ha sido una breve paradita, corta, pero suficiente para sentirse realmente afortunado con los seres queridos que te acompañan en esta aventura de la vida. Por eso volvemos contentos.

lunes, 6 de septiembre de 2010

¿Dónde está Dios?

Hawking no encuentra a Dios en el Universo, cuya existencia parece demostrarse mejor con la lógica de la ley de la gravedad que por fenómenos sobrenaturales. Tampoco está en las Iglesias, enfrascadas unas y otras en influir en la administración material del mundo y no en la felicidad espiritual de los que sufren. Ni siquiera su criatura predilecta, la que refleja su imagen y semejanza, obedece con su conducta, llena de egoismos y guerras, a una inspiración divina supuestamente bondadosa y bienintencionada. Dios no aparece más que en la imaginación de los hombres que están huérfanos de un sentido que caracterice a todo lo existente. Fruto de la inteligencia que alcanza consciencia de su individualidad, cuesta asumir en respuesta a razonamientos filosóficos que la vida es puro azar, sin más sentido que el derivado de su evolución en función de las probabilidades físicas del entorno donde surge en los confines de un Universo indiferente. Tal orfandad es suplida por una trascendencia religiosa que propugna la existencia de un ser celestial todopoderoso y eterno, a cuyos seguidores repugna la teoría del Big Bang pero creen probable a Dios. Es como si fuera doloroso aceptar la explicación racional de un Universo que se crea a sí mismo como consecuencia de las propias leyes físicas que lo rigen, tal como Stephen Hawking sostiene, en contraposición al convencimiento indemostrable de un diseño creador que controla y dirige lo existente. Y aunque es cierto que todo el mundo puede creer lo que quiera, si así siente consuelo, la verdad es que por el momento Dios no da señales de “vida” más que en la mente de los creyentes.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Hawking no ve la mano de Dios en el Universo

Stephen Hawking, una mente brillante enjaulada en un cuerpo impedido por una enfermedad neurodegenerativa, sostiene que no hubo necesidad de Dios para la creación del Universo, ya que el Big Bang, la explosión inicial del que surgió, fue “una consecuencia inevitable” de las leyes físicas. Para el astrofísico británico, estas leyes excluyen la posibilidad de que Dios crease el Universo, ya que “la creación espontánea, de la nada, es la razón de que exista el Universo, de que nosotros existamos”, como resultado inevitable de las leyes físicas. “Porque existe la gravedad, el Cosmos puede crearse a sí mismo” viene a sostener en un libro que, en colaboración con el físico norteamericano Leonard Mlodinow, publicará en breve bajo el título The Grand Desing.

En el libro expone que le parece probable que, al igual que otros planetas, existan también otros universos que podrían albergar vida. En tal caso, si la intención de Dios fue la de crear al hombre, esos otros universos no tendrían sentido. Por tanto, la creación del Universo no es obra de Dios, sino de las leyes que gobiernan la realidad y demuestran el surgimiento del Universo y su expansión a partir de aquella explosión inicial conocida como Big Bang. También explica que la Ciencia está próxima a elaborar una teoría del todo, marco donde podrían aunarse las dos grandes teorías de la física contemporánea: la Relatividad General, de Einstein, y la Mecánica Cuántica, ambas limitadas o parciales para ofrecer una explicación total.

Las reacciones a estas manifestaciones no se hicieron esperar. El arzobispo de Canterbury, Rowan Wiliiams, y otros líderes religiosos, arremetieron contra el científico. “La física por sí sola no resolverá la cuestión de por qué existe algo en lugar de nada”, afirman los religiosos. Y añaden que “creer en Dios es creer que hay un agente inteligente y vivo de cuya actividad depende todo lo que existe”. Para el rabino Jonathan Sacks, “la ciencia trata de explicar y la religión de interpretar. Son dos empresas intelectuales distintas”.

Precisamente, entre esas dos corrientes de pensamiento se mueve la inquietud del hombre por conocer la realidad y a sí mismo. Parece evidente que la Ciencia no demuestra la existencia de Dios, pero acota espacios donde creía encontrarse rastros de su mano conductora. El problema que las enfrenta surge a la hora de hallar sentido a la existencia y a toda la realidad, cuestión que brota en el ser humano en cuanto ente inteligente y con consciencia propia. Esa referencia al Absoluto que resuelve la orfandad de hallarnos en un Universo al que le somos indiferentes, es lo que alienta el razonamiento religioso. Sin embargo, la actitud honesta del pensador científico, que no duda a enfrentarse a las creencias, por muy arraigadas que estén, demuestra que la Ciencia avanza en su búsqueda del conocimiento racional de la realidad. O como refleja el propio Hawkings: “Hay una diferencia fundamental entre la religión, que se sustenta en la autoridad, y la ciencia, que se basa en la observación y la razón. Esta última ganará, porque funciona”. Seguro que, para los seguidores de una y otra forma de comprensión del mundo, la controversia continuará alimentando reacciones. Es lo fascinante de pensar.

Una paradita

Si hasta los noctámbulos duermen, en Lienzo de Babel debemos hacer una paradita para cumplir con otras obligaciones menos prosaicas pero igual de necesarias: descansar con la familia. Por unos días vamos a cambiar de registro y configurar el disco duro de cara a la próxima temporada. A todos nos vendrá bien: unos, para refrescar ideas, y otros, para no aburrirse con las incertidumbres del inconformista. Se trata de una paradita breve, tras la cual retornaremos para celebrar el primer aniversario de esta bitácora inquieta que navega, eso sí, al pairo en la web. La nostalgia de los fantasmas que deambulan por sus páginas nos acompañará y estimulará la vuelta. Es una promesa. ¡Que disfrutéis, babelianos invisibles!

sábado, 4 de septiembre de 2010

La fe y el amor

Percibía el mundo como un milagro, la naturaleza le resultaba fascinante y no dudaba que la vida, en su inmensa complejidad, sería incomprensible sin un sentido inmanente desde su creación. Se consagró para servir con fervor a esa fe hasta que en su corazón se alojó el amor de una feligresa. Respetuoso con las reglas, colgó los hábitos para responder a una nueva llamada de lo que su dios predicaba y se fue a vivir, sin consumar el matrimonio, con una mujer tan piadosa como él. Pero para su iglesia, ni el amor ni la vida son fruto del azar, por lo que lleva aguardando durante más de cuatro años una dispensa eclesiástica que le permita disfrutar de una felicidad tan humana como sospechosa. Reglas de la fe.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Caprichos

Nadie se conforma con lo necesario, sino que busca rodearse con lo apetecible, con aquellos “caprichos” que nos hacen la vida más atractiva según nuestros gustos favoritos. Ello no está mal si se adecúa a lo que, en cada momento de la existencia, podemos permitirnos. Lo malo es cuando aspiramos a cosas a las que no podemos acceder si no es renunciando a necesidades primordiales. Todos conocemos a alguien que es capaz de adquirir un modelo de automóvil, totalmente innecesario para los desplazamientos que ha de realizar, por el que debe pagar mensualmente, y durante muchos años, una cuota de mayor cuantía que para un curso de perfeccionamiento (inglés en el extranjero, por ejemplo) en la educación de algún hijo. O personas que se abonan a un club deportivo (de futbol, especialmente) antes que cubrir los gastos de una reforma en la casa. Incluso los que prefieren satisfacer sus dependencias de loterías, tragaperras o “copitas” antes que ahorrar para evitar sustos futuros. Todos pecamos de caer en la tentación de los antojos consumistas puesto que vivimos sumergidos en una sociedad que insta permanentemente a ello.

Lo paradójico es que, si renuncias a participar en esa vorágine de consumo, te conviertes ante los demás en un extraño, un ser huraño cuya tacañería brilla por cada “capricho” no consentido. Estamos tan habituados a gastar lo que aún no hemos ganado (tarjetas de débito), incluso a gastar lo que no podemos, que cualquiera que se aparte de esa conducta mayoritaria es tratado como un individuo asocial y enfermo. Máxime si los mensajes que la economía inocula entre la población son para alertar de las nefastas consecuencias que la caída del consumo provoca en la marcha de la sociedad. ¿Quién puede vivir ajeno a su entorno?

Los locos. Sólo un loco no obedece a las consignas y se retrae a su particular espejismo de manías y fobias entre las cuales podría figurar vivir ajeno a los caprichos, dedicándose sólo a lo necesario sin atender a modas, costumbres y reclamos publicitarios. Así es como percibimos a tales personas, aunque para ellos los locos seríamos nosotros. ¿Cuáles serían, entonces, los cuerdos?

Bibliografía
-Debord, Guy: "La sociedad del espectáculo".
-Moulian, Tomás: "El consumo me consume".

jueves, 2 de septiembre de 2010

Otoño caliente

Este año se presenta un otoño de temperaturas políticas elevadas. Varios son las materias combustibles que aumentarán el calor de los próximos meses. Por un lado, la primera huelga general que los sindicatos plantean al gobierno de Zapatero en respuesta a las drásticas y draconianas medidas adoptadas por aquel para hacer frente a la crisis económica y, más justamente, para afianzar la confianza de los mercados en la deuda pública española. Para los convocantes, el fuerte ajuste emprendido por el Gobierno, que por primera vez en la historia reduce el sueldo real de los funcionarios y congela el del año próximo, además de reducir el crecimiento de algunas pensiones, recae fundamentalmente en el “pilar social” que el ejecutivo de Zapatero pretendía abanderar. Los sindicatos se enfrentan abiertamente a estas medidas económicas y las combaten con una huelga general que, de ser masiva, obligará a rectificar tales medidas o dar por finalizada la actual legislatura.

El segundo carburante, altamente inflamable, lo constituyen los Presupuestos Generales del Estado que el Gobierno deberá presentar antes de que finalice el presente mes de septiembre y cuya aprobación no tiene asegurada. Al encontrarse en minoría, los socialistas han tenido que negociar todos los años los apoyos necesarios para su convalidación en las Cortes, pero los próximos, que recogen las medidas de reducción del gasto y otros compromisos de ahorro que el mercado ha obligado a adoptar, hacen que para el ejecutivo de Zapatero los PGE revistan este año una especial relevancia, pues las circunstancias no permitirían, en caso de no ser aprobados, la prórroga de los anteriores sin grave deterioro de la solvencia de España en la economía mundial.

Y el tercer elemento incendiario son las elecciones autonómicas (no en Andalucía) y municipales que comienzan a convocarse a partir de noviembre y en la primavera siguiente. El PSOE es consciente de la escasa popularidad que gestionar todas estas medidas anticrisis le ha acarreado y procura ganar tiempo por si la recuperación económica trae consigo también el apoyo de los votantes. Sin embargo, la pérdida en feudos en los que, como Cataluña, Castilla la Mancha, siempre ha gobernado, supondría un serio aviso de que las opciones en las próximas elecciones generales vendrían torcidas.

Siempre se ha afirmado que un partido no gana las elecciones, sino que las pierde el que ocupa el Gobierno. Y lo que suceda este otoño será un buen indicador del posible batacazo que sufrirá el actual partido en el Gobierno. Por eso se presenta tan calentito.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Lágrimas de plástico

Llevaban muchos años juntos. Eran desinhibidos y no les importaban mostrarse a la vista de todos. Podían cubrirse con ropas que los demás envidiarían o permanecer desnudos sin que ello afectase a su relación ni estado de ánimo. Permanecían impasibles a los comentarios ajenos y mantenían con descaro las miradas de quienes los observaban. Procuraron que su aspecto externo no descubriera jamás lo que sentían ni pensaban. Nunca se dirigieron la palabra más que en la oscuridad de las noches cuando la soledad transportaba eternas promesas de una vida privada y compartida. No pudieron cumplirlas porque cerraron la tienda y vaciaron los escaparates. Los que los guardaron, decían haber visto una gota de agua resbalar por la cara inexpresiva de uno de aquellos maniquíes rotos y desmembrados. Los destruyeron como se destruye al amor, sin hacer caso de los remordimientos.

Fotograma, 22

El niño tuvo una reina con la que compartió el reinado de la primera graduación, cuya fotografía todavía guarda celosamente en un cajón del dormitorio. Aquella niña sería el primer amor no correspondido de un muchacho enamoradizo, su primer amor platónico, con el que soñaba cada vez que compartía clases con ella y cuando la veía cruzar ajena y alegre por la plaza delante del grupo de amigos, ignorando la pasión que desataba. En la timidez del niño crecía la atracción por las muchachas, como si su compañía abjurara la soledad de quien no se siente agraciado consigo mismo.


Miriam, de quien no se acuerda más que del nombre, es en la mente del niño aquel primer arrebato infantil, la obsesión de su alma inocente por la imagen de ternura y delicada belleza que una niña podía despertarle. Era una pasión de miradas y de conjeturas, de anhelos y suspiros generados por la imaginación de un niño que se siente atraído por las féminas, pero a las que nunca se atreverá acercarse para requerirles correspondencia, temeroso de un rechazo al que se sentía predestinado. El azar hizo que fueran elegidos para representar la fiesta de graduación, los que inauguraran el baile. Así surgió la fotografía y los sentimientos que el niño rememora. Ella nunca lo supo, pero Miriam fue su reina, la reina de su infancia, la que reinó en sus sueños durante aquellos años prematuros de amores utópicos y vehementes que mantenían al niño abstraído en la danza de una cabellera rubia y la grácil figura de una niña al andar ante su vista. Miriam había conquistado el reinado de un niño que aún conserva hechizado la muestra de aquel embrujo. Siempre será su reina.