sábado, 4 de septiembre de 2010
La fe y el amor
Percibía el mundo como un milagro, la naturaleza le resultaba fascinante y no dudaba que la vida, en su inmensa complejidad, sería incomprensible sin un sentido inmanente desde su creación. Se consagró para servir con fervor a esa fe hasta que en su corazón se alojó el amor de una feligresa. Respetuoso con las reglas, colgó los hábitos para responder a una nueva llamada de lo que su dios predicaba y se fue a vivir, sin consumar el matrimonio, con una mujer tan piadosa como él. Pero para su iglesia, ni el amor ni la vida son fruto del azar, por lo que lleva aguardando durante más de cuatro años una dispensa eclesiástica que le permita disfrutar de una felicidad tan humana como sospechosa. Reglas de la fe.
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