martes, 28 de febrero de 2012

Cuadernos de Roldán, 73

Días transparentes y temperaturas moderadas, excepcionales en el febrerillo demente de este año, hicieron de la visita a la ciudad de Mérida un acontecimiento sumamente agradable para las cerca de 60 personas que acudíamos fieles a una nueva convocatoria de Cuadernos de Roldán. Se trataba de la presentación del librito número 73, dedicado a la vieja y bella capital de la provincia romana de Lusitania, a orillas del Guadiana. Era difícil abstraerse de los encantos que asoman por doquier como muestras arqueológicas del pasado esplendor de Emérita Augusta, aunque los siglos pretendan reducirlo todo a ruinas y olvido. Y a eso fuimos la roldanesca de Cuadernos, a declamar con imágenes y sentimientos hechos palabras el pellizco que se siente al admirar un Teatro romano que yergue su elegancia hacia el olimpo que habitan los dioses que protegen aquellas piedras, o el Anfiteatro de los juegos gladiatorios y luchas a muerte que tanto gustaban a un público amante del circo y la sangre, en cuyo foro, inundado con las aguas traídas desde el embalse de Proserpina a través del Acueducto de Los Milagros, celebraban Naumaquias, representaciones de batallas navales.

En el sobrio marco del Parador de Mérida, Pepe Aguilar y Carlos Becerra, junto a autoridades locales, hicieron la presentación del poemario, recordando brevemente la historia y el bagaje cultural de una tertulia con muchos lustros de existencia, tras lo cual se procedió a la proyección de los cuadros que se reproducen en sus páginas y a la lectura de los poemas por parte de sus autores. En la mente de todos –como dijo alguien-, una taxonomía de las ciudades: las que figuran en Cuadernos y las que no. Mérida era ya, también, un título de Cuadernos de Roldán, que acudía allí a rendir tributo a una ciudad que fue construida a medida del hombre cansado, del guerrero que se retira a dar satisfacción a sus sentidos. Sigue siendo una ciudad plácida y hermosa que cautiva al visitante, y esa plástica, en una síntesis cromática, fue la que consiguió transmitir para la portada del librito el pintor Justo Girón. Nuestra admiración por Mérida queda resumida en los versos de José María Bedoya:

 EMERITA

Octavio te funda,
el Guadiana te baña,
una vía de Plata te circunda
y la diosa Ceres sedente te ampara;
desde el Foro municipal
los clípeos augústeos
de la Gorgona Medusa y Júpiter Ammón
te protegen y salvan;
en el Museo Nacional,
sobre sus basas,
retratos togatos y toracatos
te ennoblecen y guardan,
y en los paseos
por tus calles y plazas
mil voces anónimas
te admiran y cantan.
¡Ah hermosa ciudad
dos veces milenaria!

sábado, 25 de febrero de 2012

Vía argéntea

Aunque se instaló con algún día de retraso al pronosticado, el frío seco e intenso de este mes demente parece que comienza alejarse. Ha dejado una racha de resfriados que nos ha hecho consumir pañuelitos para mocos como si fueran cigarrillos: dos o tres paquetes diarios. Comienzan a descongestionarse mis vías aéreas y la garganta se recupera paulatinamente de su afonía justo cuando debemos enfilar la “vía argéntea” camino de Mérida, para una nueva presentación poética, que reseñaremos a la vuelta.

Mientras tanto, nos dejaremos cautivar por lo que atesora una ruta, cuya importancia ya está inscrita en el nombre, pues cose paisajes y ensambla pueblos como un indeleble hilo plateado que va configurando las costuras de unas tierras según el patrón de la convivencia y el mestizaje. Desde las vegas béticas se eleva hacia las cumbres occidentales de las serranías belloteras, donde los animales más guarros adquieren el aroma que impregna la veta amarillenta de sus carnes, para atravesar la extrema dureza del solar de conquistadores y estoicos luchadores de todas las fronteras, acostumbrados a confundir al invasor y la miseria. Otras vegas jalonan el paisaje que bordea al Guadiana y las piedras se transforman en emblema de fortalezas y escudos que hacen de Mérida capital y símbolo para los vasallos líricos de la roldanesca y cofre pétreo del tesoro arqueológico que encierra.

viernes, 24 de febrero de 2012

Tiempos de avispas

Nos vaticinan más agujeros en el cinturón, ya apretado casi hasta la asfixia. Eso sí, los sacrificios son por nuestro bien, por un porvenir más jubiloso. Y en eso aciertan porque en un lustro, si no tropiezo antes en el camino, me jubilo pero sin la seguridad de disfrutar de las ventajas que hoy reciben los viejos: viajes para ver lo que ya no te estimula y asiento gratis en el bus urbano. Anuncian un porvenir acosado de tantas incertidumbres como las que sienten los jóvenes actuales para labrarse un futuro. Es época de crisis existencial ocasionada por la pérdida de los bienes materiales en que se cimentaba nuestra felicidad. Nos escatiman la ilusión con cada ajuste y cada zarpazo de empobrecimiento. Ya no sé cómo apretarme más el cinturón, cuya punta cuelga como aquellas cuerdas con las que se sujetaban los pantalones los pobres de las películas. Y con lo presumido que soy, lo que más temo es reflejar una imagen carente de elegancia, aunque consiga una cinturita de avispa. Son malos tiempos para casi cualquier cosa, si perteneces al rebaño, pues nos conducen al sacrificio. Eso si, dicen que por nuestro bien.

jueves, 23 de febrero de 2012

Despilfarro y austeridad

Las palabras son las primeras víctimas de la lid política, pues se utilizan como “armas de destrucción masiva” con las que se consigue inocular determinados mensajes que, cuando surten efecto, calan en la opinión pública. No es que sea algo nuevo, pero siempre es un manoseo descarado que se hace con el lenguaje para condicionar una determinada interpretación en quienes pretenden informarse de lo que sucede. Con ocasión de la guerra de Irak, la administración de George W. Bush llevó a cabo un concienzudo trabajo de “acondicionamiento” de la población para que no se opusiera a la invasión del país árabe y apoyara la guerra, profusamente descrita como defensa de la libertad y la democracia -aunque se violara la legislación internacional para emprenderla y se torturara en nombre de los Derechos Humanos- y de inevitable enfrentamiento contra las “fuerzas del mal”, encarnadas en aquel momento por un Saddam Hussein, que acabaría siendo ahorcado. Al respecto, existe un muy interesante libro de Irene Lozano, periodista, escritora y lingüísta, titulado El saqueo de la imaginación1, que disecciona el sutil trabajo de manipulación que entonces se realizó con el lenguaje por parte de los impulsores del conflicto bélico, nuestro presidente José María Aznar incluido, precisamente el único que no ha sido imputado por las mentiras de la guerra, aunque posteriormente perdiera el gobierno por las mentiras proferidas sobre los atentados islamistas de Atocha.

En la actualidad, el lenguaje continúa siendo campo fundamental de batalla en la diatriba política, en la que, al igual que ayer, se retuerce el sentido de ciertas palabras clave con el propósito deliberado de extender una precisa interpretación. Antes que argumentos racionales, se apela a la emoción (los mensajes emocionales muestran, no explican) para modificar la percepción de los ciudadanos de la realidad. Es una utilización del vocabulario no con afán de precisión, sino de despertar reacciones concretas, como descubriera Wittgenstein: “Pronunciar una palabra es como tocar una tecla en el piano de la imaginación” (Ob. Cit, pág. 64). Al gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero se le acusó constantemente de “despilfarro” por las políticas sociales con que intentaba que los estragos de una crisis económica mundial no recayeran sobre los sectores más débiles de la sociedad. Tan eficaz fue la acuñación de “despilfarro” como acusación que hasta los propios beneficiarios de aquellas medidas dieron la espalda al ejecutivo que las impulsaba, asumiendo el significado negativo deseado y, por ende, convencidos de que era, en gran medida, una de las causas de los problemas financieros que sufría España y Europa. Cuando quiso rectificar, plegándose a los dictados de unos banqueros interesados en el cobro de la deuda por mandato constitucional que por la garantía de servicios de un Estado del bienestar, fue demasiado tarde. Ya el término había hecho fortuna y ninguna consideración moral, política o social podía amortiguar el resultado en pérdida de confianza que había instalado en la percepción de los ciudadanos sobre la culpabilidad del Gobierno.

Despilfarro, improvisación y demás adjetivos similares se emplearon para socavar la acción del gobierno frente a una crisis que golpeaba indiscriminadamente a países de variado color. Se jugó incluso con cierta deslealtad al negar el apoyo desde la oposición a las imprescindibles medidas que venían impuestas desde instancias comunitarias tendentes a lograr la confianza de los mercados, que especulaban con la deuda soberana. El objetivo consistía en derrocar al Gobierno, no combatir la crisis, y cualquier medio que lo facilitara era factible, en especial las palabras. Gracias a esa “artillería” del lenguaje se consiguió abrir una brecha decisiva en la solidez de la opción política gobernante.

Pero el cambio de gobierno no solucionó por arte de magia, como se esperaba, el problema económico y, para evitar rechazos, se comienza a utilizar machaconamente el término “austeridad” y sus relacionados “ajuste”, “control del gasto” y otros para ocultar lo que en realidad son recortes y despojo de derechos. Como ningún propósito del poder nunca es inocuo, se recurre otra vez a destacar el valor de las palabras por la frecuencia de su uso, lo que nos obliga a sospechar de la profusión de vocablos, entre otras cosas porque, aunque una mentira mil veces repetida pueda convertirse en verdad “oficial”, no deja de ser mentira. En realidad, la “austeridad”, el “sentido común” y “como Dios manda” nos ocultan una política que nos está retrotrayendo al Antiguo Régimen, al favorecer un estamento: el económico, cuya supremacía se intenta mantener intacta. Gracias a las palabras nos inoculan miedo, nos restringen derechos, nos empobrecen, nos endurecen condiciones laborales y salariales y, en definitiva, se practica una revolución reaccionaria envuelta en conceptos nobles y aceptados socialmente. Se articula un lenguaje que no atiende a la realidad, sino que designa a una realidad desvirtuada. Así es como la palabra austeridad esconde una reforma laboral que persigue una fuerza del trabajo de usar y tirar, como si tener un “curro” estable y dignamente remunerado fuera un “despilfarro”. Y, por supuesto, se aplica en una sola dirección, no hacia la fuerza del capital, para evitar que se sientan concernidos por ella los directivos de empresas, los banqueros y los políticos, cuyos “blindajes” por cese son astronómicamente superiores a cualquier indemnización de un asalariado despedido. Una desproporción tan injusta que, para que no se cuestione ni se perciba, ha de describirse como los “ajustes” y la “austeridad” que demanda el mercado, y no lo que es en verdad: una estafa a escala planetaria perpetrada por la elite financiera, que se dedica a saquear las cuentas públicas2.

Despilfarro, austeridad y tantas otras son instrumentos semánticos que han posibilitado la mudanza de la confianza de la población de un partido hacia otro. Ninguno de ellos ha utilizado el lenguaje en función de su significado, sino por intereses políticos, pues sirven para realizar una propaganda indetectable por los ciudadanos. En realidad, ambos están interesados en que el sistema capitalista se perciba como necesario, el resultado inevitable del desarrollo de los modos de producción, y no se opte por otro modo de vida. Ahí entra en juego el manoseo de las palabras, aunque esa manipulación sea sumamente peligrosa, como advierte Irene Lozano: “Las crisis financieras o políticas son noticia; la crisis del vocabulario, no. En muchos casos, ni tan siquiera es percibida: seguimos hablando en el vacío, mientras creemos entendernos, y las palabras nos hurtan la realidad en lugar de restituirle el sentido”.

Me temo ser pesimista, pero debiéramos plantearnos responder a esta pregunta: ¿Sabemos de verdad qué significan despilfarro y austeridad?.

Notas:
1: Lozano, Irene: El saqueo de la imaginación, Random House Mondadori, Barcelona, 2008.
2: Calavia, Óscar: Una arqueología de la deuda, Revista de Occidente, nº 368, págs. 41 a 60, enero 2012.

martes, 21 de febrero de 2012

Sin complejos

Esa era la actitud que siempre demandaba Mariano Rajoy al Gobierno socialista desde el Parlamento, hacer lo que debía de hacer sin complejos y como dios (en minúscula, por favor) manda. Dejarse de improvisaciones y de medias tintas que luego llevan a rectificar. Y no ha tardado mucho en hacer demostración de su “sin complejos” desde que el 20 de noviembre consiguiera acaparar un poder omnímodo en una España atemorizada y desorientada ante los negros presagios sobre su futuro. El miedo, dicen, no es buen consejero.

El Partido Popular gobierna en todas las administraciones y dispone de todos los resortes institucionales para aplicar la política que tanto exigía al indeciso Zapatero, a quien había logrado presentar como el causante de los males que asolaban al país. Aún ahora se utiliza el mantra de la herencia recibida para justificar las iniciativas que no consiguen resolver los problemas con la celeridad anunciada, cuando se prometía que un simple cambio de gobierno extendería la confianza que aplacaría a los mercados.

En poco más de dos meses, el gobierno conservador de los populares ha impuesto, sin complejos, las medidas más retrógadas que se recuerdan en democracia, con sus reformas laboral, financiera y judicial, que nos sitúan en épocas anteriores a la Transición, tal vez con el deliberado propósito de desmontar el entramado de derechos que la sociedad se había dotado. Sólo la iglesia recupera, si es que acaso había disminuido, su influencia y su capacidad para imponer un modelo social, en relación con la familia, las costumbres y las libertades, que nos retrotrae a los tiempos preconstitucionales, en complicidad con el Gobierno que recuerda aquella alianza con los absolutismos más estériles que hicieron de España martillo de herejes.

En la actualidad, y sin ningún tipo de complejos, el neoliberalismo de Mariano Rajoy decide para combatir la crisis y las enormes cifras del paro una política laboral que abarata extraordinariamente el despido, posibilita discrecionalmente a los empresarios a rebajar los salarios sin necesidad de acuerdo entre las partes, no exige el permiso a la autoridad para los ERE (despidos colectivos a través de expedientes de regulación) y socava los convenios sectoriales como marco para la fijación de salarios.

Sin rubor y sin complejos, se legisla una reforma financiera que sanea al sector con dinero público prácticamente sin condiciones, salvo una tímida reducción de las desorbitadas retribuciones que se autoconcedían banqueros de entidades en ruina, pero con cláusulas de blindaje que se pagaban con el dinero del rescate. Como dios manda y sin complejos, se hace una reforma de la justicia que restringe la justicia gratuita, se da un paso atrás en la ley del aborto, se implanta la cadena perpetua revisable y se decide una reforma del Tribunal Constitucional y del Poder Judicial que, a juicio de Gregorio Peces-Barba, solo satisface a los más reaccionarios del Partido Popular.

Pero por si hubiera alguna duda de la voluntad desacomplejada con que está dispuesto actuar este Gobierno, baste contemplar la dureza policial a la hora de reprimir las primeras manifestaciones, aunque sean de chavales de bachillerato, que tales reformas comienzan a generar en la sociedad civil. Para la policía, los estudiantes son “el enemigo” al que hay que reprimir con contundencia. Los trabajadores, desde esa óptica de los reformistas, también serán “el enemigo” al que habría que aplacar con el empobrecimiento y el empeoramiento de sus condiciones laborales; todo el sector público sería “el enemigo” que habría que reducir y despedir a pesar de que hace viable la prestación de servicios esenciales a la comunidad; las mujeres son “el enemigo”, proclive a la relajación de costumbres y la amoralidad, al que habría que restringir el derecho al aborto y las políticas de igualdad. En fin, para un PP sin complejos, todos los que rechazan sus medidas se convierten en peligrosos enemigos que erosionan la estabilidad de su gobierno. De ahí, la contundencia de las medidas correctoras, los ajustes y las reformas. Hay que aplicarlas antes que pierdan el miedo y retiren la confianza. Sin complejos.

Huyo de mi, huyo de ti, huyo de todos

Por mucho que me aleje, más cerca me hallo de lo que me acompaña aferrado a la memoria. Por mucho que lo esquive, acabo tropezando  cada instante con ese recuerdo imborrable. Por mucho que lo intente, no es patrimonio del olvido esos días que están instalados en mi pensamiento. No se puede huir de uno mismo ni se puede extirpar lo que ya forma parte del ser. Es inútil rechazar una nostalgia que brota incesante con la luz de los días y la soledad de las noches. Somos como somos, marionetas de nuestras pulsiones y esclavos de las emociones, a las que descuidadamente procuramos domeñar con un poco de racionalidad. Por eso, huyo de mi, huyo de ti y huyo de todos, y en la loca huida emergen aquellas imágenes que me hacen pronunciar tu nombre de forma muda, porque siempre me acompañas, huyendo sin escapatoria de nosotros mismos.

lunes, 20 de febrero de 2012

Maldito lunes

El despertador vuelve a brincar, pero esta vez despierta el mal carácter con el que silencio su estridencia. Ese sonido chirriante que me saca del sueño hace de los lunes el día más odiado pues vuelve a instalarme en la cotidianidad de las obligaciones laborales, me despoja en la realidad ineludible y perentoria. Voy encendiendo luces con la malgana del que hace lo que le asquea y se prepara a ir de donde escaparía a la menor oportunidad. Si los viernes constituían puertas a la esperanza, los lunes son negras fosas en las que irremediablemente hemos de sumergirnos para atravesar la semana que comienza. Ambos días son puertas por las que asoman nuestros estados de ánimo más contradictorios, dejando paso a la felicidad o la amargura más extremas. No son, empero, días que se revelen entre sí puesto que el uno conduce al otro en una alternancia eterna. Lo que los diferencia es el modo en que recuperamos la consciencia y sentimos el despertador saltar. Dejamos de soñar.

domingo, 19 de febrero de 2012

Sevilla, estación de tránsito.

En los últimos 15 días, Sevilla ha acogido los congresos nacionales del PSOE y del PP, formaciones políticas que han mostrado así un inédito cariño a la capital de Andalucía. Nada más bajarse de los AVE y los “mystere”, la boca de los líderes se llenaba de adjetivos a cual más adulador para con una tierra que todavía hoy no consigue situarse, a pesar de ese súbito enamoramiento, entre las más afortunadas en inversiones por parte del Gobierno central, salvo el período previo de la Expo del 92.

Si no fuera porque dentro de un mes se celebran las elecciones autonómicas en el último reducto que queda por perder –PSOE- o ganar –PP-, se diría que socialistas y populares acaban de descubrir el sur de España y llegan a Sevilla, cual estación de tránsito, camino de la derrota o la victoria. Y eso es, precisamente, lo que motiva la elección de esta ciudad como sede de tales congresos: usarla como trampolín mediático para defender o conquistar posiciones de poder por parte de ambos partidos.

El Congreso del PSOE, el primero en celebrarse, sólo sirvió para mostrar las desavenencias que se producen en un partido político cuando comienza a derrumbarse la estructura orgánica que mantenía apiñados a sus miembros mientras existían cargos y poltronas donde agarrarse. La pérdida de alcaldías, autonomías, gobierno y diputados produce unos efectos devastadores que sangran las lealtades más efusivas y enervan los ánimos de quienes se adivinan pronto a la intemperie. Mantener el tipo cuando todo se desploma es de valientes, de esos que no huyen y se hallan dispuestos a atravesar el desierto de la oposición desde la que restablecer, con lo que queda y con material nuevo, la confianza de los electores. Y para el PSOE, eso significaba no perder el gobierno de Andalucía, su último bastión y razón suficiente para radicar en Sevilla su congreso nacional.

Y para el PP era ganarlo, acabar de expulsar a los socialistas del último trozo adverso que se les resistía. Había que escenificar una demostración de poder para acabar de vencer las últimas resistencias en los feudos históricos del socialismo, ya acobardados ante lo que se considera una batalla perdida. Pero su congreso, una semana más tarde y en plena apoteosis triunfal, ha sido un paseo de unanimidades que permitió a su líder designar a su antojo a la directiva de la formación, sin discusión alguna y con el aplauso general. A Sevilla venían a darle el empujón final a Javier Arenas en su cuarto y definitivo intento por alcanzar la presidencia de la Junta de Andalucía. La imagen que transmite un partido cuando disfruta de las mieles del poder es de absoluta unidad, cuando todo el mundo sigue al líder que posibilita tantos currículos entre leales.

Pero ambos congresos utilizan a Sevilla como estación de tránsito hacia un destino final: mantener o conquistar poder. Socialistas y populares desembarcan en Sevilla para emprender el último combate de esta legislatura, que tiene por trofeo a Andalucía, donde unos anuncian medidas y otros las relegan, confiando que nadie las exija. En realidad, les importa poco esta tierra porque, de lo contrario, esto sería el paraíso, el lugar que los dos partidos con capacidad de gobierno tanto aman, y no el antro con más paro de España.

sábado, 18 de febrero de 2012

El camino torcido a la libertad

Hace unos días ha recobrado la libertad Miguel Montes Neiro, el preso más antiguo de España tras permanecer 34 años entre rejas al estar encausado desde 1976 por más de 30 condenas judiciales. Aunque en este país no existe la cadena perpetua, este reo materialmente la ha padecido hasta convertirse ante la sociedad en la víctima de un sistema judicial injusto y cruel, sobre todo si se compara con los beneficios de reducción de condena que consiguen los condenados con las manos manchadas de sangre, como los criminales de ETA, la organización terrorista vasca.

Aunque es fácil compadecerse de situaciones que no son comparables, hay que evitar dejarse llevar por el sentimentalismo a la hora de enjuiciar comportamientos que posibilitan a los condenados reducir o prolongar el castigo, en virtud de la buena conducta o la reincidencia en el delito. Y lo que este hombre ha hecho durante toda su vida es despreciar su reinserción social delinquiendo cada vez que lograba algún permiso de libertad provisional o dándose a la fuga. No hay que olvidar que Miguel Montes ha incrementado su condena al encadenar un grueso historial de delitos por falsificaciones, robos con violencia, allanamientos de morada, detección ilegal, tenencia ilícita de armas, desórdenes públicos y quebrantamientos de condena. Hasta 8 fugas ha protagonizado este hombre deseoso de una libertad hacia la que no sabía dirigirse sin saltarse la ley y sin quebrar el orden que todos acatamos en sociedad. Con todo, el sistema legal le ha concedido tres indultos hasta que, finalmente, ha logrado saldar sus deudas penales y reunirse con los suyos. Y es ahora, a sus 61 años de edad, cansado, derrotado y envejecido, cuando se duele de “no ser una alimaña” que deba ser enjaulada tanto tiempo, pues la cárcel produce secuelas que acaban destruyendo la vida y la poca dignidad de las personas. Hubiera sido una reflexión muy útil para abominar de las razones que lo empujaron a una vida dedicada a la delincuencia y valorar lo que cuesta ser libre.

Porque la libertad que anhelamos tiene el precio de la responsabilidad, al preservar el derecho de todos a disfrutarla, no únicamente el propio. Ser libre exige el respeto a la libertad de los demás, a sus derechos reconocidos en la Constitución y sujetos a leyes con las que organizamos nuestra convivencia en colectividad. Es tan elevado ese aprecio a la libertad que verse privado de ella afecta a cualquiera que no acepte estar entre barrotes y, encima, sea reacio a repudiar la delincuencia, mostrándose incapaz al arrepentimiento. Esa falta de arrepentimiento, la carencia de una voluntad para apartarse del comportamiento delictivo, es lo que acarrea agravantes que hacen que se dilate el tiempo de permanencia en la cárcel, debido a la suma de penas y condenas, y no a la presunta injusticia de un sistema que, con todos sus defectos (y son muchos), es garantista (hay voces denuncian que en exceso) y procura la reinserción del condenado, no la revancha. Por ello, la ley impide una condena efectiva superior a 40 años de internamiento, hasta la fecha… Está en manos del reo encaminar su libertad a través del camino recto o intentando burlarse de la ley por atajos sinuosos que te devuelven al lugar de partida. A lo mejor es lo que Miguel Montes Neiro ya ha comprendido y le cuesta reconocer: ser responsable de su propia libertad.

viernes, 17 de febrero de 2012

“San” viernes

El despertador da botes por la mesilla y no me molesta, como siempre, sino que me levanto presuroso para que las horas se contagien de mi impaciencia por agotar la jornada laboral. Es otra vez viernes, la “puerta” a dos días sin más obligaciones que creerte libre para hacer lo que de verdad te place, aunque luego no sepas qué hacer o no te dé tiempo hacer todo lo que deseas. Ambas posibilidades impregnan al viernes del presagio de la ventura, del respiro sosegado ante la ineludible dictadura de las imposiciones y las rutinas, como si abrieran la jaula en la que te aprisiona la fatiga del deber. Tantas son las expectativas que despiertan los viernes que la mayoría de las veces el lunes te sorprende sin haber siquiera sabido qué hacer con ellas o no haber podido empezar a disfrutarlas. Precisamente por ello los viernes son sagrados, casi santos.

martes, 14 de febrero de 2012

Cómo se “trufa” una noticia

Que los medios de comunicación, como empresas que al fin y al cabo son, muestren tendencias políticas es legítimo y hasta conveniente en aras de la pluralidad informativa e ideológica, siempre y cuando esa posición no se hurte al público y se advierta en la línea editorial. Así se posibilita la existencia de una prensa conservadora, progresista y hasta radical de cualquier extremo, además de religiosa, laica o bética, por ejemplo. Es la manera de que cada sector social disponga de una voz con la que reconocerse y dar a conocer su opinión.

Pero lo que es inadmisible es la “fabricación” de noticias o titulares para defender tales posiciones o menoscabar las contrarias, tergiversando la realidad. Esto es lo que ha hecho el diario ABC de Sevilla, el pasado día 11, al publicar, con gran generosidad de espacio, una “noticia” bajo el título: “Más del 90% de los enfermeros alerta sobre recortes en el SAS”. Y para no dejar lugar a dudas en cuanto a su interpretación, en el subtítulo se subraya: “El 81% de ellos afirma que son tantos o más que los realizados por otras comunidades”. ¿Es verdad lo que se afirma con tanta rotundidad en la noticia?

Tras un primer párrafo en que se contrapone la “opinión mayoritaria” de los enfermeros frente a la de la responsable de Salud, María Jesús Montero, quien desmiente todo recorte, de lo que en realidad versa la noticia es sobre una encuesta realizada por el sindicato de enfermería SATSE entre sus afiliados y a través de su página web. En concreto, a “cerca de un millar de ellos”.

De la noticia se obtiene la impresión que la práctica totalidad (el 90%) del colectivo de enfermería considera que se están produciendo recortes en la sanidad andaluza, en igual o mayor medida que en otras comunidades, “incluidas las gobernadas por el PP”. Así lo manifiesta el 46,1% (461 enfermeros de un sondeo sobre mil), mientras que el 35,3 (353 enfermeros) cree que los recortes son iguales a los de otras comunidades. La suma de ambos porcentajes da como resultado que el 81,4% estima que en Andalucía se está “metiendo la tijera en la sanidad”, basándose en la apreciación de los encuestados y sin aportar otros datos que lo demuestre. Por no aportar, no se especifica siquiera el tamaño de la población que se analiza, la representación de la muestra, la fecha de realización del sondeo, la desviación típica o el coeficiente de variación, ni ningún dato que certifique la rigurosidad estadística. Pero sirve al sindicato y al medio para “construir” la “opinión” de la enfermería de Andalucía.

Tal vez porque no se considera necesario para la contextualización, tampoco se explica que en el Servicio Andaluz de Salud (SAS) trabajan 96.718 personas (año 2010), de las que 20.544 son profesionales de enfermería (DuE/ATS), distribuidos entre Atención Primaria (1.514 centros) y Hospitalización (29 hospitales y 13.613 camas). Y aunque sea el sindicato mayoritario surgido de las últimas elecciones en la sanidad, las mil encuestas del SATSE sólo reflejan la opinión del 5 por ciento del colectivo de enfermería, una opinión obtenida, además, sin ningún rigor científico.

Es posible que el sindicato no sea consciente de la parcialidad de los datos que ofrece, pero ABC sí conoce la forma de contrastar y comprobar la información que difunde. Lo que hace el periódico, de declarada adscripción monárquica y conservadora, es actuar contra la ética y la deontología periodística al elaborar una “noticia” sin ningún tipo de diligencia profesional, con el sólo propósito de desprestigiar la gestión política adversaria y apoyar la opción política que defiende, poniendo en boca de “más del 90% de los enfermeros” que en Andalucía se aplican los mismos o mayores “recortes” que los efectuados en comunidades donde gobierna el PP. Así se “trufa” una noticia, sin que nadie se ruborice.

domingo, 12 de febrero de 2012

Whitney Houston

No era de mi predilección pero no pude evitar de oír mil veces aquel grito limpio y armónico con el que elevaba al cielo una promesa de amor eterno. Lo reproducían en todas partes hasta el empacho. La película que protagonizó era un cuento caramelizado para tontos embelesados con ella o con el galán del guardaespaldas, pero nada de ello era motivo para desearle lo peor. E irremediablemente, lo peor ha vuelto a suceder atraído por ella misma más que por circunstancias ajenas. Como a la Winehouse, las debilidades y flaquezas acompañan a lo que, desde fuera, parecen dotes excepcionales que todos envidiarían. Un don maravilloso que sin dominio te hace creer dios y acaba autodestruyéndote. Podría estar en plenitud de sus facultades si no fuera porque la muerte sorprendió a Whitney Houston a los 48 años sumida en problemas. Aunque no era mi cantante predilecta, lamento su pérdida, por ella y por su talento. Otro talento desperdiciado.

Quo vadis, PSOE?

Cuanto más se distancia en el tiempo el esperpéntico congreso de los socialistas españoles, mayor es la sensación de que su celebración no ha servido para nada. O que, en todo caso, ha servido para perjudicar el relanzamiento de un partido otrora imprescindible, pero que hoy navega al pairo, de derrota en derrota, por todas las elecciones que, desde la crisis para acá, se han convocado en España. Del cónclave sevillano, aparte de los navajazos apenas disimulados entre facciones, no han surgido líderes ni ideas que encandilen a una población ansiosa por vislumbrar el rumbo hacia un futuro inmediato donde las políticas de izquierdas vuelvan a ser hitos de progreso.

La sensación resultante es que, de no producirse un milagro -encarnado en personas y proyectos ilusionantes-, el histórico Partido Socialista Obrero Español (PSOE) parece abocado a ser cada vez más irrelevante, con tendencia a fragmentarse en formaciones testimoniales (Rosa Díaz, v.g.) que disputarán su espacio de centro-izquierda. Ese es el enorme peligro que no conjuran quienes se han mostrado incapaces de asumir, en primer lugar, la responsabilidad de plantar cara, con medidas viables y no frases publicitarias, a los graves problemas que han sumido a España en una parálisis letal de la actividad económica, ocasionando más de cinco millones de parados y el anuncio de “ajustes” que aumentarán esa cifra, y en segundo lugar, de configurar -necesidad instrumental pero perentoria- una sólida alternativa en disposición de reemplazar y responder a los más que probables errores o insuficiencias, dado el sesgo ideológico, de la acción de Gobierno.

El PSOE ha desperdiciado energías en unas elecciones primarias que, en vez de visualizar las potencialidades existentes en su seno, ha aireado las rencillas internas y la confrontación insustancial sobre la juventud y la veteranía de los candidatos o las simpatías y adhesiones que despiertan en los “referentes” del partido. Un debate tan insulso que, hasta en la votación, el mayor interés informativo residía en el grado de acierto de los pronósticos que aventuraban los apoyos de uno y otro contendiente y su reflejo en el voto de los delegados. De hecho, lo único que han demostrado estas primarias es que, contra lo creído, ni Cataluña ni Andalucía son suficientes, a pesar de su peso, para garantizar ningún resultado “a priori”, puesto que en ambas federaciones el voto tampoco es homogéneo y sirve más bien para ajustar cuentas con los secretarios provinciales.

Pero, más allá de una desvaída demostración de democracia interna, las primarias del PSOE han revelado la fractura generacional existente en el liderazgo de un partido centenario, con serias dificultades para la “natural” regeneración de sus ”monstruos” sagrados, y lo que es más grave, un preocupante agotamiento de ideas y proyectos adecuados a una realidad distinta de la fundacional de la socialdemocracia, propuestas y programas con los que enfrentarse a unas dificultades y problemas inéditos, inabordables con las recetas de antaño. La crisis económica ha demostrado la necesidad de soluciones más ambiciosas que la simple defensa de un Estado del Bienestar que se instauró tras la II Guerra Mundial. Y aunque hay poderosísimas fuerzas empeñadas en el desmantelamiento de ese modelo de sociedad por otro basado en el liberalismo económico y social, el descrédito del PSOE no es atribuible en su totalidad a la crisis, sino a las medidas adoptadas por un socialismo que se comportó como lo haría la derecha: derogando derechos y aceptando las condiciones impuestas por el mercado, justo lo contrario a su esencia ideológica, movido por la ausencia de un recetario modernizado con el que hacer frente a los retos de un mundo globalizado.

Esa aridez de recursos es lo que lleva a preferir a la vieja guardia del partido frente a las aventuras en el liderazgo y el rescate, aunque aconsejables, de vetustas aspiraciones de laicidad radical del Estado en sus relaciones con la Iglesia (denuncia del Concordato) a las que, cuando pudieron, no satisficieron. Es como, si a estas alturas, reclamaran el republicanismo de la Jefatura del Estado después de estar gobernando durante décadas una monarquía que nunca cuestionaron.

Anclado en el pasado, el socialismo español, como el socialismo en general, pierde atractivo salvo entre los canosos fieles a las siglas, alejándose cada vez más de una juventud que sigue mostrando su disconformidad por calles y plazas ante las injusticias que observa en el presente y la negrura del futuro, unas mujeres que lo de “género” les resulta a veces una disquisición semántica pues siguen sufriendo la supremacía masculina en casi cualquier aspecto de la vida, y unos trabajadores que, en vez de verse protegidos por quienes dicen velar por los desfavorecidos, son traicionados con las actuaciones gubernamentales que aplican lo que dictan el capital y el mercado.

La desconfianza que ha provocado la desafección de millones de votantes es lo que ha llevado al PSOE a la oposición y ha aupado al Partido Popular, sin exponer ningún merecimiento, al poder. Y no la crisis… únicamente. De todo ello se podría haber debatido durante el último congreso socialista para alertar de la aparición de una sociedad “eviscerada”, en la que -como advierte Tony Judt-, la prestación de cualquier servicio lo “suministra” un intermediario privado, pero se ha optado por hacerle el juego a la derecha y alimentar el miedo y la inseguridad, cuyos resultados ya padecemos con la pérdida de libertades (y servicios públicos) en aras de una “seguridad” que Rajoy se apresura a garantizar con sus famosas reformas estructurales. Y en eso estamos

viernes, 10 de febrero de 2012

Se condena a media España

Junto al juez Baltasar Garzón, el magistrado que ha realizado la instrucción de la insondable trama de corrupción que afecta a la poderosa derecha de este país y que ayer fue condenado por prevaricación al consentir la intervención de las comunicaciones en la cárcel entre los mafiosos y sus abogados para continuar delinquiendo, también ha sido sentenciada la confianza en la justicia, la percepción de imparcialidad en nuestros jueces y la esperanza de que en este país, a pesar de mantener raices reaccionarias, éstas estaban sometidas al imperio de la ley.

Resulta que no, que cuando se levantan las alfombras de intocables sectores de enorme poder, se corre el riesgo claro de ser expedientado, como el juez que investiga al yerno del rey, o expulsado de la profesión, como ha sucedido con Garzón.

Días como el de ayer son los que provocan el hastío del ciudadano en su propio país. Y aunque no sirva para nada, propagamos desde este humilde blog el rechazo que el condenado hace de su sentencia, para unir nuestra voz ante tanta injusticia.

NOTA DE BALTASAR GARZÓN REAL ANTE LA SENTENCIA DE LA SALA 2 DEL TRIBUNAL SUPREMO EN LA CAUSA SEGUIDA CONTRA ÉL MISMO

Rechazo frontalmente la sentencia que me ha sido notificada en el día de hoy.

Lo hago por entender que no se ajusta a derecho, que me condena de forma injusta y predeterminada.

He trabajado contra el terrorismo, el narcotráfico, los crímenes contra la humanidad y la corrupción. Lo he hecho con la ley en la mano y en unión de fiscales, jueces y policía. En este trabajo, siempre he cumplido con rigor las normas, he defendido los derechos de los justiciables y de las víctimas en situaciones muy adversas.

Ahora y a lo largo de este procedimiento, mis derechos han sido sistemáticamente violentados, mis peticiones de defensa desatendidas, el juicio oral una excusa, cuyo contenido ha sido utilizado sólo contra mí, prescindiendo de los elementos favorables que me beneficiaban, para, con ello, poder dar forma a una sentencia que ya estaba anunciada desde hace meses.

Mi actuación en el denominado caso Gürtel, se ajustó a la ley y en su desarrollo, tomé todas las medidas para garantizar el derecho de defensa y la investigación de delitos muy graves relacionados con la corrupción, partiendo de los contundentes indicios y para evitar la continuidad delictiva de blanqueo de dinero de los jefes mafiosos que utilizaban, como ya lo habían hecho antes, a los abogados designados.

Se me ha impedido aportar las pruebas que lo demostraban y se ha prescindido de la implicación y participación de abogados en la trama.

La afirmación que se contiene en la sentencia para justificar el supuesto dolo de que “la inclusión de la cláusula previniendo el derecho de defensa dejando a un lado su efectividad, revela que sabía que su resolución afectaba a este derecho” es una aberración que contradice todo el sentido de la misma y se utiliza para eliminar la base de mi absolución. La sentencia no dice en ningún momento cual es el daño producido en el derecho de defensa y no lo dice sencillamente porque no existe. Lo inventa. Asimismo falta a la verdad cuando se dice que no se ejecutó la medida de salvaguardar dicho derecho, cuando personalmente me cuide de garantizarlo y así lo avalan las pruebas practicadas e ignoradas por el tribunal.

Esta sentencia, sin razón jurídica para ello ni pruebas que la sustenten, elimina toda posibilidad para investigar la corrupción y sus delitos asociados abriendo espacios de impunidad y contribuye gravemente, en el afán de acabar con un concreto juez, a laminar la independencia de los jueces en España.

Acudiré a las vías legales que correspondan para combatir esta sentencia y ejerceré todas las acciones que sean pertinentes para tratar de paliar el perjuicio irreparable que los autores de esta sentencia han cometido.

Madrid a 9 de febrero de 2012.

(Extraído de "Escolar.net")

martes, 7 de febrero de 2012

Dirección obligatoria


Andábamos buscando el camino de la izquierda. La senda que transitábamos se había congestionado de un tráfico que se dirigía a deslumbrantes centros comerciales que instaban al consumo constante. Quisimos retroceder pero fuimos conducidos hacia la única dirección posible, que obligaba girar a la derecha. Cuando parecía que al fin alcanzábamos vías francas, empezamos a detenernos en aduanas en las que había que pagar peaje. Ninguna dirección estaba exenta del correspondiente pago previo. Habíamos encontrado el camino de la derecha, pero nos dimos cuenta cuando era irremediable.

lunes, 6 de febrero de 2012

Tambores de guerra

Sin frentes debido a las operaciones de retirada en Irak y Afganistán, la maquinaria bélica imperial busca escenarios donde emplear su material nuevo y hacer que la industria siga funcionando para el sostenimiento del orden internacional y el afianzamiento geoestratégico de las grandes potencias. Aquella doctrina según la cual los Estados disponían de potestad soberana, ajustada al derecho y la democracia, para actuar y decidir en sus respectivos territorios queda en entredicho según las afinidades o consentimientos que consigan de los poderosos que controlan ese delicado equilibrio mundial. Es por ello que si un país decide dotarse de armamento nuclear sea inmediatamente sancionado con múltiples castigos que antes consiguen un empobrecimiento de la población que doblegar a sus dirigentes, además de dificultar el abastecimiento de materias de primera necesidad, como las medicinas, a causa del embargo y bloqueo de sus cuentas en el extranjero.Todo un conjunto de “medidas” para que el país en cuestión se amolde a los requerimientos de las grandes potencias, esas que no renuncian a desprenderse de su capacidad de disuasión nuclear que, sin embargo, niegan a los demás, salvo a “amigos” como Israel o Pakistán.

Irán -una teocracia que gracias al petróleo disputa a Occidente su influencia en una región altamente conflictiva y que mantiene su rechazo a un estado sionista que sólo gracias a su poderío militar, respaldado por EE.UU., es consentido entre potenciales enemigos árabes-, parece la próxima amenaza de una confrontación bélica, que ya se dirime de manera encubierta con sabotajes a centros industriales, atentados a objetivos (personas) claves del programa nuclear y el uso, incluso, de virus informáticos a instalaciones sensibles del país. Ni Estados Unidos ni Israel pueden permitirse el surgimiento de una nueva potencia nuclear en Oriente próximo, por muy soberana que sea tal decisión por parte del estado persa, puesto que desequilibraría las hegemonías de los poderes regionales. Es decir, desequilibraría hegemonías impuestas desde fuera, no como consecuencia del desarrollo y evolución de los pueblos de la región, justo el derecho que reclama Irán.

Ninguno de los métodos utilizados hasta la fecha ha logrado convencer a las envalentonadas autoridades iraníes de abandonar su programa nuclear; antes al contrario, la negativa a reconocer su derecho al arma nuclear alienta los argumentos de quienes consideran necesaria su existencia y estimula la consecución de tal objetivo cuanto antes. Ante la frustración del diálogo, las vías diplomáticas y las presiones, sólo resta la actuación “quirúrgica”, como la realizada por Israel sobre Irak y Siria en 1981 y 2007, destruyendo los reactores de enriquecimiento del combustible radiactivo, o proceder a un ataque militar convencional, como se hizo con el Irak de Sadam Husein o el Afganistán de los talibán.

Pero es la hipocresía de las grandes potencias que se sientan en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, aparte de la intransigencia de un régimen que genera más desconfianza que respeto, lo que provoca esta delicada situación que hace tronar una vez más los tambores de guerra. Por una parte, Israel no descarta la posibilidad de un ataque a Irán de forma inmediata y los Estados Unidos despliegan por la zona sus portaviones y maquinaria bélica. Y por otra, Irán ensaya misiles balísticos de cada vez mayor alcance y amenaza con “taponar” el estrecho de Ormuz para ocasionar una nueva crisis petrolera, al menos mientras duren las hostilidades, además de contar con el apoyo de vecinos y aliados islámicos, como los grupos Hezbolá de Líbano, Hamás palestino y cuantos grupúsculos terroristas están aguardando la ocasión de saciar su “victimismo” patriótico.

¿Tan grave sería que Irán consiguiera la bomba atómica? Lo sería para Israel, que impide cualquier solución al conflicto palestino de forma “equilibrada” (dos estados), para Arabia Saudí, que mantiene su ascendencia sobre los países árabes del Golfo, y por el precedente que sentaría, al señalar un camino a otros países para escapar de la tutela occidental. La no proliferación de armas nucleares que tan activamente defienden los países que ya las poseen es un acuerdo al que renuncian los que alcanzan el nivel de desarrollo tecnológico que posibilita su tenencia. Y aunque es preferible que se limite su posesión a quienes ya las tienen, su proliferación incontrolada será inevitable si éstos no renuncian también a las suyas, haciendo cundir el ejemplo de cómo lograr un mundo realmente libre de armamento atómico tan mortífero, y no impidiendo, con el uso incluso de la fuerza, que otros las ambicionen.

Los efectos de una nueva guerra en Oriente Medio serían, en cualquier caso, catastróficos para todos. Aparte de la aniquilación sobre el escenario bélico, donde Irán e Israel sufrirían los efectos de las bombas, se incendiaría el orgullo nacionalista de muchos países árabes que tantean procesos democráticos que se tildarían de inútiles cuando los intereses de las potencias entran en juego y el precio del petróleo volvería a hundir en la recesión a unas economías que no acaban de salir de una crisis financiera mundial.

Pero lo más grave sería el cuestionamiento del actual orden mundial y el papel de unas Naciones Unidas manejadas por las potencias con derecho a veto y que han sido incapaces de garantizar la estabilidad y la paz de sus estados miembros. Porque más peligroso que poseer una bomba atómica es no disponer de una autoridad moral para condenar y frenar su uso. Y con las medidas que se están barajando para impedir que Irán se dote de armas nucleares parece que se conseguirá no sólo que las obtenga, sino que destrocemos los fundamentos que sostienen el delicado equilibrio de las relaciones internacionales entre naciones que se reconocen iguales en derechos y deberes. Si no conviene un Irán con bombas atómicas, habrá que convencerlo de ello con diálogo y ejemplo, no mediante la guerra. Sería un error jugar esa última carta de consecuencias tan inciertas.

viernes, 3 de febrero de 2012

¡Desconfía, hermano!

Son unos versos aparecidos hace unos dos años, pero su grito de alerta se mantiene vigente. Los he leído con tardanza y no he podido evitar reproducirlos en estos momentos de penumbra que nos acongojan. Es un poema de Francisco Núñez Roldán publicado en el poemario número 69, dedicado a Umbrete, de Cuadernos de Roldán.

Desconfianza 2010

Aunque ya condenó Tirso a uno por desconfiado,
en estos tiempos que corren, desconfiar es muy sano:
desconfía de quien te informe, pretendiendo ser muy claro,
pues a quien te informa paga un poder interesado
en que sepas la mitad, pues la otra mitad es malo.

Desconfía de quien rebate los argumentos contrarios
atacando a la persona, más que a la razón que has dado,
como hacía la Inquisición con los herejes de antaño.

Desconfía de quien estuvo callado contra el tirano
y a treinta y cinco años vista se hace revolucionario,
furibundo antifascista y, sobre todo, muy laico,
aunque esté a favor de un credo bien machista y reaccionario
que se introdujo en España allá por el siglo octavo,
y todo por la razón de que es antiamericano.

Pero es bueno recordar que sin angloamericanos
estaríamos ahora desfilando puño en alto
o haciendo el paso de la oca... ¡Qué dilema más amargo!

Desconfía del poder siempre, sea sagrado o profano,
porque cualquier pensador que sea del poder heraldo,
aunque grite ¡Libertad!, será del poder esclavo,
será eco en vez de voz y en vez de libre, lacayo.

jueves, 2 de febrero de 2012

Febrerillo loco

Una ola de frío siberiano se anuncia para el primer día de febrero que, fiel a su costumbre, hace de las predicciones una tómbola del azar. Me prevengo de abrigos y bufandas para, nada más salir a la calle, acordarme de la precisión científica de los meteorólogos, al menos en esta ciudad sureña. Febrerillo loco disfruta con su posición de transición estacional y juega a días primaverales junto a otros de heladas. Es su condición, no saber a qué atenerse, como la confianza de los mercados: un misterio. Tal vez sea por eso el mes más breve del año, para evitar que su locura se contagie al calendario y a los humanos que viven confiados en esa cronológica predeterminación.

miércoles, 1 de febrero de 2012

¿Ajuste económico o ideológico?

El liberalismo reinante con la globalización mercantilista está imponiendo en las economías nacionales la adopción de severas medidas de “control del gasto” que, de hecho, persiguen el desmantelamiento del Estado del Bienestar, esa caridad equitativamente construida por la socialdemocracia tras la Segunda Guerra Mundial sobre los escombros de Europa. De aquel “capitalismo de rostro humano”, que nunca aspiró a la sustitución del sistema económico dominante, no queda ni la careta, pues con la caída del muro de Berlín se esfumó también cualquier alternativa frente a la que hacer valer las esencias y bondades del único modelo “viable”.

Sin necesidad de fingimiento alguno, ahora toca liquidar, con la excusa de la crisis financiera mundial, los restos que perduraban de las políticas que extendían servicios públicos básicos (sanidad, educación, pensiones, seguridad, infraestructuras, etc.), financiados por una fiscalidad tributaria progresiva, a los sectores más desguarnecidos de la población, los que carecen de capacidad para costeárselos. Por boca de envalentonados portavoces del imperialismo económico (Merkel y cía.), se insta a la austeridad como doctrina irrebatible y milagrosa que nos va a salvar de los “pecados” cometidos en todos estos años, al tiempo que prescriben “castigos” para los países que no amolden sus cuentas a la nueva contabilidad homologada, la que considera toda inversión pública como gasto improductivo e innecesario.

De esta forma, las famosas “recetas” reformistas que el gobierno de Rajoy está cocinando, para cuando expulse a los socialistas del último reducto de poder que conservan en Andalucía, servirán no sólo para “ajustar” el gasto estatal a parámetros de déficit aceptables por la Europa de los mercaderes, sino también para “reducir” drásticamente unos servicios públicos cuestionados por el modelo liberal. Es decir, el “ajuste” que contempla el programa “reformista” del Partido Popular está impregnado de una ideología descaradamente neoliberal, en lo económico y en lo social. Tanto es así que por un lado, en vez de aumentar el gasto público para contrarrestar la recesión -como aconsejan políticas keynesianas-, se opta por recortarlo aún cuando de ello se derive un empeoramiento de los efectos nocivos de la crisis, la parálisis de la actividad económica y el aumento –todavía más- del número de desempleados. Es lo que el nobel de economía Krugman llama “el desastre de la austeridad”. Y por otro, se recortan derechos y se derogan políticas de signo progresista a velocidad de vértigo, como el retorno a una ley del aborto basada en "supuestos" y la eliminación de la asignatura de Educación para la Ciudadanía por “adoctrinadora”, entre otras medidas pendientes del programa electoral.

Son retrocesos que sin duda ocasionarán consecuencias hoy difícilmente valorables en toda su magnitud, tanto en un aspecto como en otro. Suponer, por ejemplo, que la “desregulación” de los mercados, en cuyas manos se confía la dirección de la política, es beneficiosa para la economía y, por ende, para el conjunto de los ciudadanos, es una falacia que toda concentración empresarial pone de manifiesto, pues elimina la competencia, pacta precios y condiciones y monopoliza el negocio. Los grandes conglomerados transnacionales acaban imponiendo sus reglas.

Nunca hasta hoy había sido tan osado el modelo liberal de sociedad por consolidar su influencia de manera global. Todo el mundo occidental, desde los Estados Unidos hasta el continente europeo, incluyendo a los países emergentes que luchan por hacerse un hueco en el puzzle internacional, está en la actualidad seducido por el espejismo de la economía liberal de mercado. Y en nombre de esa sacrosanta “confianza” de los mercados se tolera cualquier imposición, aunque ello suponga la renuncia al bienestar que la sociedad había podido alcanzar y disfrutar con el esfuerzo de más de dos generaciones de personas. Hoy nadie se atreve a discutir los dictados que recortan derechos y estrangulan el crecimiento de muchas naciones por temor a ser considerado hereje por los profetas del liberalismo, encarnados por la señora Merkel y el faldero Sarkozy -como antes lo fueron por Reagan y Thatcher-, y la jauría de agencias de calificación que preparan el terreno para la actuación de los instrumentos de intervención del sistema, siempre alertas a la más mínima desviación. Nunca antes el peligro de alterar la ecuación de la economía al servicio de la sociedad había sido tan patente y cercano. Ojalá estemos a tiempo de reaccionar para impedir que la sociedad se ponga al servicio de la economía, como demanda el mercado, el nuevo dios al que hay que adorar.