martes, 15 de diciembre de 2009

El fuego es más vivo hoy que ayer

Cuando atiendes la actualidad que reflejan los periódicos, parece que las cosas que suceden hoy en día son las más relevantes de la historia. Incluso se añade ese adjetivo de "histórico" para destacar cualquier hecho nimio que pronto será olvidado. En cada época, sus contemporáneos creen que el peso de su tiempo es el más importante de todos los vividos. Así nos enfrentamos a unas disquisiciones en las que parece que nos jugamos el futuro del mundo. Sin embargo, cuando miras hacia atrás, con perspectiva de verdad histórica, vislumbras que el parpadeo del instante presente es en realidad una brizna que apenas manchará el relato colectivo. Pienso estas cosas cuando leo los renglones de lo cotidiano: cumbre climática en Copenhage. referéndum secesionista en Cataluña, activista saharaui en huelga de hambre, crisis económica, Barack Obama, piratas en Somalia, terrorismo fundamentalista, casos de corrupción, Zapatero, Rajoy, aborto, la iglesia, etc. Es cierto que son las referencias de este momento, o la parte de la realidad que destacan los medios, que subyugan nuestra ofuscación convirtiéndolas en catogorías universales. Sin embargo, para la mayoría de la población son asuntos que no alterará sus rutinas. Pero los consumimos con la voracidad de quien se siente afectado por ellos y los juzgamos con los valores miopes de nuestra cultura occidental. Así creemos que el fuego de los acontecimientos es más vivo hoy que ayer. Es una simple ilusión.  

viernes, 11 de diciembre de 2009

Liturgia de Navidad

El calendario está salpicado de fechas simbólicas que nos hacen más llevadero el discurrir del tiempo. La Navidad es una de ellas, tal vez la más importante. Se celebra en casi todo el mundo, al menos en el mundo occidental, donde nuestras necesidades básicas están cubiertas y podemos dedicarnos a festejar hechos fantásticos, de difícil veracidad científica y discutible utilidad. Pero todas las culturas adoptan una representación simbólica de la realidad. Y ésta pertenece a la nuestra. Contiene las claves de nuestra interpretación colectiva y ya no hay forma de modificarla, aunque se amolda a los usos de cada época. Por eso no hay navidad sin consumismo espasmódico. El materialismo más puro sustituye al pretendido espiritualismo de la fiesta para adorar el nacimiento del consumo desbocado. No es la felicidad por mucho que se subraye su relación. El verdaderamente feliz es el comercio que, paradógicamente, hace su agosto. Más que liturgia de Navidad es liturgia del sistema, al que nadie cuestiona. Y brindamos con champán por ello. ¡Salud, blogueros!

Máscaras

Somos actores. En cada momento nos estamos representando ante los demás, intentando transmitir una imagen de nosotros mismos más ideal que real. Lo hacemos involuntaria o intencionadamente. Pero lo hacemos. No hay aspecto que no cuidemos para parecernos al ser virtual que creemos ser. Así, en cada circunstancia, hablamos de una manera o de otra, nos vestimos con distintos ropajes, incluso nos adornamos con objetos y abalorios para satisfacer aquellas expectativas estéticas que consideramos adecuadas. Adoptamos formas de andar, gestos y posturas, nos integramos en grupos, compartimos hábitos y valores, y asumimos tan seriamente la representación que, a veces, bordeamos el ridículo. Y nos convertimos en un disfraz, una vieja máscara que apenas engaña ya a nadie y sirve tan sólo para ocultar nuestra derrota. La vida es un teatro donde todos vamos enmascarados.

martes, 24 de noviembre de 2009

Gregorio Verdugo, un bloguero

No sé si se trata de un amigo, aunque yo así lo considero. Supongo que mi concepto de la amistad es un tanto particular. A lo largo de mi vida he tenido pocos amigos que reúnan esa condición. El resto de personas son conocidos, más o menos cercanos, compañeros de trabajo, de afición, de rutinas. Pero amigos, amigos, de los que entran en ese rinconcito recóndito más próximo a los sentimientos que a la razón, sólo dos o tres. La mayoría de ellos vienen de antiguo, de cuando exiges menos y compartes más, curiosamente cuando no tienes nada que dar y mucho que recibir. Pero das lo que tienes, tu entrega desinteresada y el afecto, que te devuelven con una ganancia exponencial. Son gente que te acompañan a lo largo de la vida y figuran como testigos en los acontecimientos más relevantes de la misma. No necesitan compartir tus gustos, pero coinciden contigo en supeditar lo que nos une a lo que nos separa. Algunos se han ido definitivamente, por la premura asesina de esa sombra que jamás nos deja. Otros surgen de improviso, en el trance inesperado. Como Gregorio.
Jamás he tomado una copa con él ni respirado juntos el aire de la calle. Ignoro su peripecia humana y los secretos que guarda. Sólo conozco su figura quijotesca y la ambición que persigue y que nos hace compartir un aula. Lo creía un romántico más de los sueños pero resulta que los atrapa con su pluma y los encarcela en un blog. Allí desnuda su pensamiento y exhibe su talento con la etiqueta espirituosa que da beberse la vida saboreando cada trago. Ejerce lo que estudia sin necesitar el certificado, apasionado de su afición para convertirla en el oficio al que le dedicaría el resto de las horas de su vida. Yo no sabía lo que era un blog. También me creía un extraño. Ahora tengo un amigo que leo cada día y saludo bajo anonimato, queriendo emularlo, en la seguridad de que me reconoce. Me hace recordar mis viejos tiempos de whiskey, charlas y utopías de quienes íbamos a transformar el mundo en un espacio de justicia y libertad. Jack Daniels Blog es demasiado cercano como para no incorporarlo en aquel escondrijo de las querencias: periodismo, alcohol, nombre, canas, amistad. Gregorio Verdugo, un abrazo.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Grasa humana

Yo creía que ya nada del mundo me sorprendería. Me consideraba vacunado ante cualquier atrocidad que el hombre pudiera cometer porque ya las había ensayado todas. Los totalitarismos del siglo pasado apenas dejaron resquicio para alguna infamia nueva. Ni siquiera el tráfico de órganos, extirpados a desgraciados del tercer mundo para saciar el ansia de inmortalidad de los pudientes, despierta ya la más mínima culpa. No entra en la agenda de nuestras preocupaciones (éticas, al menos) y, por lo tanto, no existe. Niños en armas, hambre, sed y aniquilación, señores de la guerra jugando a piratas, colonias abandonadas a su derecho de autodeterminación tras ser escrupulosamente esquilmadas, pueblos enteros sucumbiendo a enfermadades por imperativos de la patente, continentes materialmente huyendo en pateras, emigración y "turismo" para lucro de mafias, proxenetas y economías sumergidas, conflictos geoestratégicos del imperialismo, terrorismos de todo color, fanatismos varios, etc. Para quien siga la huella del ser humano, ninguna barbarie podría asombrarle. Capaz de elevarse a las más altas cimas espirituales, no renunciaba a la exploración de las oscuras simas de la degeneración y la crueldad. Nada le estaba vetado. Todo estaba ya experimentado. Eso creía yo, hasta ayer. Todavía podemos sorprendernos con nuevas atrocidades. Nada se escapa al negocio. Ni la grasa humana. Una red asesinaba a campesinos de un país sudamericano para extraerles la grase del cuerpo y venderla a Europa donde, naturalmente, ni analizábamos ni prenguntábamos la procedencia de una materia útil para la fabricación de lubricantes y ungüentos. Campos de exterminio, mercancía humana, ¿dejará el hombre alguna vez de avergonzarnos?

viernes, 20 de noviembre de 2009

Otoño vago

Al fin asoma el otoño, vago por la pereza de un verano a las despedidas. Amanece la neblina arropando al día bajo la húmeda acaricia blanquecina. La luz se torna tenue, sorprendida por las gotitas que pretenden regar el aire. La primera brisa del frío, sonriendo alborotada, se escabulle por entre las ramas inquietas. Las hojas la persiguen en un baile dulce como un beso. El calor apaga su luminosidad deslumbrante para que los grises y ocres garabateen el paisaje. Las nubes comienzan a romper la monotonía celeste de un cielo ahora diverso. Pronto las chimeneas mandarán mensajes al viento para que los pájaros salten sobre los olores. La tierra sedienta huele el amor y lo atrapa para fertilizarlo en su vientre. Mis ojos refulgen de nuevo y la piel se eriza al sentirlo. Llega el otoño.

viernes, 13 de noviembre de 2009

El eterno retorno

La historia se repite a sí misma, vuelve a reescribir sus torcidos renglones y a tropezar mil veces en la misma piedra. Apenas avanzamos un paso cuando retrocedemos tres. Al menos, en algunos asuntos, que se incrustan en ella y perviven para, cuando aprecian debilidad, volver a las andadas. Como la religión. Su resistencia es tenaz para dejar de imponer siglos de intolerancia y rancia tutela "moral", no sólo sobre sus feligreses, sino sobre el conjunto de la sociedad. Su reino, como pregonan, no será de este mundo, pero lo custodian con un abrazo asfixiante. La menos democrática de las organizaciones humanas, a pesar de sus aspiraciones divinas, se permite no sólo aconsejar, sino amenazar sobre decisiones ciudadanas adoptadas en el Parlamento, sede de la soberanía nacional. A ella, que nadie la elige, pone en duda los acuerdos decididos por los representantes que elegimos todos. Basada simplemente en creencias (respetables a nivel individual), discute y no tiene reparos en oponerse a avances científicos y culturales. Y lo hace, no por considerarse en posesión de la verdad absoluta (que sería risible), sino para mantener un poder "terrenal" que la razón le niega. No hay nobleza en sus intenciones, sino defensa de privilegios inconcebibles en una sociedad civil y moderna. La descarada lucha de la religión católica en España contra la ley del aborto, como si fuera el único país que regula tal materia en el mundo, causaría sonrojo si no constituyera una intromisión intolerable, de consecuencias criminales, en los asuntos públicos. En vez de limitarse a sermonear a sus fieles en los templos, se arroga la facultad de lanzar anatemas contra los que favorezcan dicha ley, como solía cuando quemaba herejes. Añorante de otros tiempos, prefiere un rebaño ignorante que se deje guiar que el formado por personas que deciden por criterios propios y razonables. La iglesia católica vuelve a mostrar su rostro inquisitorial e intolerante, a descubrir su verdadera faz. El eterno retorno de la religión. ¿Hasta cuándo?

martes, 10 de noviembre de 2009

El muro de mi cabeza

La actualidad la imponen los medios de comunicación. Ellos nos ponen en bandeja los temas que vamos a comentar cual personas informadas. Incluso asumimos sus valoraciones como si fueran criterios propios. Y así, a cada rato, hablamos de una cosa y de la otra, según el periódico que leamos, la tele que veamos o la radio que escuchemos.

Ahora está momentáneamente "dormido" el caso Gürtel porque el foco está dirigido al atunero Alakrana, secuestrado por unos piratas de Somalia. Y ayer, aunque no quisieras, el asunto en exclusiva era el aniversario de la caida del muro de Berlín, suceso en el que todos aparecen como triunfadores ejecutores del derribo, hasta el presidente de Rusia, país que engendró la ideología totalitaria que sustentaron quienes lo construyeron. Y servido el tema, todos nos posicionamos a comentarla como si fuera algo surgido de nuestra preocupación personal. No nos movemos para socorrer al mendigo de la esquina, del que desconfiamos como si fuera un apestado, pero hacemos alardes discursivos sobre la vergüenza de los muros que todavía dividen la dignidad del hombre y clamamos contra su existencia. Incluso en los blogs, como éste y en este caso, tan personales y ajenos, en principio, a la agenda de los medios, seguimos como corderitos el tintineo del cencerro de la "actualidad" que nos sirven para degustarla en rebaño. Ello no es malo ni bueno si eres consciente del juego, pero a mi, personalmente, me solivianta porque ayer estaba harto de tanto muro en... mi cabeza. No me dejaba pensar.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Carril bici vs peatones y coches

La mejor intención puede verse perjudicada por el modo de materializarla. Nadie discute, a estas alturas, la necesidad de alternativas sostenibles ni en los transportes ni en ningún otro consumo energético. Todos estamos de acuerdo en preservar el mundo y sus recursos para las generaciones venideras. Son hermosas y verídicas palabras que cualquiera asume. De ahí que, en principio, la implantación de un carril bici como alternativa al uso del coche sea una medida aceptada por la mayoría de la población. Pero su imposición en contra del vehículo a motor y del propio peatón provoca el rechazo incluso de quienes favorece la medida. Por varias razones: primera, la prioridad de las aceras es siempre para el viandante, nunca para un vehículo de tracción humana, como la bicicleta, pero vehículo al fin. Se ha de reservar espacios para ambos, si se quiere, pero sin recortar los de las personas en torno a las cuales gira cualquier modelo social. Hay zonas donde el carril bici absorbe todo el espacio peatonal, dando lugar a puntos negros donde el peligro de atropellos es real y constante. Y segunda, el coche tampoco es una adquisición ilegal que deba ser eliminada de nuestras calles. Su uso es tan legítimo, o más, que la bicicleta. Borrar filas enteras de aparcamiento en calles donde los vecinos dejaban su coche es un atropello a quien paga el impuesto de circulación correspondiente. Si utilizar el coche contamina y tenerlo aparcado es imposible por la necesidad de un carril bici, prohíbase la industria del automóvil y persígase su tenencia. Así, al menos, nos ahorraríamos el gasto de su compra, nada barato por cierto, y los de su mantenimiento y del combustible. Empujar su presencia fuera de nuestras calles, por un prurito ecologista mal orientado, es una medida que se volverá en contra de quienes han confundido al enemigo, que no es el ciudadano. La mayoría de los que usan la bicicleta tienen que dejar aparcado el coche y no cuentan con un garaje para ello. Pienso que no es un problema de ingeniería urbana diseñar carriles bicis respetando el derecho de todos, peatones, automovilistas y ciclistas. Y dictar normas para la correcta armonización de todos ellos cuando se hallen enfrentados. Confío que no haya que llegar a una desobediencia civil y dejar de pagar impuestos -municipales, se entiende- para exigir el respeto de todos los derechos, sobre todo del que los paga.

sábado, 7 de noviembre de 2009

Ciencia y poesía

Drogado de analgésicos fui a Osuna con la tertulia Cuadernos de Roldán para la presentación del librito nº 66 de su colección de poesía y pintura. El día amagó, como mi muela, con fastidiar la jornada pero no pudo con la voluntad de quienes estábamos decididos a compartir unas horas de versos, camaradería, museos y gastronomía. Y como en ocasiones pasadas, las expectativas fueron satisfechas colmadamente. El sol hizo relucir el acto y los paseos por la ciudad ducal y mi flemón me dieron una tregua que me permitió, incluso, participar en el coloquio. En la capilla de la Universidad de Osuna se celebró la presentación del nuevo volumen que, bajo el título Ciencia y poesía, contaba con la siguiente presentación: "A todos los que dedican su tiempo a seducir la ignorancia de los demás, y también la propia".
Y entre los poemas que aunaban ambas formas de conocimiento, esta queja:

EL TEOREMA DE GARCIA
Galileo, Arquímedes, Pitágoras,
Einstein, Franklin, Marconi o Anaxágoras...,
vidas que se han gastado en buena gana
mejorando la condición humana.
Pero yo quiero nombres conocidos.
¿La ciencia no tiene mis apellidos?
¿No sería magnífico que hubiera
una ley de un ibérico cualquiera?
¡Logaritmos de López o de Hernández,
postulados de Márquez o de Fernández!
Y... ¿qué honra española no sería
si existiera el Teorema de García?
Pero no sueñes más, que no es viable
ver nombres tuyos en la ciencia amable.
Aquí sólo destacan el corrupto
o el de algún balompédico exabrupto;
aqui sólo hay memoria del que mata
o del que descomulga a una beata.
Inviables científicos hispanos
olvidad vuestros celos ciuadadanos,
relegad a ese reino incombustible
del sueño que ya no será posible
vuestra sed insaciada de saber,
vuestra ciencia, que nunca llegó a ser.

Francisco Núñez Roldán


Expandir el alma reconforma precisamente cuando, en épocas como ésta, se cuestionan todas las certidumbres que no resultan tan sólidas. La crisis (económica, de valores, etc.) genera nuevos modelos de interpretar el mundo y resitúa nuestra posición en él. Nunca hubo mejor oportunidad para la poesía, ese misterio hermoso que se halla en el afán del hombre por conocer lo intangible e insondable. Ciencia y poesía, dos patas de la conjetura.


El flemón de Osuna

Una muela, que ya viene avisándome hace tiempo, me ha dado la noche punzándome con un dolor que recorre la encía. Con cada latido de mi rebeldía incrementaba su intensidad. Me obligó a levantarme en varias ocasiones para atiborrarme de química hasta conseguír calmarlo y quedarme, al fin, dormido. Soñé entonces que el coche de mi mujer había tenido un siniestro mientras estaba aparcado en la calle. Cosas de sueños, inquiero los datos a un jóven cercano que se hallaba junto a su vehículo y asumiendo su responsabilidad me los facilita sin remilgos. Mientras rellenábamos el parte, una chica preguntaba si me habían retirado el carnet. Ante mis evasivas, me mostró un documento borroso obtenido por internet por el que me denunciaban y quitaban la licencia. Me debatía en protestas al tiempo que comenzaba a angustiarme. No entendía la relación de una cosa con la otra cuando, incluso sin carnet, era el coche aparcado de mi mujer el embestido por el contrario. Una furia fue poderándose de mí y estaba a punto de estallar cuando... me desperté. El flemón ya era algo evidente y amenazaba también con amargarme el día. A pesar de las protestas del estómago, me tomé otro ibuprofeno y me dispuse a ir a Osuna donde Cuadernos de Roldán iba a buscar lo que la ciencia tiene de poesía o la poesía de ciencia. Era la presentación de su librito número 66, "Ciencia y Poesía", que no habría dolor en el mundo que me hiciera perder. Me llevé un par de pastillas, por si acaso.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Los bucaneros no cesan

Vuelven a la carga los piratas del Indico, los de la política, los de las finanzas. Estamos a merced de la piratería más despiadada que se haya conocido en los mares del mundo, donde todo se convierte en objetivo de su codicia. Unos te roban, otros te manipulan y los demás te chantajean. No existe puerto seguro que te abrigue de sus ataques, ni flota que pueda hacerle frente. Tampoco se someten a moral alguna salvo la que guía su propia voluntad para disponer a su antojo, sin respeto a nada ni a nadie. Pueden secuestrar, amedentrar, engañar, mentir, abusar, requisar, robar, insultar, humillar, pisotear, saquear, violar, defraudar, vigilar, incumplir, ignorar, desvalijar y hasta matar sin temor a ninguna autoridad. Es más, convierten en autoridad su desfachatez y su falta de verguenza. Toda libertad es suya sin más ley que la de saciar su insaciable apetito. Los pueblos son su botín con el que atesoran sus tesoros. Cubren sus ojos putrefactos de corrupción con un parche de eufemismos. No hay escapatoria posible. Nos tienen rodeados.

El verbo de la carne

El lenguaje es lo que nos hace humanos. Un hombre "sin palabra" no es un hombre, apunta en algún lugar Gómez Pin*. Esta facultad hace que nos elevemos sobre nuestra animalidad hacia un estadio superior donde es posible la comprensión del mundo y su modificación, nos permite escapar de las ataduras de la naturaleza. Sin lenguaje podríamos vivir, pero desconoceríamos la poesía y la ciencia. Sirve de instrumento para el deseo de conocer, esa inagotable propensión del hombre a la curiosidad y a explicar las cosas. Posibilita aquella relación única que ha acompañado a la humanidad desde las conversaciones en torno al fuego en las cavernas hasta los cuentos susurrados junto a la almohada. Es el molde en que se forja el ser humano. El lenguaje no se subordina a la vida, aunque parta de ella (la carne se hace verbo), sino que la subvierte para transformar el instinto de conservar la vida en tendencia a conservarla impregnada de palabra (el verbo se hace carne). Nos hace conscientes como seres vivientes pero nos permite sentir que la finitud material no es lo único que cuenta, permitiéndonos trascenderla con la belleza de la catedral de Chartres y los cantos de Neruda, las sinfonías de Bethoveen o los lienzos de Velázquez. El lenguaje nos singulariza como humanos dotados de razón. Una terrible herramienta que depende del uso que hagamos de ella.

*"Filosofía, interrogaciones que a todos conciernen", de Víctor Gómez Pin. Editorial Espasa Calpe, 2008. Madrid.

martes, 3 de noviembre de 2009

El cáncer de la corrupción

Vuelve la política a imponer su actualidad, o mejor dicho, vuelve el cáncer de la corrupción, que va extendiéndose en el cuerpo de la política, a aflorar en los medios de comunicación marcando la agenda de la actualidad. Aparecen como setas los casos de robo (porque en definitiva no es más que eso, robar) en muchos ayuntamientos del país, sin distinción del color político que los gobierna. Meten mano gente de la derecha y de la izquierda, coincidentes en la ideología del provecho propio en perjuicio del bien común. Sin embargo, lo más grave del asunto no es el dinero robado, por mucho que sea su cantidad (que es muchísimo), sino la imagen que van trasladando a la opinión pública sobre la inmoralidad de la política, donde todos se aprovechan en cuanto pueden, ocultando la verdadera realidad de miles de cargos y servidores políticos que ejercen su trabajo con lealtad y honradez, y que no sólo no desvían ni un céntimo, sino que muchas veces pierden dinero y tiempo (que restan a sus familias) para desvivirse por la "cosa pública". Algún interés debe haber para que, tras décadas de convivencia democrática en la que se han sucedido gobiernos conservadores y progresistas, a ninguno le haya interesado adoptar las medidas necesarias para reducir este problema a su dimensión individual de delincuencia vulgar, ajena a partidos y políticos. Y todos sabemos qué medidas son esas.

martes, 27 de octubre de 2009

Sordo como Alfonso

Hacía tiempo que no tenía noticias suyas. No me intranquilizaba porque de vez en cuando desaparecía durante una temporada. Solía estar rumiando alguna iniciativa o resolviendo algún compromiso. Sus hijas le ocupaban muchas horas adiestrándolas en el conocimiento necesario para desenvolverse en el mundo, fundamentalmente laboral. Su vocación intelectual intentó siempre ser práctica, aunque con poca fortuna, salvo para aconsejar a los demás. No por eso dejó de soñar.

Nuestro hobbie era hacer proyectos que pudieran materializar la mutua afición de la escritura. No lo aceptaba como entretenimiento, sino como un verdadero trabajo para el que había que prepararse y dedicarle muchas horas. Éramos voluntariosos: ningún desengaño impidió nunca una nueva ilusión. Por eso creía que ésta era la razón de su última desaparición, hasta que abrí el correo.

Me mostraba su vieja ironía para encajar otro golpe de la vida. Eran una líneas breves para informarme de que se estaba quedando completamente sordo y lo achacaba a su voluminoso cráneo, difícil de regar. Impedido para oir al mundo, me invitaba con socarronería a seguir con la escritura para comunicarnos nuestros proyectos.

Me dolió la noticia. Busqué consuelo contestándole que la sordera no le impedía componer música, como Bethoveen, pintar los cuadros más sonoros y escribir las más bellas páginas que nunca hubiera imaginado. Estar en silencio podría facilitarle la concentración necesaria para vivir como le plazca, sin necios que le perturbaran ni charlatanes incapaces de frenar su verborrea inútil y vacua, además de mantener una sensibilidad potenciada por los demás sentidos. Intenté dar ánimos al amigo que seguro ya había explorado todas las alternativas para el consuelo y había escogido la que siempre había utilizado: la escritura. Ya había asumido ser sordo, pero sordo como Alfonso: sin tirar jamás la toalla.

Fumar y educación

Declaro de antemano que no soy fumador. Tampoco soy químico, lo que no impide que reconozca que beber lejía puede matarme, sin necesidad de exigir una información especializada al respecto. De ahí que mi reproche al fumador, conocedor hasta la saciedad de los peligros para la salud de su adicción, se sustente en dos argumentos: 1º) que ya saben que fumar es perjudicial para ellos mismos; y 2º) que saben también que perjudica a las demás personas que se ven obligadas a respirar su humo. Admito, además, que cada cual tiene libertad para ingeriir o inhalar lo que quiera, o para no hacerlo. Desde estas premisas es fácil suponer mi posicionamiento sobre la restricción de fumar en sitios públicos. Aparte de las leyes que intentan regular esta materia, considero que la problemática se reduce a una cuestión de simple educación: respetar los ámbitos de libertad de las personas; unas, para respirar aire no viciado por el humo, y otras para fumar si les place. Ambos son derechos que cuando se enfrentan, al coincidir personas de ambos grupos en sitios cerrados, parece lógico que prevalezca el que salvaguarda la salud de todos, fumador y no fumador. Es lo que intenta la norma que ahora va a endurecer las restricciones de fumar en espacios públicos. Si no obligamos a nadie a beber lejía porque conocemos sus fatales consecuencias, tampoco deberíamos obligar a nadie a respirar humo cancerígeno por las mismas razones. Es verdad que hay más cosas que nos podrían matar, pero así vamos acotando los riesgos que nos acechan, reduciendo sus consecuencias. Algo es algo.

¿Consumes o te consumen?, corto premiado por el Grupo Español de Cáncer de Pulmón por su mensaje sobre los peligros para la salud del tabaco.

sábado, 24 de octubre de 2009

¡Juventud, divina carga!

Las últimas cifras del paro indican que cerca de la mitad del mismo recae sobre los jóvenes, personas en esa etapa crucial de la vida en la que se traza un proyecto autónomo de vida. No se corresponde ese porcentaje con las proclamas que airean a los cuatro vientos de que disponemos de la juventud mejor preparada de la historia. Se puede llegar a una errónea conclusión: ¿para qué sirve tanto estudio? Unas enseñanzas que, por otra parte, no brillan en el ránking de calidad europeo. Evidentemente, hay dos problemas que se solapan: calidad de la enseñanza y modelo económico. Y ambos problemas hacen estragos entre la juventud, el tesoro (no en el sentido romántico) que dispone la sociedad para garantizar su futuro. Inútil política es la que no centra su atención en este asunto y le escamotea los esfuerzos necesarios para solventarlo. Porque si hay algo de lo que depende el país, como entidad colectiva, es de su propia regeneración poblacional para alcanzar progresivas cotas de desarrollo, regeneración preparada para afrontar nuevos desafios de índole diversa: tecnológicos, culturales, científicos, sociales, etc. Invertir en ellos y modificar un sistema económico basado casi exclusivamente en el ladrillo y en el sector servicios parecen las asignaturas ineludibles para evitar que la juventud se convierta en una carga. Y si hay que hacer un libro blanco con las conclusiones de expertos y afectados, consensuado con todas las fuerzas políticas para que sus medidas sean aplicadas independientemente de quien gobierne, hágase ya. Las cifras ofrecen ya un serio aviso.

miércoles, 21 de octubre de 2009

La salud, una mercancía

Ha sucedido en España, donde si hay algo que exportar es el modelo sanitario, y así lo cuenta la prensa: "Sanitas saca a un paciente del quirófano porque debía un recibo". Si todavía no conocíamos la diferencia entre una sociedad liberal y otra del estado de bienestar, he aquí un botón de muestra. Me parece muy bien la coexistencia de seguros privados y servicios públicos, siempre y cuando no se caiga en la tentación de ahorrar partidas presupuestarias de los servicios esenciales para la población, como la asistencia sanitaria. Es una política que algunos gobiernos conservadores, incluso en comunidades autónomas de nuestro país, aplican para profundizar en una economía liberal de mercado, donde los servicios están a disposición de quien se los pueda costear, evitando así que sean un gasto social más del Estado. Precisamente ahora, cuando se tramitan los presupuestos en las Cortes, se oyen voces que reclaman un adelgazamiento del "gasto" para contener el déficit en las cuentas del Estado, sin precisar, eso sí, qué partidas del gasto aconsejan suprimir. Y es en el destino del dinero de todos donde definimos el tipo de sociedad que deseamos construir, redistribuyendo la riqueza, posibilitando una mayor igualdad de oportunidades y atendiendo a quienes más lo necesitan. Para unos esto representa un despilfarro, para otros es, simplemente, un deber de equidad. A nadie le gusta pagar impuestos (de ahí la cantinela de la derecha por bajarlos), pero a todos nos gustaría tener garantizados los servicios más esenciales. Si por un recibo te sacan de quirófano, yo prefiero los impuestos. Al menos evito que negocien con mi salud.

sábado, 17 de octubre de 2009

El celador poeta

Alberto es un celador del hospital donde yo trabajo, un simple camillero -desde la arrogancia de las clases estamentales-, que te trae o se lleva a los enfermos que deben desplazarse de un sitio a otro. Normalmente no se suele cruzar palabras con ellos como no sea para protestar por la tardanza con que responden a tu llamada. Considerando prioritaria nuestra petición, olvidamos que la mayoría de las veces están ocupados realizando otro servicio y, como no tienen el don de la ubicuidad, hasta que no terminan aquel no pueden hacer el nuestro. Tengo que reconocer, a fuer de ser sincero, que las prisas proceden de los deseos por quedarnos tranquilos una vez finalizado el trabajo, no por una urgencia del desplazamiento. De ahi, en la mayoría de las ocasiones, nuestra insistencia en reclamar el servicio del celador. A veces, para contrarrestar su tardanza, los llamamos antes de finalizar nuestro trabajo. Y los hacemos esperar.
Eso fue lo que pasó con Alberto, celador habitual para los traslados de determinada planta del hospital. Ya acostumbrado a nuestras prisas, se sentó en lo que terminábamos con el enfermo. Y se puso a hablar, primero con el paciente, luego con todos los que fuimos introduciéndonos en la conversación. Con la confianza que había estrechado con la paciente, dada su prolongada estancia en el hospital, le comentaba su afición a la poesía, no sólo a leerla, sino a hacerla, y las anécdotas que había tenido gracias a ella. Vivencias y sentimientos que solían quedar plasmados entre los versos de un poema. Como el que leyó durante la misa por un compañero asesinado y que dejó a todos con las lágrimas saltadas de la emoción, hasta el extremo de ser llamado por el director del centro para felicitarle. Escuchábamos sus historias en silencio, aprendiendo una lección de humildad ante quien, momentos antes, era un ser invisible, insensible y minusvalorado. Ahora lo llamamos por su nombre, haciéndolo persona, para que venga cuando pueda. Alberto, el celador poeta.

viernes, 16 de octubre de 2009

Dios no es bueno

Es difícil sustraerse, por no decir imposible, del entorno social y cultural en el que has crecido y te has formado. Son circunstancias que, como decía Ortega y Gasset, forman parte de ti y condicionan en gran medida tu persona. Son unos conceptos, unos valores o unas "gafas" con las que ves un mundo ya interpretado. Y salirse de esos cánones es situarse prácticamente en la marginación, alinearse con los "raritos". Máxime si pones en tela de juicio a la religión. Ahí has topado con la iglesia.

Yo admiro a esa clase de gente. Aprecio su valor para apartarse de la doctrina y desconfiar de lo establecido. Por eso me permito hoy recomendar este libro: "dios no es bueno"*, así, con minúsculas, para rebajar a común lo que no es más que una creación del ser humano, una entelequia. Este alegato contra la religión viene a confirmar aquellos razonamientos que, con un cerebro todavía no contaminado, le surgen a cualquier niño cuando se enfrenta con los rituales, monsergas y prohibiciones varias de la experiencia religiosa. Su persistencia denota nuestro temor a la muerte, a las tinieblas, a lo desconocido y... a los demás. También a la razón. La religión encuentra abono donde el raciocinio es sustituido por la superstición y las ilusiones. Si no fuera por su intolerancia, capaz de destruir todo lo que se le ponga por delante (vidas, obras de arte, conocimientos, etc.), sería una manifestación interesante, con ramificaciones artísticas, de una psicopatología humana. Pero no es capaz: intenta empozoñarlo todo, adoctrinándote desde el baustismo. ¿Cómo escapar?

*dios no es bueno, alegato contra la religión, Christopher Hitchens, editorial Debate. Barcelona, 2008.
Otros libros: ¿Por qué no soy cristiano?, Bertrand Russell, Edhasa; ¿Qué es ser agnóstico?, Enrique Tierno Galván, Tecnos; ¿En qué creen los que no creen?, Umberto Eco y Carlo María Martini, Ed. Temas de Hoy.

viernes, 9 de octubre de 2009

Epidemia de corrupción

Siendo más devastadora, la epidemia de corrupción que asola el país causa menos alarma que la de gripe A. A pesar de la atención que le prestan los medios de comunicación, la inquietud de la gente por estos sucesos de aprovechamiento de dinero público para enriquecimiento personal y financiación del partido, apenas despierta preocupación ni altera el estado de ánimo, como si fuera algo natural lo que está ocurriendo. Y lo que está aflorando es muy grave. Un partido con responsabilidad de gobierno, aunque ahora esté en la oposición, está siendo investigado por tener en su seno una trama de corrupción en la que se ven involucrados personalidades y líderes que se mantienen aún en sus cargos, salvo situaciones de fuerza mayor, como la del tesorero del partido, entre otros, que ha tenido que ser apartado cuando la justicia solicitó su suplicatorio a las Cortes por su condición de senador. Ya no se trata de acusaciones sin fundamento, de las que se lanzan unos y otros para la diatriba política, sino de hechos documentados que conforman un sumario de miles de folios. Y la gravedad del asunto proviene no sólo por afectar a uno de los partidos sobre los que descansa la gobernabilidad del país, sino por indicar, en virtud de las reacciones que provoca en los afectados, el grado de pureza de la democracia que nos hemos dotado. Los mismos que debieran velar por ella, no tienen empacho de socavar sus cimientos al poner en tela de juicio el funcionamiento de las instituciones y órganos que la hacen patente. Y en no cortar de raíz cualquier relación con conductas, aunque todavía "inocentes" hasta que lo decida el juez, sí al menos sospechosas por las investigaciones que despiertan. Cuando se duda de la policía o del juez antes que del delincuente, es que la pureza de la democracia que decimos desear no está arraigada en nuestro ser ni, por tanto, en nuestras conductas. Se mantienen hábitos de otras épocas, cuando el poder se ejercía sin control, creyendo que era manejado al antojo de quien lo detentaba. Y se echan de menos, con gran tristeza, actitudes movidas por firmes convicciones en las que la dimisión, los ceses y el sometimiento a la ley no sean excepciones en un Estado Democrático, Social y de Derecho. De ahí la gravedad de la corrupcion que destapa el asunto Gürtel.

martes, 6 de octubre de 2009

Piratas del Pacífico

Los mares vuelven a ofrecernos aventuras de piratas, piratas sin pata de palo y parche en el ojo, cuya fiereza era semejante al romanticismo con que se debatían por un amor perdido en el último puerto. Ahora son otros piratas, igual de sanguinarios pero menos románticos, a los que les mueven las riquezas que podrían aliviar su miseria y el olvido en que se hallan perdidos. Sin siquiera un país como tal, se lanzan al secuestro de los barcos que faenan unas aguas infestadas por piezas codiciadas en un mundo rico, acostumbrado a saciar todos sus apetitos. En sus lanchas de corsarios se enfrentan con las armas que les venden los mismos que defienden a sus presas, pescadores confiados en la fuerza militar de sus potencias. Es una lucha desigual entre el hambre de los desfavorecidos y la legalidad de los afortunados, y tan injusta como las inversiones en seguridad en vez de cooperación y desarrollo para con ellos. Es la eterna lucha de los débiles contra los poderosos siempre destinada a padecer un único desenlace: perder. No es literatura ni ficción, desgraciadamente. Es una historia de piratas real, como la vida misma.

sábado, 3 de octubre de 2009

Desvelado

Aún no ha amanecido y la pantalla del ordenador ilumina la habitación. Como es sábado, la actividad de la calle permanece adormilada hasta que el sol levante un buen palmo sobre el horizonte. Sin embargo, yo madrugo como de costumbre inquieto por las cosas que me rondan en la cabeza. En los momentos previos y posteriores al sueño es cuando con más claridad hilvano las ideas y me surgen las ocurrencias más interesantes. Pero soy vago y confío en la memoria para recordarlas en cuanto me levante. Ni siquiera dispongo, de forma precavida, de una libretita en la mesilla de noche donde anotarlas y evitar que se me olviden. Debe ser algo muy importante para que durante el día siga acordándome de ella. Pero entonces es innecesario, puesto que el banco o el médico se encargan ya de eso. En realidad, lo que me preocupa y me atrae acaba siempre desapareciendo junto a los fantasmas de la oscuridad, a menos que la obsesión mantenga vivo su interés durante una temporada. Entonces, dependiendo del pie con el que me levante, me ducho, conduzco y trabajo dándole vueltas al tema, unas veces de forma útil y otras, en la mayoría de las ocasiones, estéril. Toda mi vida ha dependido del pie con que me he levantado. El optimismo y el pesimismo, lo racional y lo visceral, la voluntad o la molicie, el amor y el odio emergen de mis miembros inferiores e invaden mi alma nada más tocar el suelo. Mi visión del mundo depende de ellos. Como estas reflexiones. Para bien y para mal.

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Saludos, desconocidos del ciberespacio

Ayer no sabía lo que era un blog y hoy intento crear éste. Siempre he sido un desconfiado de las nuevas tecnologías y lo deploro. Prefiero un periódico de papel a leer en una pantalla luminosa. Hasta hace muy poco me resistía a contratar internet e incluso el ordenador lo consideraba un juguete muy caro, cuya utilidad se limitaba a bajar películas y canciones, en el mejor de los casos, o a abrir una ventana de chateos y contactos de los hijos con desconocidos de amplia y en ocasiones peligrosa ralea. Evidentemente, mi resistencia no impidió que mis hijos accedieran a internet. El teléfono portátil o celular -guerra perdida por denominar correctamente- lo adquirí gracias a un regalo de mi familia hace un par de años. El uso y el coste del "móvil" no justifican, en mi caso, naturalmente, su adquisición. Hasta el microondas ha sufrido mi resistencia para entrar en casa. Al final ocupa un espacio en la cocina para calentar la leche del café.
No obstante, no reniego de la informática. Considero todos estos avances de gran utilidad si se les da un buen uso. Los procesadores de textos, por ejemplo, me han permitido escribir páginas de una pulcritud y un diseño que eran inconcebibles de cuando lo hacías con la "olivetti", cuando cualquier error te obligaba a repetir la página. Y el correo electrónico me ha eximido de la exclavitud del sello postal para comunicarme con familiares residentes en otros paises, facilitándome una comunicación casi instantánea.
Es decir, reconozco el progreso que estas nuevas tecnologías representan para la vida diaria. Aún así, siempre he sido desconfiado ante ellas y las manejo con un inevitable temor. Como en muchos, por no decir en casi todos, otros aspectos de la existencia. El mundo es un lugar tan complejo que, si te detienes a analizar los frágiles hilos de los que pende tu vida, el desasosiego sería tu estado permanente. No es cuestión de ser pesimistas, sino optimistas responsables para compartir esas inquietudes con quienes, desconocidos del ciberespacio, padecen la misma angustia vital de ser conscientes del vivir, e intentar escarbar en la máscara de la realidad para desentrañar las fuerzas que subyacen bajo ella. No es filosofar, es cuestionarnos el mundo. No nos quitaremos la bota que nos pisa, pero al menos evitaremos que además nos engañe. ¿Te apetece?