viernes, 18 de enero de 2019

The dark side of the moon

Nave Chang´e 4

El de arriba es el título de un álbum de Pink Floyd, pero no es la música el motivo de este comentario, sino el satélite que orbita la Tierra y, en concreto, su cara oculta, ese lado oculto que inspiró al grupo de rock. Una cara oculta del satélite que, debido a su rotación, nunca es visible desde nuestro planeta y que sólo los astronautas de las misiones Apolo, que viajaron a la Luna y alunizaron en su cara visible, han podido contemplar con sus ojos… hasta hoy.

En un alarde tecnológico, la astronáutica de China ha logrado enviar un ingenio espacial que ha alunizado en la cara oculta de la Luna, transportando, además, un vehículo robotizado que ya ha comenzado a recorrer esa superficie lunar, cubierta de polvo y cráteres como la visible, que siempre ha estado vedada a la mirada humana. Se trata de la nave Cháng’é 4 que, enviada por la Agencia Espacial China (CNSA), se posó cerca del cráter von Kármán, en el hemisferio sur de la cara oculta de la Luna, el pasado 3 de enero, de forma automática y con pleno éxito. Doce horas más tarde, extendió una rampa por la que descendió el vehículo rover Yùtù 2, que comenzó a moverse por la superficie lunar hasta aproximarse al borde de un cráter cercano de unos 20 metros de diámetro.

Foto panorámica de la cara oculta de la Luna

El éxito de la misión, que ahora deberá desarrollar los estudios y experimentos científicos previstos, no hubiera sido posible si previamente no se pone en una órbita más allá de la Luna el satélite Quèqiáo, que permite las comunicaciones desde la Tierra y los ingenios posados en la cara oculta. China se incorpora, así, a la carrera espacial que iniciaron rusos y norteamericanos hace más de cuatro décadas, y lo hace demostrando capacidad y tecnología como para elaborar un programa de exploración propio, en el que ya ha logrado hitos como el de esta misión.

La Luna y la Tierra desde el satélite Quèqiúo.
De momento, la sonda china ha posibilitado la primera imagen panorámica de 360 grados de esa cara oculta de la Luna, elaborada a partir de fotografías tomadas por una cámara del módulo de aterrizaje. También ha enviado la imagen de la primera planta que ha podido crecer en el satélite, a partir de una semilla de algodón que se transportó en un frasco que recreaba una biosfera en miniatura. Y esa otra imagen, más estética que novedosa, de la Luna y la Tierra captada por la sonda que sirve de enlace para las comunicaciones. No son frutos menores, sino las pistas de un programa por el que China se incorpora a la carrera espacial con ímpetu y ambición.

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