Vuelve el terrorismo ciego a matar inocentes, vuelven los fanáticos a asesinar arbitrariamente a ciudadanos en Europa y vuelven los atentados yihadistas a golpear el corazón de un Continente que representa un espacio compartido de paz, libertad y progreso. Tal vez sea eso lo que no toleran los radicales islamistas que buscan la guerra con el resto del mundo: no admiten la libertad, la paz y el progreso porque donde triunfan esos valores no hay lugar para la intolerancia, el dogmatismo y la opresión en ninguna de sus formas, civil o religiosa. Tras los atentados de Bruselas del martes pasado, y los de Bataclan y Charlie Hebdó en 2015, Londres en 2005 y Madrid en 2004, nos consideramos víctimas del sinsentido mortal, víctimas de la sinrazón homicida y víctimas de la tiranía asesina del fanatismo ciego e irracional que los yihadistas exportan a Europa. Declaramos Je suis Europe porque,
frente al terror, sólo cabe más libertad, frente a la barbarie, más paz, y
frente a las bombas, ley y progreso. En definitiva, frente a los terroristas, más
Europa, sin merma de derechos ni renuncia de los valores que hacen de esta
esquina del planeta un lugar privilegiado. Frente a la intransigencia de los asesinos, reivindicamos nuestra manera de ser, preservar lo que nos une y caracteriza: ser europeos que aman la libertad, la justicia, la igualdad y el Estado de derecho. Nos debemos a la razón, no a la locura, incluso para defendernos. Bueno es recordarlo cuando hace una semana de los atentados de Bruselas.
martes, 29 de marzo de 2016
lunes, 28 de marzo de 2016
Obama hace las Américas
El presidente de EE.UU., Barack Obama, ha emprendido viaje a las Américas, al sur de su país, empezando por el Caribe, donde ha tenido el valor de pisar suelo cubano, la isla que para Estados Unidos representa una amenaza intolerable, por su cercanía, para sus intereses imperiales aunque nunca haya supuesto un peligro material que no pudieran enfrentar o, ya puestos, borrar del mapa. La amenaza de Cuba era -y es- su régimen comunista, exportador de un modelo económico y social en las antípodas al liberalismo norteamericano. Por eso era -y es- un ejemplo que había que invalidar, razón por lo que, tras la invasión frustrada de Bahía de Cochinos, aplicaron un duro embargo económico y comercial que ha asfixiado la aventura socialista y ha castigado antes a la población que al régimen implantado por Fidel Castro y su revolución de mediados del siglo pasado. Sien embargo, el aislamiento de Cuba no ha dado los resultados esperados: levantar al pueblo contra las estrecheces del gobierno comunista de la isla. Hoy soplan otros vientos. Y como buen oteador del horizonte, Obama ha decidido adelantarse a los cambios que se avecinan y, de paso, dejar el legado de ser el primer presidente norteamericano que visita Cuba en los últimos 88 años, resolviendo un foco de tensión y conflictos que afectaba a la política exterior pero también la interior de los EE.UU., llenando Miami de ultraderechistas que aúpan a energúmenos como Trump.
Cuba es un anacronismo tan antipático como ese aislamiento
que impuso EE.UU. y que no ha servido más que para que los dirigentes revolucionarios
se enroscaran frente al gran enemigo del
Norte, al que acusan de todos los males internos, incluida esa tímida protesta
que algunos cubanos exteriorizan por la carencia de todo lo necesario, también
de libertades. Obama está convencido de que acelerará la inevitable transición
cubana hacia una democracia liberal con la apertura de relaciones amistosas entre
ambos países, de tal manera que, enfrentada al espejo rico y libre del Norte,
la sociedad cubana no tendrá más remedio que contagiarse de lo que se considera
“normal” en Occidente, sin necesidad de bloqueos ni del uso directo o indirecto
de la fuerza. El presidente norteamericano, para rubricar su mandato, quiere
dar carpetazo a los métodos inútiles del pasado y abrir la mano para pilotar sutilmente
la transición cubana.
A ambos países les interesa, por motivos distintos, pasar
página, dedicarse a otras cosas e iniciar una colaboración que permita hacer
negocios, desterrando caducas estrategias de “guerra fría” y “telones de acero”
en latitudes tan sofocantes como las del mar Caribe. El comunismo cubano está abocado
a extinguirse y sólo resta controlar su desaparición, junto a la biológica de
sus líderes, para administrar al menos con dignidad su memoria y ensalzar los ideales
que impulsaron su existencia, a pesar de que no haya alcanzado los objetivos socializantes
más que en la retórica y el culto al líder. Los agónicos dirigentes del régimen
ya sólo anhelan que la revolución que nació en Sierra Maestra, con toda su iconografía,
y que acabó con la dictadura de Fulgencio Batista, quede honrosamente reseñada
en los libros de historia como un hito del que enorgullecerse, mientras los
cubanos le dan la espalda y empiezan a transitar hacia una sociedad abierta,
plural, democrática y capitalista, como cualesquiera otras del mundo
occidental. Aquejada de estertores finales, parece decidida congraciarse con la
población autorizando lo que el comunismo siempre le ha negado, sin hacer renuncia
de sus magros logros: abundancia. Abundancia material, que viene de la mano del
comercio, y abundancia de libertades, también traída por el mercado. En ese
contexto, Obama viene de manera providencial a facilitar esa evolución del
régimen y a sacarse la espinita cubana del trasero de Estados Unidos,
encarnando personalmente la necesidad de esperanza que sienten los cubanos por
la transformación que se está incubando en la isla. Tras los Castro, como tras
Franco, sólo es posible un futuro sin castrismo, sin comunismo, que conduzca a
la democracia y a sus reglas económicas. Es cuestión de tiempo, cosa que ya han
evidenciado hasta los Rolling Stones, esa banda satánica de rock prohibida
hasta ayer en Cuba y hoy presente en un escenario de la Habana , ante las propias
narices del régimen, para cantarle “I can´t get no satisfaction”, es decir, que
los cubanos no están satisfechos.
El otro destino del peregrinaje de Obama por las Américas es
Argentina, donde las manos de EE. UU. se mancharon con la guerra sucia de
golpes de estado y dictaduras militares de infausto recuerdo. La fecha
coincidía con los 40 años de una de las dictaduras más sangrientas del Cono Sur
americano, patrocinadas por Henry Kissinger y su descarada política
intervencionista. Con el apoyo de los EE. UU., el general Videla encabezaba una
Junta Militar que ocupó el poder e impuso el terrorismo de Estado como forma de
represión y aniquilación de cualquier oposición política, social o sindical que
se le enfrentara. Miles de “desaparecidos” permanecen aún de aquella época
infame en que la
Operación Cóndor se encargaba de “limpiar” el país e imponer
el “orden”, un orden militar, por supuesto. La desconfianza y hasta el repudio
hacia los EE.UU en muchos países latinoamericanos provienen de este comportamiento
imperial que hacía tabla rasa de los Derechos Humanos cuando estaban en juego
intereses estratégicos. Obama no ha ido a Argentina a pedir perdón, pero reconoce
tener “una deuda con el pasado” por tales hechos y persigue una reconciliación
que restaure la confianza y apacigüe las relaciones entre el poderoso vecino
del Norte y América Latina, al ofrecer la apertura anticipada de los archivos
militares para que puedan conocerse detalles de lo sucedido en esa época.
Aprovecha, para ello, la predisposición del nuevo gobierno argentino de
Mauricio Macri para contrarrestar el sentimiento antinorteamericano que pueda
existir en un país clave en la región. Ofrece lealtad y reciprocidad a unos
vecinos que, de Canadá a Chile, conforman la plataforma desde la que EE. UU. se
irradia al mundo. Obama ofrece la novedad de intentar “controlar” ese patio
trasero basándose en el diálogo y la colaboración, ofreciendo respeto y no
injerencia, y atrayéndose la confianza y el apoyo de sus vecinos. Está por ver
que lo consiga, como ha conseguido enfriar el contencioso con Cuba, pero
voluntad e iniciativas no escatima en su empeño por hacer las Américas con una
bandera blanca de paz y amistad. El tiempo, una vez más, nos dará la respuesta.
viernes, 25 de marzo de 2016
Viernes oficialmente santo
Hoy sí, hoy es el viernes más santo del año, el oficialmente santo por decreto religioso que impone la festividad en el calendario para recordar una pasión que los cristianos celebran de manera pública, a la vista de todos. La ciudad apenas ha dormido persiguiendo procesiones nocturnas de cristos y vírgenes que, con ríos de velas rompiendo la oscuridad, recrean un imaginario de dolor, castigos e injusticias en quien consideran sobrenatural y eterno. Los creyentes se entregan a la fe más exhibicionista y los indecisos se dedican a la contemplación de capirotes y gentío que colapsan el centro urbano. Hasta el dolor del luto hay que lucirlo con la elegancia de mantillas y peinetas que atestigüen abiertamente un sentimiento que no puede ahogarse en el pecho, sino que ha de ser exteriorizado espectacularmente.
Los que recibimos todos los viernes del año como si fueran santos, este de hoy
nos resulta extraño. La excepción se transforma en regla, y la tranquilidad y
el descanso son sustituidos por la masificación festiva que desborda calles,
bares, iglesias, playas, cines, museos y todo cuanto era refugio del silencio. Hoy
es un viernes oficialmente santo, por desgracia.
miércoles, 23 de marzo de 2016
Su "magestad" en Puerto Rico
El español contiene distintas consonantes que comparten la misma fonética lo que da lugar a errores ortográficos que inmediatamente son criticados por los puristas del uso culto del idioma. La diferencia fonética entre mágico y Méjico, aparte de la vocal, son esas consonantes distintas que se pronuncian de manera idéntica. Esta singularidad no representa mayor trascendencia en el ámbito doméstico de la comunicación, pero en ocasiones da lugar a faltas ortográficas que aparecen en el momento más inoportuno, como el sucedido hace unos días en la inauguración del VII Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE), que
se celebra en Puerto Rico. El rótulo que figuraba sobreimpresionado en la
imagen que retransmitía la televisión de aquel país, durante la intervención
del rey de España, contenía la incorrección de escribir “magestad” por
majestad. Una falta de ortografía que ha dado la vuelta al mundo por
producirse, precisamente, en un congreso mundial sobre el idioma español. La errata
se mantuvo durante diez minutos en pantalla antes de ser advertida y corregida
por el realizador del programa, tiempo suficiente para que el desaguisado fuera
aprovechado por los que intentan deslucir un encuentro que valora la lengua
española como vehículo de expresión en muchas culturas y pueblos a ambos lados
del Atlántico.
Y es que si un cónclave al que asisten “doctores” del idioma
no está exento de estas faltas, imagínese usted lo que sucede en la calle de
cualquier país hispanohablante, donde la gente habla como le parece y escribe
como puede. Pues pasa, ni más ni menos, que los hablantes modifican y hacen
evolucionar la lengua a su antojo, partiendo en la mayoría de los casos de
incorrecciones no admitidas por los académicos y puristas, pero que la fuerza
del uso impone como normal. Si ello no fuera así, ni el español hubiera podido
derivarse de aquel latín que los habitantes de la antigua Hispania comenzaron a
transformar en dialecto, hablando un latín vulgar, hasta convertirlo en la
lengua en la que se comunican hoy más de 400 millones de personas en todo el
mundo.
No será el caso, probablemente, de la palabra “magestad”
cuyo término correcto está sólidamente asentado en nuestra lengua como para temer la mudanza
de su majestuosa consonante, tocada con ese punto que corona una letra estirada
cual miembro de la realeza, a pesar de lo cual resulta maja, nada majadera. Si
los hablantes, o el empecinamiento, más bien, de los escribientes, persisten en
acomodarla junto a magenta, magia o magistral, acaso perdería ese encanto
estilizado y simpático, próximo al jolgorio, que su presencia denota para
convertirse en un vocablo adusto, con la magnificencia de una alta
magistratura.
Claro que en Puerto Rico todo es posible, acostumbrados como
están al mestizaje idiomático para no volverse paranoicos con las lenguas que
la historia y la política imponen a sus habitantes. No sólo incorporan
anglicismos al español con toda la naturalidad del mundo, sino que combinan
expresiones del inglés y el castellano para elaborar una especie de spanglish con el que administran las
influencias que reciben de ambos ámbitos lingüísticos. De hecho, el
americanismo de Puerto Rico figura en el Diccionario de la Real Academia desde
antes que lo exigiera el escritor y dramaturgo puertorriqueño Luis Rafael
Sánchez en el citado Congreso.
Una errata no hace desmerecer una lengua como una golondrina
no hace verano, por mucho que se empeñen los malintencionados que enseguida
denuncian ignorancias, descuidos o provocaciones premeditadas. Los
puertorriqueños acumulan en su habla sustratos de las lenguas arahuacas, del
español periférico de los conquistadores andaluces, extremeños y canarios y,
finalmente, del inglés que la política, la tecnología y la economía introducen sin
apenas resistencia, como para dar importancia a un error que sólo evidencia la
falta de supervisión en la elaboración de un programa de televisión. En la isla
se sigue hablando español con todas las aportaciones y modalidades que la
historia y las peculiaridades brindan, sin que por ello el idioma corra más
riesgo que el de su propia evolución. La confusión de una letra en una palabra
no representa más que eso: una confusión propiciada por una misma fonética que
no distingue diferencia, algo mucho menos grave, si me apuran, que el “¡mi arma!”
coloquial de los castizos andaluces cuando pretenden expresar un cariñoso “¡mi
alma!”.
“Magestad” será, por tanto, sólo una anécdota inoportuna e
improcedente en un Congreso de la
Lengua que, aparte de ser ajena a los organizadores del evento,
expresa gráficamente la necesidad de un mayor rigor en el uso del idioma por
parte de los medios de comunicación, más presencia en el mundo de las
tecnologías para no ser sustituido por términos anglosajones y más fortaleza
en su proyección en las industrias culturales y en la educación para poder
seguir siendo, durante otros 500 años, una lengua viva que aúna países,
culturas y personas en todo el mundo. ¡Vamos, que no es una lengua muerta!
lunes, 21 de marzo de 2016
Patético Día del Padre
Ni el motivo que supuestamente persigue esta celebración ni la
excusa histórica en que se basa soportan un planteamiento racional y sensato. En
primer lugar, porque no hay necesidad de concienciar agradecimiento alguno
hacia el padre, por cuanto tal sentimiento depende de la educación y la crianza
que los hijos hayan mamado en el seno de cada familia. Más bien son necesarias
más escuelas y más facilidades para la educación. Y en segundo lugar, porque no
parece apropiado relacionar una festividad religiosa, cogida por los pelos,
para honrar la paternidad, ya que escoger como símbolo, en los países de
tradición católica, a san José, el padre putativo de Jesús, resulta no sólo
artificial sino contradictorio, puesto que según la Biblia el marido de María
no fue padre ni contribuyó en nada a la concepción milagrosa de su supuesto
Hijo. Si se hubiese seleccionado este santo para conmemorar el Día del Hijo No
Natural, a lo mejor esta leyenda religiosa hubiera resultado más oportuna y acertada.
Y es que el patético Día del Padre siquiera sirve para
sensibilizar sobre el respeto y la honra que los progenitores merecen cuando tales
valores están en retroceso en una sociedad decadente y materialista como la
nuestra, en la que impera el egoísmo, la competitividad y la acumulación de
inutilidades que te hacen parecer más importante cuanto más tonterías adquieras.
Ni las colonias ni las corbatas suelen venir movidas por el amor o la gratitud,
en todo caso por la sensiblería hipócrita de unos descendientes que pecan de consumistas
pese a sufrir la carencia de oportunidades que les ofrece un presente lleno de
dificultades y donde estudiar no es garantía ni de futuro ni de modales. Si los
hijos engreídos “pasan” de sus padres y los oprimidos no están para acordarse
de chorradas como las del Día del Padre, los únicos que pueden permitirse la veleidad
de felicitar a sus “viejos” son los que creen que, por un día, ya demuestran lo
presentes que tienen a sus padres y su preocupación por ellos.
Salvo para la actividad mercantil, que así incrementa sus
ventas, el Día del Padre es el invento más inútil y bochornoso que existe en el
calendario de festividades. Aparte de su carácter comercial, parece premeditadamente
instituido para consolidar un modelo de familia y un contexto social
determinado, basado en el matrimonio heterosexual tradicional, en que el
patriarcado configura una estructura social machista dominante. Si sólo fuera
por ello, el oprobio que causa es suficiente para suprimir esta conmemoración.
Pero es que, además, el patético Día del Padre aumenta el número de ingenuos que
se guían siguiendo reclamos comerciales y expresan sus sentimientos por indicación
propagandística, no por sincera y espontánea voluntad. ¡Puaf!
viernes, 18 de marzo de 2016
El aburrido encanto de los días
Alguna vez todo el mundo ha sentido el peso de la normalidad, el sopor paralizante de la cotidianeidad en su vida. La sucesión de días todos iguales y siempre haciendo lo mismo te convierten en un autómata cuyo trabajo es más relevante que sus sentimientos. De hecho, es necesario no sentir y hasta no pensar para realizar una tarea repetitiva y castrante en la que sobran la imaginación y la creatividad que perturban la rutina de lo establecido. A veces, eso es a lo que aspiran las personas que no toleran retos imprevistos y huyen de cualquier alteración que haga tambalear una seguridad milimetrada, pero en otras ese hábito imperturbable les causa frustración por impedir explorar horizontes distintos o metas diferentes. En todo caso, el impasible encanto de los días, en su lento transcurrir desde que sale hasta que se oculta el sol, incluyendo las horas dedicadas al sueño, hace que cada jornada sea idéntica a la anterior, con la única excepción de tachar diariamente una fecha en el calendario. Ese ritmo monótono con el que se administra la vida, cual cadena de montaje, embota la espontaneidad y aliena una existencia en la que toda actividad está prevista de antemano. Tan sólido y preciso es el engranaje social del que formamos parte que renunciar a él o detenerlo provocaría graves perjuicios en su organización y funcionamiento. Afectaría al sentido último y a la suprema finalidad productiva y mercantil de nuestra convivencia en sociedad. Nadie puede escapar de la norma que regula la utilidad en función de la rentabilidad y en la que toda veleidad hedonista y la distracción ociosa e improductiva no se contemplan o se consienten sólo a diletantes y herejes lunáticos. Los que somos considerados “normales” estamos condenados a soportar el sereno encanto de los días y sentirnos afortunados con notar todo su aburrimiento.
miércoles, 16 de marzo de 2016
De Europa a Marte
Esta sonda, de 4332 kilogramos , está
formada por un módulo orbitador TGO (Trace Gas Orbiter) y una cápsula que
descenderá a la superficie del planeta, (Schiaparelli), construidos ambos elementos
para ESA por empresas francesas e italianas, respectivamente. Portan
innumerables instrumentos para analizar la atmósfera marciana e identificar el
origen del gas metano detectado en ella, y verificar mediante sensores y
cámaras fotográficas el descenso y aterrizaje de la cápsula en la zona escogida,
cerca, por cierto, de donde se halla el vehículo Opportunity de la NASA. El impulsor que ha
elevado la sonda hasta la órbita desde la que emprenderá rumbo al planeta rojo
ha sido un cohete ruso, modelo Protón-M, el lanzador más potente en servicio y
de amplia experiencia en la astronáutica rusa. La nave, con el módulo y la cápsula,
deberán alcanzar Marte en octubre próximo, si no se produce ningún fallo. Se
trata de la segunda misión europea con destino al planeta rojo y la primera que
Europa emprende en colaboración con Rusia para la investigación del vecino
planeta y que forma parte de un proyecto ambicioso que contempla el envío de
otra nave, en 2018, con el objetivo de situar un robot (rover) sobre la
superficie de aquel planeta.
De esta manera, mientras Europa cierra, por un lado, las
puertas a refugiados procedentes de los conflictos que rodean al continente aquí
en la Tierra ,
por el otro, abre las claraboyas al espacio en busca de conocimientos que
aclaren nuestro origen y el lugar que ocupamos en el Universo. Egoísmo y
curiosidad que explican el comportamiento en un rincón del mundo, capaz de
negar el acceso a sus vecinos que huyen de la miseria y la muerte y,
simultáneamente, emprender proyectos cósmicos que satisfagan la inquietud
científica, tecnológica e industrial que el raciocinio más instrumental hace
posible. Acaso esas dos actitudes aparentemente contradictorias, como caras de
una misma moneda, sean las que han ubicado al ser humano en la cúspide de la
escala animal: movido por el egoísmo no ceja en la búsqueda de nuevos recursos,
territorios o conocimientos que permitan su supervivencia.
En competición con otras potencias, Europa se lanza ahora
hacia la “conquista” de Marte, invirtiendo recursos económicos que revierten en
aplicaciones técnicas, avances científicos y desarrollo industrial que
convierten a esta zona del globo en un lugar destacado entre las regiones más
desarrolladas del mundo, posibilitando una actividad económica y comercial de
primera magnitud. Cabría esperar que el mismo ingenio y recursos se inviertan
en socorrer y acoger a los que acuden a nuestras fronteras solicitando
protección y ayuda. Europa puede ir hacia Marte, faltaría más, pero sin huir de
su responsabilidad con la solidaridad hacia otros pueblos del planeta Tierra.
lunes, 14 de marzo de 2016
Adiós al hotel Algarrobico
La mole de la sinrazón urbanística, aquel mamotreto que se levantó al valorar lo natural y paisajístico en función de su rentabilidad comercial, va camino de su definitiva desaparición de la costa almeriense, va a ser
vencida por la razón de la justicia y la legalidad que devolverá un enclave
costero a su estado original, totalmente virginal, procediendo a la demolición
del engendro demencial del hotel Algarrobico. Así lo ha dictaminado el auto del
Tribunal Supremo de febrero pasado que, corrigiendo las contradicciones del
Superior de Justicia de Andalucía –unas veces a favor, otras en contra-, ha
fallado que el citado hotel, símbolo de la destrucción del litoral, se edificó
sobre terreno no urbanizable y lo declara edificio ilegal e ilegalizable. Es
una historia antigua de la que este blog se ha hecho eco en varias ocasiones,
apoyando siempre los argumentos de los conservacionistas y ecologistas.
Pero ya es definitivo: aquel monumento a la insensatez y la
avaricia especulativa va a ser demolido en cuanto se ejecute el acuerdo
alcanzado por el Gobierno Central y la
Junta de Andalucía para repartirse los gastos que conlleva
ejecutar la sentencia y devolver aquel enclave a su estado natural. Uno correrá
con el coste de la demolición, y la otra, con los de la restauración de la
zona, asumiendo ambas Administraciones acometer los trabajos a la mayor
brevedad posible y que la actuación prevista sea irreversible. Y es que la
reparación del paisaje no es un tarea fácil ni barata: se trata de restaurar 6,5 hectáreas de
terreno y demoler una superficie construida de 43.840 metros cuadrados ,
que desprenderán 60.000
metros cúbicos de residuos, de los cuales 40.000 metros cúbicos
deberán ser trasladados a vertederos. A más de siete millones de euros asciende
el presupuesto de todo ello, incluyendo los gastos de posibles indemnizaciones que
pudieran derivarse de estas actuaciones.
No es un precio caro por conservar una zona libre de la
estupidez urbanística y especulativa y por proteger un medio costero que, en
sí, es sumamente frágil y vulnerable a los atentados que le ocasiona una
actividad humana que no atiende a la sostenibilidad ni al respeto del medio
ambiente. El hotel Algarrobico ha constituido un entuerto urbanístico, medioambiental,
legal y político que, a pesar de los años de lucha, al final ha sido corregido
por la Justicia. Ha
prevalecido, afortunadamente, la razón y la sensatez, al menos en este caso,
frente a los dictados de una lógica mercantil y especulativa que valora las
cosas, también a las personas, en función de su rentabilidad económica. Adiós,
pues, al disparate del Algarrobico, iniciativa que perseguía sólo el lucro
privado de un promotor a costa del atropello de un paisaje natural, de su flora,
su fauna y… del interés general de los ciudadanos. Adiós al hotel Algarrobico.
sábado, 12 de marzo de 2016
Debilidad de la muerte
Cuando despertó, abrió los ojos y sólo pudo asombrarse del asombro con el que los demás la miraban antes de volver a sumirse en aquel sueño tan profundo. Apenas había tenido tiempo de darse cuenta de la situación, atrapada por una soñolencia que le impedía saber si era noche o día y si estaba en su casa u otro lugar. Pero los que la rodeaban supieron enseguida que su sueño era la muerte que, en un instante de debilidad, le había dado una oportunidad fugaz para despedirse con la mirada de los suyos. Luego se durmió para siempre.
viernes, 11 de marzo de 2016
En el adiós de un sindicalista
Supimos, por ejemplo, del sindicalismo cuando éstos
comenzaron a emerger en la vida pública, primero como entidades ilegales bajo
la dictadura e infiltrándose en las estructuras del sindicato vertical del
franquismo hasta desalojarlo y, seguidamente, organizando peligrosas jornadas de
lucha que eran reprimidas con una dureza desproporcionada por la policía del
régimen, que metía en la cárcel a los dirigentes que las convocaban. Muchas
huelgas en aquellos años fueron causa de años de prisión para el comité de
empresa que las declaraba y punto de inflexión para la definitiva implantación
del sindicalismo democrático en España. A los de mi quinta, la imagen que ilustra
las reivindicaciones sindicales germinales de aquellos tiempos es la del Proceso 1001 o la de un Marcelino
Camacho, líder del otro gran sindicato español Comisiones Obreras (CC OO), vestido con el simbólico jersey con el que se enfrentó a la represión y
el presidio de manera pacífica pero firme, como un Gandhi español. Tal es
nuestra valoración de los míticos personajes que se jugaron la piel para que
los sindicatos, como instrumentos al servicio de los trabajadores, consiguieran
implantarse en nuestro país. Nuestra memoria sentimental alberga, desde
entonces, componentes de ese movimiento sindical que fue conquistando su lugar
con enorme esfuerzo y lucha entre la clase trabajadora y arrancando derechos y
mejoras laborales que, hoy en día y con pretexto de la crisis económica,
vuelven a ser negados o “recortados” a los trabajadores.
Toda esta amalgama de recuerdos, imágenes y sensaciones brotan
espontáneas al conocer por los medios de comunicación que Cándido Méndez deja
la secretaría general de UGT (Unión General de Trabajadores) tras 22 años al
frente del sindicato. Había tomado el relevo, en el año 1994, al histórico
dirigente Nicolás Redondo, quien había conducido la UGT desde la clandestinidad
hasta el primer puesto del sindicalismo español, al convertirlo en el sindicato
mayoritario del país en la década de los ochenta, no sin enfrentamientos con su
partido “hermano”, PSOE, contra el que secundó una huelga general que Felipe
González jamás le perdonó, y con el escándalo por los afectados de la quiebra
de una promoción de viviendas promovida por el propio sindicato.
Cándido Méndez es de esa clase de sindicalistas que están
predestinados genéticamente a serlo. Se afilia a UGT cuando contaba sólo 18
años y desde tan temprana edad comienza a involucrarse en la lucha obrera y en
la gestión sindical, alcanzando ser secretario general del sindicato por la
provincia de Jaén y, en 1986, secretario general de UGT Andalucía. Y de allí,
tras las zozobras de la dirección anterior apuntadas más arriba, es elegido
secretario general a nivel nacional del sindicato.
Afortunadamente para nuestro país, hubo y hay muchas más
personas que, con su voluntad y dedicación, han contribuido que el movimiento
sindical apuntalara la construcción de la vulnerable democracia española y
consiguiera para los trabajadores parte de sus beneficios y oportunidades.
Desde que en el año 1977 se legalizaran las centrales sindicales y se
permitiera el pluralismo con el reconocimiento de UGT, Comisiones Obreras (CC
OO), Unión Sindical Obrera (USO), el sindicato vasco ELA-STV, Sindicato de
Obreros del Campo (SOC) y la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), figuras
como Marcelino Camacho, Nicolás Redondo, Antonio Gutiérrez, Paco Casero, Diego
Cañamero, Eduardo Saborido, Fernando Soto y muchos otros tomaron el testigo del
activismo social y obrero que promovían, en ámbitos paralelos, entidades
vinculadas a movimientos cristianos de base, como las Hermandades Obreras de
Acción Católica (HOAC), la Juventud
Obrera Cristiana (JOC), etc.
Los que nunca hemos estado afiliados a ningún sindicato ni a
partido político alguno tenemos una deuda de gratitud con cuantos han batallado
para que en nuestro país se reconozcan los derechos laborales y las libertades
individuales y públicas. Como trabajador y como ciudadano me siento protegido y
amparado por unas organizaciones que, más bien que mal, defienden y velan por
nuestros intereses, sin importar que la desidia nos haga escamotear una cuota o
no participar más activamente con ellas en pos del progreso y la prosperidad
comunes.
En el adiós de un sindicalista histórico, la memoria nos
hace caer en la trampa romántica de los remordimientos y las añoranzas, pero no
en la ingratitud y el desprecio hacia quienes, como Cándido Méndez, han dedicado su vida
para que la derrota del trabajador no sea completa y el poder del capital,
absoluto. Gracias, compañero.
miércoles, 9 de marzo de 2016
Turquía, cárcel de Europa
Por el módico precio de 6.000 millones de euros, los
derechos humanos de los demandantes de asilo serán ignorados, pudiendo ser
deportados masivamente a Turquía para limpiar, así, las fronteras de Europa de esa
visión de hombres, mujeres y niños que se agolpan tras las alambradas en busca
de un futuro menos dantesco que el que dejan atrás, en sus países de origen. Se
pretende con el preacuerdo vergonzante firmado con Turquía resolver la compleja
crisis migratoria que soporta esta parte rica del mundo, poniendo puertas al
mar y levantando muros en la tierra para parar lo que no se puede contener: que
dejen de huir de la desesperación, el hambre y la muerte.
El sueño europeo está siendo abandonado por la misma Europa
que lo abrigó, cediendo precisamente cuando debía reafirmar los valores y
principios que fundamentaban la unión de pueblos, culturas y recursos en un
proyecto continental único, complejo, poderoso y ejemplar: sin parangón en lo
económico y comercial, pero cada vez más débil y frustrante en lo social y
ético. Ante las dificultades, Europa reniega de sus señas de identidad y hace
prevalecer los intereses mercantiles sobre los morales y humanitarios. Así,
opta por empobrecer a sus ciudadanos periféricos, imponiendo fuertes medidas de austeridad, para favorecer a los
mercados de capitales y al sistema financiero que lubrifican las economías de
las zonas más ricas y activas del continente. Opta por limitar derechos
consolidados de los ciudadanos comunitarios, como el de la libertad de movimientos
por todo el espacio Schengen, para evitar la presión y hasta el chantaje
británico a la cesión progresiva de soberanía y por los privilegios
particulares que su adhesión consiguió. Y ahora, con la renuncia de los Derechos
Humanos que a cualquier solicitante de asilo le asisten por aliviar la presión
migratoria que sufre en sus fronteras. Con cada renuncia, Europa sacrifica su
sueño unitario confederal para transformarse exclusivamente en un casino de
mercaderes que negocian sus intereses, sin importarles los cadáveres que van
dejando fuera, sobre las alambradas y en las playas.
En la más cínica e inmoral de sus renuncias, Europa acuerda
convertir Turquía en la cárcel extraterritorial, donde extraditar a los
andrajosos que intentan invadir el continente. De la Europa sin fronteras de las
personas pasamos a la Europa
de los barrotes carcelarios, ubicando los campamentos penitenciarios en un país
que brilla precisamente por su escaso respeto de los Derechos Humanos y de la
democracia. Europa no quiere que nadie perturbe su confortabilidad y sus
negocios. Prefiere repatriar masivamente, contraviniendo leyes de asilo y
Derechos Humanos, a los refugiados que llaman a sus puertas y utilizar Turquía como
desagüe de la inmundicia migrante.
Hemos logrado, al fin, identificar al inmigrante con el
delincuente y al refugiado con el potencial terrorista del que desconfiar. Y
hemos instalado nuestro particular Guantánamo en Turquía, donde, gracias a
nuestro desdén moral y a la brutalidad arbitraria de un régimen autoritario, obligar
a desistir al que huye de que no venga a Europa y se vuelva a morir a su país de
origen. Para ello, ha bastado un puñado de euros y una moral poco estricta,
justo los predicamentos para ser un buen y exitoso mercader.
Los que dirigen esta Europa hipócrita confían, con este acuerdo, en aliviar la presión insoportable que atosigaba nuestras fronteras y conjurar el peligro de xenofobia que sobrevolaba nuestras sociedades, ignorando que son precisamente estas actuaciones vergonzantes las que alimentan el odio al extranjero, el racismo más violento, la intolerancia racial y la desconfianza y los temores xenófobos contra los refugiados, en particular, y los inmigrantes, en general. Después, nos extrañará que arrasen energúmenos como Trump en el mundo: nuestros miedos los aúpan a los liderazgos de masas volubles y manipulables, fácilmente seducidas con los mensajes simplones pero emocionales de populismos de cualquier ralea. Hasta en Europa les ponemos fácil la tarea.
martes, 8 de marzo de 2016
Día Internacional de la Mujer
Es triste que se conmemore este día porque es la anécdota de
una lucha inacabada que la mujer ha emprendido por conseguir su equiparación
con los hombres, partiendo de unas reivindicaciones laborales (igual sueldo) y
unos derechos políticos (el sufragio femenino), hasta protagonizar un
movimiento a favor del reconocimiento del conjunto de derechos humanos que la
incluyen como parte integrante de la Humanidad.
Más que homenajear su lucha, hay que materializarla en
cualquier esfera de nuestras interrelaciones individuales y colectivas.
Por eso, más que solidarizarse con la mujer, hay que
comportarse con ellas como lo que son, seres humanos que comparten con los
hombres los mismos derechos y las mismas oportunidades. No existe distinción
entre el hombre y la mujere porque juntos forman la Humanidad y pertenecen
al mismo proyecto de vida y convivencia en sociedad, basado en el respeto, la
tolerancia y la igualdad entre las personas. Ninguna civilización moderna, como
creemos que es la nuestra, debería celebrar un día dedicado a la mujer sin
sentir que esa celebración señala una anomalía existente en la sociedad, sin
avergonzarse de que, todavía hoy, haya que proclamar que la mujer es un ser
humano tan digno como el hombre y sujeto de derechos inalienables e iguales que
el varón.
El día 8 de marzo ha de tomarse como la fecha de una afrenta
que se comete contra las mujeres al considerarlas distintas y pendientes del
reconocimiento sin discusión de sus derechos y de su igualdad. Una afrenta que
provocan quienes cometen y toleran los asesinatos machistas, pagan los salarios
inferiores y practican todo tipo de discriminaciones a las mujeres por el mero hecho de ser mujer. Una
afrenta que hasta la ONU
comete al dedicar un Día a la
Mujer como si fuera una especie en peligro de extinción o una
enfermedad aún por erradicar. Hoy no hay que ponerse ningún lazo en la solapa,
sino cambiar nuestra mirada y consideración de la mujer y tratarlas como lo que
son: seres humanos como usted y yo. El Día de la Mujer es cada uno de los 365
del año que compartimos con ellas.
lunes, 7 de marzo de 2016
Instituciones mancilladas
Si España es algo en estos momentos es un país en stand by que funciona en modo
automático. Desde las elecciones del pasado diciembre, las instituciones del
Estado son las que mantienen por inercia la actividad del país, sin proyectos
de futuro y sin poder impulsar iniciativas que afronten los problemas y
necesidades de los ciudadanos. Pero estas instituciones, que afortunadamente
mantienen la gobernabilidad del país, han sido ensuciadas y viciadas por
quienes no han querido ponerlas a disposición de la población y las utilizan
con fines torticeros. Han sido mancilladas por la deshonestidad de inquilinos y
ocupantes desleales, que las apartan de la noble finalidad con las que fueron
creadas: servir al conjunto de los ciudadanos.
La primera de ellas es la monarquía, que define nuestra
forma de Estado y un modelo de vida en común. La monarquía está sumida en el
desprestigio y es comidilla en tabernas a causa de los desmanes hormonales y
los abusos cinegéticos de un rey que no supo mantenerse a la altura dignataria
del cargo y se vio obligado a abdicar. A pesar de haber amortiguado su
designación dictatorial con el rechazo mostrado a un golpe de Estado en la
incipiente democracia, el posterior comportamiento del titular de la corona, basado
en la hipocresía y el despilfarro, ha evidenciado el abuso y una falta de
respeto con unos “súbditos” a los que ofendía la falta de decoro en el
ejercicio de las elevadas funciones representativas del Jefe del Estado,
mientras se les exigía austeridad en lo material y acato a una moral católica,
por imperativo legal. El daño producido a la institución es tanto más grave por
cuanto viene a justificar y alimentar el rechazo que muestran amplios sectores
de la población que no toleran una monarquía sin extracción democrática ni
refrendo popular, aunque proceda avalada subrepticiamente por la Constitución. Costará
trabajo y tiempo limpiar una institución mancillada por quien debía
precisamente velar por su brillo y ejemplaridad.
También el Gobierno, actualmente en funciones por no
revalidar la confianza de los ciudadanos, ofrece esa imagen mancillada de una
institución que es percibida por la instrumentalización que hacen de ella sus
responsables ocasionales, los cuales persiguen intereses partidistas o sectarios
en vez de atender los generales que convienen al país. El último ejemplo de
ello es la incapacidad del Parlamento para constituir un nuevo equipo
gubernamental que ha de sacar de la interinidad el funcionamiento del Estado y
ponerse a trabajar para enfrentarse a los problemas que acucian a los
ciudadanos. Pero, en vez de ello, los representantes de la soberanía popular valoran
prioritario el interés de cada líder y su partido a la hora de entablar
negociaciones y acordar pactos que faciliten la formación de Gobierno. El
fracaso histórico de la sesión de investidura, que por primera vez en la
historia de nuestra democracia rechaza el nombramiento de un presidente de
Gobierno, supone una “mancha” en la institución de consecuencias desconocidas, por
cuanto extiende la situación de un Ejecutivo maniatado e interino por un plazo
mayor de tiempo, hasta nuevas elecciones, por cálculos electoralistas y partidistas.
Un fracaso producido por las intransigencias de unos y el inmovilismo de otros,
convencidos todos de estar en posesión de la verdad absoluta en sus
convicciones e ideas y en no permitir modificarlas ni aceptar las del
contrario. Unos y otros se consideran incompatibles entre sí y prefieren el
desgobierno a pactar un gobierno estable al servicio de los españoles.
Otra de las instituciones imprescindibles de la democracia,
su tercer pilar, es el Poder Judicial, gobernado por el Consejo General del
Poder Judicial, cuyos miembros responden a cuotas políticas de los partidos con
representación en el Congreso de los Diputados, representantes de las
asociaciones de jueces y los designados por el Gobierno. La debida
independencia y autonomía de este órgano resulta cuestionada por esa
dependencia política en su composición y elección, por lo que causa pavor que
cualquier decisión del Poder Judicial esté condicionada en función de la
ideología de los integrantes que la adoptan o la rechazan. La sospecha de
parcialidad o interés partidario a la hora de dictar nombramientos o de
informar propuestas sometidas a su criterio no deja de preocupar a quienes
asisten al espectáculo que a veces brindan los vaivenes doctrinales y opiniones
profesionales de los responsables del gobierno autónomo de los jueces en el
ejercicio de la función judicial. Si la justicia y la ley han de ser ciegas en
su imparcialidad, esta dependencia política de los que designan y controlan a
quienes la imparten no facilita la confianza y la seguridad de los ciudadanos,
los cuales acaban asumiendo que la ley no trata por igual a todos.
El deterioro de las instituciones sobre las que se asienta
una democracia y que derivan de los poderes cuya autonomía e independencia la
hacen posible, se debe fundamentalmente a una clase política mediocre y
sectaria que las deshonran y deslegitiman cuando las ocupan y gobiernan.
Políticos sin vergüenza que les imprimen un funcionamiento arbitrario y
clientelar en beneficio de ambiciones personales, intereses partidarios u
objetivos ideológicos. Es por ello que las instituciones, por culpa de esos
responsables ocasionales en cada legislatura, están plagadas de irregularidades
y afectadas por los escándalos de corrupción que salpican el ejercicio de la
política en España. Están mancilladas por obra de unos responsables deshonestos,
capaces de traicionar la confianza de los ciudadanos y la dignidad del cargo.
Sin embargo, gracias a las instituciones es posible mantener
la gobernabilidad del país y que no se detenga el funcionamiento rutinario de las
distintas administraciones del Estado, incluso en períodos, como el actual, en
que la falta de un plan de ruta las mantiene en una situación de “espera”, de stand by mientras se decide la
orientación que ha de impulsarlas de nuevo. Instituciones mancilladas, sí, pero
necesarias y útiles, aunque en eficiencia mejorables. Sin ellas, España estaría
hoy al pairo sin un Gobierno capacitado para tomar iniciativas, sin un
Parlamento que elabore leyes, con un Poder Judicial politizado y una Monarquía
desprestigiada. Las instituciones no constituyen el problema, sino el uso que se hace de
ellas y los abusos que cometen los responsables que las ocupan. El problema lo
originan quienes las mancillan.
domingo, 6 de marzo de 2016
El camino
El camino que emprendemos en la vida es tortuoso. Muy
pocas veces decidimos seguir la línea recta para alcanzar las metas que nos
proponemos. En ocasiones, buscamos las dificultades porque, en nuestra
ignorancia o soberbia, desdeñamos las recomendaciones y los senderos que
favorecen nuestras expectativas. Y en otras, circunstancias, relaciones y
condiciones nos obligan a escalar cuestas empinadas que nos apartan del destino
que ansiamos. Pero, siempre, cada cual recorre el camino de su vida con la
esperanza de satisfacer sus anhelos, sueños y ambiciones, adaptándolos a lo que
nos depare la ruta. Todos, en cualquier caso, tenemos un camino por delante que
hemos de concluir para llegar al final. La vida es el camino que recorremos a nuestra manera.
jueves, 3 de marzo de 2016
Debate de embestidura
Se ha consumado el primer acto del debate que se celebra en el Congreso de los Diputados con el consiguiente rechazo de la mayoría absoluta de sus señorías a las pretensiones del candidato socialista, Pedro Sánchez, de ser investido presidente de Gobierno. Entre el inmovilismo de unos y la intransigencia de otros, la primera parte del espectáculo parlamentario ha consistido en un intercambio de reproches y en el enfrentamiento frontal hasta el punto de que aquello parecía más bien una lucha de embestidura por ver quién era más chulo, más provocador, más que nadie. Ahora queda la segunda parte de una sesión que debería venir precedida de negociación y pactos para evitar el fracaso de que ninguno de los grupos políticos allí presentes, ninguno con mayoría suficiente para imponer en solitario sus tesis, ha sabido interpretar el mandato de los ciudadanos de tener que entenderse y ponerse de acuerdo. Si son incapaces de ello, se convocarán nuevas elecciones para volver empezar con los enfrentamientos cabríos inútiles.
martes, 1 de marzo de 2016
Deconstruyendo la democracia española
Vayamos, pues, por partes deconstruyendo esta democracia, en
el sentido de analizar sus estructuras. Para empezar, el sistema democrático no
es lo suficientemente democrático para ser completamente democrático, esto es, justo.
La calidad de la democracia española, de arriba abajo, deja mucho que desear. En
la cúspide no se elige al Jefe del Estado sino que se mantiene la decisión del ya
desaparecido dictador Francisco Franco de nombrar como su sucesor al nieto del
último rey que reinó en España, saltándose, entre otras cosas, el orden
dinástico histórico. Transitamos, así, de una dictadura a una monarquía por un capricho
personal. Posteriormente, con la restauración de la democracia, tutelada por el
propio régimen, se somete la monarquía a referéndum como parte inseparable de la Constitución , por lo
que nunca los españoles han podido escoger entre república y monarquía. Resulta,
por tanto, discutidamente democrático el mecanismo por el que se impone una
forma de Estado y se sanciona la decisión de un dictador.
Tampoco se elige directamente al presidente del Gobierno
sino a los miembros de las Cortes españolas. La elección del presidente del
Ejecutivo queda al arbitrio de una decisión parlamentaria, mediante acuerdo por
mayoría absoluta o simple de los diputados, que otorgan su confianza al candidato
durante una sesión de investidura en la que se aprueba o rechaza su programa de
Gobierno. Elegido el presidente, los demás miembros del Gobierno serán nombrados
por el rey a propuesta del presidente de Gobierno. Con este sistema, elegimos
parlamentarios, no presidente de Gobierno. En un sistema presidencialista los
votantes pueden elegir a unos y otro. En comparación, la democracia en España
no es lo suficientemente amplia como para permitirnos elegir en las urnas al
Jefe del Estado, al presidente del Gobierno y a su equipo gubernamental. Sólo
nos deja elegir a los representantes que los designan, salvo al rey, que viene
impuesto por el régimen anterior.
Pero es que, además, la extracción de esos “representantes”
de la soberanía nacional no la hacemos directamente, votando individualmente al
candidato que conozca nuestros problemas y nos ofrezca mayor confianza, sino a
través de unas listas cerradas en las que un partido decide quién y en qué
orden presenta, con posibilidades de salir elegido, formando parte de una papeleta
indivisible. La democracia española no nos concede la libertad de elaborar
nuestra propia lista de personas merecedoras de nuestro voto. O todo o nada.
Nos obliga a votar unas siglas en las que destaca, como mucho, el líder que las
encabeza, conocido por ser el rostro de la publicidad electoral. Ni siquiera
conocemos el programa con el que se presentan y que jamás se distribuye entre
la población, pero del que se vocean cuatro o cinco consignas que se reiteran
en todos los mítines, entrevistas y actos de campaña cual eslóganes
propagandísticos. Por desconocer, una mayoría de los votantes no distingue la
diferencia ideológica entre las formaciones que concurren a unos comicios en los
que “elegimos” a nuestros representantes para que formen gobierno y elaboren
las leyes que regularán nuestra convivencia. Simplemente, votamos la lista
cerrada y amañada que la tradición, la simpatía o la campaña publicitaria nos
hace parecer idónea.
La escasa democracia interna de los partidos con que se
afronta la composición del “ticket” electoral que nos obligan a votar, hace que
este procedimiento se haya convertido en un poderoso instrumento de control de
todas las tendencias, corrientes y disputas que anidan en el seno de esas
formaciones políticas. Quien no siga fielmente las directrices del “aparato” no
tendrá oportunidades de figurar en ninguna lista, por mucho que se haya
“pateado” su circunscripción y mostrado interés en conocer los problemas que la
aquejan. Es cuestión de lealtades, no de aptitudes. Ni el subterfugio de las primarias (votación entre los militantes
a un candidato) corrige la tendencia endogámica en la extracción de los
componentes de un puesto orgánico y de los integrantes en una lista electoral.
Hay intereses más importantes que el simple interés de la gente a la que se dice
representar.
Lo mismo sucede en las elecciones autonómicas y municipales,
en las que se vota también la lista cerrada de cada partido en liza. La
elaboración de tales listas o papeletas adolece de idénticas deficiencias
democráticas que para las generales, por lo que resulta reiterativo insistir en
esta manipulación que constriñe nuestra voluntad y doblega nuestra democracia,
sin que hasta la fecha ningún gobierno ni ningún “representante” del pueblo
hayan impulsado, cuando han podido, una reforma para implantar el sistema de
listas electorales abiertas. No les interesa.
Como tampoco les interesa cambiar el sistema electoral para
que los diputados reflejen la diversidad de opciones y opiniones existente en
la sociedad. La actual configuración ideológica del Congreso se debe al sistema
proporcional, basado en el método D´Hondt, que otorga el reparto de los escaños
de manera proporcional según los votos obtenidos por cada partido y teniendo en
cuenta la población de cada una de las 52 circunscripciones en que se divide el
país: una por provincia, más las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla. Al
distribuir dos escaños, como mínimo, por provincia, salvo Ceuta y Melilla que
disponen de sólo uno, se produce una sobrerrepresentación del voto rural y una
gran asimetría territorial. Este sistema proporcional se adoptó, cuando se reinstauró
la democracia, para evitar la excesiva fragmentación del Parlamento y
garantizar la gobernabilidad del Estado. Pero adolece de notables carencias que
le restan representatividad, ya que permite que los votos no valgan lo mismo en
todas las circunscripciones. Un partido nacionalista, por ejemplo, consigue
representación parlamentaria con menos votos que un partido pequeño, como
Izquierda Unida, si se presenta en todas las circunscripciones, aunque obtenga
un cómputo mayor de votos. Ello proviene de la intención de potenciar la
representatividad de los partidos más votados y de los partidos nacionalistas
en detrimento de las pequeñas formaciones, aunque no refleje fielmente la
pluralidad social. Un sistema mayoritario y la circunscripción única para todo
el Estado ofrecerían unos resultados electorales más fidedignos a los votos
obtenidos y a la pluralidad de pareceres de los votantes. Pero, al parecer, un
sistema electoral que amplíe la representatividad de manera más democrática,
real y justa que el actual no es del grado de los que llevan gobernando en
España durante todo el período democrático. Tampoco les interesa.
Y si acudimos al cuarto escalón de la Administración , esa
mastodóntica e innecesaria institución
bicentenaria de las Diputaciones, su escaso barniz democrático quedará patente.
Estos organismos de ámbito provincial se mantienen como auténticas anomalías en
la estructura autonómica del Estado y justifican su existencia en la necesidad
de coordinar la gestión administrativa y de gobierno de las pequeñas
localidades. Una función sin duda encomiable cuando el Estado era centralista y
no existía una administración regional descentralizada. Pero con la
configuración autonómica del Estado, aquellas atribuciones pueden ser asumidas
por las delegaciones provinciales de las consejerías correspondientes, evitando
la duplicidad de estructuras administrativas y ventilando, de paso, la opacidad
y el clientelismo de unos entes que han devenido reductos sólo útiles para el
retiro de amortizados activos humanos de los partidos políticos que las
controlan y administran a su antojo. Porque la democracia con que se
constituyen las Diputaciones es, aparte de confusa, peculiar. Sus miembros se
eligen de manera indirecta entre los concejales electos de cada partido
político de los municipios que forman un partido judicial y en virtud de unas
cuotas por censo de población. Al final, no los elige nadie y se eligen entre
ellos, formando una especie de club de alcaldes y concejales que manejan un
presupuesto y unas subvenciones nada desdeñables.
Cualquiera, pues, que sea el nivel en que nos fijemos para
deconstruir la democracia española, apreciaremos aspectos manifiestamente
mejorables que la dotarían de un mayor calado democrático, la harían más justa
y le permitirían representar de manera más fidedigna la diversidad y pluralidad
de la sociedad moderna de España. Muchas de las deficiencias señaladas proceden
de cautelas de los padres fundadores de la actual democracia por evitar
peligros y errores de pasados momentos históricos en que la semilla democrática
fue abrupta y violentamente segada. Pero otras, en su inmensa mayoría, son
fruto de intereses partidistas que se ven beneficiados por las carencias del
sistema político democrático en la actualidad. Ello es lo que hay que denunciar
y obligar a corregir, puesto que somos un país adulto que merece una democracia
más sólida, transparente y eficaz.
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