viernes, 25 de febrero de 2011

Pat Metheny

La música siempre ha domesticado la fiera que llevo dentro. Con ella no necesito conceptos que me aclaren el mundo, simplemente me hace sentirlo. Forma parte del substrato imprescindible que abona mis otros apetitos cognitivos y me proporciona los momentos más placenteros y profundamente íntimos que puedo disfrutar. Nunca renuncio a su compañía. Hay músicos de mi gusto heterodoxo que me han acompañado durante toda la vida y cuyo arte forma parte de mi cultura sentimental. Ignoro cómo han podido alcanzar esa fibra que te hace vibrar de emoción. Pero forman parte de lo que soy y les rindo una devoción fiel. Pat Metheny es uno de ellos. ¿Vienes conmigo?

jueves, 24 de febrero de 2011

La identidad dual de Puerto Rico

Puerto Rico tiene el alma dividida. Descubierta por Cristóbal Colón, primero fue colonia española, que perdió la plaza, junto a otras posesiones, tras la derrota de la Guerra de Cuba frente a los Estados Unidos. Desde entonces, aún disfrutando de la limitada autonomía que le confiere el Estado Libre Asociado, es colonia de unos yankees que no cejan de imponer su cultura y de barrer todo vestigio de la heredada de España.

En la actualidad, la isla del Caribe es territorio USA a todos los efectos (moneda, servicio militar, comercio exterior, comunicaciones, pasaporte, etc.), sin llegar a constituir un Estado federado de la Unión. El puertorriqueño disfruta bajo el paraguas de los Estados Unidos de una relativa prosperidad y estabilidad, en comparación con los países de su entorno, a cambio de un control absoluto de su economía por los norteamericanos (la industria y el comercio están en sus manos) y de la progresiva desnaturalización de su identidad nacional. Para Eduardo Galeano, “los puertorriqueños no son suficientemente buenos para vivir una patria propia, pero en cambio sí lo son para morir (…) en nombre de una patria que no es la suya1.

En ese contexto hay que ubicar la última decisión de la Universidad de Puerto Rico de tratar de eliminar los Estudios Hispánicos, lo que constituiría un duro “golpe a la cultura e idiosincrasia de los puertorriqueños”, además de “destruir una piedra angular de la universidad pública”, según señalan en un comunicado diversas asociaciones universitarias. Ello se inscribe en una estrategia del Gobierno local por arrinconar el idioma español y hacer creer a los Estados Unidos que el inglés ocupa el mismo nivel que la lengua materna española. Para las citadas fuentes, la Universidad está “actuando por inclinaciones políticas con el objetivo de destruir no sólo la Universidad, sino para atentar también contra la educación pública y la identidad y la cultura del pueblo puertorriqueño”.

Y aunque es cierto que Puerto Rico ha sido capaz de extraer beneficios de la dependencia norteamericana, también hay que reconocer que nunca ha dejado de sentirse orgulloso de sus raíces hispanas y de la identidad cultural que ello le ha configurado. Precisamente lo más llamativo a los ojos de cualquier viajero es esa fructífera simbiosis con la que el puertorriqueño combina lo español y lo inglés, y que es evidente no sólo con el spanglish, sino en cualquier aspecto de la vida borinqueña.

No se entiende, por tanto, que la Universidad de Puerto Rico pretenda a estas alturas restar activos esenciales del tesoro cultural, social e histórico de lo más preciado de un pueblo: su alma y su identidad. Y se entiende menos que tal pretensión provenga de la institución que debería velar por salvaguardar y divulgar esos rasgos identitarios de la comunidad de la que emana y se asienta. Es incomprensible que quiera cambiar la manera de ser de Puerto Rico.

Notas:
1: Las venas abiertas de América Latina; Eduardo Galeano, pág. 98, Editorial Siuglo XXI, Madrid, 2010.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Dibujos animados

En mi infancia, los dibujos animados –fantasías animadas de ayer y hoy- eran historietas destinadas a los niños con las que, entre risas y aventuras, se inculcaba un determinado orden social y sus valores dominantes. Es posible que no tuvieran esa intención predeterminada, pero desde luego la visión que ofrecían era la de una sociedad machista, occidental y consumista, muy concordante con el “american way of life” de donde procedían la mayoría de ellos.



Ningún personaje de aquellas caricaturas, por muchos superpoderes que tuviera, discutía el Poder establecido. Antes al contrario, Popeye, Supermán, Batman, El Guerrero del antifaz, Roberto Alcázar, etc., luchaban contra unos malvados cuya ambición o maldad ponía el peligro el sistema en su afán por erosionarlo o saquearlo. Incluso Don Gato y su pandilla, Silvestre, El oso Yogui y demás gamberros necesitaban a la imprescindible autoridad para instaurar el orden y corregir los excesos.

Pero lo que las tiras cómicas medio revelaban, en las películas de dibujitos quedaba bastante explícito: la ideología que rezumían -y rezumen- esas historietas son reflejo del contexto político, cultural, social y económico de la época, con la que transmitían -y transmiten- unas creencias y valores predominantes a los consumidores de las mismas. Con ellas, los niños aprendimos algo más que a reirnos y entretenernos: comprendimos el mundo según un modelo preciso. Es algo perceptible en las películas de Walt Disney, cuyas Cenicienta, El libro de la selva, 101 dálmatas, Pocahontas, etc., constituyen los mayores y más eficaces instrumentos para difundir y propagar el sometimiento a determinadas estructuras sociales y al sistema político-económico imperante. Ningún héroe o superhéroe cuestionará jamás en estas aventuras el mundo en el quie se halla inserto, tan parecido a cualquier metrópolis norteamericana, aunque se denuncien sus abusos y desvíos por parte, claro está, de algún malévolo truhán.

La ternura de la historia, su fácil trama y la perfección de su realización adecuan un mayor alcance de unos mensajes que en modo alguno son ajenos a la conformación de un modelo cultural y social homogéneo, acorde con los intereses del sistema capitalista de mercado. Son películas que se inscriben en una cultura de masas que posibilita la aceptación y el mantenimiento del sistema imperante.

Hoy día parece que los tiempos han evolucionado y los dibujitos buscan con más énfasis a usuarios adultos. Existen en la actualidad historietas que utilizan un vocabulario y unas actitudes que aparentemente se apartan de lo que la educación y la cortesía aconsejan. Los Simson, South Park y otros ejemplos lindan lo “políticamente” permitido y basan su éxito en la provocación y el exabrupto. No aportan nada nuevo salvo la actualización de una moral colectiva que abandona en las formas, que no en el fondo, la pacatería con que se cubría. Los peligros de la energía nuclear, las relaciones homosexuales y el lenguaje soez, entre otros, son meros elementos que enlazan con nuestra realidad un discurso que sigue manteniendo la más conservadora de las actitudes: esto es lo que hay, “That´s folk!”, amigos.

lunes, 21 de febrero de 2011

El rostro de los verdugos

Decía un escritor uruguayo1 que la pobreza no está prevista en los astros ni el subdesarrollo es fruto de un designio divino. Son consecuencia de determinadas políticas que inventan y aplican los seres humanos. Un eminente jurista constitucional escribía en un artículo que en el reino de la naturaleza no existe la libertad, sino el azar y la necesidad2. La libertad siempre está sometida a limitaciones que la ley impone para procurar el bien común y evitar la arbitrariedad de las minorías. Ambos conceptos –pobreza y libertad- son causas por las que los hombres han luchado para dirigir sus destinos y sortear las consecuencias del azar y la necesidad.

Sin embargo, el resultado ha sido sumamente descorazonador ante las profundas desigualdades existentes entre personas y países, donde unos pocos dominan y explotan al resto en virtud de sistemas económicos que se apropian de riquezas para que otros las usurpen. La Historia muestra que hay más guerras por la ambición de recursos naturales (oro, petróleo, madera, especies, agua, tierras, cultivos, mares, el cielo, etc.) que por combatir la pobreza y la tiranía. Sin embargo, las banderas baten al viento esos manoseados ideales cada vez que aventuran conflictos que jamás acaban librando de la opresión a quienes las portan, sino que la enmascaran con nuevos rostros. Del feudalismo a la esclavitud y del patrón al consumo infinito, los verdugos señalan el camino para que las masas sigan sometidas, en un espejismo de libertad, a unas estructuras que determinan quiénes han de ser los pobres para que otros disfruten de la abundancia y cuáles han de acotar su libertad (soberanía, mercado) por leyes que perpetúan el expolio y la injusticia en nombre del orden establecido.

Los verdugos del mundo son invisibles, pero tienen cuerpo y gastas lujosos ademanes. Ocupan despachos y toman decisiones que arruinan economías nacionales por estrategias mercantiles, sin importarles las personas que sucumben a diario a causa de tales maniobras. Condenan a la pobreza a continentes enteros y no se fían de más libertad que la del mercado que afianza y engrandece su poder. No los elige nadie, pero se reúnen en cónclaves en los que fraguan las políticas que los gobiernos han de aplicar, independientemente de su color y opinión. Se relevan para tejer un sistema que atrapa incluso a los herejes que intentan combatirlo en una maraña de intereses y relaciones que le permite autoafirmarse e irradiar sus valores. Su poder envenena cuánto roza con el precio de la seducción de potenciales rentabilidades, contagiando incluso a la cultura y el arte.

Así son los verdugos que aplastan el mundo: sólo buscan su propio beneficio aunque prediquen la libertad y voceen un combate contra el hambre. No conocen el azar y la necesidad, sino “su” libertad para imponer su criterio a los demás. Su voz, que no su rostro, es inconfundible. Basta escucharlos para descubrirlos.

Notas:
1: Las venas abiertas de América Latina, Eduardo Galeano, pag. 22, Ed. Siglo XXI, Madrid, 2010.
2: Hacer cumplir la ley, Javier Pérez Royo, El País, 18 de febrero 2011,

sábado, 19 de febrero de 2011

La "injusta" condena de un poeta

Era un simple campesino, un niño cabrero que, según Neruda, “tenía cara de patata recién sacada de la tierra”. Apenas pudo estudiar pero el campo y las cabras le enseñaron a ver la vida con ojos sensibles que se estremecen al rumor de los arroyos y la volátil belleza de las flores. Es la escuela de la naturaleza la que forja al poeta. Inquieto, lee cuanto cae en sus manos, lleno de curiosidad y con afán de compensar los estudios que no tuvo.

La adolescencia lo encuentra escribiendo sus primeros poemas con la timidez del que está aprendiendo un oficio y comienza a publicar en los periódicos y revistas del pueblo. Se queja de que tiene “un millar de versos sin publicar. En provincias leen poco los versos y los que leen no los entienden”. Por eso se marcha a Madrid con lo puesto, pero rebosante de una ilusión que es vencida por el desinterés de la Capital, donde tampoco se interesan por sus poesías.

De vuelta a su tierra, esa de la que se nutre como los árboles, buscará trabajo de mecanógrafo en una notaría, sin dejar de llenar cuartillas con unos versos que más tarde engrosarán una de sus obras capitales y que le ayudarán a relacionarse con los poetas del 27: Alberti, Neruda, Lorca, Altolaguirre, Aleixandre y otros.

Pero la Guerra Civil se interpone y enciende su compromiso por lo que es, pueblo que se siente pisoteado por los sublevados en armas. Se alinea con la legalidad y recorre los frentes de batalla con el arma más mortífera para los obtusos, su poesía, aquella que escribe para gente sencilla, como él, con el dolor de la tierra estremecida: "Vientos del pueblo me llevan,/ vientos del pueblo me arrastran".

Ese compromiso honesto lo convierte en un peligroso elemento para los rebeldes. E intenta huir a Portugal para refugiarse en la embajada de Chile, con tan mala fortuna que es detenido en la frontera onubense y entregado a las autoridades franquistas. La cárcel de Torrijos, en Madrid, será la jaula para el joven cabrero con cara de patata que nunca renunciaría a su origen humilde y campesino: “Me llamo barro aunque Miguel me llame./ Barro es mi profesión y mi destino.”

Nunca más disfrutaría de libertad. Ni siquiera hoy. Aquella pena de muerte, conmutada por treinta años de prisión, le hace recorrer los penales de Palencia, Madrid y Ocaña, para acabar en el Reformatorio para Adultos de Alicante. Un frío mes de noviembre, una tuberculosis inoculada por las humillaciones, la soledad, el desarraigo de su tierra y su familia, acabará con su vida. Muere el 28 de marzo de 1942 a los treinta y dos años. En la pared dejará escrito: “Adiós hermanos, camaradas, amigos:/ despedidme del sol y de los trigos.”

Lo triste es que ni siquiera hoy, incomprensiblemente, se reconoce la tropelía. La Sala de lo Militar del Tribunal Supremo acaba de denegar la revisión de la sentencia del consejo de guerra que lo condenó a muerte, aunque reconoce que fue “radicalmente injusta” porque se produjo por motivos “políticos e ideológicos”. Parece que todavía en España no se pueden resarcir las heridas que una guerra fraticida produjo entre los españoles, y los vencidos han de seguir condenados en los registros oficiales, a pesar de su ilegitimidad. Como el propio Miguel Hernández clamara: “¡cuánto penar para morirse uno!”.

jueves, 17 de febrero de 2011

Un pacto ético por el periodismo

La descapitalización ética y profesional de los medios, atrapados por "el capitalismo salvaje de los despidos" mientras se erosiona la credibilidad, la reputación, la independencia y la vinculación con el público con peleas e intereses vanos. La resistencia al cambio cuando el cambio tecnológico y social no da más opción que invertir en inteligencia e ideas para construir un nuevo negocio en internet y las nuevas plataformas. Demasiados intereses políticos, publicitarios y económicos sobre los periodísticos.

Más en Periodistas21: Urbaneja, un pacto ético por el periodismo

miércoles, 16 de febrero de 2011

Con ellas

Comentaba la semana pasada acerca del año sangriento que se abate sobre la mujer a causa de la violencia machista, que ya marca cotas intolerables de mujeres asesinadas en las pocas semanas transcurridas, y la perpetuación de estereotipos que la reducen a una condición subordinada al hombre en la mayoría de los ámbitos (sociales, culturales, económicos, deportivos, domésticos, políticos, etc.) que se consideren.

Luego tuve ocasión de leer un par de artículos que me hicieron sentir cierta esperanza por una débil, aunque significativa, reacción de las mujeres contra la opresión misógina que sufren incluso en nuestras sociedades y sobre su desigual combate -silencioso, discreto, imparable y educado, como ellas suelen actuar-, por superar la situación a que las condena la costumbre y unos hábitos que no desean que nada cambie, aunque sean tremendamente injustos e indignos.

Retomo el tema parodiando el título (“Ellas”) con el que Rosa Montero publicaba una columna en el diario El País de hace unos días y en la que se emocionaba al constatar que las mujeres del mundo, donde soportan atroces condiciones en algunos países, comienzan a reaccionar provocando una silenciosa marea de heroínas civiles. Y citaba a las egipcias de las revueltas populares que derrocaron al dictador Mubarak, muchas de las cuales aparecían en televisión sin velos de imposición dogmática y cultas por su acceso a la educación, y a las mexicanas que combaten el narcotráfico y se resisten a ser el objeto de chantaje o placer para la barbarie asesina, pagando un alto precio por tamaña “osadía”.

Y más ejemplos, sin necesidad de abandonar nuestro “primer mundo”. Por fin la política machista y patriarcal, inconcebible en una sociedad moderna, del impresentable Berlusconi ha sido contestada por cientos de miles mujeres que se echaron a la calle, en más de 280 ciudades de Italia, para protestar contra un primer ministro que va a ser acusado de prostitución de menores y cohecho. La fundadora del periódico La Repubblica y luchadora por los derechos civiles, Barbara Spinelli, ha mostrado su confianza en que “la esperanzadora y sorprendente revuelta de tres generaciones de mujeres con Berlusconi sea el principio del fin” de una era caracterizada por el sexismo, machismo, desfachatez e impunidad con que ha actuado Silvio Berlusconi desde que fuera elegido primer ministro de aquella República.

Son botones (escasos) de muestra, pero apuntan a una tendencia que, de continuar, alentaría la necesaria liberación de la mujer de unas ataduras que aún la encadenan a un papel marginal y sometido al varón en las relaciones humanas. Y en ese recorrido hacia su completa equiparación en derechos y oportunidades con el hombre, hacia la ruptura de los techos de cristal que todavía impiden su igualdad real, hemos de estar con ellas. Una vez reconocido su protagonismo ("ellas") en esta lucha, hay que apoyarlas y no dejarlas solas. Por eso corrijo a Rosa Montero. Por eso titulo “con ellas”: porque su lucha no es una lucha de género, sino por la dignidad del ser humano, sin discriminación de ningún tipo y, por lo tanto, también es mi lucha. “A ver qué haces”.

Foto: Getty, El País, 15 febrero 2011, pág 8.

martes, 15 de febrero de 2011

Por una RTVE como servicio público

En España se suele dar un paso hacia delante y dos para atrás. Se avanza y se retrocede en función de las circunstancias y las conveniencias. Es lo que está pasando con la televisión pública: cuando parecía que se adoptaban medidas para garantizar su independencia del poder político de turno y su viabilidad financiera, resulta que el nuevo modelo audiovisual de la TDT parece no integrarla como servicio público y sufre de ojeriza del Partido Popular a la hora dereducir gastos y privatizar algunas televisiones autonómicas.

Frente a ese interés por adelgazar o eliminar la televisión pública, un grupo de ciudadanos -entre profesionales, académicos y organizaciones sociales-, ha promovido un Manifiesto en defensa de RTVE con un objetivo señalado: “los ciudadanos [han de] disponer de una oferta audiovisual diversa, gratuita y de calidad y de una información veraz, independiente y plural, que garantice también el acceso universal a la cultura y al entretenimiento, así como a las posibilidades que abre la sociedad de la información y el conocimiento en el nuevo entorno digital”.

Y es que, cuando se comienza a desmantelar los servicios que presta el Estado para entregarlos a la iniciativa privada con la excusa de la crisis económica, con tal de reducir “gastos” y calmar a los mercados, la cultura en general, y la televisión en particular, se convierten en presas fáciles que atraen las tijeras del recorte y los ojitos de una competencia voraz y su omnívoro apetito lucrativo.

Las abiertas intenciones de un partido que próximamente podría acceder al Gobierno alertan de la probabilidad de una marcha atrás en los pasos dados para que RTVE se asemeje al modelo de la BBC inglesa, con un Presidente de la Corporación elegido por el Parlamento y una financiación que asegure su viabilidad como servicio público. La concentración de medios al que tiende el mercado y los grandes intereses del sector, limitando la pluralidad de la información, ha de ser contrarrestada por un servicio público que contribuya desde la calidad, la independencia y la veracidad a conformar una opinión pública con sentido crítico y fundada.

Lienzo de Babel, desde la humildad de su voz y su limitado ámbito, se adhiere a ese Manifiesto por la RTVE y comparte la exigencia de una televisión pública sostenible, plural e independiente como expresión cultural de la sociedad española.

lunes, 14 de febrero de 2011

¿Qué cabe esperar?

Si lo apreciado es lo que resulta rentable. si el valor de las cosas depende de su precio, si la amistad es un bien instrumental, si las conductas se basan en una competición por el triunfo, si el esfuerzo carece de mérito mientras no vaya acompañado de resultados, si los valores son un obstáculo en la lid social, si lo mercantil impregna cualquier relación, si el ocio conlleva el consumo, si la salud está regida por la productividad, si la cultura es mercado, si la ciudad ya no tiene campo, si el campo está industrializado, si las prisas son obligatorias, si los saludos son una pérdida de tiempo, si las calles son peligrosas, si las nóminas determinan nuestras ambiciones, si los abuelos son un estorbo, si la educación es una baza laboral, si el trabajo no es una devoción, si los hijos suponen una limitación, si la mujer no es un escaparate y yo mismo soy un insignificante número que sólo representa un gasto, ¿qué cabe esperar?

domingo, 13 de febrero de 2011

Fracasado

Creía que sería a la inversa, pero cuanta más experiencia acumula, más inseguro se siente. El conocimiento le descubre la inmensidad de lo que desconoce. Incluso conducir, que tanto le gustaba, le genera temor por un tráfico cada día más agresivo y caótico. No entiende la falta de respeto de quienes le tutean sin conocerlo y a los que realizan un trabajo como si fuera algo ofensivo. La banalización de los sentimientos y las emociones le aterra por la desconsideración que supone al que los alberga. Piensa que es una equivocación el desinterés por comprender lo que nos rodea y la ofuscación por lo superfluo y espectacular. Odia el ruido y las aglomeraciones, pero añora la amistad fiel y tranquila. Nunca ha evidiado el éxito de los menos dotados y jamás ha sido ambicioso. Sus hijos lo tratan como a un fósil de otros tiempos y en la mirada de su mujer advierte el desdén hacia el que no ha sabido siquiera pelar un cable ni arreglar una cisterna. No conoce a sus vecinos aunque se sabe el nombre de los personajes que gobiernan el mundo y su país. Los años le confirman su pertenencia al bando de los vencidos, de los arrollados por la historia y los demás. Sólo halla cobijo en la lectura de libros y periódicos, lo que le aísla aún más de la gente. Es un círculo vicioso que agrava su inseguridad. Y se desahoga perdiendo las horas en una salita donde emborrona páginas con pensamientos que a nadie interesan. Sólo muestran la vida de un fracasado.

sábado, 12 de febrero de 2011

Las "momias" se desintegran con la libertad

Hosni Mubarak, último faraón de Egipto, cual momia embalsamada y cautiva de sus vendajes de naftalina, ha abandonado el poder tras 30 años de férrea dictadura y estado de excepción permanente. No ha podido resistir sin desintegrarse, al igual que lo pútrido del interior de las tumbas, el aire fresco de un pueblo que llevaba 18 días empeñado en una revuelta por la libertad y la democracia.

Egipto, pieza clave del tablero geopolítico entre Oriente y Occidente, se convierte así, tras el abandono del dictador, en el segundo país árabe, después de Túnez, que se ve abocado a cambiar de régimen por la presión de una muchedumbre dispuesta a decidir su propio destino sin prohibiciones ni mordazas. El papel del ejército, una vez más, ha sido crucial en el desenlace incruento de una revolución de la que se temían las peores consecuencias, lo que había llevado a que tanto desde Europa como de Estados Unidos se haya estado insistiendo encarecidamente en escuchar al pueblo y no adoptar medidas de fuerza. Con todo, han sido 300 muertos el precio pagado por los manifestantes para que Mubarak abandonara finalmente el poder y se refugiara en su residencia de Sharm el Sheij, en la península del Sinaí.

Los dictadores, para permanecer oprimiendo a su pueblo, deben aislarse de todo contacto con el exterior, por lo que censuran lo que no controlan y prohíben cualquier vía de acceso al conocimiento de una realidad que contradiga su infamia. Temen a la libertad y la democracia, convencidos, no de la incapacidad para decidir con criterio de la población, sino de que sean inmediatamente repudiados por quienes tal vez estén resignados a soportar el oprobio por cuestiones de supervivencia, pero no a ser engañados con la situación que padecen. Y en cuanto pueden desahogarse, como ha sucedido en estos países, no han dejado de protestar exigiendo librarse de las ataduras.

Los caudillos, momificados en su intransigencia, pero llenos de oro, como la máscara de Tutankamón, no soportan el aire de libertad que barre esas dunas árabes y se desintegran derrocados por unos pueblos hartos de dictaduras y autocracias. Les sucede algo que los arqueólogos conocen bien, pero que los políticos suelen ignorar: se desintegran al contacto del aire, el aire puro de la libertad. ¿Cuál será el siguiente?

viernes, 11 de febrero de 2011

Púrpura

Diseña prendas deportivas, es joven, divorciada y con un hijo. En su rostro se dibuja todavía la belleza que es capaz de vencer los infortunios del tiempo y de la suerte. Le gusta vestirse con las camisetas que llevan su marca y rechaza los pijamas que roban la identidad a los pacientes. No para de recibir llamadas y mensajes por su móvil y sigue en contacto con su empresa a través de un mini ordenador desde la cama blanca de una habitación impersonal del hospital. Le ha mordido una enfermedad de cuya gravedad no parece ser muy consciente salvo cuando se le escapan algunas lágrimas en un momento incontrolado de debilidad. Pero no sufre por lo que padece, sino porque a quien ama no muestra tanta devoción como lo que envenena su sangre. Se siente, a pesar de tantas visitas, sola. Sola con su enfermedad.

martes, 8 de febrero de 2011

Fin de ciclo

Los sondeos de opinión vienen reflejando el estado de (des)ánimo de la ciudadanía en los últimos tiempos y el agotamiento de un proyecto que no da más de sí. Es decir, ofrecen la fotografía final de un ciclo que se caracteriza por el hartazgo ante un futuro pesimista y descorazonador. El Partido Socialista, tanto en Andalucía como en España y posiblemente en otras regiones donde gobierna, da muestras de una aridez de ideas e iniciativas que aturde a sus propios militantes y simpatizantes. Ya no es sólo la incapacidad para combatir una crisis mundial con medidas que no supongan una renuncia a los valores que distinguían a la izquierda a la hora de gestionar la estructura social, sino esa sensación de parálisis que mantiene agarrotado al Gobierno, en los distintos ámbitos -nacionales, comunitarios y locales-, en una “inanición” que sólo produce espasmos defensivos, balbuceos contradictorios y demás síntomas de un estadio terminal.

Si grave es fallar cuando la situación reclama un “sangre, sudor y lágrimas” que aglutine las voluntades hacia un futuro sin problemas, más calamitoso es que, en tales circunstancias, emerjan las carencias para un liderazgo virtuoso y las consecuencias de años de atropellos y mala gestión. Cuando la honradez y la confianza constituyen las bazas con las que bregar en los momentos duros, difícilmente se podrán merecer éstas si aparecen “faisanes”, “facturas falsas”, “EREs ficticios”, “hijas en empresas subvencionadas”, despilfarros y chalaneos entre quienes con su ejemplaridad iban a conducirnos hacia el progreso y el bienestar.

No se trata sólo de la existencia de obstáculos que impiden el desarrollo de los programas electorales, todos ellos hinchados de buenas intenciones y excesivas promesas, sino que aparecen además abusos y vaivenes que socavan la credibilidad cuando más se necesita y que empañan la imagen de la gestión realizada.

Esa falta de propuestas ilusionantes y la pérdida de credibilidad para afrontar el futuro es lo que evidencian las encuestas sobre una probable derrota socialista en los próximos comicios. No es que el Partido Popular, que también gobierna en algunos territorios y está envuelto en escándalos de semejante envergadura, genere mayor confianza en la población, sino que el Partido Socialista ha agotado la suya, sobre todo por no saber trazar un sendero distinto hacia un porvenir también distinto y mejor. Parece que va a producirse lo que el proverbio vaticina: no se ganan las elecciones, sino que las pierde quien gobierna. Así es el juego.

viernes, 4 de febrero de 2011

La capacidad de pensar

La genética evidencia la semejanza que tenemos con la rama de animales de la que formamos parte, los homínidos. Sólo un marginal dos por ciento del mapa genético nos separa de los chimpancés, una diferencia pequeña, cuantitativamente, pero que determina lo que nos distingue del resto de especies de la naturaleza: el lenguaje. Ese porcentaje minúsculo encierra, sin embargo, un salto evolutivo de enorme trascendencia al dotarnos de la capacidad, tanto fisiológica (órganos de la fonación) como psicológicamente, de hablar, de estructurar un sistema de signos con el que comunicarnos unos a otros. Esa facultad nos ha permitido escapar del mundo animal para constituir la especie humana.

El lenguaje es un instrumento con el que podemos representar todo aquello que deseamos comunicar de manera compleja, como ideas, conceptos, creencias y valores. No son simples señales que delatan nuestras emociones (risa, llanto, gritos, etc.), sino símbolos convenidos con los que transmitmos mensajes elaborados hasta límites insospechados. La poesía, la filosofía y el arte en general responden más a esquemas estéticos o conceptuales que a simples enunciados literales.

Sin embargo, el lenguaje es una prisión que nos limita a lo expresable. Todo lo que sentimos, soñamos o pensamos debe traducirse a un lenguaje para poder ser comunicado. Más que el lenguaje, son los pensamientos la única posesión segura de nuestro ser. Componen nuestra esencia inviolable. Nadie, por cercano que esté de uno, puede introducirse en nuestros pensamientos. Ni siquiera el ser amado, el propio hijo al que abrazamos o el interlocutor de un interrogatorio puede acceder a nuestros pensamientos si deseamos mantenerlos ocultos. Más allá del “pìenso, luego existo” de Descartes, pensar nos hace estar, ser presentes a nosotros mismos. Es lo más “nuestro” que poseemos. Mucho más que el lenguaje. Posiblemente el pensamiento sea un fenómeno prelingüístico que escapa al control de la consciencia, pues incluso en estados inconscientes o durante el sueño somos capaces de pensar, imaginar, inventar.

No pensamos en nuestros pensamientos más que si practicamos el ascetismo o la suma concentración. La mayor parte de lo que pensamos se diluye en el olvido. Vivimos dentro de una corriente incesante de pensamientos que no quedan registrados ni tienen consecuencias. El pensamiento innovador y transformador, en las artes y las ciencias, se escapa al no prestar atención a lo que pensamos. Solamente unos pocos, como dijo Hörderlin, se ven obligados a atrapar el relámpago con las manos desnudas.

Esta condición pensante del ser humano exalta al hombre por encima de todos los seres vivientes, aunque dado lo inescrutable de los pensamientos lo deja convertido en un extraño para sí mismo y para los demás. Es lo más inexplicable que poseemos puesto que, en realidad, no sabemos qué es el pensamiento ni en qué consiste el pensar.

Diez (posibles) razones para la tristeza del pensamiento”, de George Steiner.
Biblioteca de ensayo. Ediciones Siruela. Madrid, 2008.

jueves, 3 de febrero de 2011

Brindo contigo

En febrero loco, ningún día se parece a otro, pero su luz diáfana enamora.

El Sol sale hoy como todos los días e ilumina esta parcela del mundo donde habito para que mis ojos descubran la luz de una mañana que nada celebra más que tu existencia. Hoy, como ayer y como mañana, es un día cualquiera que no será recordado por nadie que sólo festeje los hitos señalados para la multitud, pero hará erizar la piel de emoción a quien se conmueve con los pálpitos incontrolados que el azar brinda a los que no rehúyen su sino. Este día, por ser hoy, merecería figurar en rojo en los calendarios que, junto al paso del tiempo, compilan los derroteros sentimentales de lo insignificante, lo que se destruye o se aplasta bajo el peso de lo convencional, como le sucede a tantísimos invisibles en las páginas de historia. En las hojas de ese almanaque particular vendría el día de hoy como si fuera Año Nuevo, la natividad de un milagro que da sentido a los dolores y la soledad para que se conviertan en puro amor. Por eso brilla el Sol igual que siempre, pero con la diferencia que le dan los latidos de tu pecho y el calor que irradias. Ello hace especial a un día como hoy: está destinado para que lo celebres. Me uno a tu júbilo y brindo contigo. Felicidades.

martes, 1 de febrero de 2011

Las revoluciones del desconcierto

El desconcierto se ha instalado este año entre los sometidos al yugo de las dictaduras árabes. Es la revolución de los miserables, de los parias que no tenían donde caerse muertos y prefieren morir de una vez antes que dejar pasar el tren que la historia les brinda para sacudirse la opresión de unos regímenes totalitarios. La tiranía de monarquías, religiones y gobiernos que aplastan a su pueblo para conservar privilegios conquistados por el miedo y la fuerza. Miedo a reyes que heredan la capacidad de rapiña, miedo a imanes que castigan a los que no se someten, miedo a gobernantes que encarcelan al que suplica libertad, miedos que son inoculados por el monopolio de la violencia que todos ellos no dudan en propagar con sus ejércitos y policías.


Pero alguien ha tenido el valor de hacerles frente e Internet lo ha difundido entre su gente y el mundo. Fue como tirar una cerilla a un bidón de gasolina: enseguida prendió un ansia incontenida de democracia y justicia, imposible de detener sin causar una masacre. Y ese es el desconcierto que despierta a los que observan a los pueblos exigir sus derechos desde el exterior, sin saber cómo reaccionar ni a quien apoyar. La indecisión de las antiguas potencias por querer mantener los equilibrios establecidos, pero empujadas por sus propias opiniones públicas a favor de los desposeídos que se manifiestan. Cuentan, al menos, con la complicidad de los que empuñan los fusiles y se niegan a silenciar la voz multitudinaria de la calle. Son las revoluciones desconcertantes del siglo XXI cuyas causas siguen siendo las de siempre: la voracidad de una minoría que saquea a la mayoría, hasta que ésta se harta. Ayer, Túnez; hoy, Egipto. Un fantasma recorre el norte de África, es el fantasma de la libertad. Ojalá no sea exorcizado por los sacerdotes del poder.