martes, 31 de diciembre de 2013
Un minuto antes...
Dentro de un minuto, en esta esquina del mundo, se reinicia el curso de un nuevo ciclo temporal con el que hacemos muescas a nuestras vidas. Podríamos hacerlas en cualquier otro momento, pero elegimos el que está a punto de agotarse para mantener el hechizo de una existencia que se sabe finita y, por ello, celebra que se prolonga en un nuevo tiempo, indefinido e indeciso, tan en proyecto el primero como el último…
Sinfonía para 2014
Nos engañamos con marcas simbólicas, como ésta del cambio de año, como si el tiempo se moviera siguiendo el curso de una circunferencia que, a cada vuelta, retorna al punto de partida y va sumando giros. Pero no podemos evitarlo: somos seres cuya inteligencia se vale de símbolos para aprehender la realidad, empezando por ese sistema estructurado de signos que es el lenguaje, la gran convención simbólica que nos diferencia del resto de los animales y nos humaniza.
Es simbólico, también, proyectar propósitos para un tiempo
que deseamos nuevo y esperanzador, como si fuera factible con sólo desearlo. Sin
embargo, traspasar esas fronteras simbólicas que imaginamos en el paso de los
años nos permite recapitular y emprender iniciativas que se alimentan de la
energía de nuestras emociones y sentimientos. Nos sugestionamos con renovados
horizontes donde alcanzaremos lo que el presente nos niega o encontraremos las
respuestas a nuestras inquietudes y las soluciones a los problemas. Soñamos siempre
un mundo nuevo al que aluden todas las utopías. Un lugar y un tiempo en el que
lograremos materializar nuestros sueños o liberarnos de nuestras pesadillas. También,
mientras lo perseguimos, en lo que motiva al espíritu creador del hombre a
componer sinfonías que celebran ese espacio nuevo al que dirigimos nuestros
pasos. ¡Ojalá lo alcancemos en 2014! Y si no, deléitense con el segundo movimiento de la Sinfonía del Nuevo Mundo, de Antonín Dvorák.
domingo, 29 de diciembre de 2013
Almanaque de Roldán 2014
Y es que en las collaciones de la auténtica judería
sevillana, en plena calle Levíes del barrio de San Bartolomé, se enclava ese
espacio entre arrabalero y progresista de La Carbonería , donde el
alcohol marida bien con la cultura y donde Cuadernos
de Roldán tuvo el acierto de presentar su tradicional Almanaque, en un soberbio maridaje de poesía y dibujos que
homenajea al mundo de la historieta, contando para la ocasión con una selección
de reputados ilustradores de tebeos para adultos críticos, descreídos y
heréticos, como la mayoría de los “inquilinos” de la tertulia.
La calidad del Almanaque venía garantizada por las plumillas de Rafa Iglesias, Felipe H. Navarro, Borja González y Fernando Infante, entre otros ilustradores, y de Francisco Núñez Roldán, José María Bedoya, Ana Llorca o Alejandro García Acebes, entre los poetas. Poetas que circunscribieron sus textos al limitado espacio de los bocadillos de unas viñetas y dibujantes que interpretaron en imágenes lo que ambos querían expresar en una simbiosis que exuda belleza y emoción. Al frente de todo ello estuvo Antonio Cerrato, coordinando la edición de un Almanaque con el que Cuadernos de Roldán muestra su admiración al relato contado mediante viñetas.
ENERO
La primavera tiene música, Stravinsky,
el invierno pintura, Brueghel el viejo,
dos sensaciones distintas
que nos alteran el ánimo
e impresionan nuestros sentidos,
identificándose en la memoria
con momentos agradables
sin acordarnos del frío
o las alergias del olivo y el heno.
¡Qué ironía y qué memoria tan frágil!,
aunque sólo somos materia,
recordamos las emociones del espíritu
y olvidamos los estornudos del cuerpo.
José María Bedoya
sábado, 28 de diciembre de 2013
¡Sólo falta atragantarse con las uvas...!
Puestos a hacer el último comentario del año, lo suyo sería realizar un breve balance de 2013, segundo año triunfal del Gobierno de Mariano Rajoy, en el que ha realizado tantas cosas no prometidas y ha olvidado las que prometía hacer. Aún así, todo lo que podía ir mal ha ido peor, salvo la prima de riesgo que, tras subir hasta porcentajes insoportables, ha bajado a los niveles en los que fluctuaba con el anterior Gobierno socialista. Todo un triunfo…de los mercados, esos que nos miden en función de nuestro sometimiento a sus dictados. Así nos va.
El paro, primer problema que preocupa y afecta a los
españoles, sigue desbocado, expulsando millones de trabajadores a las cunetas
del desempleo y la pobreza. Para atajar presuntamente esta sangría, el Gobierno
ha elaborado una Reforma Laboral que ha debilitado enormemente la fuerza del Trabajo
en beneficio de la del Capital, a la que ha dotado de un poder desorbitado para
contratar a su arbitrio y despedir casi gratis, sin que cauterice la herida del
desempleo. Se ha aminorado, eso sí, el ritmo de destrucción de empleo, pero sin
que se generen puestos de trabajo suficientes para absorber a todos los damnificados
sin salario y con prestaciones por desempleo igualmente reducidas en importe y duración.
Son millones de compatriotas extrabajadores que despiden el peor año de sus
vidas con tan nulas esperanzas de felicidad y prosperidad, como las que
manifiestan esos mensajes navideños tan abundantes como falsos.
También los estudiantes están pagando el pato de los ajustes
que el neoliberalismo aplica, no sólo en los costes de las matrículas y el
acceso a las becas, sino además en los programas curriculares. Toda la
enseñanza no universitaria ha sido modificada, gracias a la innombrable ley Wert, con la finalidad de
desprenderse de los no superdotados y dejar al resto al `pret a porter´ del mercado laboral, no de las preferencias de los
alumnos. La Universidad ,
los que lleguen a ella, será un horizonte que sólo los pudientes podrán soñar,
pues la educación no se considera una inversión en las generaciones futuras,
sino un gasto que los que gobiernan dicen que es insostenible.
Lo mismo sucede con la sanidad y otros servicios sociales
que proveía el Estado y que han sufrido graves recortes. Este año hemos visto
desaparecer las ayudas a la dependencia, la reducción de las pensiones, el
encarecimiento de las medicinas, el copago de determinadas prestaciones
sanitarias y una reducción salvaje del número de funcionarios que nos atendían
en hospitales, juzgados, cuarteles de policías, museos, escuelas, centros de la
mujer, residencias para discapacitados y ancianos, bomberos, diputaciones, ayuntamientos
y ministerios, todos los cuales quedan, además, soportando una disminución en
las nóminas de sus empleados del 35 por ciento y una ampliación de la jornada
laboral de dos horas y media adicionales a la semana. Si este panorama lo llega
adivinar este colectivo antes de las últimas elecciones, seguro que pensaba con
más detenimiento el sentido de su voto.
Pero este retroceso afecta a la sociedad en su conjunto,
pues las “reformas” que se han impelido están impregnadas de una indisimulada carga
ideológica, como esa modificación de la ley del aborto. Con ella se suprime el
derecho de la mujer a abortar y se autoriza sólo en supuestos muy restrictivos,
que conducen a la interesada a un peregrinaje por consultas de médicos que
deben certificar los casos de violación, malformaciones graves del feto y los
peligros para la salud de la madre en los que está contemplado. Es decir, del
derecho de la mujer se pasa a la tutela de los médicos. Una norma “moral” que se
impone a todos los que no comulgan con esa moralidad en los hábitos sociales y
que ha sorprendido a propios y extraños por lo que supone de regresión. Si las
mujeres afectadas hubieran imaginado el atraso que representaría para su
derecho a decidir la maternidad las últimas elecciones, seguro que también se
replantearían la necesidad de votar y el sentido de su voto.
Es esa imposición ideológica la que vuelve a introducir la
asignatura de religión en el expediente académico y elimina la de educación
para la ciudadanía. Y es que educar en valores constitucionales, en los que
impera el respeto a las libertades y a la diversidad en el seno de la sociedad,
no es del agrado de quienes prefieren catequizar a los alumnos desde la más
tierna infancia para adoctrinarlos en una determinada religión supuestamente
verdadera: la Católica.
Precisamente , la confesión con la que el Estado,
aparentemente aconfesional, mantiene un convenio que privilegia su financiación
a cargo de las arcas públicas, no por cuenta de sus feligreses. Una religión
que defiende sus creencias, no vía del convencimiento y la fe, sino por
imposición a través de privilegios en la enseñanza (clases de religión,
segregación sexual y colegios concertados), por imperativos sociales (contra
del aborto, matrimonios homosexuales, investigaciones genéticas y embriones,
divorcio, etc.) y dinero público (profesores de religión, subvenciones al
patrimonio religioso, exención de impuestos, etc.)
El gran avance de la pobreza durante 2013 en nuestro país,
cuya tasa ha pasado del 27,7 al 28,2 %, y la pareja privatización de los
servicios públicos, ha dado como resultado un estado de necesidad que es
socorrido por bancos de alimentos, plataformas antidesahucios y medidas de
algunos gobiernos autonómicos para que no corten la luz a los afectados por la
“pobreza energética”. Mientras tanto, los acaudalados se multiplican y la élite
social incrementa sus beneficios al sentirse protegidos hasta por el Ministerio
Fiscal, que se posiciona en contra de imputaciones a familiares del rey, la mujer del
presidente de la Comunidad
de Madrid y cuántos poderosos puedan verse implicados en algún proceso penal,
como Miguel Blesa, expresidente de un banco que ha costado al erario público
miles de millones de euros. Y que cuentan, si fuesen condenados, del indulto
correspondiente del Gobierno, tan comprensivo con ellos, y sólo con ellos.
Sin embargo, lo más grave no es esta calamitosa situación
que golpea exclusivamente a los más desfavorecidos y vulnerables, sino el tufo
de corrupción que expele la política, única herramienta existente para atajar
los males que nos afligen y emprender cualquier cambio en la sociedad. El caso Gürtel sigue cociéndose en los
juzgados y su rama Bárcenas amenaza al partido en el poder con la
sospecha bastante fundada de su financiación ilegal. Incluso ha motivado el
rastreo que la policía judicial ha efectuado en Génova 13, sede del Partido
Popular, en busca de una doble contabilidad que los populares niegan y los documentos del extesorero Bárcenas demuestran.
Un bochorno.
Un bochorno idéntico que el que brota al ver implicados a
sindicatos de trabajadores y de empresarios en investigaciones judiciales por
mal uso, abuso y dispendio de subvenciones públicas y ayudas estatales. O el caso de los ERE, en Andalucía, por el
que se concedieron ayudas a quien no las necesitaba, se enriquecieron despachos
e intermediarios y se malversó parte de un dinero disponible sin apenas control
y de forma totalmente indiscriminada. Hasta los equipos de fútbol españoles
están siendo expedientados por las autoridades europeas por recibir
subvenciones públicas encubiertas y manejo de dinero negro. Si a ello añadimos
el rosario de casos de corrupción en los que están implicados concejales municipales
condenados por múltiples delitos urbanísticos y contra la Hacienda pública, los
tejemanejes del yerno del rey, los juicios penales a expresidentes autonómicos,
como Camps o Matas, o de Diputaciones, como Fabra, más los turbios asuntos que
siempre perjudican a los ciudadanos, como el tarifazo eléctrico temporalmente encausado o las ingentes
inyecciones de dinero público a los bancos con problemas de liquidez por
avaricia especulativa y las amnistías fiscales a los evasores de capitales,
entonces podemos apreciar en su justa medida la gravedad del cáncer que carcome al
ejercicio de la política en España y que causa, como consecuencia indeseada, la
desafección de los ciudadanos y el descrédito en las instituciones y la propia
democracia.
Para colmo, podemos concluir con la profunda decepción que
provocó el tradicional mensaje del rey en Nochebuena. Mucho prometer regeneración
y transparencia y asumir exigencias de ejemplaridad, que podría empezar en su
propia Casa, para inmediatamente reafirmar su determinación en continuar el
desempeño de su mandato y las competencias que le atribuye el orden
constitucional. Vamos, que no piensa abdicar, arrastrando aun más hacia el
deterioro a la institución que representa, una monarquía que no fue elegida,
recordémoslo, expresamente por los españoles, sino “colada” en el paquete de la Constitución.
Por mucho que sermonee, actualizar los acuerdos de
convivencia no es una exigencia que deba exigírsele sólo a Artur Mas, sino
también al mismo rey y al resto de la clase política. Incluso debería
extenderse a la élite económica, financiera, religiosa, empresarial, sindical y
social. Deberíamos actualizar nuestro contrato de convivencia para introducir
exigencias de moralidad, honestidad y civismo, valores aplicables a las
personas, no a los colectivos. Ese sería mi deseo para el año venidero: que
entre todos conformemos una sociedad más justa y solidaria, basada en el
respeto, la tolerancia y la democracia que brinda un Estado social y de
derecho. No conformarnos con lo que tenemos, sino aspirar a mejorar material,
social e individualmente. O como dice José María Ridao en su libro Apología de Erasmo, no resistirse a
justificar lo intolerable, ya que la crisis que padecemos es más devastadora
porque, precisamente, “lo intolerable estaba siendo justificado”. Sólo nos resta no atragantarnos con las uvas.
lunes, 23 de diciembre de 2013
Felices recortes y prósperas mutilaciones!
Foto: Loli Martín |
domingo, 22 de diciembre de 2013
El invierno más frío
El invierno ya se ha instalado entre nosotros, ha llegado con su cronometrada puntualidad y ha obligado que lo recibamos con ventanas y puertas cerradas a cal y canto para evitar que se cuele por las rendijas. No es que no nos alegremos de su llegada, que a mi particularmente me encanta porque lo soporto mejor que el verano, sino por una razón de fuerza mayor y es la de que este año será más difícil combatirlo. No por su culpa, que el invierno es siempre igual por estas latitudes, sino, sencillamente, porque muchas familias tendrán dificultades para mantener calientes sus hogares a causa de la subida de la luz, un encarecimiento que se decide cuando la mayoría de la población las pasa canutas para conseguir un empleo y, si lo tienen, para llegar a fin de mes.
En estas circunstancias, el Gobierno se enreda con las
productoras de electricidad, con las que negociaba una reforma del sector que
no ha llegado a ningún acuerdo, y se echa un pulso para ver qué porcentaje de
subida se traslada a los consumidores. Unos piden el 11 por ciento, y otros,
que algo menos. Nadie habla de congelar las tarifas, tan propio de la estación,
con la intención de permitir, al menos temporalmente, que los ciudadanos no sumen
más sacrificios a los que ya padecen con todas las medidas adoptadas por un
Gobierno que se caracteriza por los recortes y la supresión de derechos,
suprimiendo todo lo que considera “gasto”, como las inversiones en salud,
educación, dependencia, becas, cultura, investigación y pensiones, entre otras.
Si a los que todavía conservan una vivienda sin que hayan
sido desahuciados por los bancos les ponemos dificultades para habitarla en
condiciones humanas durante el invierno, es que la sensibilidad de nuestros
gobernantes ha desaparecido totalmente. No se trata de “regalar” la
electricidad, y menos cuando las empresas eléctricas han obtenido abultados
beneficiosos en medio de una crisis que a otros ha golpeado con tanta dureza. Se
trata de escalonar y aplazar una subida de las tarifas hasta superar la estación
invernal, medida que a buen seguro no causará grandes quebrantos en la cuenta
de resultados de estas empresas, para que los desafortunados que no tienen ni
para pagar la luz no se vean abandonados a morirse de frío.
Este año, la llegada del invierno ha sido gélida para estas
familias que se incorporan a lo que se denomina “pobreza energética”, una
consecuencia más del empobrecimiento general que se extiende entre la población
en sociedades que priorizan la economía a la dignidad humana. Y es que perdemos
la perspectiva, olvidamos el lugar que corresponde a cada cosa y situamos lo
material por encima del ser humano. Sin humo en las chimeneas, ninguna postal de
copos de nieves y paisajes de puro blancos será sinónimo de belleza invernal,
sino de carencia ética y frialdad inhumana. Es la terrible sospecha que nos
despierta este invierno, no por los rigores de sus temperaturas, sino por las
condiciones con que nos obligan afrontarlo. ¡Ojalá ande yo equivocado!
viernes, 20 de diciembre de 2013
Una luz bajo sospecha
No podía el Gobierno demostrar lo que mejor le caracteriza que aprovechar estas navidades para propinar un nuevo recorte a los ciudadanos: encarecer el recibo de la luz. Si ya estábamos “tiesos” anteriormente, ahora vamos a pasar más frío que nunca. Y no es una figura retórica. Tan dramática es la situación que se ha acuñado, incluso, el término de “pobreza energética” para designar a aquellas familias que no pueden pagar las facturas del agua, la luz y el gas y, por tanto, no podrán calentar sus hogares durante el invierno. Ello ha dado lugar a iniciativas parlamentarias que instan al Gobierno a negociar con las compañías energéticas y suministradoras una “tregua invernal” para que no corten, cuando más falta hace, la luz a estos domicilios con dificultades insalvables para abonar las facturas. Hasta el Defensor del Pueblo catalán ha defendido esta propuesta en un informe sobre la pobreza energética presentado en el Parlament de aquella comunidad, en el que destaca la magnitud de un problema que ya afecta al 26,7 % de los catalanes, quienes se hallan en riesgo grave de pobreza y exclusión social.
El precio resultante de la subasta de energía practicada por
las compañías es insultante en las actuales circunstancias, al apuntar a un
incremento superior al 10 por ciento en el recibo de la luz. Tan insultante
como la actitud del Gobierno de no llegar a ningún compromiso con las
productoras de energía durante las negociaciones que venían desarrollando para
afrontar lo que se denomina “deuda tarifaria”, un concepto al menos discutible
y del que ya hablamos en otra entrada. Sin embargo, en esta ocasión la reacción
al alza de las tarifas parece más bien una “venganza” de las compañías al no
ver atendidas las compensaciones prometidas por parte del Gobierno de ir
rebajando dicha deuda tarifaria. Se trata de una especie de concertación
empresarial para pujar por el encarecimiento de la energía, como si actuaran en
régimen de monopolio.
Precisamente, eso es lo más llamativo de este pulso que
enfrenta aparentemente al Gobierno con las eléctricas: la sorpresa y las
veladas acusaciones que manifiesta el Ejecutivo por la forma en que éstas se
reparten la tarta eléctrica nacional. Actúan con la voracidad incontrolada de
quien no tiene competencia e impone sus condiciones en un mercado cautivo y
desarmado, aunque en teoría esté regulado, sólo en parte.
Es la misma posición de fuerza que gozan las petroleras
que distribuyen las gasolinas en España. Unas pocas compañías que también se
reparten el mercado nacional y conciertan cuando quieren los precios de los
carburantes, atendiendo exclusivamente sus cuentas de resultados, no las
necesidades y los sacrificios de una población machacada por parte del Gobierno
y las empresas con impuestos, tasas y precios abusivos.
Mostrar ahora sorpresa por una subasta amañada y por el
comportamiento de unas empresas que de hecho ejercen su actividad como si se tratase
de un monopolio, no tiene ningún sentido, salvo que se pretenda hacer una actuación
teatral para mostrar ante la opinión pública que el Gobierno no autoriza dicha subida,
cuando ya está perfectamente pactada. Seguro que se consigue reducir mínimamente
el porcentaje de esa subida, vendiéndolo como un triunfo de la voluntad del Gobierno
por impedir un incremento desmesurado. Pero ello forma parte de la representación.
Calmados los ánimos, dentro de pocos meses se volverá hablar del coste de la producción
de energía y se procederá a una nueva subasta que encarecerá y compensará lo que
ahora se amortigua de la subida de la luz. Puro teatro para propinar un nuevo recorte
a los ciudadanos a favor de empresas que,
en plena crisis, consiguen pingües beneficios. Una luz sospechosa de no iluminar
los intereses que se esconden entre las sombras que produce y un nuevo ejemplo de
las bondades de la privatización de sectores estratégicos del país, única meta de
quien se hace hoy el ofendido porque el mercado imponga sus normas.
miércoles, 18 de diciembre de 2013
Escuchas y escuchas
Que estamos sometidos a un constante escrutinio de nuestras
comunicaciones, sean correos electrónicos, contactos telefónicos o navegaciones
por Internet, ya lo demostró el “cotilla” de Snowden, aquel arrepentido informático
que trabajaba para la NSA
norteamericana, y antes para la
CIA , rastreando la actividad “on line” de los ciudadanos del
mundo entero y que, acusado de alta traición, acabó refugiado en Rusia, país
modélico por su democracia transparente.
Pero hay escuchas y escuchas. Parece que las de personas
anónimas, como usted y yo, son las más peligrosas, porque entre nosotros se
pueden ocultar los enemigos más mortíferos de las sociedades occidentales, a
las que Estados Unidos protege con su formidable estructura de prevención de
amenazas. Tan formidable que las agencias de “inteligencia” de nuestros Estados
trabajan para ella, respondiendo a cualquier solicitud de “investigación” que
demande. Es lo que pasó con aquel famoso “affaire” de las escuchas a millones
de españoles y franceses, por parte de espías autóctonos, para que la NSA determinara la existencia de
algún nativo sospechoso. Nuestra intimidad y el secreto de las comunicaciones, dos
derechos fundamentales recogidos en la Constitución , sirven para que los “cotillas” hagan
crucigramas y jueguen a ser agentes 007, sin correr ningún riesgo y sin necesitar
licencia para matar, presuntamente. Una colosal maquinaria, dotada de medios y
poder, para oír, leer y conocer cuánto decimos y hacemos sin que ningún juez
haya ordenado medida alguna ni existan indicios de ningún delito.
Pero para perseguir la corrupción y el fraude en cuestiones
de dinero, aunque sea objeto de una investigación judicial, nos la cogemos con
papel de fumar. Ahí sí hay derechos que respetar y presunciones de inocencia,
incluyendo los derechos a la intimidad, al honor y la imagen. En estos casos,
las pruebas han de ser recogidas con todas las precauciones debidas, no vaya ser
que lesionen las garantías que enumera la Constitución. Y ni
siquiera así es fácil recopilarlas.
Un juez -lo que oyen-, todo un señor juez, en el curso de
una investigación, osó acumular miles de correos electrónicos de un sospechoso
banquero, imputado por haber hundido en la ruina la entidad que dirigía, y lo
envió a la cárcel ante el cúmulo de pruebas indiciarias de un tinglado
organizado para enriquecerse y ayudar a sus amiguetes. Estamos hablando de la que
fue la tercera entidad financiera más importante del país en su momento y de un
agujero de más de 22.000 millones de euros. Pues bien, ni un mes pasó entre
rejas el todopoderoso banquero y el juez acabó apartado de la judicatura. Y es
que esas comunicaciones que ahora salen a la luz y que avergüenzan a la gente
honrada no pueden ser utilizadas como acusación porque fueron obtenidas sin las
debidas garantías. La
Justicia española no puede actuar como lo hace la NSA con cualquier registro
banal a un mindundi.
De esta manera, Miguel Blesa, expresidente de Caja Madrid y
Bankia, entidad financiera que más ayudas públicas ha necesitado en España tras
su gestión, puede permitirse el cinismo de considerarse “gravemente perjudicado”
por las pesquisas del magistrado, al que acusa de tenerle animadversión. Se
lamenta que investigar sus tejemanejes “ha afectado a mi imagen, a mi
honorabilidad, a mi familia, social y profesionalmente”. El resto de los
españoles escudriñados por los espías no tienen honorabilidad, ni imagen, ni se
ven perjudicados… en sus derechos.
Y es que hay escuchas y escuchas. No es lo mismo escuchar a
un miembro de la élite económico-política que escuchar a un humilde mortal. El
primero se siente agraviado, el segundo despreciado; uno puede defenderse y
recurrir hasta expulsar al temerario juez de su profesión, otros tienen que aguantarse
y confiar que los espías no encuentren nada sospechoso en ellos. Al
privilegiado le presiona el hijo de su mentor por no ser más manijero, los demás
no tienen a quién quejarse. Las comunicaciones de la gente no muestran ningún
delito, los correos del banquero evidencian conductas delictivas que justifican
la inmediata investigación judicial y la adopción de medidas preventivas que
eviten la destrucción de pruebas.
Pero no se hace nada. Ni se investigan las escuchas aleatorias
de los ciudadanos ni los indicios del banquero. La fiscalía, tan atenta a que
se actúe conforme la ley, velará por que los procedimientos judiciales preserven
los derechos que asisten al señor Blesa, quien se muestra ufano en uno de esos
correos por el éxito de las preferentes, aún sabiendo que se engañaba a la
ahorradores. No pasa nada porque no todas las escuchas son iguales. Unas
registran nimiedades peligrosas, y otras, delitos que quedan impunes. Ya lo advierte
un proverbio de la Biblia :
es más fácil que un camello atraviese el ojo de una aguja que un rico entre en...
la cárcel. O algo parecido, porque no lo oí bien. En aquellos tiempos sólo Dios
escuchaba, aunque tampoco hacía nada.
lunes, 16 de diciembre de 2013
¿A dónde vamos?
En España creíamos vivir en el primer mundo, aunque estuviéramos a la cola –o casi- de los países desarrollados. Creíamos haber superado circunstancias más propias de países tercermundistas que de los más avanzados, como ser una dictadura o usar la cartilla del racionamiento. Con una idiosincracia particular que dejaba pasar las revoluciones que modernizaron a las naciones de nuestro entorno, nos apuntábamos tardíamente a su estela, asumiendo los cambios con tal empeño que parecíamos conversos del capitalismo cuando empezamos a manejar dinero, o de la libertad sexual cuando abrimos los ojos y las piernas para emanciparnos de una moral tradicional y estrecha.
El sol del progreso nos iluminaba y pudimos ofrecer más sombras que cualquier grey de pacotilla. Era cuando, con más o menos fortuna, todo el mundo podía cambiar de coche cada poco tiempo, daba igual si era para trabajar, estudiar o faldar frente a los amigos. Nunca hubo tantos BMW en manos de cualquier "pringao" sin apenas formación y con menos luces que las de creerse el rey del mambo. Nos dejamos contagiar de un materialismo que invadía de teles de plasma las colmenas humildes de la periferia y nos trasplantaba un teléfono móvil a la oreja, apéndice tan consustancial a cualquier españolito como aquella antigua boina que nos cubría la cabeza no hace tantos años. Nada importaba más que estar a la última. Y era porque en España teníamos aseguradas las necesidades básicas en cuanto a salud, educación y asistencia para el abuelo, entretenido con sus batallitas, con lo que podíamos ofuscarnos en coger los trenes que ya no queríamos perder y que relucían en todas las películas de esa cultura de masas que consumíamos sin hartazgo. España era más guay que "corrupción en Miami". Hasta los pobres los habíamos erradicado de nuestras vidas y sólo existían en la calle como decorado para el negocio del vago y la gitana. Pero resulta que no.
Resulta que las estamos pasando canijas. Que en esta tierra
maravillosa de la postmodernidad, con todos los estatutos de los trabajadores
quemados en la hoguera de la productividad y un estado del bienestar demolido a
golpes con la maza de la rentabilidad, en España regresamos a la miseria, al
miedo y el tentetieso. Andamos para atrás, como en una pesadilla que nos hace
saltar de la cama, sudorosos y desorientados, para sorprendernos de que no
estábamos soñando sino viendo la televisión o leyendo las noticias sobre lo que
sucede alrededor. Alrededor nuestro. De repente nos topamos con la realidad y
nos hacen desayunar una crisis que desmantela todo el tinglado. Y descubrimos
lo que nos pasa, a nosotros mismos, aquí y ahora.
Porque, aquí y ahora, se mueren personas por ingerir
alimentos caducados al no tener ni para comprar un litro de leche en
condiciones… de mercado. Se envenenan con el tóxico de la pobreza, sin tiempo
para que las urgencias sepan, puedan o quieran administrar algún antídoto. Ni
médico ni social. Mientras, tras la pared medianera desalojan a unos vecinos
que llevan años luchando por un salario, intentando mantener el tipo y
peleando contra un banco que puede más que ellos porque la ley y el Gobierno
están de su parte. Un Gobierno que recurre al Tribunal Constitucional, donde
controla a la mayoría de sus miembros, cuántas normas compasivas elaboren
algunas comunidades por evitar esos desahucios que dictan los desalmados, pues
considera que lesionan la libertad
mercantil de los bancos, amos absolutos de bienes y, por lo que se ve, de vidas.
Y es que, aquí y ahora, no en Singapur ni Malasia sino en
Madrid, encontramos naves donde exprimen en condiciones de semiesclavitud a
decenas de trabajadores, hacinados, sin derechos, recibiendo salarios de
humillación y soportando el cínico paternalismo de una empresaria que, encima,
afirma facilitarles alojamiento en las mismas instalaciones, como si les
hiciera un favor o les concediera el privilegiado de dormir en el tajo.
Justamente, el escenario al que aspiran todas las reformas laborales que
conducen a un modo de trabajar sin miramientos para el trabajador. Se dibuja,
así, nuestro horizonte más inmediato, sin necesidad de ir al tercer mundo a
contemplarlo. El que le gustaría al dueño de Mercadona o al presidente de la Patronal cada vez que
abren la boca para exigir flexibilidad: trabajar más y cobrar menos. Mágica
receta de un desarrollo que enriquece a los ricos y empobrece a los pobres. Ese
es el destino que aguarda a nuestros hijos, a quienes ya no sabemos qué
aconsejar para salir adelante: si doblegarse y apechugar con lo que les ofrezcan
o sumarse a los antisistemas, con los contrarios a un sistema que prioriza la
explotación y la indignidad porque considera que el hombre no es la medida de todas
las cosas, sino la economía, estúpido.
Estamos volviendo, aquí y ahora, a la ley de la selva, a la
jungla de los depredadores y los poderosos, el hábitat donde rige la fuerza y
no la razón, y en el que se asientan esas mafias que trafican con seres humanos
para prostituirlos en los polígonos que rodean nuestras ciudades o en esos
tugurios luminosos que brotan a pie de carretera. Carnazas para el placer
epidérmico que ninguna ley, ni de extranjería ni moral, devuelve a donde fueron
engañados y donde mantienen secuestrados a hijos y familiares hasta que satisfagan
una supuesta deuda por un trabajo que no era el prometido.
Resulta que no, que esto no era el paraíso hacia el que
huyen, abriéndose la piel con las cuchillas que, por su bien, instalamos
en las verjas de la frontera, o ahogándose en pateras por el Estrecho, los
miles de inmigrantes a quienes hemos retirado la cartilla sanitaria,
criminalizamos culpándolos de todos nuestros males y expulsamos, si no nos sale
muy caro, con aquel engreimiento: “Teníamos un problema y lo hemos resuelto, punto”.
Lo que teníamos asegurado lo estamos perdiendo a chorros. Ni la salud, ni la educación, ni la dependencia o la pensión del abuelito están garantizados. Vivíamos por encima de nuestras posibilidades y, de súbito, nos dicen que la fiesta se acabó, aunque nunca dejaras de pagar impuestos, ni jamás soñaras con tener una lancha como la del policía antivicio, glamuroso funcionario, de la serie ochentera.
Aquí, y ahora, hay miseria, hay hambre, hay explotación, hay
gente que muere por comer basura, millones de personas buscan trabajo y no lo
encuentran, pierden sus casas y sus ahorros sin que nadie lo remedie, se
eliminan ayudas, becas y servicios públicos, ya no hay funcionarios materializando
un derecho, sino temiendo ser amortizados o privatizados, y una ciudadanía
paralizada de miedo, noqueada por el espanto del retroceso a lo inimaginable, a
perder lo poco que queda, que es la esperanza de un mañana mejor que jamás
llega. Vivimos un tiempo suspendido en el vacío, sin agarraderas a ninguna
certeza porque todas se han volatizado. No sabemos a dónde vamos y, lo que es
peor, tampoco sabemos si alguien lo sabe, ni siquiera quienes nos dirigen hacia
el abismo.
sábado, 14 de diciembre de 2013
¿El Gobierno indulta arbitrariamente?
La prerrogativa del Ejecutivo de conceder indultos a reos de toda clase de delitos ha generado la crítica de la opinión pública y ha espoleado la controversia entre miembros de la judicatura y hasta del propio Gobierno. Y todo por la opacidad que conlleva la medida de gracia. Todos los Gobiernos de España han hecho uso de esa facultad de manera generosa, si nos atenemos al número absoluto de indultos concedidos, sin que en ningún caso se hayan explicado los motivos que justifican la decisión ni se conozca la existencia de algún criterio que oriente la actuación del Gobierno. Legalmente, perdonar el cumplimiento de condenas es una potestad del Poder Ejecutivo más próxima a la arbitrariedad y atenta, según Joaquín Bosch, portavoz de la Asociación de Jueces para
Gracias al indulto han quedado en libertad delincuentes de
cualquier ralea: banqueros, alcaldes, corruptos, torturadores, homicidas,
estafadores, abusadores sexuales, extorsionadores, traficantes de droga,
ladrones, etc. El criterio por el que consiguen librarse de las penas a las que
han sido condenados es totalmente desconocido, puesto que el Gobierno no está
obligado a argumentar el motivo por el que los indulta. Se atiene a una vieja ley
de 1870, heredada de tiempos absolutistas, que establece el Ejercicio de la Gracia de Indulto y que fue
parcialmente reformada en 1988, por el Gobierno de Felipe González, para sustituir
el “decreto motivado” por un “real decreto” que no obliga a razonar la
decisión.
Cualquier condenado por sentencia firme puede ser indultado
con la remisión total o parcial de las penas. Un indulto de pena principal
lleva implícito el de las accesorias, y el de las pecuniarias exime el pago de
las cantidades no satisfechas por el delincuente. La naturaleza del indulto es
irrevocable, y su solicitud, relativamente fácil. Aparte del propio penado, de sus
familiares o cualquier persona sin necesidad de acreditar su representación,
también pueden proponer el indulto los Tribunales de Justicia o el Fiscal,
además del propio Gobierno por iniciativa propia en aquellos casos en que no
sea solicitado ni por particulares ni por los tribunales. En cualquier caso, deberá
constar con un informe del Tribunal sentenciador en el que se detalle, entre
otros aspectos, las pruebas o indicios de arrepentimiento y si no hay parte
ofendida o un tercero perjudicado por el indulto.
Hasta noviembre del año pasado, el Gobierno de Mariano Rajoy
había concedido 468 indultos, de los cuales 434 fueron aprobados por el
Ministerio de Justicia (Civiles) y 34 por el de Defensa (Militares, relativos a
penas por deserción). Entre los más controvertidos, figuran el indulto por
segunda vez a los cuatro Mossos d´Escuadra condenados por torturas a un
detenido, en el que el tribunal sentenciador se había pronunciado en contra del
mismo, y el del conductor kamikase que acabó con la vida de un joven en
Valencia, condenado a 13 años de prisión, promovido por el bufete donde
trabajaba el hijo del Ministro de Justicia, indulto que fue anulado por el
Tribunal Supremo por defectos formales cometidos, precisamente, al no atender a
la parte ofendida o agraviada, obligando al Gobierno a reiniciar el expediente.
Estos perdones tan aparentemente injustificados contrastan
con la negativa de indulto acordada por el Gobierno al extoxicómano gallego
David Reboredo, que fue llamado a ingresar en la cárcel, en 2012, para cumplir
una condena por menudeo en el tráfico de drogas pese a estar rehabilitado,
arrepentido de aquellas conductas e integrado satisfactoriamente en sociedad.
Sin ningún criterio objetivo conocido para su concesión, la medida de gracia
gubernamental crea suspicacias cuando afecta a políticos, empresarios y figuras
vinculadas con el poder. No son los casos más numerosos, aunque es imposible
hacer una estadística en función del número de condenados, porque
personalidades relevantes condenadas en firme son, en realidad, muy pocas, a
pesar de la abundancia de imputaciones por corrupción que salpica a este
colectivo. La mayoría acaba escapando de la Justicia con mil argucias y dilaciones que hacen
prescribir el delito.
Entre los indultos más polémicos figura el concedido a los oficiales
del accidente del Avión Yak 42, condenados por falsear la identidad de 30 de
los 66 militares fallecidos. O el de los empresarios sentenciados en el caso Pallerols, vinculados a Unió
Democrática de Catalunya, que rebaja sustancialmente las condenas para que no
tengan que ingresar en la cárcel. También el del exalcalde y tres exconcejales
del PP de la localidad de Valle de Abdalajís, en Málaga, condenados por
prevaricación urbanística y cuyas penas fueron sensiblemente reducidas. La
lista de políticos, banqueros y otras personalidades relevantes indultadas
total o parcialmente de los delitos por los que han sido condenados resulta,
como mínimo, sorprendente. José Barrionuevo y Rafael Vera, condenados por el caso GAL, se hallan en ella. También los
tres condenados por el caso Filesa.
El expresidente de Cantabria Juan Hormaechea. El banquero Alfredo Sáenz, del
Banco Santander; Miguel Ángel Calama, exdirector general de Caja Rural de
Ciudad Real; dos directivos de Ebro Azucarera, condenados por fraude; el
futbolista Paul Abasolo, sentenciado por tres delitos de abuso sexual, etc.
Hasta Jaume Matas, expresidente balear que comienza a recibir sentencias en
firme que le condenan por diversos delitos, reclama al Gobierno ser indultado
para no ingresar en la cárcel.
En total, se dicta una veintena de indultos al año a
delincuentes de “guante blanco”. Entre los gobiernos de Rajoy (468 indultos
hasta noviembre 2012), Rodríguez Zapatero (3.378) y Aznar (5.897), se han
concedido 25 indultos a condenados por prevaricación, 107 a malversadores de
caudales públicos y 16 a
sentenciados por cohecho, según consta en el Boletín Oficial del Estado. Y ante
el cuestionamiento de esta medida de gracia, el Ejecutivo, independientemente
su color ideológico, esgrime estar aplicando estrictamente la legalidad, lo que
no evita la arbitrariedad más absoluta y evidente. Cuando ningún Gobierno ha
querido modificar la Ley
para regularla con criterios de equidad y proporcionalidad, de tal manera que
deba aplicarse con carácter de excepcionalidad y motivarse con meridiana
transparencia, es porque todos están interesados en disponer de una herramienta
legal que utilizan con gran arbitrariedad para enmendar la plana al poder
Judicial cuando sus resoluciones perjudican a determinados sujetos convictos y
condenados.
Es cierto que, para algunos expertos en leyes, el indulto sirve también para corregir situaciones injustas, como aquellas en las que la condena llega con retraso o las penas contempladas en el Código Penal son desmesuradas. Si ello es así, lo apropiado sería dotar de medios a
miércoles, 11 de diciembre de 2013
China, tercera en la discordia espacial
China también emerge en la disputa por el espacio, donde se dirime el prestigio, capacidad técnica y orgullo nacional de aquellas naciones que ambicionan ser supremacías del desarrollo en la Tierra. Con el lanzamiento de una nave automática que aterrizará en la Luna en los próximos días, el país asiático se posiciona en tercer lugar, tras Estados Unidos y Rusia, en esa competición espacial.
El pasado día 2, China lanzó con éxito la misión Change 3, que transporta un robot con ruedas destinado a recorrer la superficie en busca de minerales y otros recursos naturales que escasean en la Tierra, como el titanio y el uranio. Esa es, al menos, la justificación que el profesor del Departamento de Exploración Lunar y Espacial chino, Ouyang Ziyuan, destacó en declaraciones a la BBC, al explicar que la Luna “está llena de recursos que pueden ser usados sin límites, principalmente tierras raras, que escasean en nuestro planeta”. Una preocupación por abastecerse de materias primas que ya obliga al gigante asiático a buscar en Latinoamérica y África los recursos que demanda su elevado ritmo de crecimiento, hasta el extremo de convertirse en el primer socio comercial de África, desplazando a Estados Unidos de ese ránking.
Ahora da un paso más. Ahora abandona la atmósfera terrestre con tal objetivo y puede permitirse la capacidad de enviar, por primera vez, una sonda diseñada para alunizar en el satélite. Anteriormente, había lanzado otras dos sondas que se pusieron en órbita alrededor de la Luna y, tras completar el programa de investigación previsto, fueron estrelladas contra la superficie lunar. En esta ocasión, sin embargo, la misión Change 3 está programada para depositar con suavidad un vehículo autónomo, bautizado Yutu (“Conejo de jade”), en la zona de Sinus Iridum (La Bahía de los Arcoíris), una planicie carente de grandes rocas y otros obstáculos que dificulten su marcha, para explorar el terreno. El robot pesa 120 kilos, puede subir pendientes de hasta 30 grados, viajar a una velocidad de 200 metros por hora y generar la energía necesaria para su funcionamiento gracias a los paneles solares que puede desplegar.
Hace décadas que ningún ingenio se posa en la Luna. Tras las misiones norteamericanas del programa Apolo, que llevaron al primer hombre que dejó su huella sobre el suelo polvoriento del satélite, y que concluyeron en 1972, y la sonda soviética no tripulada que en 1976 visitó por última vez el astro, es ahora cuando los chinos retoman la investigación lunar con un proyecto propio y ambicioso. En octubre de 2007 comenzaron las expediciones a la Luna con la sonda Change 1, y el mismo mes de 2010 repitieron la hazaña con la Change 2. Tienen previsto una cuarta sonda para 2015 antes de programar para 2017 el envío de una nave que, tras alunizar, pueda regresar de vuelta a la Tierra. Ulteriormente, para 2020, se sitúan los proyectos de futuras misiones tripuladas al satélite de la Tierra y, a partir de entonces, ¡quién sabe!, a otros planetas.
La carrera espacial china avanza, así, con determinación, rigor y marcando hitos que antes eran imaginables sólo en norteamericanos o rusos. Pero China no está dispuesta a quedarse atrás. Con su programa espacial, desde 2003, los chinos han enviado a 10 astronautas al espacio y han puesto en órbita terrestre el módulo Tiangong 1, el primer elemento de una futura estación espacial. Cuentan con un Centro de Lanzamientos de Satélites en Xichang, en la provincia de Sichuan, y lanzadores potentes, capaces de colocar en órbita cargas pesadas, como el cohete Larga Marcha-3B, que elevó la sonda Change 3 en su camino hacia la Luna.
Ninguna aventura espacial tiene como único objetivo la investigación científica de las fronteras exteriores de la Tierra. Ésta tampoco, como ha reconocido el profesor citado. También se usan para demostrar la capacidad balística, tecnológica, económica y, por supuesto, militar de la potencia que se dedica a la exploración del Cosmos. Y como potencia emergente, China, además de su enorme expansión económica y comercial con la que pugna alcanzar y desbancar la hegemonía de Estados Unidos, también procura ubicarse entre las grandes potencias mundiales a todos los efectos, incluso en cuanto a capacidad científica y tecnológica imprescindibles para desarrollar un programa de exploración espacial propio, susceptible de permitirle buscar fuera de la Tierra las materias primas que alimentan su fuerte crecimiento.
Estamos, pues, ante una nueva versión de la “conquista del Oeste”, a la que se suma un nuevo y poderoso competidor. De ahí que esta misión a la Luna represente a escala planetaria un hecho de gran trascendencia para la Humanidad: la demostración de que China está dispuesta a disputar la carrera espacial y ya ocupa la tercera posición en esa discordia, alcanzando objetivos en los que hace años otros se estancaron, si exceptuamos las misiones a Marte y otros planetas, únicos retos asumibles, hasta la fecha, por los norteamericanos, con idéntico propósito, precisamente. Habrá que estar atentos.
El pasado día 2, China lanzó con éxito la misión Change 3, que transporta un robot con ruedas destinado a recorrer la superficie en busca de minerales y otros recursos naturales que escasean en la Tierra, como el titanio y el uranio. Esa es, al menos, la justificación que el profesor del Departamento de Exploración Lunar y Espacial chino, Ouyang Ziyuan, destacó en declaraciones a la BBC, al explicar que la Luna “está llena de recursos que pueden ser usados sin límites, principalmente tierras raras, que escasean en nuestro planeta”. Una preocupación por abastecerse de materias primas que ya obliga al gigante asiático a buscar en Latinoamérica y África los recursos que demanda su elevado ritmo de crecimiento, hasta el extremo de convertirse en el primer socio comercial de África, desplazando a Estados Unidos de ese ránking.
Ahora da un paso más. Ahora abandona la atmósfera terrestre con tal objetivo y puede permitirse la capacidad de enviar, por primera vez, una sonda diseñada para alunizar en el satélite. Anteriormente, había lanzado otras dos sondas que se pusieron en órbita alrededor de la Luna y, tras completar el programa de investigación previsto, fueron estrelladas contra la superficie lunar. En esta ocasión, sin embargo, la misión Change 3 está programada para depositar con suavidad un vehículo autónomo, bautizado Yutu (“Conejo de jade”), en la zona de Sinus Iridum (La Bahía de los Arcoíris), una planicie carente de grandes rocas y otros obstáculos que dificulten su marcha, para explorar el terreno. El robot pesa 120 kilos, puede subir pendientes de hasta 30 grados, viajar a una velocidad de 200 metros por hora y generar la energía necesaria para su funcionamiento gracias a los paneles solares que puede desplegar.
Hace décadas que ningún ingenio se posa en la Luna. Tras las misiones norteamericanas del programa Apolo, que llevaron al primer hombre que dejó su huella sobre el suelo polvoriento del satélite, y que concluyeron en 1972, y la sonda soviética no tripulada que en 1976 visitó por última vez el astro, es ahora cuando los chinos retoman la investigación lunar con un proyecto propio y ambicioso. En octubre de 2007 comenzaron las expediciones a la Luna con la sonda Change 1, y el mismo mes de 2010 repitieron la hazaña con la Change 2. Tienen previsto una cuarta sonda para 2015 antes de programar para 2017 el envío de una nave que, tras alunizar, pueda regresar de vuelta a la Tierra. Ulteriormente, para 2020, se sitúan los proyectos de futuras misiones tripuladas al satélite de la Tierra y, a partir de entonces, ¡quién sabe!, a otros planetas.
La carrera espacial china avanza, así, con determinación, rigor y marcando hitos que antes eran imaginables sólo en norteamericanos o rusos. Pero China no está dispuesta a quedarse atrás. Con su programa espacial, desde 2003, los chinos han enviado a 10 astronautas al espacio y han puesto en órbita terrestre el módulo Tiangong 1, el primer elemento de una futura estación espacial. Cuentan con un Centro de Lanzamientos de Satélites en Xichang, en la provincia de Sichuan, y lanzadores potentes, capaces de colocar en órbita cargas pesadas, como el cohete Larga Marcha-3B, que elevó la sonda Change 3 en su camino hacia la Luna.
Ninguna aventura espacial tiene como único objetivo la investigación científica de las fronteras exteriores de la Tierra. Ésta tampoco, como ha reconocido el profesor citado. También se usan para demostrar la capacidad balística, tecnológica, económica y, por supuesto, militar de la potencia que se dedica a la exploración del Cosmos. Y como potencia emergente, China, además de su enorme expansión económica y comercial con la que pugna alcanzar y desbancar la hegemonía de Estados Unidos, también procura ubicarse entre las grandes potencias mundiales a todos los efectos, incluso en cuanto a capacidad científica y tecnológica imprescindibles para desarrollar un programa de exploración espacial propio, susceptible de permitirle buscar fuera de la Tierra las materias primas que alimentan su fuerte crecimiento.
Estamos, pues, ante una nueva versión de la “conquista del Oeste”, a la que se suma un nuevo y poderoso competidor. De ahí que esta misión a la Luna represente a escala planetaria un hecho de gran trascendencia para la Humanidad: la demostración de que China está dispuesta a disputar la carrera espacial y ya ocupa la tercera posición en esa discordia, alcanzando objetivos en los que hace años otros se estancaron, si exceptuamos las misiones a Marte y otros planetas, únicos retos asumibles, hasta la fecha, por los norteamericanos, con idéntico propósito, precisamente. Habrá que estar atentos.
lunes, 9 de diciembre de 2013
A los `mandelas´ anónimos y olvidados
Mientras se entierra a un luchador por la libertad, con
merecidos honores, otros hombres y sus voces contribuyeron con sus vidas, también
en África, a que el derecho a ser libre, sin discriminación de ningún tipo, sea
reconocido en todos los países de manera inviolable. No es una lucha del
pasado, sino que sigue vigente hoy día. Justo cuando conmemoramos los 35 años
de la Constitución
española como Carta legal que ampara ese derecho a la libertad, entre otros, parece
oportuno recordar que la tortura, los fusilamientos y la falta de libertades campaban
en este solar donde reinó la barbarie en forma de dictadura durante décadas. Como
aquí, también en África desaparecían opositores de la sinrazón hasta hace muy
poco tiempo. Contra ella y contra las opresiones que pisotean la dignidad del
hombre se levantaban esos hombres que pagaron caro su enfrentamiento por la
libertad. Al honrar a uno de ellos, tal vez el más carismático, honramos a
todos. Sirva este reconocimiento a cuántos forjan desde el anonimato y el
olvido los derechos que disfrutamos y sembraron las semillas de nuestra libertad.
sábado, 7 de diciembre de 2013
Queda un icono para la Humanidad
De Nelson Mandela ya está, probablemente, todo dicho y valorado hasta la saciedad su enorme contribución a la reconciliación y la libertad, no sólo en su país, donde supo vencer con su voluntad una de las discriminaciones raciales más crueles y humillantes de la historia, sino en el mundo entero. Su fallecimiento el jueves pasado, a los 95 años, no ha cogido a nadie por sorpresa, pues su estado de salud y la edad avanzada no hacían presagiar más que el final de un hombre que a partir de ahora permanecerá en la memoria colectiva de la Humanidad.
Del siglo XX que le tocó vivir apenas quedan iconos como el
que él representa. Fue un siglo convulso, que sufrió revoluciones, dictaduras y
guerras mundiales, de las que surgieron esos faros que alumbran el camino a los
que estaban envueltos en las tinieblas de la opresión, las injusticias y la
barbarie. Son luchadores pacíficos capaces de hacer frente, armados simplemente
con sus convicciones y una tenacidad inquebrantable, a imponentes retos que
acogotan al resto de los mortales. No son muchos, pero son formidables, de una
grandeza ética y una fe en la capacidad del ser humano para escoger el bien,
que los convierte en símbolos de la libertad, la paz y la concordia. Así era
Nelson Mandela, de la misma sustancia providencial de la que también estaban
formados Martin Luther King y Mahatma Gandhi, por citar ejemplos de un
pacifismo activo y triunfante.
Quienes disfrutamos de democracia y libertad en cualquier
rincón del planeta debemos ese privilegio a luchadores como los citados. El
empeño que dedicaron en condiciones difícilmente imaginables a defender valores
que ahora parecen incuestionables, porque forman parte de derechos que no
fueron otorgados de forma gratuita sino conquistados con sangre, cárcel o
muerte, deberá ser celebrado y tenido en cuenta permanentemente. Es fácil
olvidar lo que cuesta la libertad y el respeto a la dignidad de las personas.
El racismo que erradicó Mandela en Sudáfrica, donde imperaba
un apartheid que mantenía en la
opresión y sin derechos a la mayoría negra de la población mientras la minoría
blanca detentaba todos los privilegios y el poder, no es un peligro totalmente
eliminado. Siempre está a punto de colarse, con mil rostros distintos, por las
rendijas de nuestras sociedades en cuanto consentimos intercambiar derechos por
seguridad, libertades por economía, dignidad por trabajo, valores por rentabilidad,
personas por mercado.
Ha muerto un hombre bueno que, al desaparecer, se ha convertido en un icono para
viernes, 6 de diciembre de 2013
Avanzar como los cangrejos
Se repiten en los últimos tiempos innumerables anuncios de que avanzamos hacia la salida de la crisis, hacia la recuperación de la economía y, más tarde que pronto, la creación de empleo. Son voces empeñadas en avisar que se atisba luz al final del túnel. Otra vez aparecen aquellos brotes verdes en boca de cualquier
miembro del Gobierno, como demostración de un “argumentario” bien memorizado. Conteniendo el optimismo, aseguran esos portavoces de la buena
nueva que las cifras macroeconómicas muestran que ya se ha enderezado el
rumbo, que los desequilibrios se han corregido y que el ansiado crecimiento,
aunque tímido, será posible incluso este mismo año. Pero nos advierten, por si
fallan los pronósticos, que no se podrá bajar la guardia y se deberán
profundizar las “reformas” emprendidas. Que habrá que seguir ajustando el gasto
y “conteniendo” los salarios, únicos causantes, al parecer, de cuantas
desgracias económicas nos han sucedido. Cuando escucho estos mensajes de
satisfacción en quienes dirigen la economía desde la política, alucino.
Sinceramente, no sé a qué se refieren ni a quién se dirigen.
Tanto deambular errático sólo es concebible en un cangrejo. Los que pertenecen a esa especie animal de pétrea coraza y pinzas temibles para proteger exclusivamente lo “suyo”, están encantados con la marcha. Obtienen pingües beneficios al ir para atrás, atropellando cuanto encuentran en su camino y sin respetar más norma que la que les conviene. Tal parece ser la trayectoria por la que el Gobierno conduce nuestra economía hacia la repetida “recuperación” y en la que atisba luz al final de una pesadilla que condena a cerca de seis millones de personas al paro, expulsa alumnos de la universidad, destruye a las clases medias, niega prestaciones públicas y elimina libertades y derechos de los ciudadanos, además de criminalizar las manifestaciones y protestas públicas y poner cuchillas en la frontera. Pero avanzamos, como los cangrejos.
En primer lugar, porque no me fío en absoluto de tales
certezas ni de las promesas. Las profieren expertos en ocultar sus verdaderas
intenciones y hasta de postergar acciones con tal de priorizar un interés
partidista al bien general. Fue, justamente, lo que hizo el Gobierno con los
primeros Presupuestos del Estado de la legislatura, que se demoraron hasta la
celebración de las elecciones autonómicas en Andalucía porque convenía a la
estrategia electoral del partido que gobierna el país. Si, de entrada,
anteponen lo “suyo” a lo de todos: mal empezamos. Eso no es andar recto.
Como tampoco es andar recto que todas las medidas adoptadas
hayan supuesto un aumento del paro en contra de lo prometido. Por mucho que lo
achaquen a la “herencia recibida”, alguna responsabilidad tendrán que admitir
de los efectos provocados con sus iniciativas en el mercado laboral, en el
aumento de las contrataciones temporales en detrimento de las indefinidas, en
el abandono del convenio colectivo para la negociación sectorial y en la
potestad omnímoda otorgada a la patronal para “ajustar” plantillas a precio de
saldo o reducir unilateralmente las retribuciones salariales de sus
trabajadores si estiman no ya pérdidas sino simplemente un estancamiento de los
beneficios. Es posible que muchas empresas comiencen a sentir la esperada
recuperación de la actividad, pero la mayoría de sus empleados no pueden
compartirla ni disfrutarla. Antes al contrario, se le exige mayores sacrificios
en aras de una “luz” que sólo vislumbra el Gobierno e ilumina a los grandes
directivos.
Porque si esos contratos temporales y unas condiciones
infinitamente peores constituyen la esperanza de empleo de la que hablan, mejor
sería encomendarse a la Virgen
del Rocío, como ya hiciera la ministra de Empleo, no por un trabajo, sino para
que nos procure políticos menos demagogos. No es precarizando el trabajo y
eliminando derechos de los trabajadores como se consigue la recuperación económica
y el dinamismo en el mercado laboral. Una mano de obra menospreciada, sin
cualificar y empobrecida sólo redunda en un consumo interno deprimido. Tampoco
esa supuesta “competitividad”, en cuyo nombre se cometen tantos atropellos y sólo
sirve para desproteger al trabajador, permitirá a nuestras empresas y sus productos
competir en un mercado globalizado si sólo se hace depender de los costes
salariales. Siempre habrá países tercermundistas con sueldos de miseria que nos
harán la competencia en cuanto a mano de obra barata, de menos de un euro la
hora, y atraerán la deslocalización de las empresas. Emularlos no es, por
tanto, la solución. Así sólo “avanzamos” para atrás, como los cangrejos.
Puede, también, que fluya el dinero, pero no hacia quién lo pide
prestado. La “sequía” de créditos y la falta de liquidez del mercado
financiero, motivos por los que el Gobierno concedió ingentes ayudas a los
bancos y determinaron el “rescate” que Bruselas impuso a España a cambio de
condiciones severas en la contención del “gasto” (desmantelamiento del Estado
de bienestar), probablemente estén siendo solventados, permitiendo la
recuperación de los damnificados, todos ellos pertenecientes a la fuerza del
Capital. Pero no trasladan ningún alivio a las familias ni a las pequeñas y
medianas empresas, que siguen sufriendo la escasez del crédito y dificultades para
la financiación de su actividad. Es una consecuencia injusta. Lo que se detrae
del “gasto” en la provisión de servicios públicos, restándolo de la atención de
las necesidades de una población que nada tiene ver con la crisis, se presta generosamente
a unas entidades privadas cuya insolvencia, ambición o mala gestión
contribuyeron, en buena medida, a la generación de la crisis económica. Es
hiriente que gran parte del dinero público prestado sea a fondo perdido, por lo
que correrá a cuenta de los contribuyentes, pero resulta dramático que el
Gobierno haya preferido premiar a los responsables de la crisis que socorrer a
las víctimas, a las que inflige un castigo añadido con todos los recortes realizados
hasta la fecha. Es ignominioso que la cuantía de estos “ajustes” sea
equivalente a las ayudas concedidas al sistema financiero. Otra vez se opta por
lo particular en vez del bien general. Si así se “avanza” hacia la
recuperación, no será en línea recta, sino siguiendo un tortuoso camino que
favorece únicamente a los poderosos. Poderosos cangrejos.
Existen mil ejemplos de este “avanzar” como los crustáceos
en el camino hacia la presunta recuperación y el crecimiento. Y todos castigan
al mismo perjudicado, a los ciudadanos de a pie que pagan sus impuestos a cambio
de unos servicios públicos en constante mengua y deterioro. Si “recuperación”
significa renunciar a conquistas sociales que contrarrestan desigualdades,
protegen a los desfavorecidos y proporcionan libertades y derechos a todos,
entonces el camino hacia esa recuperación es erróneo. Una equivocación que
parece constatarse cuando Alemania, país que dicta la política económica de
Europa e impone las restricciones que España asume sin rechistar, adoptará la
implantación de un salario mínimo que aquí los empresarios han denostado,
aunque no sea el más alto del continente, por ser referente de la tabla salarial.
Una senda tortuosa que nos han hecho recorrer quienes han acabado reconociendo
fallos en sus calificaciones financieras de nuestra deuda soberana o esas entidades
internacionales que han sido multadas por actuar como un cartel y usar prácticas
anticompetitivas para manipular los tipos de interés -como el euríbor- del mercado financiero.
Tanto deambular errático sólo es concebible en un cangrejo. Los que pertenecen a esa especie animal de pétrea coraza y pinzas temibles para proteger exclusivamente lo “suyo”, están encantados con la marcha. Obtienen pingües beneficios al ir para atrás, atropellando cuanto encuentran en su camino y sin respetar más norma que la que les conviene. Tal parece ser la trayectoria por la que el Gobierno conduce nuestra economía hacia la repetida “recuperación” y en la que atisba luz al final de una pesadilla que condena a cerca de seis millones de personas al paro, expulsa alumnos de la universidad, destruye a las clases medias, niega prestaciones públicas y elimina libertades y derechos de los ciudadanos, además de criminalizar las manifestaciones y protestas públicas y poner cuchillas en la frontera. Pero avanzamos, como los cangrejos.
domingo, 1 de diciembre de 2013
December
Ya es inevitable que, cada vez que inicio la última hoja del calendario, haga referencia a una obra de George Winston que lleva por título precisamente December. No sólo por el
sustantivo común que unen al mes y el disco, sino porque ambas experiencias, la
de la estación invernal y la de la música, coinciden con el reconocimiento de
una sensación que justamente por estas fechas me embarga en la introversión y
la placidez. Diciembre y December me
predisponen a la reflexión meditabunda y a la paz que habita en la soledad
elegida, no impuesta. Soy propicio, en contra de lo que pudiera parecer, a los
ambientes solitarios y a preferir por única compañía mis solos pensamientos
mientras me entrego a la lectura, a escuchar música o admirar un paisaje. Diciembre,
con sus fríos e inclemencias climatológicas que te recluyen en la intimidad, y December, con esos acordes al piano que invitan
a la evasión, constituyen ya, en mis hábitos consolidados, una especie de
referencia vital a la que permanezco fiel. Por eso vuelvo a reflejarla entre
mis desasosiegos más gratos.
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