martes, 29 de noviembre de 2011

Revueltas para la teocracia

Las revueltas “primaverales” que han logrado derribar regímenes dictatoriales en algunos países árabes mediterráneos, en los que la población expresó su repudio más o menos pacífico a los tiranos hasta conseguir derrocarlos, parecen desembocar ulteriormente en gobiernos confesionales de corte islamista, coyunturalmente moderados, que se suman a las demandas de democracia sin apenas “mojarse”. Un último ejemplo de este proceso “revoltoso” han sido las elecciones legislativas celebradas hace unos días en Egipto, después de la expulsión de Hosni Mubarak del poder. El aplazamiento indefinido con que el Ejército se resistía a las demandas democráticas llevó de nuevo a la plaza de Tahrir a unos manifestantes que no dudaron en volver a enfrentarse a los uniformados armados. Finalmente se han celebrado los comicios, en los que el brazo político de los Hermanos Musulmanes, el Partido de la Libertad y la Justicia, partía como favorito, junto a Alianza Islámica, coalición formada por otros grupos islámicos más radicales.

Días antes, los marroquíes –sin necesidad de revuelta previa- habían apoyado mayoritariamente en sus elecciones legislativas al partido islámico Justicia y Desarrollo, cuyo líder Abdelilá Benjiran podría resultar el primer radical que llega a Primer Ministro en el reino alauí de Mohamed VI. Algo similar a lo sucedido en Túnez, país donde comenzaron las revueltas que hicieron caer al dictador Ben Ali, en que una aplastante victoria en las primeras elecciones democráticas catapulta a los islamistas de En Nahda al frente del Estado, y cuyo número dos y candidato a primer ministro, Hamadi Jebali, manifiesta que comenzaba “una nueva civilización bajo la égida del sexto califato” (Estado basado en la ley islámica). En la vecina Libia, una vez liquidado el esperpéntico coronel Gadafi con ayuda bélica occidental, andan aún en negociaciones para formar un gabinete que integre a las tribus que conforman el país, cada cual con sus intereses regionales y desconfiadas entre sí. Un poco más allá, en la península de Arabia, Yemen también intenta formar un Gobierno provisional que convoque elecciones, tras conseguir la renuncia pactada –para su seguridad- del impresentable Saléh. Y por último, Siria, enésimo episodio de unas revueltas que cada día se parecen más a una guerra civil por la pertinaz resistencia del presidente Bashar Asad a ceder el poder, a pesar de los muertos: más de 3.500 según la ONU.

En casi todos los casos, las reformas democráticas exigidas por la población acaban dando el triunfo a los islamistas o partidos confesionales, únicos elementos estructuralmente organizados entre los opositores que aprovechan el advenimiento de la democracia para lograr ser elegidos en el primer sufragio que se celebre. Desde el punto de vista occidental, resulta llamativo el ascenso al poder de organizaciones o personajes que representan opciones islámicas que no respetan derechos universalmente reconocidos en cualquier democracia, como es la igualdad de la mujer o la separación entre Religión y Estado. Y es que, aún reconociendo la existencia de países democráticos y laicos sui géneris, como Turquía –donde el Presidente y el Primer Ministro pertenecen al partido islamista AKP (Justicia y Desarrollo)-, sigue siendo una incógnita el resultado de unas revueltas que infundieron esperanza e ilusión a unos pueblos sometidos durante decenios a regímenes despóticos insoportables. Más allá del enigma, causa confusión que sean esos mismos pueblos que derriban tiranos los que entreguen las riendas de su destino a facciones que buscan la legitimidad democrática para imponer unos ideales religiosos con los que amedrentan o excluyen a quienes no los comparten. Todo muy lejos de la justicia, la igualdad y la libertad que caracteriza una democracia tal y como conocemos. Extraño camino el de las revueltas para llegar a las teocracias.

sábado, 26 de noviembre de 2011

Desvelado

Hay noches en que me despierto de madrugada. Doy vueltas en la cama pero no consigo retomar el sueño. Aguzo el oído y el silencio lo envuelve todo, salvo el chirriar continuo de mis acúfenos. Es tan temprano que ni los vehículos circulan por la calle. Las penumbras transportan el crujir remoto de algún mueble o el roce de una rama del jardin que delata el paso de un gato al acecho. Entonces me levanto en medio de la oscuridad y me encierro en el despacho donde trasteo con el ordenador. Son horas quietas en las que reina una soledad penetrada por la tenue luz de una lamparilla y el reflejo azul de la pantalla fúlgida. Miro correos que no llegan y releo páginas ya vistas. Al final abro una página en blanco en la que intento garabatear algunas frases sin sentido que la mayoría de las veces termino borrando. El rectángulo blanco sigue aguardando, perfectamente pulcro, que lo rellene con el fruto de cualquier pensamiento que me ronda por la cabeza. Divagar es entretenido pero ofrece pocos resultados provechosos para la creación. Posas la mirada sobre las sombras de los objetos que te rodean y al cabo de una hora, con suerte, logras escribir un párrafo que te mantiene en dudas durante otro lapso de tiempo indefinido. Si la inspiración te acompaña, surge el bosquejo de una idea, el comienzo de un camino desconocido o el borde del precipicio por donde se estrella el inútil empeño de lo fatuo y lo artístico. El amanecer te recuerda que, por mucho que lo intentes, lo mejor es volver a la cama. Las musas no han querido madrugar y te han dejado solo en medio de la noche. A veces vuelvo a dormir o me echo una manta por encima para leer en el salón alguno de los libros que tengo pendientes. Indefectible emerge el recuerdo del café y la lectura ha de relegarse hasta que una taza recién hecha no calme el deseo. El aroma atrae al resto de la familia que comienza a levantarse y el día inaugura otra jornada en que toda actividad es prioritaria a mi intención de escribir. Otra vez será.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Día de las Librerías

Hoy, Día de las Librerías en España. Como todo lo que va camino de perderse, estos templos del civismo y la cultura necesitan protección y fomento. Libros y librerías resultan, lamentablemente, soportes trasnochados para atesorar el conocimiento en un mundo que se conforma con conmemorar jornadas para lo que condena a la extinción.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Nubarrones despiden noviembre

Encaramos la última esquina de noviembre con enorme aprensión, recelosos de los negros nubarrones que se ciernen sobre el inmediato mañana. Son tiempos de zozobra y temor, de miedo por un horizonte turbio en el que no se distingue la luz de la esperanza. Los rostros mudan la sonrisa para mostrar el rictus serio y afilado de la preocupación. El país entero se debate inquieto por los anuncios de nuevas dificultades y mayores estrecheces que ya golpean a los vecinos de nuestro entorno. Nos empujan a ciegas en busca de promesas, pero tropezamos con medidas para frenar un despilfarro que las familias no saben quién ha cometido, pero que condenan a unos hijos desafortunados. Noviembre se despide con truenos de una tormenta que amenaza nuestro lar, donde encendíamos el fuego que nos abrigaba de la intemperie. Ahora resulta que nada es seguro y hemos de pagarlo.

martes, 22 de noviembre de 2011

Ahora toca demostrarlo

Atiborrados hasta el empacho, ahora conviene hacer la digestión de tanta victoria. No cabe la excusa de la herencia recibida porque se conocían las dificultades que prometieron solucionar. Tampoco es de recibo advertir que no se pueden obrar milagros cuando se comprometieron arreglar todos los desaguisados, sin ocurrencias ni improvisaciones. Se afirmó saber lo que había que hacer y de estar preparados para las demandas del país cuando se solicitó el pleno apoyo de los damnificados por una crisis galopante. Ahora toca demostrarlo y desde el primer día, con las mismas prisas con las que se exigía no perder más tiempo, se ha de mostrar toda esa capacidad de la que se presumía para crear empleo, hacer que fluya la financiación a las empresas y clientes, bajar los impuestos, reducir drásticamente la tasa de paro, incrementar las pensiones, mantener el Estado del Bienestar, hacer que la deuda soberana baje a menos de 200, cumplir con toda la obra pública prometida (los metros de Sevilla y toda la SE 40, por ejemplo), aligerar el Presupuesto de subvenciones y ayudas inútiles, pero socorrer a quienes ya no disponen de trabajo ni de paro, cumplir con las tasas de déficit que impone Bruselas, hacer de Televisión Española un ente independiente y plural, evitar el sectarismo, que las Comunidades reduzcan el gasto sin mermar servicios, que Marruecos no encienda las reivindicaciones sobre Ceuta y Melilla ni inunde Europa con sus tomates hundiendo los precios de los productos españoles, o que vascos y catalanes no se sientan relegados con las políticas fiscales, lingüísticas o educativas emanadas desde Madrid, que el AVE llegue a todos los rincones de España, que haya agua donde escasee y que la corrupción desaparezca de la política, sin amiguismos ni loterías ni trajes regalados.

No vale empezar por reconocer que muchas de las soluciones han de adoptarse en Bruselas porque amoldarse a tales exigencias era una acusación que se blandía contra el Gobierno derrotado. No vale confiar en una extinción de la crisis económica que permita la generación de empleo porque ese argumento fue denostado cuando era esgrimido por el Gobierno derrotado. No vale aconsejar paciencia a los pensionistas y empleados públicos a la hora de recuperar el poder adquisitivo perdido porque esa política de austeridad fue ya cuestionada al Gobierno derrotado. Tampoco vale procurar las vías democráticas al problema vasco porque era una claudicación denunciada del Gobierno derrotado. No vale ninguna iniciativa que haya sido emprendida por el Gobierno derrotado porque entonces no se le reconoció ningún acierto. Todo lo que no sea la corrección con la presteza prometida de cuántos problemas se denunciaron, es iniciar la desconfianza y la frustración de quienes posibilitaron una victoria arrolladora. Ahora toca demostrar que de verdad se estaba en condiciones de ofrecer alternativas viables y eficaces, como Dios y la CEOE manda.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Los milagros no existen

Los milagros no existen. Todos los presagios advertían de la imposibilidad de contener la marea azul que finalmente ha inundado España, salvo dos islotes testimoniales en Sevilla y Barcelona, que afloran aislados del inmenso poder acumulado tras las elecciones de ayer por el Partido Popular. Si enorme ha sido el triunfo de la derecha con su mayoría absoluta para gobernar en solitario los destinos del país, mayor ha sido el desplome y derrota de los socialistas, que han perdido casi tantos votos como parados registran las oficinas de empleo de España. Un “cambio” que ya había sido anunciado por los cinco países cuyos gobiernos fueron relevados en Europa desde mayo de 2010 a causa de la crisis económica mundial, sin contar con las sustituciones tecnócratas de Grecia e Italia. Imposible escapar del destino que barre el Continente como un vendaval a causa del descontento de los que pagan el ajuste y la austeridad que imponen unos mercados sin rostro, pero con autoridad para doblegar gobiernos y políticas. Comienza otra Era, la era del liberalismo económico y del conservadurismo social y moral que los que despechan las ideologías no sabrán reconocer. La alternancia en el poder ha funcionado como válvula de escape a la frustración de una población angustiada por los problemas del presente. Ahora sólo falta que sirva también para dar respuesta a las expectativas de futuro de los ciudadanos. Nunca antes ningún partido había recibido un respaldo tan formidable para acometer una tarea que imposibilita los milagros, como el que ha recibido el Partido Popular. Confiemos en esa sensatez de la que tanto han presumido y hagan las cosas como Dios manda; es decir, procuren satisfacer las demandas de quienes les han votado masivamente y hallen solución a los problemas que nos aquejan en la actualidad. Para empezar -y no es poco-, no han de preocuparse por el problema del terrorismo etarra. Algo es algo.

sábado, 19 de noviembre de 2011

Lluvia para reflexionar

Según los sondeos, la suerte está echada. Parece que, como la vida, nada va a cambiar lo que está ya configurado de antemano.  Unos se saben ganadores y otros perdedores, como en la vida. Pararse a pensarlo resulta inútil, pero obligan a un día de reflexión, por si los dioses se compadecen. Poco dado a planificar ni mi vida, opto por regalarme los oídos con música y dejar que la lluvia arrulle mis pensamientos. Hay días en que todo se cubre de gris y es mejor no decidir nada. Sólo aguardar los acontecimientos, capear el temporal y estar tristemente en alerta.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Por qué voy a votar

El domingo acudiré a votar como he venido haciendo en todas las elecciones que se han celebrado en España desde la restauración de la democracia. Y lo haré, en primer lugar, para ser consecuente conmigo mismo. Siempre he votado, salvo en sufragios municipales, a la misma opción política y movido por una clara tendencia ideológica, aunque a veces con más convencimiento que otras, pero siempre sintiendo la obligación de hacerlo. Con mi ejemplo y con explicaciones teóricas, he intentado transmitir a mis hijos la conveniencia de participar democráticamente en la elección de nuestros gobernantes mediante el acto de depositar un voto en la urna, procurando convencerles de que era la manera más civilizada y pacífica de ponernos de acuerdo en la forma de organizar nuestra convivencia como colectivo diverso y plural. También he tratado de hacerles ver que, en contra de lo que pudiera parecer, no se trata de un rito banal y gratuito, cedido como un regalo, sino una conquista largamente perseguida, por la que muchos han entregado sus vidas para que en la actualidad disfrutemos de una democracia y del derecho al voto como valores imprescindibles de nuestro ordenamiento legal, reconocidos en la Constitución.

Voy a votar porque creo firmemente que es la única manera de ponernos de acuerdo para determinar el modelo de sociedad que queremos y de fijar el rumbo al que deseamos orientar nuestro país. Ningún otro procedimiento me involucra tan activamente en esa responsabilidad colectiva de elegir los derroteros de la Nación y las políticas que materializan nuestra voluntad expresada en las urnas. Y voto para luego poder exigir el cumplimiento del compromiso asumido por los que voluntariamente pactaron conmigo a través de un programa electoral. Voto porque prefiero alinearme con aquellos que se preocupan por conocer los problemas de la sociedad de la que formo parte y las posibles soluciones que las opciones políticas consideran adecuadas para resolverlos, antes que criticar sin fundamento y de espaldas al compromiso y la participación. Justo cuando las circunstancias son difíciles es cuando mayor debería resultar el interés de la población por las alternativas que se nos brindan para superarlas, sabiendo de antemano que la demagogia y el cinismo son recursos fáciles para confundir a un electorado ingenuo. Por eso me guio por criterios ideológicos antes que coyunturales o propagandísticos, pues el objetivo que decide mi voto es un futuro mejor y de progreso para quienes pueden acusarnos de no haber hecho nada, un futuro en paz, bienestar y solidaridad, que combata las desigualdades y ofrezca posibilidades a quien carece de ellas, donde no exista discriminación por condición alguna ni el abandono de los más débiles.

Voy a votar porque, en realidad, recuerdo cuando no podía hacerlo y debía transigir con los dictados de quien imponía su voluntad con violencia. Voto porque es una opción de libertad y por la libertad, la que surge por decisión de la mayoría, respetando la opinión de las minorías. Voto para preservar lo conseguido, porque estoy convencido de que, a pesar de todas las dificultades, vivimos hoy mucho mejor que nunca y disponemos de mayores y mejores resortes para combatir esas dificultades que antes. Por todo eso y otras muchas razones, voy a votar cuando mi país me pide opinión y el refrendo para unas políticas. Y lo hago con la satisfacción de poder, afortunadamente, ejercer mi derecho al voto, que asumo como un deber. Pero, además, lo hago con el orgullo de ver a mis hijos acompañarme al colegio electoral, convencidos también de la importancia de participar en democracia. Por eso voy a votar.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Optimista

Parecía inmune a la apatía porque siempre estaba alegre y exhibía un optimismo contagioso a pesar de sus padecimientos. El pesimismo y el abatimiento no lograban horadar su buen carácter ni la relatividad con que afrontaba cada golpe de la vida. A todo le encontraba su lado bueno del que extraer lecciones positivas. Cada quince días debía someterse a un procedimiento médico, pero ella lo asumía como una oportunidad para hablar con los sanitarios que la atendían. Cuando tuvieron que operarla pensó que podría ser la oportunidad de adelgazar y reparar los daños que le producían unas arterias obstruidas. Viuda todavía joven, contrajo matrimonio en segundas nupcias con un hombre que se desvivía por ella y no la dejaba sola en ninguna de sus periódicas visitas al hospital. Su temperamento contrastaba con la tristeza que anidaba en pacientes con enfermedades menos graves y pasajeras. No era irresponsable, sino que “al mal tiempo, buena cara” decía. El día que dejó de venir la echamos de menos porque ninguna sonrisa volvió a revolotear por aquel recinto.

martes, 15 de noviembre de 2011

La Razón allana el camino

Hay una “intentio” que sobrepasa al periodista y se inscribe en la ideología que caracteriza a La Razón y otros medios que allanan el aterrizaje de un neoliberalismo que está presto a aplicar sus doctrinas en todo lo que considera “gastos” y “despilfarro” en este país. Hoy han sido las empresas municipales de Sevilla y ayer fueron los maestros de Madrid, gente floja que opta por un puesto laboral en el sector público para “gozar” de las prerrogativas que confiere ser empleado público, vulgo funcionario. Se olvida el experto en periodismo de investigación de decir que esos trabajadores de la función pública, en cualquiera de sus administraciones -estatal, comunitaria o municipal- acceden al puesto mediante un concurso público al que podría opositar todo el que lo desee, incluido el propio periodista, para así resguardarse de “lo que está cayendo”. Claro que ello no le garantizaría, en absoluto, el nivel de renta que podría disfrutar si alcanzara la categoría de líder mediático de un gran medio privado de comunicación o ser un empresario que impone las condiciones en su empresa, que a lo mejor es a lo que aspira.


Como todo el mundo no puede ser “emprendedor”, la mayoría se conforma con ser trabajador por cuenta ajena y procura asegurar su futuro con la mayor estabilidad posible. Si para ello ha debido prepararse y opositar a un trabajo público, eso no le estigmatiza más que en la mente de los que pretenden que los servicios que provee el Estado pasen a ser nichos de negocio para el sector privado, que es lo que precisamente el mercado y sus adalides desean. ¿Si no a qué vienen tantas exigencias de “ajuste” y  “austeridad” que sirven para ir mentalizando al personal? ¿Para qué transportes públicos, hospitales públicos, colegios públicos y demás servicios públicos que agotan los recursos que se nutren de los impuestos, si ello puede ser servido con más ¿eficacia? por la empresa privada? Es por ello que hay que desprestigiar, ahora que una crisis internacional facilita la tarea, todos los servicios que proveía el Estado para instalar en la opinión pública el mensaje del “gasto” que suponen y el “despilfarro” que constituyen para las arcas del dinero público. Su pretendida ineficacia se describe mediante los presuntos privilegios que gozan quienes parecen que han obtenido el puesto arbitrariamente, como un regalo.

Resulta, no obstante, que el periodista que ha elaborado este artículo de La Razón exigirá una tutela judicial cuando la precise, una atención sanitaria al enfermar y unos transportes públicos si no dispone de medios para taxis y coche privado. Seguramente demandará una educación pública en su barrio cuando sus hijos empiecen la formación y unos bomberos y policías para velar por la seguridad de su entorno. Entonces, tal vez, perciba que, aunque todo ello pueda proveerse desde el sector privado, no todo el mundo podría costearlo, entre otras razones porque se instalaría en zonas donde económicamente resulten rentables. Esa es la diferencia entre lo público y privado que el artículo de La Razón obvia al relatar las bondades de lo privado en contraste con el “despilfarro” de las empresas municipales, obligadas a prestar servicios a toda la ciudadanía, incluida la de los barrios poco “rentables”, y al presentar a los trabajadores de las mismas como auténticos “vagos” -Esperanza Aguirre dixit-. Hay que “ablandar” al pulpo de la población para que se resigne a las medidas liberalizadoras y desreguladoras que los ansiosos del “cambio” desean aplicar. Y para ello, nada mejor que propalar, faltando si se tercia a la verdad, que el doctor Montes hacía eutanasia en los hospitales de Madrid, que los profesores no quieren trabajar más de 20 horas a la semana o que en Tussam ganan más dinero y trabajan menos que nadie. Claro que conociendo de dónde proceden los bulos es fácil entender sus “intentio”, aunque cause tristeza prestarse a semejante manipulación y encima pretender dar lecciones. Olvida aquello de que periodista no es sólo el que trabaja en un medio, sino el que “cuenta a la gente lo que le pasa a la gente”, aunque sea en un humilde blog. Y puestos a escoger, prefiero la humildad de un bloguero a la suficiencia avasalladora del instalado en la atalaya del absolutismo mesiánico.

lunes, 14 de noviembre de 2011

De "La Noria" a la hoya

Varias empresas han anunciado la retirada de sus anuncios del programa de Tele 5La Noria” tras la polémica suscitada con la entrevista que realizaron a la madre del "Cuco”, uno de los jóvenes implicados en el asesinato de Marta del Castillo, cuyo cadáver aún no ha sido encontrado. Al parecer es indigno contratar publicidad en un espacio que se dedica a escarbar en los asuntos más morbosos y miserables de la sociedad, como es éste presentado por Jordi González, que lleva años en antena ofreciendo productos de similares características. Sin embargo, estando el foco de la actualidad concentrado en el juicio que se celebra en la Audiencia de Sevilla contra el autor confeso del asesinado de la joven y de sus presuntos cómplices, como el susodicho Cuco, los cuales no aclaran el relato fiable de lo sucedido aquella macabra noche, la expectación que alimentan los medios provoca un estallido de pseudoindignación que obnubila el sentido común y la razón. Porque parece que no es la audiencia de estos programas lo que permite su existencia, sino la colaboración necesaria de unos anunciantes que, para no verse implicados en un escándalo hipócrita, optan por retirar su publicidad. Ninguno de los "indignados" con la entrevista remunerada efectuada a la madre del presunto cómplice declara que dejará de ver el programa o cualquier espacio de telebasura, sino que muestra su asombro por que alguien se aproveche del espectáculo y participe ofreciendo su interesada versión en este circo mediático que juzga a los encausados sin importarle ni las garantías procesales ni los procedimientos de la justicia. Alguien tiene que pagar la santa indignación social y los publicistas, ante una opinión pública tan ciega como veleta, prefieren alejar sus marcas del centro de atención de la masa.

La hoya en la que todos chapoteamos consumiendo inmundicia no es lo rechazable y problemático de este asunto, sino la posibilidad de negocio que los anunciantes aprovechan para vender sus productos en programas con índices de audiencia estimables. Un programa de televisión es un producto audiovisual que persigue el beneficio económico de la cadena que lo emite. Lo lógico es que, si atrae el interés de la gente, sea rentable para contratar y acaparar publicidad. La ética del mismo es compartida por esa audiencia que lo encumbra y rentabiliza. Ningún programa se emite si no tiene un respaldo mínimo de seguidores. Trasladar el repudio por lo que viene siendo la seña de identidad del espacio a los anunciantes es simplemente no reconocer que los culpables de este tipo de programas son los televidentes que lo consumen. Son ellos los que continuamente saltan de la noria a la hoya de la indecencia y la vacuidad. Los espectadores son los que  mantienen la televisión que prefieren, no los anuncios de televisión. Que sean estos últimos los que se alejen de estos programas de la carne es lamentable y equivocado, porque quienes deberían hacerlo serían los que encienden la televisión para verlos. La culpa de la existencia de La Noria no es de El Corte Inglés, sino de todos cuántos apoyan cada día su emisión hasta el extremo de consentir la televisión que merecemos. Lamentablemente.

domingo, 13 de noviembre de 2011

¿Por qué da miedo la derecha?

Si hasta el mismo líder del PP, Mariano Rajoy, procura no revelar sus propuestas para no asustar a la gente, ¿por qué da miedo la derecha?

“(…)¿Hay motivos para temer a Rajoy? Puede temerle quien esté contra la austeridad como horizonte ideológico absoluto; quien esté contra las privatizaciones a mansalva; quien esté contra la debilitación del sector público y la consagración de los privilegios de los que más tienen; quien esté contra la regresión ideológica y la pérdida de los derechos civiles adquiridos; quien esté contra la regresión autonómica; quien esté contra las políticas de xenofobia y de exclusión de minorías y (…) quien crea que la razón crítica y el pluralismo están por delante del sentido común y de lo que Dios manda.”

Más en: ¿Por qué da miedo la derecha?, de Josep Ramoneda, en El País.

Cuadernos de Roldán, 72

A pesar de los pronósticos, el día lucía ayer sábado cristalino y tibio como una primavera despistada por los cerros de Constantina. Hasta allí se habían desplazado los “inquilinos” de Cuadernos de Roldán para presentar su poemario número 72 dedicado a la Sierra Norte, ese trozo de Sierra Morena que tiene por referencia Sevilla. Tras una visita por la mañana a Los Pozos de la Nieve y al lagar de Fuente Reina, el acto congregó por la tarde a un inhabitual público en el Salón de Usos Múltiples de la calle Mesones, que el Ayuntamiento había cedido amablemente para la ocasión. Asombraba ver aquel espacio nutrido de gente y la adhesión de una juventud a un colectivo que, por muy artistas que sean, comienzan –comenzamos- a parecerse un club de poetas jubilados. No sólo había jóvenes en el patio de butacas, sino también entre los autores de los poemas, quienes, sin rubor, pasaron a declamar sus versos cuando fueron solicitados por los organizadores. Parece que Quintina Falcón, encargada de la confección de este número junto a Paco Vita, algo tiene que ver con este rejuvenecimiento de Cuadernos, al conseguir la participación de sus compañeras profesoras de la zona y del alumnado amante de la poesía. También colaboraron con el libro algunos pintores de la tierra. No fue de extrañar, por tanto, que la emoción hiciera mella pronto entre los asistentes y todos allí, veteranos y novatos, poetas, pintores e “inquilinos”, se sintieran finalmente aludidos por la dedicatoria del libro: “A todos los artistas y aquellos que sin serlo conforman también el alma de Los Cuadernos -¡que ya hay que ser artista para ello!-.”  Un sentimiento con el que comulgaban cuantos se sentían impresionados por la belleza lírica de unos poemas, unas pinturas y un pueblo que ya Carlos Abadía, ausente por enfermedad, se había encargado de mostrarnos:

TU PUEBLO
(A Quintina)

Nunca fui a tu pueblo
pero mis versos irán allí contigo.
Ignoro si tu pueblo está en una loma
o lo guardan otras lomas de olivares,
pero sí sé del trino escandaloso de sus pájaros
las mañanas azules y frescas de verano.
Sé del torrente crecido de tus calles
bajo las nubes furiosas del otoño,
y del sol neblinoso y distante del invierno
antes de tus noches frías y estrelladas.
Pero ahí está ya la primavera detrás de los almendros,
y el aire de cristal de tus calles
estalla con las flores de los balcones
y los aromas de toda la sierra.
¡Cómo no voy a conocer tu pueblo
después de tantos años de amistad?
Carlos Abadía

sábado, 12 de noviembre de 2011

Es tiempo de setas

La lluvia ha regado los campos y el sol, tras los fríos repentinos, ha vuelto a lucir. Es tiempo de setas y de jornadas recorriendo lugares recónditos donde descubrir, sobre los troncos de los árboles o camuflados entre el follaje del suelo, esos apéndices parásitos que se elevan cautos como sombrerillos para bañarse de luz y rocío. Champiñones o Boletus, humildes hongos o muestras apreciadas, sabrosas o venenosas, la tierra por estas fechas deja asomar con tacañería, como el amor tras una ventana, uno de esos tesoros que hacen del otoño una estación afortunada y placentera. Todo predispone, con las nieblas, las hojas rojizas y la luz tibia que apenas calienta el día, a la búsqueda sosegada entre el silencio de la naturaleza de esos frutos tan escasos como la paz y la felicidad que siempre anhelamos. Es tiempo de reencontrarnos y soñar la libertad.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Diálogo de civilizaciones

La historia de las civilizaciones es una historia de dominación, el corolario de colonizaciones por el que las grandes potencias de cualquier época han expoliado a los pueblos y países poseedores de las riquezas sobre las que se sustenta el desarrollo y el progreso de aquellas. Del sometimiento militar se ha pasado a la dominación colonial como mecanismo para los intercambios desiguales y el control de los medios de producción y comercio. Así se ha llegado a la economía mundial de mercado que impone cultivos, productos e intercambios comerciales totalmente dependientes del imperio dominante. Ya no es necesario el control militar directo de los países colonizados, sino la simple “presión” de los mercados para garantizar el mantenimiento de unas relaciones “asimétricas” que enriquecen a las potencias a costa del empobrecimiento de esas antiguas colonias “descolonizadas”, pero en manos de regímenes autóctonos que han de adecuarse a una servidumbre fáctica, no sólo en lo económico, sino incluso en lo cultural y hasta en lo político. Nace así una globalización que encumbra un modelo social y económico al que ha de adaptarse cualquier actividad humana susceptible de participar del mercado, ya sea como recurso natural, agrícola, ganadero, tecnológico, intelectual y de creación o de esparcimiento. Nada escapa a los mecanismos del capitalismo económico mundial.

De hecho, la mayoría de los problemas que existen hoy en el mundo proviene de estas situaciones de explotación política y económica que se han ejercido a lo largo de la historia y por las que algunas civilizaciones sienten socavados y menospreciados su identidad y su futuro independiente. Un callejón sin salida que radicaliza reacciones violentas y generadoras de un terrorismo que intenta combatir la “bota aplastante” del imperio, poner en tela de juicio su modelo de sociedad y erosionar su aparente solidez.

Aunque parezca inapropiado, justo cuando asistimos en Europa a los dictados de “austeridad” que imponen los mismos entes instrumentales con los que el capitalismo hace prevalecer su supremacía imperante, es necesario plantearse un “nuevo orden mundial” basado en el diálogo y la alianza de civilizaciones. Porque es, precisamente, en los momentos de crisis cuando hay que cuestionarse la idoneidad de las medidas que no acaban de resolver los problemas que enfrentan a los pueblos y sus diversas visones globales. El profundo rechazo que genera la explotación del mundo en exclusivo beneficio de Occidente puede conducir, si no se resuelven tales conflictos, al aniquilamiento mutuo de manos de un terrorismo cada vez más ofensivo –hace tiempo que dejó de ser defensivo- y mortífero, que busca dotarse de armas nucleares, si pudiera.

Es en este contexto donde ha de contemplarse aquella propuesta del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, del 21 de septiembre de 2004, de poner en marcha un proceso multilateral, bajo los auspicios de la Asamblea General de Naciones Unidas, para combatir los extremismos y estereotipos que dificultan la convivencia y el diálogo entre civilizaciones. Siendo el mundo islámico y el occidental los actores de las mayores divergencias, no es irrelevante que la Alianza de Civilizaciones cuente con el copatrocinio del primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogán, para trabajar en la búsqueda de alternativas pacíficas a los enfrentamientos entre Oriente y Occidente, y que cuenta con la adhesión de 130 países y organizaciones intergubernamentales. Se trata de una iniciativa que el presidente español lanzó pocos meses después de los ataques terroristas en Madrid y que la ONU adoptó como propia, mediante la Resolución A/64/L.14, para darle continuidad y universalidad. No es, empero, una” ocurrencia” insólita, por mucho que la derecha de este país se mofe de ella. Ya en 1977, el filósofo y político francés Roger Garaudy escribía un libro (Diálogo de Civilizaciones, ISBN: 84-229-0214-1) en el que afirmaba que era “preciso reencontrar nuevas dimensiones del hombre, estableciendo las bases de un nuevo orden mundial fundamentado en un diálogo enriquecedor con las civilizaciones de Asia, el Islam, África y América Latina”. El pensador era consciente de no poder dar respuesta a todos los problemas planteados por medio milenio de hegemonía occidental, pero apuntaba los aspectos económicos, políticos y culturales que debían integrar cualquier propuesta de acuerdo o solución.

Y es que apostar por el diálogo y la comprensión del “otro” en vez de la fuerza y la dominación marca la diferencia entre la paz y la guerra, entre la concordia y el recelo, entre la convivencia y la conflictividad. Hemos sido testigos de intervenciones militares abiertas o encubiertas en áreas estratégicas para los intereses occidentales que nunca han ofrecido los resultados apetecidos. Es más, muchas veces el daño ocasionado ha sido mayor que el “mal” que se pretendía extirpar quirúrgicamente. Basta recordar los focos de tensión que actualmente sacuden al mundo para percatarse de las consecuencias irresolubles de este choque de civilizaciones, desde Oriente Medio hasta Afganistán, pasando por los países árabes mediterráneos, África y América Latina. En todos emerge como causa germinal la confrontación entre sometidos y conquistadores, el Norte y el Sur, el primer y tercer mundo, entre Oriente y Occidente. Y hasta ahora la supremacía occidental, pese a lo que pudiera creerse, no se ha debido a una superioridad cultural, sino a una agresiva y poderosa capacidad militar que se extiende por el orbe entero y que posibilita la interdependencia de las economías nacionales en el interior de un sistema único, el sistema capitalista mundial.

Es posible que la magnitud de la tarea impulsada por el presidente del Gobierno español con la Alianza de Civilizaciones sea quimérica, pero es preferible a la simple invasión militar de países bajo justificaciones vergonzantes para asegurarse el control de los recursos. Han sido los anhelos utópicos, en cualquier caso, los que han permitido a la Humanidad materializar sus más elevados sueños. La democracia, la lucha contra la miseria y el hambre, la solidaridad, la erradicación de enfermedades, la igualdad, la sostenibilidad y la paz, entre otras aspiraciones, hunden sus raíces en iniciativas visionarias que sólo con el tiempo enraizaron y dieron fruto. Es por ello que tan importante como la conquista del espacio es, para el futuro del planeta y de quienes lo habitan, la búsqueda de un diálogo y alianza de civilizaciones. Una iniciativa que nos debería llenar de orgullo por su paternidad española y su sensibilidad racional.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Siempre hago daño a quienes aprecio

Jamás he procurado mal a nadie. No soy una persona malvada que busca hacer daño por placer, mucho menos con premeditación e intención. Puedo tener enemigos con los que he podido mantener discrepancias, nunca un enfrentamiento serio. El odio y la animadversión no forman parte de los sentimientos que guían mis relaciones, aunque sí la indiferencia y el olvido con que evito a quienes me causan algún conflicto. Pero tampoco soy un santo henchido de bendiciones. A pesar de no atraerme el mal, siempre termino haciendo daño a las personas que quiero o me aprecian. Unas veces es por defraudar sus expectativas o confianza y otras por las consecuencias de actos irreflexivos, ajenos a una voluntad perversa.

La familia es la primera que padece mi forma de ser. Hasta los seres queridos y más cercanos parecen percibir en mi actitud el desprecio inexistente de una falta de apego y lejanía. La timidez y el rechazo a hábitos mantenidos por fuerza de la costumbre pueden ofrecer esa imagen frígida de mi persona, máxime si se es proclive a no expresar abiertamente los sentimientos. Otros, en cambio, sienten decepción al no ver cumplidas sus expectativas conmigo. Sea por lo que fuere, la realidad es que siempre acabo haciendo daño a los que me quieren y a los que aprecio, nunca a quienes me desprecian. Soy inofensivo como enemigo, pero defraudo como amigo, padre, marido, hermano y hombre. Me gustaría satisfacer a todos, pero fracaso en el empeño. Aunque aspiro a la perfección, sólo soy capaz de la mediocridad. A cuántos haya podido herir, les ofrezco mis disculpas. Siempre hago daño a quienes son importantes para mi, pero principalmente a mi mismo. Y lo siento.

martes, 8 de noviembre de 2011

Demagogia vs. cinismo


Ayer noche se celebró el promocionado debate televisivo entre los candidatos a la presidencia de Gobierno de los dos partidos mayoritarios de España. Y como todo producto audiovisual que se precie, su elaboración y puesta en escena se cuidó con el esmero de un gran espectáculo de entretenimiento en horario de prime time, en el que lo sobresaliente era el envoltorio y las imágenes, con su capacidad “emotiva”, antes que un contenido rico en argumentos dirigidos a la razón. Alfredo Pérez Rubalcaba, por el Partido Socialista, y Mariano Rajoy, por el Popular, desde este sentido, cumplieron con las expectativas que ambos despertaban entre seguidores e incondicionales con su duólogo (dos monólogos), pero no supieron o quisieron convencer a una audiencia que da muestras de una progresiva desafección de esa política capaz de cronometrar a la milésima el reparto de las intervenciones, pero escatima la confrontación dialéctica y las preguntas fuera del argumentario respectivo. A pesar de ser el quinto cara a cara de la democracia, apenas hubo debate. Anoche se aproximó pero no se consiguió.

Además sería el único debate que se celebraría durante la presente campaña electoral, con lo que no cabía opción a la revancha, en caso de un claro perdedor, ni a la participación de los demás partidos del arco parlamentario. Todo estaba perfectamente encorsetado y preparado para que los dos únicos intervinientes lucieran sus habilidades en un pulcro e inmaculado escenario que la Academia de la Televisión montó en el Palacios de Congresos de Madrid para un sólo uso, ejemplo evidente de cuál es el concepto de austeridad que ambos pregonan pero con el que no se sienten concernidos. Y aunque Rajoy y Rubalcaba partían desde posiciones diferentes –amabilidad y no errar el uno, sorprender y arriesgar el otro-, ambos estuvieron sujetos a lo establecido por sus asesores de imagen y comunicación. Y lo previsible se cumplió completamente porque uno asumió el papel de demagogo con unas propuestas que ya nadie cree y el otro mostró el cinismo con el que intenta no desvelar abiertamente sus intenciones. Veteranos de la política, los dos candidatos procuraron no exhumar los muchos cadáveres que portan en sus mochilas y fueron parcos en novedades con que deslumbrar al respetable.

No es de extrañar, por tanto, que si las propuestas, argumentos e ideas que arrojan luz a los ciudadanos brillaron con tan pobre luz, entonces fueran los aspectos espectaculares de la puesta en escena los pudieron resultar relativamente interesantes para quien se entretiene con las bambalinas. Incidir en la rigurosidad de un horario para el recibimiento y despedida de los candidatos, el cronometraje milimétrico de las intervenciones, la sujeción estricta a bloques temáticos pactados de antemano, el color de las corbatas y los trajes y hasta la falta de un público en la inmensa sala, quedó como lo llamativo de un encuentro donde se limitaron a leer lo ya preparado y se ufanaron en demostrar “tablas”.

Así, Rubalcaba se empeñó en interrogar a Rojoy sobre las medidas concretas que piensa poner en marcha para descubrir las ambigüedades calculadas de su Programa electoral, en un papel de “opositor” poco coherente con su condición de miembro hasta hace poco de un Gobierno en funciones, y Rajoy se limitó a resaltar las excusas de un candidato que pudo haber realizado lo que ahora propone durante sus años en el Ejecutivo. Ambos reconocieron el mal momento que vive el país para hallar culpables distintos y afirmaron que el empleo constituía su mayor preocupación, pero sin aclarar cómo combatirlo. Entre programas incumplidos y programas “ocultos” se desarrolló un cara a cara en el que se acusaron mutuamente de mentir y de propagar insidias, eso sí, con respeto y buenos modales. Porque fue cínico negar la bajada de las prestaciones por desempleo o la financiación de los activos tóxicos de los bancos que figuran en un contrato electoral, como demagógico era pretender el sostenimiento del Estado del Bienestar con planes marshall europeos y la supresión de las Diputaciones. En definitiva, exceso de “protocolo” para que la demagogia y el cinismo fueran los protagonistas de un debate en el que presuntamente se discutía el futuro del país y resultó ser simplemente un mitin para pedir el voto.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Domingo

La semana se precipita torrencial por la cascada del tiempo sin lugar para el remanso entre los márgenes escurridizos y raudos de la existencia. Imposible detenerse a disfrutar de esos instantes contemplativos en que se refugia la belleza, cuando los latidos se calman para que la paz anide en los ojos sorprendidos de quien logra contemplarla y donde el aire reverbera con la luz translúcida y cálida del amor. Sólo el domingo, con su sosiego fugaz, es capaz de atrapar la eternidad efímera de un beso e impregnar de sentido esta inútil impaciencia por llegar a ninguna parte.


viernes, 4 de noviembre de 2011

Extraño

Me levanto por la mañana y ni siquiera me miro al espejo. Me aseo y visto movido por un automatismo que me impide recordar lo que acabo de hacer. Al llegar al trabajo no puedo precisar por qué calles he circulado ni cuántos semáforos he cruzado. Hay días en que ni siquiera me acuerdo dónde he aparcado el coche. Las horas transcurren con la misma monotonía soporífera que embota los sentidos y adormece la consciencia. Nada sucede sin que forme parte de la rutina. Al regresar a casa, la televisión vomita las mismas noticias cada día y las conversaciones versan sobre temas ya trillados. Al final de la jornada, me acuesto al lado de una mujer que ya no me pregunta cómo he pasado el día porque nunca supe responderle. Se ha acostumbrado a dormirse mientras pronuncia un buenas noches mecánicamente. Cuando cierro los ojos, la oscuridad ilumina un pensamiento que me desvela hasta que una sensación de extrañeza me sumerge en el sueño y la amnesia.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Las razones de Grecia...

"... Si los griegos decidieran no aprobar el plan de ajuste, y con él el 50% de la quita sobre su deuda, la quiebra del país sería casi instantánea si, efectivamente, la Eurozona dejara de prestarle ayuda financiera. Sin embargo, Grecia juega en ese sentido con ventaja porque sabe que eso es altamente improbable. ¿Por qué?

Pues porque desde el momento en el que se declarara la quiebra griega los bancos franceses y alemanes, principales tenedores de los más de 26.000 millones de deuda griega en circulación, estarían, si no en quiebra muy próximos a la misma, es decir, deberían ser intervenidos y recapitalizados a cuenta de los presupuestos de sus respectivos países (adviértase que, curiosamente, sus gobernantes han sido los dos primeros en llamar al orden a Papandreu).

Pero ahí no acaba todo. Esos bancos, al comprar la deuda soberana griega adquirieron también seguros para cubrirse del riesgo de quiebra (los famosos CDS) y los principales vendedores de esos CDS son, mire usted por dónde, bancos y empresas aseguradoras estadounidenses. La conclusión es clara: la quiebra griega no sólo provocaría la quiebra de los bancos europeos que poseen su deuda sino también pondría en grandes dificultades a los bancos estadounidenses que vendieron seguros para proteger a los compradores de dicha deuda. El riesgo sistémico se extiende ahora a la inversa de como ocurrió con las hipotecas basura que llegaron desde Estados Unidos contaminando el balance de los bancos europeos. Ante este panorama, no es de extrañar que los mercados se hayan comenzado a desplomar y el nerviosismo, cuando no el pánico, sea la sensación dominante."

Más en: "Cuando la democracia entra por la puerta, el mercado sale por la ventana", de Alberto Montero, en Rebelión.

Dos películas para la crisis...

A quien no gusta leer, puede informarse de cómo se guisan las crisis a través de dos películas, al menos, que aún pueden verse en los cines. Inside Job y Margin call nos muestran el cinismo y la desvergüenza con que poderosos caballeros (del dinero) manejan las finanzas de las que dependen la vida y milagros de los anónimos currantes que creen en el espejismo de la fiabilidad del sistema económico y la protección de los Estados. Ni hipotecas ni préstamos, sin hablar de deudas soberanas y otras lindezas, son instrumentos de crédito ajenos a la especulación y, llegado el caso, la estafa, con los que se volatilizan los ahorros de los que menudean sus cuatro cuartos. Conocer cómo se las gastan los que controlan el sistema no evita los riesgos que todos asumimos al abrir cualquier cuenta en el banco, pero al menos nos previene de las bicocas en las muchos pican a la hora de obtener unas rentabilidades milagrosas como las que ofrecía la Nueva Rumasa, valga como ejemplo cercano y patrio. Y si con todo sigue creyendo que el capitalismo es el mejor invento del mundo para crear y distribuir riqueza, es que usted es un bróker como la copa de un pino que mira a través de los ventanales de un rascacielos cómo las hormiguitas humanas seguimos atareadas, trabajando… para usted. ¡Enhorabuena, cabrón!

Mercaderes y democracia

La fiebre del pánico se ha apoderado de Europa, como indican los termómetros bursátiles. El mayor proyecto político del último siglo está a punto de ser inviable por culpa de un simple referéndum, precisamente en el solar histórico donde nació la democracia: Grecia. Un proyecto para un espacio único que se inició por lo que parecía más fácil, la convergencia económica y financiera de los Estados que conforman lo que conocemos por Europa, un continente que aglutina pueblos y culturas interrelacionadas desde el Atlántico hasta prácticamente los Urales, y que hace frontera con Rusia, Asia, los países árabes mediterráneos y África. Desde aquella CECA del carbón y el acero hasta el euro, pasando por la abolición de las fronteras del espacio Schengen, el camino recorrido tenía una sola dirección: un futuro de unidad para constituir la segunda potencia política y económica del mundo, tras los Estados Unidos.

Pero lo más fácil se ha complicado a causa de una crisis económica que ha puesto en evidencia la fragilidad del proyecto y las ambiciones usureras de los mercaderes. Cuando éstos últimos creían haber impuesto sus condiciones por encima de la política, acorralando hasta la pobreza a un país cuyas cuentas precisaban de una inyección de capital infinitamente menor que la del rescate bancario, resulta que consultar su parecer a los destinatarios de tales medidas desata el pánico. ¿Desde cuándo se pregunta al enfermo si quiere operarse? Los “médicos” entran en cólera si se cuestiona su terapéutica, pues son proclives a que el paciente ignore otros procedimientos de cura, tal vez no tan ortodoxos, pero menos invasivos. ¿Es la medicina una ciencia exacta? Tan exacta como la economía, pero impone recetas de obligado cumplimiento para no perder su autoridad y el control de la realidad -económica o sanitaria- en la que mantiene intereses.

Grecia ha anunciado la convocatoria de un referéndum para que sus ciudadanos, que llevan rechazando con huelgas generales y algaradas callejeras su empobrecimiento acelerado, decidan sobre tales medidas. Un referéndum vinculante que situaría al país en la bancarrota y, en consecuencia, lo abocaría a salirse del euro, desligarse de la disciplina monetaria de la Unión Europea y demostrar al mundo que aquel proyecto político estaba mal hilvanado.

Resulta, sin embargo, que la aplicación de las normas democráticas en decisiones que afectan a la población no son asumibles por los mercaderes, que prefieren que sus imposiciones sean aceptadas sin rechistar, como hizo Rodríguez Zapatero en España en mayo del año pasado con sus reformas y hasta modificando la Constitución al dictado de Ángela Merkel. Es curioso que la misma actitud de desprecio a los procedimientos democráticos la realicen quienes no se cansan de presentarse como garantes de la democracia en el mundo. Es precisamente lo que hizo EE.UU al abandonar la UNESCO, y retirar su contribución a su financiación, por admitir este organismo de la ONU a Palestina como Estado miembro.

El pánico de Europa y el comportamiento de EE.UU en la UNIESCO responden a un miedo a la democracia impropio de sociedades civilizadas y formalmente democráticas. Pero cuando entran en juego los intereses propios y estratégicos (de mercado y políticos), los procedimientos democráticos parecen sobrar.

La Argentina de principios de la década del 2000, con las medidas restrictivas que impusieron el FMI, BM, OMC y el Gobierno de la República para evitar una ola de pánico y la crisis del sistema bancario, a causa de una insoportable deuda externa y un déficit fiscal que abocaban hacia la suspensión de pagos por parte del Estado, nos descubre la causa de los temores que hoy siente Europa ante la iniciativa griega. Aquel “corralito” y el posterior “corralón” soliviantaron a la población que veía cómo sus ahorros quedaban cautivos o se volatizaban en los bancos, provocando la caída de gobiernos y la fuga de depósitos hacia países más estables. Un ejemplo que se puede extender a otros países de la zona euro si las restricciones al gasto social continúan aplicándose en Portugal, Italia y España, cual mechas incendiarias.

¿Y qué pasó en los demás países intervenidos? Aparte de Grecia, la intervención europea hizo anticipar las elecciones en Irlanda, provocando la caída del partido Fianna Fail, que históricamente gobernaba el país, a favor de una coalición de conservadores y laboristas. También en Portugal fue castigado el partido socialista gobernante y, por lo que apuntan todas las encuestas, en España sucederá lo mismo. Los ciudadanos atribuyen la crisis mundial a sus gobiernos nacionales, que son irremediablemente sustituidos por el opositor, aunque no haga pública sus propuestas. Con miedo a perder poder adquisitivo y derechos sociales, las clases medias, las que más acusan las políticas de restricción del gasto, varían el sentido de su voto hacia quien parece defender sus prerrogativas y mantener su estatus actual.

La democracia queda, por lo que se ve, como válvula para el desahogo de unos pueblos asfixiados por las políticas neoliberales que dictan los mercaderes, pero no para la aprobación o rechazo de éstas. Esas decisiones han de adoptarlas no los ignorantes que las padecen, sino los gurús que las imponen, aunque con ello consigan la explosión social que en Grecia hace temer el más radical y rotundo repudio de las mismas si se consulta en referéndum. Los mercaderes y la democracia no parecen congeniar, hasta que el pueblo se da cuenta. Lo malo es que, además, de ese descontento surgen los populismos que inflaman los extremos.

martes, 1 de noviembre de 2011

Culto a la muerte

Todo el mundo celebra culto a la muerte, ya sea recordando a los difuntos o riéndose de ella mientras se está vivo. Todos los Santos o Halloween festejan lo fúnebre, el destino fatal que a todos aguarda cuando llegue la hora. Con obras teatrales como Don Juan Tenorio o mediante máscaras y disfraces, rendimos culto a la muerte, la única certeza que. de tan verdadera, la ignoramos, salvo un día: hoy, festividad de Todos los Santos, seguida del Día de los Difuntos, o la céltica de Halloween, que ya se impone como un negocio más en España.

Lo cierto es que, en bromas o en serio, no olvidamos a la guadaña que nos acecha ni a quienes se ha llevado ya consigo. Se unen lo profano y lo sagrado, lo cristiano y lo céltico, lo hispano y anglosajón, la archicultura del imperio y lo propio, para rendir un segundo de reflexión, bajo la aparente festividad comercial, a una muerte siempre presente y a la que damos la espalda todo lo que podemos. Hoy, sin embargo, recordamos que está ahí mientras acudimos a los cementerios para visitar las tumbas de los familiares idos, con el dolor que aún nos produce su pérdida, mientras los que se creen lejos de tales momentos por su edad, aprovechan el día para celebrar la vitalidad que bulle en un organismo joven y sano, riéndose de la muerte con disfraces y fiesta. Es la festividad de Todos los Santos, antes tan gris y triste, cuando el único negocio era el de las flores para engalanar los humildes nichos y los enormes panteones, que también hay clases sociales en la otra vida.

Esta noche, sin embargo, la juerga ha recorrido nuestras calles con el desenfreno juvenil de las pandillas que se saltan toda tradición –ni misas ni truco o trato- para festejar disfrazados o no de vampiros, brujas, diablillos o zombies lo que a ellos sobra: vida. Consciente o inconscientemente, rendimos culto a la muerte aunque lo sublimicemos en celebración por las cosechas, los Santos o las brujas y demás espíritus que habitan nuestras supersticiones. Es tan grande nuestra negación del poder absoluto de la muerte que sólo le dedicamos un día al año, en el que unos recuerdan a sus fallecidos y otros disfrutan de la fiesta, pero en el que todos sienten ese pellizco íntimo de una muerte que nos ronda. Por eso hay que celebrar que todavía no nos haya tocado. ¡Feliz día, vivos!