domingo, 29 de abril de 2012

5.700.000 razones para la ira

Si fuéramos solidarios con sinceridad, tendríamos 5 millones largos de razones para estar disconformes y molestos con la situación que nadie, ni antes ni ahora, acaba de hacer frente de manera decidida y eficaz. Si fuéramos generosos con sinceridad, tendríamos 5 millones largos de corazones a los que consolar con nuestro apoyo y entrega, echándoles una mano para rescatarlos del pozo de miseria al que están abocados.

Si fuéramos justos con sinceridad, habría 5 millones largos de objetivos prioritarios a los que destinar, antes que a los bancos, los recursos a disposición del Gobierno para que sientan alivio en la angustia en que se encuentran. Si fuéramos equitativos con sinceridad, dispondríamos de 5 millones largos de “recursos humanos” a los que ofertar puestos de trabajo, garantizando sus condiciones laborales, en vez de abaratar el despido a los que tienen suerte de trabajar.

Si fuéramos cristianos con sinceridad, nos moverían 5 millones largos de almas que no pueden clamar contra la injusticia ni esperar el apoyo de una iglesia que opta por combatir a los homosexuales y solicitar limosna para conformar a los desfavorecidos. Si fuéramos sensibles con sinceridad, habría 5 millones largos de estímulos para cambiar un modelo de sociedad que ampara la riqueza y condena a la pobreza a los que no disponen de oportunidades para la emancipación. Si fuéramos honestos con sinceridad, contaríamos con 5 millones largos de asuntos que abordar sin dilación y que reclaman nuestra atención desde cualquier posición que ocupemos en la escala social. Si fuéramos patriotas con sinceridad, centraríamos en esos 5 millones largos de problemas todas las políticas e iniciativas que pudiéramos emprender, antes que atender las demandas del mercado o las directrices de los organismos foráneos. Si fuéramos leales con sinceridad, asumiríamos los 5 millones largos de desempleados como un fracaso propio que nos instaría a combatir hasta vencerlo. Si fuéramos libres con sinceridad y de verdad, nos movilizarían 5 millones largos de razones para el grito y la ira. Si fuéramos humanos…

sábado, 28 de abril de 2012

Fernando Moreno Andrade

A cierta edad nos produce vértigo la longitud del camino recorrido y la de recodos por donde hemos ido dejando a quienes durante algún tiempo nos acompañaron. Cuando el olvido se apiada, miramos hacia atrás y con escalofrío descubrimos un horizonte por el que se pierde el rastro de tantos amigos y compañeros, con los que compartimos un tiempo y un trozo de vida. Y aunque nunca se perdieron del todo, de vez en cuando tropezamos con ellos en los cruces que enlazan nuestros destinos.

A Fernando Moreno Andrade lo conocí cuando empecé la aventura laboral en la Córdoba de finales de los años setenta. Era nuestro primer destino como enfermeros de un hospital nuevo y en una ciudad que entonces no apreciábamos tanto como hoy. Como sevillanos “chovinistas”, gastábamos y aguantábamos chascarrillos por la inevitable rivalidad entre ciudades hermanas para entretener un tiempo que entonces nos parecía sumamente lento. Sólo estuvimos un año en la ciudad de la Mezquita, durante el cual, vestidos con bata blanca o de calle, emparejamos profesión y ocio. Fue él quien me enseñó donde servían el solomillo a dos salsas en la judería cordobesa, sobre plato de madera, antes incluso de que se pusiera de moda en un ventorrillo sevillano, o la taberna que preparaba una lechuga frita, a la que vuelvo cada vez que puedo.

Mientras yo cumplía mis obligaciones en las plantas clínicas, Fernando hacía lo propio en radiología. Y cuando hube de estar ingresado como enfermo unas semanas, su ayuda y cercanía permitieron las visitas de mi mujer y calmaron mi impaciencia por escapar de una condición de la que renegaba. Sin embargo, asentados definitivamente en Sevilla, nuestra relación se fue espaciando, limitándose sólo a fugaces encuentros por los pasillos o al intercambio de impresiones durante esas casualidades que te permite un centro comercial, en las que enseñas fotos de los hijos y ya de los nietos.

De Fernando me atraía su calma y serenidad, lo que no le impedía enfrentarse a los atropellos e injusticias que a menudo se producen en el ambiente laboral. Sabía que había asumido responsabilidades de gestión en ese destino de radiología del que nunca escapó, adonde lo iba a buscar cada vez que precisaba una radiografía. Siempre nos hemos reído de la estulticia que nos rodea con la benevolencia de la ironía, como si el tiempo siguiera detenido en aquella Córdoba abarcable de nuestra juventud.

Ahora, de pronto, tengo conocimiento de las circunstancias por la que está pasando y no puedo menos que sentir el vértigo de cuán lejos hemos llegado y de los peligros que nos reserva la edad. Este postrer cruce de caminos empieza a mostrar las heridas que soportamos, aunque nuestros ojos se empeñen en reconocer sólo la imagen grata del inicio de la aventura. Es por ello que en Fernando no veo a un compañero, sino a un amigo al que deseo una pronta recuperación para seguir cruzándome con él hasta donde nos conduzcan nuestros caminos.

viernes, 27 de abril de 2012

Sevilla en feria

La ciudad ha ido vaciándose progresivamente durante la semana, extrañamente tranquila y apacible para dejarte deambular por su casco histórico sin las aglomeraciones que suelen atropellarte camino de los grandes almacenes del consumo. A partir del martes se ha producido el éxodo de la muchedumbre hacia esa metástasis del infierno entoldado y ruidoso que es la Feria, dejándonos para los amantes de la soledad una Sevilla asequible y mansa, amable con quienes disfrutamos paseando sin rumbo por sus calles y gustamos de tomar cualquier aperitivo sin prisas. Por eso me gusta tanto la Feria: me permite admirar mi ciudad sin que nadie me empuje ni me tape la vista o me chille al oído. ¡Ojalá durase todo el año!

jueves, 26 de abril de 2012

No basta con aprobar...

Los “ajustes” y las “reformas” que promueve en España el Gobierno conservador del Partido Popular, bajo la presidencia de Mariano Rajoy, con la excusa de combatir la crisis económica, están cercenando las oportunidades que brindaban los servicios públicos a los más desfavorecidos de la sociedad. El desmantelamiento progresivo del Estado de Bienestar es una realidad amarga e imparable que acarreará unos efectos nocivos que repercutirán en el aumento de las desigualdades y en la desprotección de las capas más débiles y vulnerables de la población, ensanchando la brecha entre los que pueden sufragarse sus necesidades y los que dependen del auxilio social.

Porque ya no es que se niegue la asistencia sanitaria a los inmigrantes o se retire el traslado en ambulancia a los enfermos crónicos que precisen tratamientos periódicos en los hospitales, sino también del endurecimiento de las condiciones, con la intención de reducir su número, para la concesión de becas que faciliten los estudios universitarios a quienes no pueden pagárselos. A partir de ahora, ya no basta con aprobar, sino que se deberá conseguir una nota media superior al aprobado para disponer de una beca universitaria. Según el ministro del ramo, José Ignacio Wert, el objetivo es buscar un mayor rendimiento académico e inculcar la “cultura del esfuerzo”.

Yo no he estudiado con esas ayudas, pero una hija sí pudo completar su carrera universitaria gracias a una beca que abarataba las matrículas. Ninguno de los dos éramos estudiantes de excelentes calificaciones pero tampoco repetíamos ningún curso, simplemente aprobábamos cada año con el esfuerzo y el rendimiento de nuestras personales capacidades intelectuales. La diferencia entre mi hija y yo es que en mis tiempos no era tan oneroso estudiar, aunque sí mucho más improbable, no por el coste de los estudios, sino porque la economía familiar requería de los ingresos que cuanto antes pudieran aportar cada uno de sus miembros. Con los nuevos requisitos que ahora exige el ministro de Educación, mi hija no hubiera podido conseguir sus estudios universitarios, y no por falta de esfuerzo o rendimiento académico, sino por no pertenecer a una familia pudiente.

Naturalmente, los fines reales que persigue el Gobierno son inconfesables porque desatarían una contestación multitudinaria entre los ciudadanos, en tanto en cuanto obedecen a la doctrina ideológica que profesa el partido conservador, consistente en “adelgazar” el Estado lo máximo posible, eliminando todo lo que consideran “gasto”; es decir, dejando que la iniciativa privada se haga cargo de los servicios que se proveían de manera pública. De esta manera, no sólo se irán recortando prestaciones sociales o endureciendo sus requisitos, sino que se acabará eliminando toda atención social para que sea contratada en el mercado, cuyo fin -no lo olvidemos- no es socorrer a nadie, sino tener beneficios, ganar dinero.

Si la finalidad fuera en verdad estimular la aplicación de los estudiantes, el Gobierno podría haber diseñado un plan de becas cuyo importe guardaría relación con el rendimiento académico, sin negar ninguna ayuda al estudiante que le basta con aprobar para labrarse una carrera. Pero no siendo ese el propósito, si mucho no me equivoco, pronto serán los bancos los que ofrezcan becas a los universitarios que puedan suscribir tales préstamos o cuenten con el aval de sus familias. Menos mal que mi hija ya es profesora de filología hispánica porque en la actualidad, con las tijeras de Rajoy, no hubiera tenido oportunidad de pisar la universidad. No por mal estudiante, sino por pertenecer a una familia sin recursos. ¿Ese es el modelo de sociedad que deseamos para nuestros hijos o... nietos?

miércoles, 25 de abril de 2012

La carcoma de la Junta de Andalucía

La Junta de Andalucía, la administración desde la que se gobierna la comunidad autónoma, tiene carcoma y los responsables de ello son los inquilinos que hasta la fecha han ocupado aquellas instalaciones de forma exclusiva. No se trata de una afección aislada de fácil curación con las normas y los procedimientos habituales, sino de una  enfermedad crónica que invade ya la estructura vital del organismo autónomo, poniendo en serio peligro su integridad, medida en  la confianza que genera en los ciudadanos. Todos coinciden en el diagnóstico y la etiología del problema: la Junta está carcomida y la responsabilidad es de los socialistas que no la han cuidado como merece.

El último síntoma de ese mal es el envío a prisión del exconsejero de Empleo, Antonio Fernández, imputado en el feo asunto de los ERE fraudulentos y acusado de cometer seis delitos, entre ellos el de malversación de caudales públicos y cohecho.  En la cárcel le aguardaban entre rejas su subordinado Javier Guerrero, exdirector general de Trabajo, y su exchófer, Juan Francisco Trujillo, quien no tuvo reparos en declarar que había comprado cocaína para él y su jefe con el dinero que debían administrar para la concesión de ayudas sociolaborales.

Es la primera vez que se encarcela a un exconsejero de la Junta de Andalucía por un caso de corrupción en democracia. No es que no existieran conductas reprobables entre los políticos de la región (según muchas listas, hay decenas de ellos imputados), sino que jamás esta lacra había alcanzado a responsables de tan elevada posición, como la de este exmiembro del Gobierno autónomo. Y ello es grave porque denota hasta qué punto la carcoma está corroyendo toda la estructura de poder en la Comunidad, amenazando incluso a la propia cúspide del Gobierno andaluz, como advierte la juez instructora del caso, Mercedes Alaya, en el auto de prisión del exconsejero: “la política no puede ir contra la ley y el derecho”.

La atracción de parásitos que ejerce todo ambiente propicio a la infección, como la existencia de ingentes cantidades de dinero con escaso control, es un efecto conocido que se combate con profilaxis higiénica. La trama de los ERE pone de manifiesto la absoluta falta de mecanismos de supervisión y la inexistencia de estrictos controles en el manejo de fondos millonarios destinados a las ayudas a empresas y trabajadores en dificultades, posibilitando un uso discrecional y fraudulento de los mismos por delincuentes contra los que no se ha sabido o no se ha querido hacer prevención profiláctica. Ese “absoluto descontrol” es, precisamente, lo más repugnante del asunto porque evidencia una intención por esquivar el cumplimiento de la ley en el uso “grosero” y arbitrario de los caudales públicos.

Los andaluces han castigado a los socialistas en las recientes elecciones autonómicas, pero dejándole la posibilidad de seguir gobernando en coalición con los comunistas. Probablemente, si la juez hubiera adelantado el encarcelamiento del exconsejero para antes de las elecciones, el resultado del PSOE no habría sido muy diferente. A pesar del escándalo mayúsculo que representan los ERE, la derecha no ha podido conquistar el poder en la mejor de sus oportunidades. Pero el reto que aguarda a los socialistas es ciclópeo, no tanto por la crisis económica que tendrán que capear, sino por la ineludible limpieza que habrán de acometer en la Junta de Andalucía para eliminar la carcoma que parasita sus entrañas. Los ciudadanos podrán soportar -no tienen más remedio- que la economía imponga restricciones y dificultades, pero lo que no consentirán es que la putrefacción se extienda a todo el organismo de autogobierno de la región, en perjuicio de Andalucía y su población. Han desconfiado de las recetas que prometían milagros contra esta enfermedad por parte de quienes tampoco la han erradicado allí donde podrían hacerlo, dando la última oportunidad a los socialistas. Más que contra la economía, los socialistas andaluces se la juegan contra la corrupción. Y como no sean capaces de extirpar la carcoma y Antonio Fernández no sea el primer y último consejero que acaba con sus huesos en prisión, lo tendrán muy difícil para mantener el gobierno de Andalucía. Pero lo que es peor, la Junta quedará por años muy debilitada en la consideración de sus representados. Su estado es de suma gravedad.

martes, 24 de abril de 2012

La deriva autoritaria de los "ajustes"

El Gobierno de Mariano Rajoy no se cansa de repetir que todas las medidas que adopta vienen determinadas por las excepcionales circunstancias en que ha encontrado al país, castigado por una crisis económica que lo hunde en una segunda recesión de consecuencias sin duda aún más dramáticas para los ciudadanos de a pie. La política económica tendente a la reducción del déficit a cualquier precio, necesariamente elaborada al gusto alemán, obliga a “ajustes” drásticos que paralizan la actividad y provocan el estancamiento económico del país. Es una de las alternativas posibles para combatir la crisis, no la única, y es la que aplica el Gobierno del Partido Popular, amparado en la mayoría parlamentaria que consiguió en las últimas elecciones generales. Algo legítimo en democracia, aunque no cumpla con las promesas electorales.

Distinto es que, en el ejercicio de su legitimidad para decidir las medidas de austeridad que estime convenientes para la economía, adopte decisiones que afectan a derechos y libertades consagrados en nuestra sociedad. Como advertía Javier Pérez Royo, la unilateralidad en tales decisiones puede derivar fácilmente en la imposición autoritaria. Existen múltiples ejemplos de estar ya comportándose así el Gobierno, gracias a esa mayoría absoluta que goza el Partido Popular en el Congreso de los Diputados, que le posibilita legislar sin necesidad de buscar el consenso y los puntos de acuerdo con las demás fuerzas políticas, guiándose sólo en función de sus preceptos ideológicos y con claro menosprecio de la pluralidad y diversidad existentes en la sociedad.

Porque ya no se trata de que se abuse del Decreto Ley para cuando desea con urgencia no justificada modificar condiciones legales que no le son favorables, sino de arrasar derechos fundamentales que limitan la discrecionalidad de su labor ejecutiva. Es decir, endurecer el Código Penal para castigar el vandalismo callejero y anunciar una propuesta del Ministro de Interior para responsabilizar criminalmente a partidos políticos o sindicatos por los daños que causen los convocados en una manifestación, es retroceder en cuanto a derechos cívicos hasta épocas de caudillaje totalitario, máxime cuando tales excesos están tipificados penalmente en la ley vigente, que también exige la proporcionalidad en el uso de la fuerza represiva y una conducta policial ajustada a derecho que evite cualquier atropello o abuso de autoridad.

Pero si lo que se persigue es la impunidad en la actuación de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado en su labor represora de la conflictividad social, la deriva autoritaria se convierte en un recurso intencionado. Las imágenes de policías aporreando a jóvenes estudiantes en Valencia dejan en evidencia la idoneidad de tal endurecimiento penal, porque lo que delatan es la necesidad de un mayor control de los procedimientos policiales. Aún más: no conforme con ello, el Gobierno pretende además limitar el acceso a la información que la televisión pública facilita a los ciudadanos. Con la excusa de reducir la deuda de las administraciones, tanto Televisión Española como las televisiones autonómicas están sentenciadas a la privatización o al cierre de sus emisoras. Los ataques desaforados de que es objeto RTVE por parte de la derecha mediática son paradigmáticos de lo que consideran “libertad de información”, aquella que sólo se limita a la loa gubernamental, sin ningún resquicio de crítica. De ahí la urgencia –otra vez- por romper el consenso alcanzado para que su presidente no sea fruto de una decisión unilateral del Gobierno, sino de una mayoría cualificada del Parlamento. Cuando al fin parecíamos disfrutar de una televisión equiparable en independencia y profesionalidad a las más acreditadas del mundo, como es la BBC inglesa, viene el Gobierno a devolvernos aquella TVE que era la mejor de España en su tiempo, porque era la única, controlada por el comisario gubernamental de turno. Las privadas, ya se sabe, respetarán la mano que les “mueve” la licencia..., salvo rarísimas excepciones, sin capacidad de competencia. Y también con prisas, por vía del Decreto Ley para la imposición autoritaria en ese control de la televisión pública, cuyos informativos intentaban reflejar lo que sucede en la realidad, aunque no fuera del gusto de quien gobierna. Es lo que tiene la libertad y la independencia informativa: no guarda compromisos con ningún poder.

Más allá de recortes económicos y mordazas a la información, la situación excepcional que el Gobierno arguye le sirve para imponer de forma francamente autoritaria, sin ningún procedimiento deliberativo, no sólo medidas económicas, sino también una regresión del derecho al aborto, la práctica eliminación de la Ley de Dependencia, el encarecimiento de los estudios universitarios, requisitos más restrictivos para la concesión de becas, la limitación de la asistencia sanitaria a los inmigrantes, una “reforma” laboral que despoja de derechos a los trabajadores, el “copago” en las recetas farmacéuticas a los pensionistas, la reducción del personal en la enseñanza, la sanidad y las administraciones públicas, lo que se une a una enésima disminución de sus salarios, la subida de impuestos vía IRPF (queda pendiente la del IVA), recortes en la Ayuda a la Cooperación y el Desarrollo, la brutal reducción de las inversiones en ciencia e investigación, etc.

En definitiva, la deriva autoritaria que ha emprendido el Gobierno del PP puede que, por cómo se comportan los mercados, sea inútil para contener el paro o la recaída en esa segunda recesión por la que despeña nuestra economía, pero está consiguiendo que retornemos a la España agria y gris del estraperlo, aquella donde los señoritos pegaban tiros en sus cotos de caza (a elefantes o lo que se moviera), con la bendición de la santa madre Iglesia (cubierta de privilegios) y el amparo de un ejército que no se ve concernido por leyes de transparencia ni de austeridad, mientras el pueblo intenta sobrevivir de las migajas, carente de derechos que dignifiquen su condición de desfavorecidos en virtud de unos servicios públicos. Pero según Rajoy, “no hay dinero para atender el pago de los servicios públicos”. ¿Qué nos espera?


ACTUALIZACIÓN (26/04/2012)
Enric Sopena reitera la preocupación expresada en este post.

domingo, 22 de abril de 2012

Cuadernos de Roldán nº 74

Se notaba que la primavera había aposentado sus reales sobre Sevilla porque la gente abarrotaba el centro de la ciudad. Una cola inmensa de nativos y turistas aguardaba paciente para introducirse en los tesoros de la Catedral o contemplar al caimán del Patio de los Naranjos, mientras numerosos grupos de asiáticos, cual colegiales, seguían las explicaciones de los guías y tiraban fotos hasta de las papeleras municipales. Con todos ellos había que tropezar para llegar a la Casa de la Provincia y asistir al acto de presentación del poemario número 74 de Cuadernos de Roldán, dedicado al barrio de Santa Cruz.

Pero merecía la pena. El salón del recinto de la antigua Diputación, situado en un palacete extramuros del Alcázar y frente a la Catedral y el Archivo de Indias, tardó en llenarse por las dificultades de acceso ya descritas, pero se llenó. Había curiosidad por escuchar qué más se podía recitar del barrio más fotografiado y exhibido de Sevilla sin recrearse en los tópicos. Y los 28 poetas y 28 pintores, cuyas obras conforman el libro, han sabido “retratar” desde la singularidad de sus inspiraciones una visión inédita del barrio turístico por excelencia.

Presentado por Quintina Falcón, Lorenza Cabral y Ana Llorca, encargadas de esta edición junto a los “ecónomos” Carlos Becerra y Pepe Aguilar, el acto se desarrolló -como de costumbre- con las lecturas de los poemas que lo conforman y la reproducción de las pinturas que lo ilustran. Así, Salvador Compán señalaba el “camino de interior” para adentrarse en el laberinto de cal y de sorpresa, en su poema Santa Cruz; o los besos perdidos intramuros y fuera, en el de Carolina Abadía; o ese gran bazar en que se ha convertido el barrio, en el Santa Cruz Market de Ismael Yebra. Pepa Santos, Justo Girón, Osorno, Carlos Becerra Luna y José Ramón Vaca, entre 28, aportaron sus lienzos para este número de Cuadernos de Roldán, una tertulia de cuya vitalidad habla el número de libros publicados y los proyectos de futuro que aún hace brillar la ilusión de sus “inquilinos” y simpatizantes. Y, para muestra, un botón:

SEDUCTOR ESCAPARATE

Barrio de Santa Cruz,
la piel adoquinada
de tus angostas callejuelas
ama la sombra, no la luz.

Recreas rincones adorables
que envidian la auténtica judería,
¡romántica postal de cursilería:
aromas de azahar en Los Venerables!

Más siendo sólo escaparate,
decorado para la imaginación,
recorrerte es un misterio,
un seductor punto y aparte.
                                     Dondanielo

viernes, 20 de abril de 2012

20 años de la Expo´92

El tiempo es tan escurridizo que, cuando te quieres dar cuenta, hace una eternidad que aquel instante forma ya parte de un pasado irrecuperable. Así, parece que fue ayer cuando la Exposición Universal abría sus puertas al público en Sevilla un día de primavera que, da espasmos sólo recordarlo, descubrimos sucedió hace la friolera de 20 años, la edad de una generación.

Hoy se conmemora el vigésimo aniversario de una Expo´92 que transformó no sólo la ciudad con dotaciones arquitectónicas e infraestructuras impensables, sino también a las personas que vivieron esos días como los más importantes de sus vidas, al convertirlos en protoganistas y testigos de la atención del mundo entero. Una isla cargada de pabellones y espectáculos deslumbró a cuantos asistieron durante seis meses al futuro hecho realidad al otro lado del río, cual espejismo palpable de una felicidad colectiva. España era el espejo donde se reflejaba el horizonte idealizado de los pueblos que participaron en la muestra, y Sevilla, la faz resplandeciente que los recibía con el júbilo de un público entregado.

Muchos sueños y esperanzas nacieron con la Expo´92 en el corazón de la gente y del país en su conjunto. Aspiraciones de progreso y prosperidad, tanto individuales como colectivas, que pudieron cumplirse o malograrse según la suerte corrida por todos. Ahora toca rememorar, al hilo de este aniversario, lo que supuso aquella oportunidad única para unos y otros, en lo que cada semblanza se encargará de subrayar.

En ésta habría que valorar lo que aportó para una economía habituada a estrecheces y de estímulo a un reconocimiento personal de quien estaba condenado a la pasividad improductiva. Pero más allá de las repercusiones materiales y las decepciones, la Expo´92 genera aún nostalgia incluso entre los que no vieron cumplidas sus expectativas y quimeras. Por ello, puestos a destacar lo de verdad relevante, he de confesar que el mejor recuerdo que personalmente guardo de la Exposición Universal de Sevilla no son los puentes que cruzan el río, ni el AVE que hace volar al tren ni las autovías que nos acercan a cualquier parte, sino el rostro iluminado de una pupi que todavía sigue abriéndole el portillón de la ilusión a mi vida y me franquea el paso de su alma bondadosa y generosa, sin importarle aniversario alguno, aunque pasen cien años.

Incredulidad

No daba crédito a lo que pasaba. Cambiaba todo menos él y se sentía superado por la vida, que lo había dejado petrificado como una piedra en el camino, que no se mueve pero a la que todos pisan. Su mundo ya no era el que sus ojos veían cada día, aquel en que podías confiar si las circunstancias venían mal dadas y donde un trabajo podía asegurar un porvenir estable. Ahora la realidad lo asombraba cuestionándole todas sus certezas y despojándolo de sus creencias. Sus valores ya no eran válidos para la época que había llegado, y se encontraba aturdido y perdido, incapaz no solo de comprender el nuevo rumbo de los acontecimientos, sino de aceptarlos. Se negaba a plegarse a lo que las actuales condiciones exigían y fue vencido por la evidencia: su plaza de funcionario había sido amortizada. No se lo podía creer.

martes, 17 de abril de 2012

La Jefatura del Estado como problema

La definición de España aún no está definitivamente conseguida, a pesar de la estabilidad que durante las últimas décadas ha proporcionado la monarquía parlamentaria que la Constitución de 1978 impuso de forma ineludible. Cuando se propuso el referéndum constitucional, una parte de la población imposible de cuantificar confiaba en una consulta previa, no sólo sobre ruptura o reforma del régimen dictatorial del que se partía, sino incluso del modelo de Estado que se aspiraba construir. No hubo opción para discernir entre república o monarquía por cuanto los constituyentes en la Transición, con la prudencia de no desatar los demonios de unos extremismos radicales vigilantes y activos, incluyeron en el paquete de la Carta Magna, de forma inseparable y conjunta, la reinstauración monárquica que Franco había previsto con la figura por él preparada de Juan Carlos de Borbón, hijo del legítimo heredero de la corona española, don Juan de Borbón, quien renunció a sus derechos dinásticos no sin velada resistencia.

El país se convierte, tras la proclamación de la Constitución, en un reino, donde el rey representa la Jefatura del Estado. Don Juan Carlos I, rey de España desde entonces, ha desempeñado un papel que ha sido indiscutido por cuanto ha evitado los desmanes y el boato de otras monarquías próximas en Europa, aunque no ha podido erradicar totalmente el nepotismo real en algunos comportamientos de su propia persona o de su círculo familiar. La bondad de su imagen ha sido favorecida por una legislación que castiga como delito las “injurias” al Jefe del Estado y una prensa que ha sido sumamente benévola en sus críticas al rey. Todo un muro de protección que garantizaba la inviolabilidad, pero también la impunidad del soberano.

Han tenido que pasar 30 años para que este carácter cuasi sagrado de la monarquía española comience a resquebrajarse y la crítica aflore a la superficie de la opinión pública. Escándalos por corrupción entre miembros de la Casa Real, problemas matrimoniales en sus hijos, la hipocresía de una moral que desean irradiar, la opacidad hasta ayer de los presupuestos públicos con que cuenta la Corona, el súbito conocimiento de una agenda oculta en la actividad “privada” del rey, el hermetismo absoluto que rodea al patrimonio personal de la familia real, sus negocios e intereses económicos, las aficiones que gastan y las amistades que frecuentan han dado pie a toda una rumorología que se acrecienta con cada nueva noticia que desvela facetas que se pretendían ocultas.

Ello viene a incidir en ese larvado, pero palpable resquemor de una parte incuantificable de la población por la imposición de una forma de Estado que no ha sido abiertamente refrendada democráticamente, sino incrustada en una Constitución rígida, de complicada y difícil modificación. Y ese es el peligro que aparece cuando el rey, de manera irresponsable, ofrece motivos para el repudio de una Jefatura del Estado que se ha de soportar de forma hereditaria, sin posibilidad de enmienda. Los disparos que pega en Botsuana no matan sólo elefantes, sino que hieren tal vez mortalmente a la propia monarquía que él encarna, evidenciando la existencia del problema que España no ha sabido resolver definitivamente con la forma del Estado. Es como si el propio monarca diera pábulo a la escamoteada cuestión sobre república o monarquía cada vez que tropieza.

domingo, 15 de abril de 2012

¿Qué hará el rey?

¿Qué hará el rey en África cuando su reino está sumido en la crisis económica más grave y dramática del actual período democrático?  ¿Qué hará el rey en Botsuana cuando en su reino hay más de cinco millones de personas sin empleo? ¿Qué hará el rey cazando elefantes cuando en su reino se decide incrementar el horario laboral de los empleados públicos? ¿Qué hará el rey de safari cuando en su reino se reduce el presupuesto del Estado de la manera más drástica jamás conocida en democracia? ¿Qué hará el rey pegando tiros cuando una personalidad de su reino advierte a los funcionarios de que deberán "dejar de tomar café y leer el periódico"? ¿Qué hará el rey de vacaciones fuera de temporada cuando en su reino se congela por segundo año consecutivo el sueldo a los funcionarios, tras una rebaja previa del 5 por ciento de su salario? ¿Qué hará el rey con una reducción del 2 por ciento en su asignación presupuestaria cuando el recorte a los gastos del conjunto del Estado alcanza una media del 16 por ciento? ¿Qué hará un nieto menor de edad del rey con una escopeta de caza cuando en el reino se deciden recortes en las partidas de educación, sanidad y otros servicios sociales? ¿Qué hará el rey con un yerno imputado por corrupción cuando en el reino se abarata el despido? ¿Qué hará el rey en viaje privado desconocido cuando es Jefe de Estado insustituible y sus actos precisan del refrendo político? ¿Qué hará el rey con una agenda oculta a su pueblo cuando su reino se declara constitucionalmente Estado democrático, social y de derecho? ¿Qué hará el rey que abraza una religión que niega el divorcio cuando el príncipe heredero se casa con una divorciada en una catedral? ¿Qué hará el rey con una hija separada cuando se adorna de rituales religiosos en sus actos oficiales? ¿Qué hará el rey, como figura inviolable, cuando es sorprendido violando la ética de lo que representa? ¿Qué hará el rey?

viernes, 13 de abril de 2012

Mi mundo

Mi mundo es pequeño y redondo, donde cualquier alejamiento siempre te hace retornar al punto de partida, del que no puedes huir. Tampoco es diverso y multitudinario, sino más bien monótono y aburrido, deshabitado de amigos pero poblado de desencantos. Dondequiera que me dirija, ya he pasado por ahí, como los afectos. Permanecen y constriñen el horizonte a lo propio, aunque constituya un recuerdo doloroso. Estrecho de ilusiones pero henchido de nostalgias. Así son también algunas de las canciones que acompañan la soledad de lo que no se puede olvidar.

miércoles, 11 de abril de 2012

¿Cuándo habré sido despilfarrador?

Raro es el día que paso sin escuchar de los responsables económicos y/o políticos de este país, a la hora de justificar cualquier “reforma” o recorte que afecta al salario de los trabajadores o a los servicios públicos, que se ven obligados a adoptar tales medidas a causa del despilfarro al que irresponsablemente nos hemos entregado durante los últimos años. Afirman incluso que el actual deterioro de nuestra economía proviene de gastar por encima de lo que se gana, actitud que ha desembocado en una deuda enorme que ahora reclaman los “mercados”, justo cuando una crisis “mundial” impide tener liquidez para saldarla.

De tanto repetir ese mantra del derroche hasta la saciedad, todo el mundo ha acabado por interiorizar que ha sido despilfarrador, por lo que asume sumiso los sacrificios que imponen quienes, por su pertenencia a la élite social, jamás verán mermados su nivel de vida ni su privilegiada posición.

Sin embargo, por mucho que lo analizo, no descubro ni un sólo momento de mi vida en que haya tenido la fortuna de ser despilfarrador. Ni siquiera he sabido aprovechar aquella denostada –hoy- burbuja inmobiliaria que aseguran obnubiló a los españoles con la compra-venta de casas por afán especulativo. Como la mayoría de los asalariados, llevo más de 30 años habitando la única vivienda que he podido adquirir para vivir con mi familia. Siempre he dependido de una nómina que jamás ha experimentado subidas por encima de la inflación, aunque he de reconocer que soy funcionario, no por decisión discrecional de la Administración, sino por reunir los requisitos y la formación exigidos. Una opción al alcance de todos.

Mis hijos han estudiado en colegios públicos y luego han cursado carreras universitarias y estudios de formación profesional, según sus apetencias y capacidades. El gran “dispendio” al que no me he podido resistir ha sido el de cambiar de coche cada 10 años, aproximadamente, más por necesidad de movilización y seguridad que por capricho, y siempre por modelos de gama media, tipo Renault, Nissan o Seat, a pesar de que mis preferencias fueran Audi, BMW y similares.

Mis ahorros constituyen un insulto para el banco, que me cobra unas comisiones crecientes por mantener una cuenta que cada mes agota su saldo sin dejar de recibir recibos domiciliados, lo que no me exime, a pesar de mi antigüedad como cliente, de tener que suscribir un seguro “adicional” de la entidad cuando solicito cualquier préstamo.

En resumen, como trabajador he carecido de la oportunidad del despilfarro si como tal se define el gastar lo que no se tiene ni se necesita. Distinto es la adquisición de un bien o servicio necesario, en cuyo caso, aunque no se posea su importe “al contado”, se puede “financiar a plazos”, que es lo que el Estado y las personas hacen en la mayoría de los casos, excepto esa élite que gana más que lo que puede gastar, atesorando fortunas, y encima reprocha la supervivencia consumista de los demás.
 
Que en España hayamos construido con el esfuerzo de todos una sanidad, una educación, unas infraestructuras y unos servicios públicos no significa que se haya despilfarrado, sino invertido en futuro, redistribuyendo la riqueza nacional, de la misma manera que yo, a mi escala individual, he hecho para conseguir una profesión, una vivienda o el sostén de los que dependen de mí. Pero si de lo que se trata es de sustituir este modelo social por otro basado en que cada cual “apechugue” por sí mismo, sin ayuda de nadie, no cuenten conmigo ni me acusen de despilfarrador. Digan abiertamente que quieren una sociedad liberal sólo en lo económico, que no en lo moral, y echemos a nuestros hijos de casa a buscarse la vida. Ni como padre ni como ciudadano estoy dispuesto a que se desmantele nuestro Estado de bienestar. Y si en verdad existe deuda, que la paguen quienes la crearon y ahora se benefician de ella: bancos, especuladores y los inmensamente ricos y poderosos. Claro que ellos no van a tirar piedras a su tejado…, mientras puedan seguir mentalizándonos de despilfarradores.

martes, 10 de abril de 2012

Dolores de Soledad

Nunca te acostumbras a las pérdidas: hieren más por el vacío que producen que por el dolor que ocasionan, como la muerte. Emerge entonces un pellizco constante que muerde las entrañas y te hace sentir el frío metálico del puñal que te rompe por dentro. Sucumbes a una sensación de absoluta orfandad de la que es imposible escapar porque todo lo habita. La mirada se contagia de una tristeza infinita y los pasos no hallan la dirección adónde dirigirse. Alimentarse se convierte en una obligación vegetativa, y respirar, un acto insoportable, ajeno a la voluntad. Cada latido del corazón es un golpe de tambor que anuncia la derrota que alimenta a los pensamientos que se sumen en el pesimismo mas paralizante. Ninguna causa orgánica produce tanto escozor como esa herida de lo que traicionamos y nos abandona. No tiene curación posible porque anida en la intangibilidad del alma y sólo se calma cuando tú también desapareces en la soledad de la nada.

lunes, 9 de abril de 2012

El infierno de los gais

Todavía, a estas alturas de la civilización, la Iglesia sigue involucrándose en cuestiones en las que carece de competencia, como es pontificar sobre la condición sexual de las personas. La ciencia ya ha verificado la complejidad de la sexualidad humana, en la que influyen aspectos orgánicos, psicológicos y sociales que determinan la identidad sexual del individuo. Que su finalidad no es exclusivamente reproductora lo atestigua el permanente estado de celo que caracteriza a nuestra especie, a diferencia de los limitados períodos de reproducción que orientan el comportamiento sexual de las demás especies animales.

El hecho de un modelo social basado en el matrimonio heterosexual no deja de ser una convención peculiar con fines de interés económico y comunal. No hay en ello más designio divino que el que podría asignarse, si así nos da por creerlo, al modelo basado en la reina-madre engendradora de una colmena de abejas o el del harén de las focas monje, como ejemplos de colectivos monógamos o polígamos.

Sin embargo, el tema sexual parece preocuparle sobremanera a la “santa” institución religiosa por cuestiones que cuesta trabajo relacionar con su pretendida finalidad espiritual. Más que preocupación, el asunto se convierte en una verdadera obsesión a la que se entregan periódicamente los “príncipes” de la Iglesia Católica de España. Cada dos o tres homilías, nuestros prelados retoman, con ceño fruncido y voz grave, la problemática de los, a su juicio, desvíos de la “rectitud“ sexual que ellos vigilan atentamente y que, por el interés que le prestan, les parece más grave que el asesinato de inocentes, aunque de lo primero no digan nada los Mandamientos (depende lo que se entienda por “actos impuros”) y lo segundo sea condenado expresamente (no matarás).

En cualquier caso, es significativo que para el obispo de Alcalá de Henares (Madrid), Juan Antonio Reig Pla, aquellos que “piensan ya desde niños que tienen atracción hacia las parejas del mismo sexo, (…)  y para comprobarlo se corrompen y se prostituyen, (…) se encuentran en el infierno”, pero, en cambio, ninguna autoridad eclesiástica se pronuncia sobre la tumba del golpista y represor mediante el asesinato Queipo de Llano, que se custodia en la Basílica de la Macarena de Sevilla, y que impuso el nombre de su mujer a una iglesia (santa Genoveva) y bautizó con el de su madre a la virgen que allí se venera (Ntra. Sra. de las Mercedes). Para estos centinelas de la “moralidad”, el sexo es más pecaminoso que matar, siempre y cuando no se entreguen a sus placeres los propios clérigos, en cuyo caso hasta la pederastia no es motivo de castigo penal, ni de condena al infierno ni el pecado destruye a la persona, simplemente motiva su traslado a otro destino parroquial.

Es curiosa esta manía por el sexo de las autoridades religiosas y las actitudes homófobas que manifiestan, pues ponen de relieve unos prejuicios ampliamente superados por la realidad civil y social, además de expresar un fanatismo prácticamente patológico. Posiblemente sería esclarecedor escuchar las respuestas que pudieran dar, desde el diván del psiquiatra, los herederos de la Inquisición a estas preguntas: ¿Por qué personas que deciden no procrear y niegan –que no anulan-  todo impulso sexual la toman con los que procrean o disfrutan de sus apetencias sexuales? ¿Por qué los que castran el deseo sexual en su comportamiento están tan atentos a las prácticas sexuales que los demás desarrollan? ¿Por qué los que eligen una determinada conducta -aún en contra de la propia fisiología orgánica-, sin que nadie se lo discuta, cuestionan y hasta condenan las que con idéntica libertad decide el resto? ¿Por qué unas creencias indemostrables, por muy respetuosas que sean, se arrogan la autoridad de imponer sus criterios al conjunto de la ciudadanía en cuestiones en que la ciencia diverge?

Las ideas religiosas, máxime en el contexto político favorable como el actual, se crecen y se extienden a fuerza de impedir cualquier reacción que pueda contradecirlas. Lo malo no es albergar determinadas creencias, lo verdaderamente peligroso es la obligación de seguirlas mediante la coacción legislativa (ley del aborto, etc.) o social (condena de conductas) que los poderes políticos y religiosos conciertan. Y en esa deriva retrógada, que convierte la sociedad actual en un infierno no sólo para los gais, sino también para cualquiera que sea progresista y en verdad liberal, nos hallamos. Por ello, hay que denunciar todas las ofensivas reaccionarias que se producen y combatirlas… con la palabra y los argumentos, naturalmente.  

sábado, 7 de abril de 2012

Resulta que era al revés.

Resulta que, tras el cambio de Gobierno en España y de las medidas adoptadas por el nuevo Ejecutivo con unas “reformas” que decía necesarias para combatir la crisis, los mercados vuelven a castigar nuestra economía, elevando la prima de riesgo por encima de los 400 puntos, barrera límite que nos aboca a la intervención.

Resulta que, a más de 100 días del cambio de Gobierno en España y de las imprescindibles medidas correctoras del nuevo Ejecutivo, sus efectos no son los esperados por culpa de la herencia recibida del antiguo gobierno socialista presidido por José Luis Rodríguez Zapatero, aquel que reclamaba más “patriotismo” a una oposición que en nada contribuía a mostrar su apoyo y ser corresponsable con los postulados españoles frente a los mercados.

Resulta que ni la modificación de la Constitución -promovida por aquel- para limitar el déficit, ni la reforma laboral, ni la amnistía fiscal, ni la subida de impuestos, ni el fuerte recorte en los Presupuestos -ejecutados por estos-, sirven para “saciar” a unos mercados que se empeñan en “acosar” a España, poniendo en duda la efectividad de tales iniciativas.

Resulta que, ahora, es el “nerviosismo” de los mercados a causa de las “dudas sobre el crecimiento en Europa” lo que impide que nuestro país supere la actual situación de parálisis en la actividad económica y la hemorragia de un paro que no deja de sangrar.

Resulta que, al parecer, no fue Zapatero el único culpable de la crisis que tanto le achacaron, sino unos mercados que son extremadamente recelosos con España, a pesar de que, con tanto avisar que viene el lobo, el país se haya apresurado a cambiar por un Gobierno abiertamente “reformista” y manifiestamente liberal en su política económica.

Resulta que, a la postre, la dinámica avariciosa de los que se ponen “nerviosos” exigen aún mayores “recortes” a un Gobierno que ya no sabe a quién echarle la culpa de una crisis que se ceba sobre un país que ya desconfía de sus dirigentes y de los mercados por el envilecimiento con que empujan hacia la pobreza a la población, despojándola de cualquier recurso público de asistencia social.

Resulta que, ya sin tapujos, es precisamente el mantenimiento del Estado del Bienestar el causante para los mercados del desastre financiero y la ruina económica que asolan al país, al promover la “vagancia” de los desfavorecidos y obstaculizar la “excelencia” de los activos y pudientes.

Resulta que la rémora de tales vicios se ve continuamente frenada por anacronismos sindicales y egoísmos partidarios de unos agentes sociales que discuten, con huelgas, algaradas y disensos, la bondad de unas medidas que no acaban de llevar la confianza a los mercados ni satisfacer sus demandas de más beneficios.

Resulta que, en definitiva, el Gobierno de España se sorprende porque, habiendo apostado por la defenestración de Zapatero y la reducción drástica de cualquier “gasto”, los mercados continúan castigando a una nación que se aviene sumisa a las condiciones que le imponen.

Porque resulta que, sin regulación, los mercados cuando muerden no sueltan la presa hasta que la devoran.

Resulta que la economía era un instrumento al servicio de la sociedad, y no la sociedad un medio para las ganancias de la economía.

Pero resulta que era al revés.

viernes, 6 de abril de 2012

Una mirada al Nuevo Mundo

Que en Sevilla albergamos “tesoros” ocultos por descubrir, es harto sabido. Son tesoros del conocimiento y la cultura que poco a poco van mostrando a la luz los organismos que los custodian. Como esta “Una mirada al Nuevo Mundo” que nos revela el proyecto colombino para la búsqueda de las Especies navegando hacia occidente, como alternativa al Tratado de Alcaçovas, firmado en 1479 entre los reyes de Portugal y España, que reconocía el monopolio portugués de la ruta africana, al sur de Canarias.

Con mapas, grabados y documentos de la época, la exposición nos muestra el proyecto de expansión americana que Cristóbal Colón emprendió tras el descubrimiento de aquel continente el 12 de octubre de 1492. Una empresa que comienza en las islas del Caribe y se adentra a tierra firme, después de numerosas expediciones marítimas exploratorias, por tres puntos que a su vez se constituyen en nuevos centros de expansión: Panamá, México-Nueva España y Colombia-Venezuela. Se trata de una mirada a lo que fue el inicio de una relación de casi cuatro centurias entre el Viejo y el Nuevo Mundo. No se la pierdan.

jueves, 5 de abril de 2012

Pasión tenebrosa

De pequeño, era miedo: temía a aquellas figuras ocultas de los pies a la cabeza en las que sólo unos ojos asomaban tras los agujeros del capirote y parecían vigilar a todos. La gente formaba un estrecho pasillo por donde desfilaban en silencio unos seres clonados que emergían por centenares, portando grandes velas que dejaban a su paso un suelo resbaladizo de cera. Otros cargaban con una o varias cruces de madera para castigarse con un esfuerzo público, ante los demás.

De mayor, tampoco le atrajo esa celebración de la muerte con figuras que representaban una Pasión morbosa, mediante tronos en los que se idolatraban imágenes de dolor, ni el ejército de encapuchados que procesionaba tras ellas. Le seguía pareciendo un ritual irracional fruto de la superstición y la ignorancia, más propio del medioevo. Por eso nunca le gustó de la Semana Santa. Le parecía tenebrosa.

martes, 3 de abril de 2012

¿Por qué la tardanza en los Presupuestos?

Mariano Rajoy ha aguardado a la celebración de las elecciones en Andalucía para presentar los Presupuestos Generales del Estado (PGE) y no perjudicar así sus expectativas electorales en esa comunidad. Transcurridas aquellas, con el resultado descorazonador alcanzado, y conocidas las grandes líneas de las Cuentas con las que el Gobierno pretende ahorrar más de 27.000 millones de euros, surge una pregunta: ¿Eran estos realmente los Presupuestos que con tanto celo se habían querido ocultar?

Si desde antes de sentarse en la mesa del Consejo de Ministros -una vez ganadas las elecciones generales de noviembre pasado-, el Partido Popular ya hablaba de las duras medidas que tendría que aplicar para corregir una situación a su juicio mucho peor a lo declarado por el Gobierno saliente, razón por la cual no ha había cejado de mentalizar a la población acerca de unos “ajustes” y recortes de perentoria necesidad, ¿por qué esperar tanto para hacer públicos unos Presupuestos que se tildaban de imprescindibles y urgentes ante una realidad crítica?

Los PGE finalmente conocidos contemplan una reducción media del 17 por ciento en las partidas de cada ministerio, siendo significativo el “tijeretazo” aplicado a Fomento -cerca del 35 por ciento-; la congelación del sueldo de los funcionarios por segundo año consecutivo, tras la reducción del 5 por ciento de media en sus nóminas que aplicó el gobierno de Zapatero, y una amnistía fiscal a los defraudadores para que retornen los capitales evadidos a paraísos fiscales, con una penalización de sólo el 10 por ciento y el perdón de la multa.

Salvo la concreción pormenorizada de estos “ajustes” en todas aquellas partidas que afectarán a los ciudadanos, y que se debatirán durante el procedimiento parlamentario de aprobación de la Ley, en principio este proyecto de PGE, aun siendo el de mayor reducción en democracia, no resulta especialmente “doloroso” para unos ciudadanos que vienen siendo advertidos de la gravedad de la economía nacional y ya pagan sus consecuencias, con un paro que no deja de crecer. No se explica tanta “prudencia” cuando el Gobierno no había mostrado reparos en aprobar una reforma laboral que abarata el despido y deja todo el poder de negociación en manos de los empresarios, había subido “temporalmente” los impuestos, con un incremento de hasta el 7 por ciento en el IRPF, y promovía unas importantes subidas de precios en la energía (electricidad y gas) y otras tasas recaudatorias.

O el Gobierno tenía otro proyecto de Presupuestos que creía conveniente ocultar para evitar lo que al final ha ocurrido (no poder gobernar Andalucía y “alimentar” una huelga general) o se ha reservado las medidas más duras para un segundo “ajuste” del gasto que deberá acometer si quiere cumplir con el compromiso de déficit (del 3 %) acordado con una Europa que nos contempla con indisimulada preocupación. Porque, frente a las iniciativas “reformistas” que ya había ejecutado el Gobierno popular, el recorte que traen los PGE no parece de mayor “enjundia” que el empeoramiento de unas condiciones que, sin embargo, no tardó en imponer a los trabajadores con la reforma laboral, por ejemplo.

Todo hace sospechar que Mariano Rajoy, muy acorde con su habitual proceder, pretende alargar en el tiempo las “soluciones” con las que se enfrenta a cualquier problema para que se pudra, antes en el partido y ahora en el gobierno. Temeroso de la reacción ciudadana, que ya desconfía de sus promesas de solventar la crisis con un simple cambio de gobierno, el Gobierno del Partido Popular se guarda lo que está seguro provocará una contestación general aun mayor: la subida del IVA, el copago (repago, en realidad) en servicios públicos y la reforma de la función pública, con el despido masivo de funcionarios en la Administración, sanidad y educación. Estas medidas sí habrían hecho peligrar el voto a su formación en las elecciones andaluzas y asturianas, aunque la ocultación de las mismas no sirviera finalmente para gobernar en estas regiones. Con una recesión añadida a la crisis económica que todavía sufre el país, ahora tendrá que enseñar todas sus “cartas” en la esperanza de que, de aquí a tres años, una mejora de la situación consiga hacer olvidar a la población todo el “purgante” que se le está haciendo tragar. Si no pierden la memoria, lo tendrá muy difícil.

domingo, 1 de abril de 2012

No va conmigo porque soy nadie

Hubo una huelga general a la que, como en siempre, unos se adhieren y otros la consideran un sin sentido. Los trabajadores protestan porque el Gobierno los empobrece, abarata las condiciones y suprime derechos laborales por los que tanto han luchado. Es el eterno enfrentamiento entre el patrón y el empleado, entre la fuerza del capital y del trabajo, que perjudica a la parte escuálida de la relación. Sin embargo, la actitud de muchos me recordaba poemas y relatos que alguna vez me estremecieron. Los transcribo porque resumen mi valoración de unos acontecimientos (elecciones, huelgas, medidas económicas, etc.) que tanto nos afectan y determinan nuestro comportamiento:

Cuando vinieron por mi. (Friedrich Niemóller)
Cuando los nazis vinieron por los comunistas/ me quedé callado;/ yo no era comunista./ Cuando encerraron a los socialdemócratas/ permanecí en silencio;/ yo no era socialdemócrata./ Cuando llegaron por los sindicalistas/ no dije nada;/ yo no era sindicalista./ Cuando vinieron por los judíos/ no pronuncié palabra;/ yo no era judío./ Cuando vinieron por mí/ no quedaba nadie para decir algo.

Los nadies. (Eduardo Galeano)
Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pié derecho, o empiecen el año cambiando de escoba.
Los nadies: los hijos de los nadies, los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.