viernes, 30 de noviembre de 2012

Un pasito adelante

Se acaba de dar un paso de justicia. Pequeño, limitado, tardío, pero en dirección correcta. Es un pasito adelante que presumiblemente promoverá varios hacia atrás entre los que se oponen al devenir de la historia. La Asamblea de la ONU acaba de reconocer como Estado observador no miembro a Palestina. La propia resolución, aprobada por 138 votos a favor (España entre ellos), 9 en contra y 41 abstenciones, reafirma “el derecho del pueblo palestino a la autodeterminación e independencia en un Estado a partir de las fronteras de 1967. Gracias a ese reconocimiento, Palestina tendrá acceso a aquellas otras instancias de la ONU en las que puede hacer valer sus derechos, como la UNESCO o la Corte Penal Internacional, justo lo que no querían ni Israel ni los otros países que votaron en contra, incluyendo a Estados Unidos. Por fin, un acontecimiento en ese largo conflicto que no surge envuelto en sangre, como era –y es- lo habitual.

A partir de ahora, con el beneplácito de la ONU, deberán establecerse negociaciones serias entre israelíes y palestinos en busca de un acuerdo definitivo y permanente que, si bien no satisfará completamente a ninguna de las partes, podría llevar la paz a una región muy castigada y extremadamente delicada. Dos estados reconocidos como iguales internacionalmente deberán basarse en el diálogo y las negociaciones para resolver sus disputas, una vez establecidos los límites territoriales de cada uno de ellos y el derecho a la coexistencia pacífica y el respeto a la propia soberanía.

Por un lado, habrá que dejarse de bombardear indiscriminadamente a las poblaciones y de encarcelar a los ciudadanos en su propio país, sellándole unilateralmente sus fronteras. También se deberá detener y, en lo posible, reducir la política de asentamientos que buscaba dejar en minoría a la población autóctona mediante una “invasión de facto” del vecino.

Y por otro, habrá que abandonarse el terrorismo como método para conseguir los objetivos nacionales que, afortunadamente, están en vías de lograrse. El lanzamiento de cohetes por parte de Hamás y las amenazas o atentados con bombas deberán quedar totalmente erradicados. Sin violencia de ninguna clase, la mesa de negociaciones deberá estar siempre disponible para discutir todas las cuestiones, aunque resolverlas requiera enormes dosis de paciencia, templanza y tiempo, mucho tiempo. Décadas de odio por ambas partes y de cicatrices conjuntas no se olvidan ni se restañan por un simple reconocimiento de la ONU. Queda por instaurar la confianza entre las partes y el respeto mutuo. El mundo entero aguarda ese horizonte de paz y prosperidad en la zona porque el conflicto palestino representaba un foco de inestabilidad mundial y era causa de tensiones entre las grandes potencias. Quedarán metástasis por desactivar derivadas de ese “tumor” primario que, a partir de ahora, podría extirparse. Que se logre depende, fundamentalmente, de los pacientes: Israel y Palestina. Ojala consigan curarse y convivir de forma sana y saludable. Con ese objetivo, se ha dado ya un pasito adelante, un gran paso, diría yo.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Dispuesta a todo

Venía dispuesta a todo, entregada a lo que hiciera falta para conseguir lo que se proponía, sin importarle las molestias ni los perjuicios que ello supusiera. Por eso, no se quejó del pinchazo en una azulada venita del dorso de la mano, sólo observó que en esa zona dolía un poco más, restándole importancia. Tampoco pronunció queja alguna cuando hubo que volver a pincharle en la flexura de ambos brazos de manera infructuosa ni cuando se logró puncionar otra vena en la muñeca izquierda. Llevaba ya varias horas en el hospital sin que ninguno de estos intentos por canalizarle una vía fuera eficaz para realizar el procedimiento al que se había ofrecido de manera voluntaria. Finalmente tuvo que someterse a la inserción de un catéter en una vena profunda, bajo anestesia local, por parte de otros profesionales de un servicio especializado, que también encontraron cierta dificultad en lograrlo. Cuando al fin pudieron conectarla a la máquina, tenía más hambre que dolor. Sólo pudieron ofrecerle un bocadillo hasta que a media tarde finalizó la extracción. Ni siquiera entonces, tras tantos padecimientos y cosida a pinchazos, manifestaba contrariedad alguna. Estaba convencida de que todos los sacrificios serían recompensados. Su hermano era el destinatario de la medula ósea que acababa de donar y, gracias a ella, él recobraría la salud. Venía dispuesta a todo por conseguirlo.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Triste noviembre


Se agota noviembre y me invade una sensación de alivio, una extraña satisfacción por dejar atrás un sendero inhóspito. Siempre me ha parecido un mes anodino y sin relieve, que nace dando culto a los santos y los muertos (¿será lo mismo?) y termina con el relevo al último mes del año. Pero más que por él en sí, mi desánimo proviene de las circunstancias que han confluido en este dichoso mes, tan desagradable. Aparte de las lluvias y el frío, noviembre se ha acompañado, exacerbándolos, de la amargura de los desahuciados, la angustia de los parados, el desconsuelo de los funcionarios y la pena de los sacrificados en nombre de la economía y el mercado. Se ha teñido de un gris mugriento que es la tonalidad anímica de los que se sienten aplastados y vilipendiados por una política que atiende antes a los intereses del capital que al de las personas, aunque se esgrima que ello obedece a la prosperidad y el bienestar de todos. Grandes palabras que camuflan enormes mentiras. Salir del negro pozo de noviembre es, al menos, no hundirse en él, escapar de su espanto para respirar un soplo de esperanza, atisbar el leve resplandor que ilumina alguna escapatoria y olvidar tanta tristeza. De ahí ese alivio que me invade al agotar este mes. ¡Aleluya!

martes, 27 de noviembre de 2012

¿Votos para privatizar?

Los profesionales sanitarios, en especial los de Madrid, donde el Gobierno de la Comunidad ha anunciado el traspaso a la gestión privada de un número importante de hospitales y centros de salud, andan soliviantados en concentraciones y manifestaciones en contra de tales proyectos. En pancartas y declaraciones expresan su defensa de una sanidad pública, financiada por el Estado con cargo a los presupuestos. Es una actitud loable que recibe el apoyo incluso de usuarios y pacientes acostumbrados a recibir asistencia sin tener que pagar directamente ningún recargo por ello, hasta la fecha, aunque a los pensionistas ya se les había obligado a satisfacer un porcentaje por las medicinas, que para ellos eran gratuitas, y la expedición de recetas precisará del abono de un euro. Eso de ir “gratis” a los hospitales parece que pasará a la historia, a pesar de que la viabilidad del sistema público sanitario esté sustentado en los impuestos que pagamos todos.

Los médicos, enfermeros y demás personal sanitario se han levantado, con paros y protestas, contra unos planes de privatización que son impulsados en las comunidades gobernadas por el Partido Popular, siguiendo el ejemplo del hospital de Alzira (Valencia) y que se pretende continuar también en la Comunidad de Castilla-La Mancha. Hasta la fecha, hay proyectos de privatización para 10 hospitales en ambas regiones, lo que podría representar un negocio de unos 500 millones de euros y el cierre de determinados servicios y prestaciones de escasa rentabilidad económica, no social.

Lo más llamativo de estas reacciones es que se producen en comunidades donde gobiernan los conservadores, en cuyo programa revelan su intención de “adelgazar” la administración y entregar a la iniciativa privada la provisión de aquellos servicios que estaban en el sector público. Tal intención había recibido el apoyo mayoritario de los votantes de esas regiones, dando su conformidad a esas promesas privatizadoras y al modelo de gestión que preconizan. Tanto en Valencia como en Madrid, los populares llevan años obteniendo holgadas mayorías parlamentarias que les han permitido llevar a la práctica sus promesas electorales, como también ahora desde el Gobierno de la Nación. Era una actitud consecuente con la ideología liberal que caracteriza a ese partido y de la que venía dando avisos poco honorables como el de apartar a un responsable facultativo de su puesto acusándolo de practicar la eutanasia con los pacientes terminales, como hizo Esperanza Aguirre con el doctor Montes.

Es por ello que causa cierta perplejidad que, quienes apoyaron unas medidas tan evidentes, se rebelen ahora contra las mismas cuando comienzan a ser ejecutadas, como si desconocieran las intenciones programáticas de a los que confiaron el voto. Se me podrá argüir que probablemente ninguno de los manifestantes son votantes de la derecha y que, si así fuera, se sienten engañados con esas iniciativas privatizadoras. Lo que se descubre, en cualquier caso, es que el ejercicio del voto se realiza por parte de mucha gente sin la ponderación debida de lo que ello supone, máxime en períodos de crisis económica como el que estamos sufriendo, donde cada opción política representa formas distintas para combatirla. Porque no es cierto que ya no existan ideologías, sino que están más camufladas que nunca para evitar su rechazo entre una extensa clase media adormecida y temerosa de cualquier cambio social.

Gracias a estas movilizaciones a favor de lo público, ¿tendremos por fin claro qué modelo de sociedad queremos?  ¿O sólo afecta a la sanidad?

lunes, 26 de noviembre de 2012

Desahucios y "malas artes"

Desgraciadamente, se han puesto de actualidad los desahucios de viviendas promovidos por unas entidades financieras que concedieron préstamos hipotecarios sin atender escrupulosamente los riesgos e imbuidas, ellas también, en la vorágine de la burbuja inmobiliaria. Es triste comprobar cómo los que sucumbieron al reclamo de adquirir o cambiar de vivienda con suma facilidad –facilidad crediticia- por aspirar a la mayor satisfacción de cualquier mortal -tener un techo propio-, son ahora desalojados de su propiedad por culpa de unas circunstancias adversas. Una adversidad que no es producto de la naturaleza o la casualidad, como los terremotos, los huracanes o la caída de un meteorito, sino que es consecuencia de irregularidades y abusos que retuercen el funcionamiento ordenado de las cosas. Decir que los desahucios derivan de la crisis es no querer asumir responsabilidades, tanto por parte de quienes fomentaron el apetito crediticio como de los que, como moscas a la miel, cayeron en la tentación del dinero fácil. Hay responsabilidades políticas, bancarias e individuales que deberán ventilarse en función de su gravedad, del mismo modo que se atienden las reclamaciones de los perjudicados de cualquier concurso de acreedores: de mayor a menor grado de implicación.

No cabe la menor duda de que el Gobierno, cuyo cometido es velar por el bien general e intervenir para evitar los desajustes que perjudican a la sociedad, tiene la mayor responsabilidad de lo sucedido. Políticas y políticos se “pringaron” en algún momento en la elaboración de leyes que posibilitaron el “boom” de la vivienda, acondicionando un “terreno” propicio a la especulación inmobiliaria; bancos y entidades financieras intervinieron como pirañas en un mercado lucrativo sin controlar ellos mismos los riesgos que asumían y sin que nadie controlara su avaricia; y, finalmente, los particulares que participaron de las bondades y ventajas que ofrecían todos. Durante muchos años, el Gobierno fue sordo a las advertencias que pronosticaban el estallido de la burbuja, negándose a actuar para contrarrestar sus efectos. Antes al contrario, permitió que Cajas de Ahorro, ajenas a la promoción inmobiliaria, y Bancos no hipotecarios se apuntaran al banquete de la construcción y la inversión en ladrillo. Su capacidad de supervisión y regulación no previno ninguno de los desmanes que ahora atormentan a todos, pero castigan especialmente al último eslabón de la cadena de damnificados, el más desamparado, que son los ciudadanos, a los que se les exige -con todo el rigor de una ley trasnochada- la atención de unos créditos que ni la devolución del bien permite cancelar.

Sólo cuando los suicidios de los embargados alcanzan el escándalo social es cuando el Gobierno intenta intervenir con unas ayudas tan miserables, legalizando aplazamientos en casos extremos, que hasta los jueces, que deben hacer cumplir la ley (hipotecaria), alzan la voz ante lo injusto de la situación. Y algunos bancos, enfrentados a la imagen de su amoralidad, corren a lavarla con medidas adicionales que suavizan la persecución de los afectados, aceptando una minoría de ellos la dación por pago. Es decir, dos de los mayores culpables del endeudamiento al que han empujado a muchos incautos, procuran atenuar las consecuencias de su voracidad con parches que no solventan, pero retrasan el problema. Un problema que se agudiza, precisamente, a causa de las medidas de “ajuste” y recortes que el Gobierno adopta y que han elevado la cifra de desempleados a récords históricos nunca vistos. Primero te engañan y luego te empobrecen para finalmente despojarte de tus únicas posesiones: un trabajo y un hogar. Que muchos opten por el suicidio no es descabellado en tal tesitura. Ninguna de las noticias al respecto informa de que las pertenencias embargadas sean chalets con piscina, yates, cuadras de caballos o vehículos de alta gama, sino humildes viviendas de trabajadores avalados incluso por sus propias familias –a las que también se les desahucia- y locales de pequeños emprendedores que confiaron la suerte en un porvenir que se tizna de luto.

Pero es que ese mismo Gobierno que acorrala a los ciudadanos para proteger una economía usurera y tramposa, emplea “malas artes” contra todo lo que entorpece su objetivo de apropiación de una realidad que pretende usurpar de manera absoluta. Porque emplear “malas artes” es espolear a la Policía contra los ciudadanos no sólo en los desahucios, también cuando aborta manifestaciones de estudiantes de bachillerato (Valencia), en las protestas contra los recortes (Tarragona) y en cualquier oportunidad de ejercer la fuerza con dureza y sin contemplaciones (alrededores del Congreso de los Diputados). Hay un antes y un después en las actuaciones de los Cuerpos y Fuerzas del Orden Público desde que el Partido Popular está en el Poder, que se evidencia en la violencia con que reprimen incluso cualquier concentración, como la desarrollada en la Alameda de Hércules de Sevilla, donde detuvieron a un cámara de televisión por presunta desobediencia a la autoridad. Y es que grabar imágenes de sus excesos y resistirse a que el vídeo sea incautado, es causa suficiente para ser acusado, con malas artes”, de participar de la protesta y ser cómplice de los manifestantes. Acabas detenido y pasando la noche en los calabozos, como en los mejores tiempos de ingrato recuerdo.

Mucho más grave aún es propalar una mentira e inventarse un “informe” policial contra un adversario político que presenta un órdago al Gobierno con una propuesta independentista en Cataluña, que cuestiona la unidad política del Estado, durante las elecciones autonómicas celebradas en aquella Comunidad. Y aunque el plan soberanista no fue refrendado en las urnas, obligó a un Gobierno temeroso del envite a volver a practicar “malas artes” para enfangar unos comicios mediante acusaciones de corrupción contra el presidente de la Generalitat, dando cobijo a una información prefabricada que no ha sido elaborada por la unidad policial a la que se le atribuye, es desconocida por el propio jefe de la unidad, en declaraciones al juez, y que hasta el ministro “competente” también dice desconocer.

Es preocupante que un Gobierno, con tal de ejercer todo el poder, no tenga remilgos a unos usos que en democracia deberían estar vedados de manera absoluta. La falta de sensibilidad ante situaciones de calamidad y pobreza, la supremacía dogmática de la economía sobre lo social, las injurias a los adversarios, el exceso de violencia de las Fuerzas del Orden Público, la ocupación totalitaria del la realidad para conformar una Opinión Pública favorable, la manipulación informativa en los medios de comunicación que controla, rehuir de consensos con los partidos políticos y los agentes sociales a la hora de impulsar iniciativas y todo esa tendencia al ejercicio del poder absoluto delatan un deterioro de la calidad de nuestra democracia de alarmantes consecuencias. Los populismos más perniciosos se incuban en el deterioro social y en la falta de escrúpulos para apartarse de las prácticas honestas de gobierno, con respeto a las normas y a la ley. Y esta tendencia es la que se vislumbra, desgraciadamente, en el comportamiento del Partido Popular no sólo desde el Gobierno, sino incluso antes, cuando estaba en la oposición por mentir sobre los atentados de ETA el 11M, precisamente. Es grave y es peligroso porque, aunque nadie duda de la lealtad a la democracia del Partido Popular, algunas de sus acciones bordean lo moralmente, en política, permitido y porque a su sombra otros con menos lealtades pueden proliferar. Hay que apartar las “malas artes” y dejarse de engaños: para empezar, demos una solución a los desahucios de manara valiente. Exijamos responsabilidad a quienes mayor cuota tuvieron e impidamos que nadie contemple la muerte como forma de saldar sus cuentas. Por justicia y por la democracia.

jueves, 22 de noviembre de 2012

Esquivando incertidumbres


Sorteamos incertidumbres cual soldado que intenta esquivar las balas: ignorando de dónde proceden y sabiendo que cualquiera puede alcanzarte sin verla venir. Así procuramos afrontar los días cavando trincheras que nos cobijen de una intemperie en la que reinan las dudas y los temores. Ante la imposibilidad de escrutar lo que se oculta más allá del horizonte, nos adaptamos a una vida en la que el futuro es tan tenebroso como un frente de batalla y menos fiable que un campo de minas. Sólo el hoyo en que cada día logramos resistir nos permite sortear las incertidumbres con la esperanza de permanecer vigilantes y tensos, al acecho de las amenazas que acompañan al día y la noche. Cada amanecer es un triunfo y un miedo nuevos que nos deja exhaustos y al borde de la derrota. Algunos tiran la toalla, pero los demás continuamos esquivando los desasosiegos del existir, aplastados por el presente que nos ha tocado vivir.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Un año de recortes

Se cumple un año del Gobierno que consiguió una contundente mayoría absoluta en las últimas elecciones generales. El mismo partido gobernante también conquistó la práctica totalidad de los ejecutivos regionales, tras ganar los comicios celebrados con posterioridad en las Comunidades Autónomas. De esta manera, el Partido Popular –el gran vencedor-, que aupó a Mariano Rajoy a la Presidencia del Gobierno y pasó a controlar 14 de los 17 ejecutivos autónomos, adquiriría la mayor cuota de poder jamás alcanzada en democracia por partido alguno. Conseguiría semejante apoyo popular gracias a la promesa de saber enfrentarse a una crisis financiera y económica que golpeaba -y aun golpea- a media Europa y por afirmar tener las ideas necesarias para salir de la crisis nada más desalojaran a los socialistas del Palacio de la Moncloa. Aseguraban convencidos que, con ellos en el Gobierno, recuperarían la confianza de unos mercados que castigaban duramente cada día, mediante intereses insoportables, la financiación de la deuda española.

Semejante triunfo se vio facilitado, además de las promesas, por el hundimiento de la credibilidad del presidente socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, que tuvo que alterar radicalmente su política económica para seguir los dictados de la troika capitalista que diagnostica nuestra salud económica (Alemania, Bruselas y Fondo Monetario Internacional) y aplicar, por primera vez en la historia, una rebaja en el sueldo de los funcionarios, la congelación de las pensiones y otras medidas restrictivas del gasto, todo lo cual favoreció el arrollador empuje de los conservadores en España, cumpliéndose así la constante de la derrota de los gobiernos, independientemente su color, que eran sucesivamente barridos a consecuencia de una crisis tan persistente que asfixia todavía a media Europa.

Lo más curioso de este relato es que Mariano Rajoy pudo acceder al Gobierno exponiendo muy poco y ocultando bajo siete candados su programa neoliberal de “reformas estructurales”, limitándose a ofrecer únicamente promesas genéricas y reclamando una confianza ciega en la capacidad innata de la derecha para resolver -¡como Dios manda!- los problemas que aquejaban a los españoles, atrapados de la noche a la mañana entre el estallido de la burbuja inmobiliaria y la parálisis de la actividad de una recesión económica que nadie supo prever a tiempo, ni siquiera esas agencias de calificación que ahora nos analizan con tanto rigor pero que formaron parte, por su complicidad, entre las causas de una crisis que se generó por prácticas abusivas e irregulares, como las que hundieron a Lehman Brothers. Así fue como, sin alternativa posible, los electores le brindaron generosamente al Partido Popular la oportunidad que pedía para sacarnos de la crisis.

De ello hace ya un año y la situación en España no puede calificarse -con datos en la mano- de mejor, sino de peor que nunca. Pronto comenzó el Gobierno a usar de carrerilla, ante una realidad obstinada, lo de la “herencia” recibida de los socialistas para justificar cualquier resistencia que mostraran los problemas para ser resueltos, y menos aun con la celeridad aventurada, aunque ello no impidiera la remoción de leyes, no sólo económicas, para retroceder “legalmente” a épocas ya superadas en cuanto al aborto y otros derechos y libertades sociales. Los primeros meses de Gobierno conservador podrían tildarse de “freno y marcha atrás” en aquellas políticas progresistas que habían impulsado los socialistas respecto al aborto como derecho de la mujer, la atención a los inmigrantes, la cobertura a los parados, la protección de los trabajadores, la educación laica, las ayudas a la emancipación o el apoyo a los dependientes, entre otras. Algunas de éstas fueron las principales “reformas” emprendidas por el Partido Popular en un afán no sólo de “ajustar” el déficit económico, sino de cambiar un modelo de convivencia social por motivos ideológicos, en el que no han podido incluir su rechazo al matrimonio homosexual tras la sentencia favorable del Tribunal Constitucional a instancias de una impugnación presentada por ellos mismos.

Sin embargo, el mejor balance de este año de recortes emprendido por Mariano Rajoy lo ofrece, precisamente, la materia que presumían dominar: la economía. Los datos, pese incluso a los incumplimientos de las propias promesas a causa –dicen- de la situación, son elocuentes por decepcionantes y manifiestamente negativos. A pesar de una reforma laboral (que facilita y abarata el despido), varias financieras (rescates y ayudas a la banca), educativa (indescriptible), judicial (que rechazan todos los afectados, jueces y usuarios) y de la administración pública (en la que parece que los funcionarios están de más), el resultado es francamente calamitoso. No sólo se recortan “gastos” allí donde más sensibles y necesarios son (sanidad y educación), sino que además se suben impuestos que se había jurado no tocar, como el IRPF, el IBI y el IVA. Se reducen las prestaciones por desempleo, se deja sin tarjeta sanitaria a los inmigrantes, se eliminan fármacos de la financiación pública, se suprime la desgravación por la compra de vivienda, se implanta el copago en la sanidad y, por primera vez en la historia, se hace pagar a los pensionistas una parte de los medicamentos. Además, a los que habían agotado todas las prestaciones por desempleo, se les retira la ayuda de 430 euros durante seis meses para necesidades básicas.

Si todo lo anterior hubiera surtido algún efecto en la creación de empleo y crecimiento económico, podríamos pensar que el enorme sacrificio que se ha impuesto justamente a los más perjudicados por la crisis era necesario. Pero después de un año de promesas rotas y recortes draconianos, lo logrado ha sido el aumento del paro (del 21% al 25%, camino de los seis millones de desempleados), un “crecimiento” económico en negativo (-1,7%), la Bolsa en caída libre (7.763 puntos y pérdidas en el selectivo IBEX), el incremento de la deuda sobre el PIB (del 60% al 76,8%), la famosa prima de riesgo sin controlar (de 441 a 454, con un récord de 630 puntos en julio pasado) y un empeoramiento del indicador de confianza (del 70% al 40%).

Expertos y profanos, sin antifaz ideológico, pronosticaban la inoperatividad de unos ajustes basados sólo en la austeridad y el control del déficit de manera exclusiva. Así lo refleja el informe del Comité de DerechosEconómicos, Sociales y Culturales presentado en su 48º sesión de mayo pasado: “La implementación de medidas de austeridad no han logrado estimular la economía ni amortiguar las consecuencias negativas de la crisis sobre los derechos económicos, sociales y culturales de la sociedad española.”

Es posible que la resolución de la crisis precise de más tiempo, pero también de otras medidas que no supongan sólo recortes y “ajustes” en los gastos, puesto que sin políticas que impulsen el crecimiento no se reactivará la actividad económica. Eso es algo que conocen bien en Latinoamérica, zona que sufrió en los años 80 del siglo pasado décadas de estancamiento y crisis que fueron afrontadas con las duras recetas de austeridad impuestas por el FMI. Dada la similitud de esa experiencia, la presidenta de Brasil, Dilma Rouseff, de visita en España para participar en la Cumbre Iberoamericana de Cádiz, se permitió aconsejar que “la austeridad exagerada se derrota a sí misma”. Incluso el propio Fondo Monetario Internacional previene, ahora, de lo contraproducente que son las políticas de austeridad a raja tabla si no están acompañadas de medidas de crecimiento.

Sin embargo, el Gobierno de España sigue empeñado en derrotar la crisis únicamente mediante políticas de austeridad que reduzcan el déficit, aunque ello conlleve profundizar la recesión económica, condene a la pobreza a amplias capas de la población y expulse a más trabajadores al paro. No es de extrañar, por tanto, que este Gobierno sea el único en democracia que haya sufrido dos huelgas generales en su primer año de mandato. Hay intenciones que siguen ocultas que explican la tozudez en mantener esas políticas de desguace del Estado de bienestar, cuyo objetivo no es sólo responder a la crisis económica, sino implantar un modelo determinado de sociedad, profundamente retrógado en lo moral, conservador en lo social y liberal en lo económico, al que aspiran las élites que conforman las clases dominantes. Sólo así se entiende que, a pesar de los datos que brinda la economía, las únicas ayudas libradas por Mariano Rajoy sean para un rescate de la Banca, la amnistía a los defraudadores de Hacienda y no incluir a la Iglesia a la hora de hacer recortes, además de culpabilizar de la situación a todos los ciudadanos por vivir por encima de sus posibilidades. Y encima se permite defenderse preguntando: “¿Qué pasaría si no hubiéramos hecho esto?”. Yo le respondería con otra pregunta: ¿Cree usted que estaríamos peor?

martes, 20 de noviembre de 2012

Ten la bendición


Cuando miras adentro, descubres el miedo instalado en la geografía de nuestras intimidades; pero si miras afuera, sólo hallas un porvenir abortado por la desconfianza y desesperanza del presente. El ánimo y el ambiente se han impregnado de un pesimismo amargo que anula el ligero dulzor de cualquier ilusión. Es la impronta de los tiempos difíciles que nos ha tocado transitar con los temblores de perder lo que aseguraba una existencia más cómoda y nos permitía vislumbrar un mañana menos oscuro. La utopía se alimenta de promesas que emanan de los lunáticos del poder, religioso o pagano, que calman a los pacíficos y ofenden a los descreídos. De todas las bendiciones con que nos apacientan en la resignación, sólo las que transporta la música alcanzan a ser las más reconfortantes para el espíritu y menos narcóticas para el cuerpo. Por ello no las rechazo ni las aborrezco, sino que me deleito en escucharlas.
 
 

lunes, 19 de noviembre de 2012

Cuadernos de Roldán en Archidona


La sevillana asociación cultural Cuadernos de Roldán, formada por poetas y pintores, ha presentado  el pasado día 17 en Archidona su poemario número 75, dedicado a esa bella localidad malagueña que se descuelga pespunteando de nácar la mole grisácea de una serranía bética con alma dolomítica. Hasta allá se conjuraron los inquilinos de la veterana tertulia persiguiendo el capricho de las musas, el embeleso de los óleos y la impertinencia de una lluvia empeñada en rendir tributo a tanta devoción poética y pictórica. Entre la Plaza Ochavada y la Ermita de la Virgen de Gracia se esparcieron los ecos de las declamaciones de estos trovadores de la emoción y sus fieles adalides del lienzo, para esculpir juntos la imagen de la belleza rendida a la sensibilidad artística.

En esta ocasión fueron Paula Galvín y Ana María Llorca las directoras de obra y maestras de ceremonia de su presentación en el Auditorio del Ayuntamiento archidonés, siendo eficazmente auxiliadas por el “reprógrafo” José María Aguilar, a la hora de proyectar las reproducciones de las pinturas que ilustran el librito, e Isidoro Otero, profesor y guía de los tertulianos por los rincones que guardan la cultura, el arte y la historia de Archidona.

Con este libro inicia Cuadernos de Roldán el nuevo curso de actividades, que se prolongará hasta junio de 2013, y en el que está previsto, para diciembre próximo, la publicación del solicitado Almanaque de Cuadernos. Dos poemarios más y un zaquizamí (minúsculo opúsculo que condensa la poesía en gotas) completarán el programa de publicaciones que, a pesar de los recortes y los ajustes, derrocha entusiasmo y creatividad.

viernes, 16 de noviembre de 2012

El día después, viernes

Llega al fin el viernes tras una semana densa que lastra el ánimo. La huelga sólo funcionó como válvula de escape de las presiones que aplastan a una ciudadanía a punto de ebullición con los copagos en las medicinas, los euros por recetas, los desahucios miserables de los bancos, los despidos al amparo de una reforma laboral que castiga a los trabajadores, la eliminación de derechos, la reducción de salarios, el atropello a los indefensos, el despiece del Estado de bienestar y todos los recortes que el Gobierno arbitra contra los más débiles, a quienes se les hace pagar una crisis que enriquece a los ricos y hace más fuertes a los poderosos, sean países, instituciones o individuos.

Llega al fin el viernes en que se sueña con olvidar los atropellos y los abusos que se ceban en los insomnes y aprensivos por las zancadillas en las que tropieza una y mil veces la justicia y la igualdad. Es el día después del desahogo y el grito, de la protesta y la manifestación, de la ilusión colectiva y la demanda de un futuro que se hurta de toda esperanza para, al menos, alcanzar el viernes del día después. Hoy es ese día, al fin.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Lecturas de una huelga

La segunda huelga general, en menos de un año, que se convoca contra el Gobierno conservador de Mariano Rajoy y sus políticas de recortes y “ajustes” económicos, se ha saldado con manifestaciones masivas y paro mayoritario en decenas de ciudades de España. Y como era de esperar, los datos sobre su seguimiento difieren en función de la fuente que los cuantifica. Para la patronal, apenas un 10 por ciento secundó la huelga, el Ministerio del Interior eleva este seguimiento al 30 por ciento y, según los sindicatos convocantes, la respuesta representó al 80 por ciento de los asalariados, afectando de forma total a la industria y la recogida de basuras, una amplia adhesión en el transporte, administración, agricultura, etc., y de forma moderada en los demás sectores. Es decir, fue masiva pero no la más numerosa de las realizadas en los últimos tiempos.

También, a pesar del comportamiento pacífico y cívico de la mayoría de los manifestantes, se produjeron al final de la jornada destacados incidentes en Madrid y Barcelona, principalmente, por cuenta de grupos aislados que se enfrentaban a las Fuerzas de Orden Público y la Policía. Carreras, lanzamientos de objetos, barricadas, contenedores en llamas, rotura de cristales, destrozo de mobiliario urbano y cargas de los antidisturbios enturbiaron la expresión colectiva del derecho a disentir que se materializa en forma de huelga. La plaza de Neptuno, de Madrid, volvió a registrar disturbios entre los que pretendían rodear el cercano Congreso de los Diputados y las fuerzas de seguridad que lo impedían. Y en Barcelona, las furgonetas de la Policía hacían ulular sus sirenas por todo el centro de la ciudad persiguiendo a los que se concentraban haciendo caso omiso de las órdenes de desalojo.

En definitiva, una huelga que no escamoteó las particularidades que se derivan de su desarrollo (pacífico para la mayoría de participantes), guerra de cifras (a la hora de valorar su seguimiento) e incidentes (esporádicos por parte de provocadores minoritarios). Cabe en cualquier caso destacar, aparte del éxito o fracaso que se le atribuya, el hecho de la profunda disconformidad que muestra por segunda vez la población española acerca de la acción de gobierno y de las iniciativas que está implementando, de recortes y ajustes, para hacer frente a la crisis económica. Pero más allá del relato de un paro de realización y consecuencias previsibles, hay aspectos de la huelga que merece la pena subrayar porque denotan una peligrosa tendencia hacia la violencia innecesaria y desproporcionada en el uso de la fuerza por parte de los agentes de autoridad.

Ignoro si esta actuación extralimitada de policías y antidisturbios obedece a órdenes emanadas de quien las dirige o es fruto del “calor” de unos enfrentamientos que son tensos y cargados de agresividad contenida. Sin embargo, los profesionales que integran estas unidades policiales han de estar “vacunados” contra la reacción y el rechazo con que es recibida su labor de ejercer el monopolio de la violencia, que la ley les confía, con consideración, moderación y de forma proporcionada. Porque causa vergüenza e indignación contemplar imágenes de cargas policiales contra ciudadanos indefensos que son brutalmente golpeados y arrastrados sin contemplaciones, no sólo en manifestaciones como las de la pasada huelga general, sino incluso cuando han de desalojar a los propietarios de una vivienda embargada por un banco. Una santa ira se apodera de cualquiera que sea testigo del trato vejatorio e intimidatorio de una policía dominada por el exceso de celo.

Se supone que los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado son profesionales entrenados, con los nervios templados, para hacer frente a las aglomeraciones y las revueltas, en las que, es verdad, no se puede establecer un “diálogo de salón” para que los manifestantes desistan de su actitud, pero tampoco  arrasar a golpes contra toda persona que encuentran a su paso, como de hecho acaeció en Tarragona, durante la huelga general, cuando los Mossos d´Esquadra hirieron a un menor con las porras, empujaron a sus padres cuando gritaban reclamando una ambulancia y la emprendieron a golpes y empujones contra una chica que les recriminaba su violenta represión. Más tristeza produce aún la forma innecesaria y gratuita con la que hacen retroceder a inofensivos aunque angustiados ciudadanos que se niegan a abandonar una vivienda de la que son desahuciados. Un comportamiento desaprensivo e inadmisible que lleva a la reflexión sobre el lado en que se sitúan las Fuerzas de Orden Público en este país, a quién prestan seguridad y qué es lo que defienden.

Porque cuando la mayoría de los trabajadores decide mostrar su desacuerdo mediante una huelga legítima frente a medidas económicas que les perjudica, pero que benefician a la patronal y a los acaudalados, la policía se presta a defender las empresas y a proteger el acceso de los grandes comercios, que no pueden permitirse cerrar sus puertas en solidaridad con sus empleados, aunque sí en caso de la festividad de un santo. Y si un prestatario no puede hacer frente a una deuda hipotecaria, en muchas ocasiones bajo cláusulas usureras, la comitiva policial se posiciona a cumplir la orden de expulsión con una disposición que a veces se echa en falta cuando se trata de perseguir delitos de mayor gravedad que afectan a la seguridad del conjunto de los ciudadanos, y no a los intereses lucrativos de unas entidades financieras.

Esa imagen negativa que desprende la actuación policial es, a mi juicio, lo más preocupante de la Huelga General de ayer. Ya que, si la soberanía, de la que emanan todos los poderes públicos, reside en el pueblo, las Fuerzas del Orden no parecen responder a sus decisiones masivamente respaldadas, sino a los intereses de los grandes patronos y las élites del capital. Cuando se golpea a una humilde familia en nombre de un banco o ataca a un menor en una huelga, la policía no está cumpliendo la ley, está abusando de su fuerza para defender a minorías poderosas, pero ajenas al sentir del pueblo. Y ello es algo muy grave y peligroso que este Gobierno deberá aclarar antes de que esta espiral de acción-reacción-acción conduzca a esos callejones históricos de los que se sale sólo mediante la fuerza… de la violencia generalizada.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Huelga General

Lienzo de Babel está hoy de huelga porque de una cosa no tengo ninguna duda: soy trabajador y estoy con ellos en su lucha.

martes, 13 de noviembre de 2012

Razones para holgar

El Diccionario de la Real Academia registra la palabra holgar (estar ocioso, no trabajar), de la que deriva huelga (espacio de tiempo en que alguien está sin trabajar), cuya segunda acepción define la “interrupción colectiva de la actividad laboral con el fin de reivindicar ciertas condiciones o manifestar una protesta”. De ahí que, tanto en sentido peyorativo como en el laudatorio, la Huelga General a la que mañana están convocados los trabajadores de este país, por mucho que se empeñen los cínicos en descalificarla, siempre significará el hecho de parar en el trabajo por alguna causa: carecer de trabajo, ocio o necesidad de reclamar mejoras laborales.

Holgazán, que también deriva de holgar (persona que no quiere trabajar), se presta a ser utilizada por esos cínicos para adjetivar a los seguidores de una huelga, sin diferenciar el matiz que distingue a estos términos: la voluntad. Unos están un tiempo sin trabajar por necesidad y otros no trabajan por vagancia. Y, aunque las palabras puedan dar juego a la polisemia, sus significaciones tienen connotaciones diametralmente opuestas, porque unas aluden a quien desea trabajar y ejercita derechos reconocidos para conseguirlo, y otras se refieren a quien no quiere trabajar. Por eso, antes de nada, emplazo a los tentados en acusar a los seguidores de la huelga como holgazanes a que desistan porque estarán violentando el idioma para proferir una mentira. Los huelguistas aspiran al trabajo y luchan por él, mientras los holgazanes –que también existen a la hora de pensar- prefieren la ociosidad y la ignorancia, porque no les gusta complicarse la vida ni para trabajar ni para entender la complejidad de los problemas que desencadenan una huelga.

Lienzo de Babel, como ya hizo en marzo pasado,se adhiere a la Huelga General de mañana día 14 porque comparte las razones que impulsan a los sindicatos a convocarla y porque tiene la convicción de que existen sobradas razones para holgar y manifestar la protesta más contundente posible a las medidas que impulsa el Ejecutivo de Mariano Rajoy con la excusa de la crisis económica. Los trabajadores y las clases medias están siendo sometidos a la mayor pérdida de derechos y recursos (salarios, trabajos, prestaciones) como nunca antes en la historia democrática de España, son injustamente señalados como los causantes de unas políticas y prácticas económicas que jamás han reclamado y están siendo atemorizados para esquilmar a la fuerza del trabajo en favor de la del capital, al que se protege y ayuda con ingentes fondos públicos. Ante esa decidida voluntad gubernamental de laminar lo que de “social” tiene el Estado español, con la eliminación de los sistemas de protección social que persigue una transformación neoliberal de la Sociedad, es por lo Lienzo de Babel apoya y secunda la huelga.

A los que menosprecian la capacidad de las movilizaciones ciudadanas por considerarlas inútiles, recordarles que ningún derecho jamás ha sido concedido graciosamente por el Poder, sino arrancado por la fuerza de las reclamaciones y la presión social. Se hace necesario, pues, que ante la revolución que está desarrollando la élite económica y política en contra de las clases sometidas, alterando el equilibrio social que había proporcionado paz, progreso y bienestar a los países dotados, como el nuestro, de un sistema público que proveía servicios sociales a los más necesitados, la Huelga General actúa como alarma del descontento que ello está generando en una población cada día más reacia a permitirlo.

El Gobierno no puede permanecer ciego, sordo y mudo ante la queja de millones de ciudadanos que disienten de las políticas hasta ahora emprendidas, que sólo han conseguido el empobrecimiento y la desesperación de los desfavorecidos y los más débiles de la sociedad. La Huelga General, en este sentido, es la última señal frente al recurso a la inestabilidad y la desobediencia al que puede entregarse un pueblo cuando no se le escucha y atiende en sus justas reivindicaciones. No es sólo el paso previo para despertar conciencias adormecidas en los explotados, sino para advertir al Gobierno y a las élites del Poder de que la opresión ha llegado al límite de lo tolerable y es peligroso seguir exprimiendo a los sometidos. Es peligroso romper ese equilibrio social que se mantenía desde la segunda Guerra Mundial hasta nuestros días y es peligroso para los que detentan privilegios de clase por cuanto pueden ser cuestionados por lo que nada tienen que perder si se les arrebata su única pertenencia: el trabajo.

Por todo ello, y aunque sólo sirva de revulsivo al Gobierno, Lienzo de Babel estará mañana en huelga. Porque existen sobradas razones para holgar y reivindicar el cese del ultraje a la clase trabajadora.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Escaleras al cielo


A veces, imprevistamente, los pensamientos nos dejan inermes en la fragilidad del cuerpo y se alejan escaleras arriba hacia el cielo, como si huyeran y buscaran romper la relación que guardan con quien los sustancia en el cerebro. No se acierta a distinguir en esos trances dónde reside la voluntad, si en ellos o en el organismo que dejan medio dormido en momentos de absoluta trascendencia, pero te das cuenta de que escapan en busca de lo que nos apesadumbra o nos relaja hasta el éxtasis: un recuerdo, un lugar, un sentimiento, un dolor, una sonrisa o una canción.
 
 

viernes, 9 de noviembre de 2012

¡No era esto, no era esto...!

A punto de cumplirse el primer año de Gobierno del Partido Popular, formación que basó su campaña electoral presumiendo de saber cómo sacarnos de una crisis económica que galopa desbocada hacia los seis millones de parados, los resultados, tras estos casi doce meses de reformas y contrarreformas a golpe de decretos-leyes, no son los esperados ni para ellos ni para los que pagan la ineficacia de unas medidas de las que nadie se responsabiliza. Ya ni siquiera sirve la excusa de la herencia dejada por Zapatero para justificar el empobrecimiento draconiano al que se ha condenado a una población a la que, para colmo, se achaca toda clase de reproches: vivir por encima de sus posibilidades, saturar los hospitales, querer disfrutar de pensión, cobrar el paro, inundar la Administración de parásitos funcionarios, ser becarios, reclamar profesores para los hijos, ayudas a la dependencia de los viejos, gustar de los puentes festivos y, en definitiva, representar un gasto por malgastar unos servicios “insostenibles” para el Estado.

Los más cínicos se atreven a parafrasear aquello de Ortega y Gasset “¡no era esto, no era esto...!” cuando valoran una política obtusa de privatizaciones y adelgazamiento desmesurado de lo público en sanidad, educación y demás sectores que, financiados con impuestos -en especial, de los trabajadores-, eran garantía de unas prestaciones al servicio de todos los ciudadanos, con equidad y sin distinción. Resulta que la sustitución del anterior presidente de Gobierno, como prometía Mariano Rajoy, no ha sido suficiente para generar esa confianza que su gestión inspiraría en los mercados ni ha servido para amortiguar los efectos letales de una crisis económica que castiga sobremanera a las clases más indefensas de la sociedad, las que no reciben los “préstamos” de ningún fondo de “regulación” de “pérdidas”, como los bancos.

Después de agotar un año con reformas laborales, económicas, financieras, sociales (aborto, educación, etc.) y leyes de "estabilidad y control" de cuántas administraciones conforman el Estado, la situación de España es infinitamente peor que la del anterior Gobierno socialista, al que todavía se le adjudica la persistencia de todos los problemas, incluida la sentencia favorable del Constitucional al matrimonio homosexual, única ley social que ya no se atreven a tocar porque sería el último colectivo que faltaría por salir a la calle en protesta por el “estropicio” que los conservadores están ocasionando en la sociedad española.

En sólo un año se ha conseguido que las farmacias cierren por impagos de la Administración, los maestros se manifiesten a favor de la educación pública, el personal sanitario se rebele por la descarada privatización de hospitales, la investigación y la ciencia condenen su abandono por falta de una financiación suficiente y estable, la cultura clame contra un ministro tan bocazas como impresentable, las comunidades autónomas no “controladas” por el Partido Popular se opongan a los ajustes que asfixian su viabilidad y exacerban los sentimientos secesionistas, la justicia muestre su desacuerdo con un ministro que la utiliza para posicionarse con vista a ambiciones partidistas, los trabajadores secunden cada huelga que se convoque, los parados no dejen de aumentar en número, las empresas abusen de las facilidades concedidas para reducir plantillas y salarios, la actividad económica siga sin latido y la recesión continúe sobre nosotros como una losa.

No es mal balance para quien sigue empeñado en culpabilizar a las víctimas de una crisis que no han causado, condenándolas a la regresión en sus condiciones de vida, a la supresión de derechos, la disminución de su poder adquisitivo, al endurecimiento o eliminación de auxilios públicos y, finalmente, al desempleo, la marginalidad y la desesperanza. No es mal balance de un año de ayudas a una banca proclive a los desahucios pero no a la renuncia de sus inmorales emolumentos blindados, de protección corporativa a políticos enfangados en corruptelas e irregularidades de todo calibre y en cualquier partido, a conglomerados cuyos lobbies transitan al Poder en salvaguarda de sus intereses en sectores militares, financieros, mediáticos, económicos e incluso religiosos.

Y no es, en absoluto, mal balance si lo que se persigue es la transformación de la sociedad hacia un modelo neoliberal en el que no tiene cabida un sostén público que evite las desigualdades y corrija los privilegios de las clases afortunadas y dominantes. Sólo con esa finalidad cobra sentido el desmantelamiento del Estado del bienestar y la progresiva desatención que se está procurando prestar con recursos públicos a los más débiles y desprotegidos de ella. No es un combate contra la crisis, sino contra un modelo de convivencia social que hasta hoy había servido para dotar de sanidad, educación y auxilio público a quienes no podían permitírselo. Los “ricos” del Norte se han cansado de los pobres del Sur de Europa, del mismo modo que en España los pudientes pretenden hacer negocio con las necesidades de todos, privatizando hospitales, escuelas, universidades, seguridad, loterías, trenes, aviones, carreteras y cuantos sectores aún dependían del Estado. Así es la naturaleza del capitalismo, un sistema que se sustenta en la rentabilidad del capital invertido, no en la “justicia” de su funcionamiento. Por ello, antes desahucia que renegocia una deuda, salvo si el deudor es un poderoso miembro de la comunidad. A éste hasta se le condona la deuda, como a bancos y partidos políticos.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Puerto Rico desea ser una estrella

Barack Obama ganó las elecciones para un segundo mandato en la Casa Blanca tal y como el pueblo norteamericano ha determinado con sus votos en la jornada del martes, dando satisfacción a mis preferencias expresadas en un post anterior.. El presidente demócrata  de los Estados Unidos de América dispone de otros cuatro años más para materializar un programa que contempla la subida de impuestos a los ricos, la contención del gasto militar y la inversión en políticas sociales, entre otras promesas de su Programa electoral.

Y si ya en aquella entrada, publicada antes de que se celebraran los comicios, argumentaba tres razones por las que me decantaba por Obama, la referente a Puerto Rico quedó deliberadamente esbozada aunque era la más directamente ligada a mi persona, la más sentimental de todas ellas. En principio, quería sólo subrayar la contradicción que se abate sobre su población pese a ser, a efectos legales, ciudadanos norteamericanos que disponen de pasaporte, moneda y ejército USA, pero carecen del derecho a votar al Presidente de los Estados Unidos, salvo si residen en el continente, siendo la isla territorio yankee bajo el estatus político de Estado Libre Asociado (ELA).

Y es que los puertorriqueños votaron en esas elecciones asuntos trascendentales para su comunidad, tales como la constitución de las Cámaras de Representantes y del Senado de la isla, el Gobernador (parecido al presidente de Comunidad Autónoma en España), el Comisionado residente (representante con voz pero sin voto ante el Congreso de Washington) y los alcaldes de los municipios. Y algo más importante: también, por cuarta vez en la historia, el pueblo de Puerto Rico fue consultado sobre diversas opciones a la situación política territorial: es decir, sobre la relación “colonial” que mantiene con EE.UU., pudiendo elegir entre seguir siendo un Estado Libre Asociado, incorporarse a la Unión como el Estado número 51 u optar por la independencia y convertirse en un país soberano.

Aunque sin consecuencias jurídicas inmediatas, esta consulta sobre el estatus político de Puerto Rico representa una forma democrática de atender las aspiraciones de los puertorriqueños, quienes desde el año 1952, en que se convirtieron en Estado Libre Asociado, han hecho prevalecer el actual status quo, a pesar de que el nivel económico de la isla y el número de desempleados no aguantan una comparación con los existentes en EE.UU. Sin embargo, esa relación de dependencia con la primera potencia mundial les ha permitido disfrutar de una estabilidad política, económica y social sin parangón en la mayoría de países caribeños del entorno. Quizás por ello, según datos de la Comisión Estatal de Elecciones, los votantes han preferido en esta ocasión alterar esa relación en vez de mantenerla (53,99% frente a 46,01%), decantándose por la estadidad de forma mayoritaria (61,15%) frente a las opciones del ELA (33,31%) o la independencia (5,53%).

Habrá que ver cómo satisface Estados Unidos esa voluntad de los puertorriqueños por convertirse en la estrella número 51 de la bandera norteamericana. Porque, aún sin ser un plebiscito vinculante, el Congreso de Washington deberá debatir los pro y los contra de la anexión y dar una respuesta a la situación política territorial de Puerto Rico. Una cuestión que desde España es vista con la máxima curiosidad por comunidades que, sin derecho a la independencia, desearían un mayor autogobierno en relación con el Estado del que forman parte, como son el País Vasco y Cataluña. Todo ello hacía sumamente interesante las elecciones norteamericanas del martes pasado y doblemente atractivo el referéndum celebrado en Puerto Rico en la misma fecha: por el ejemplo de democracia y valor sentimental.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Opto por Obama

Mañana se celebran las elecciones presidenciales en Estados Unidos, un suceso que trasciende sus fronteras e interesa a los países que orbitan atraídos por el enorme influjo de aquella potencia mundial. Es por ello que, para los que habitamos en el exterior, no sea extraño mostrar atención a lo que se dilucida en esa campaña electoral e incluso sintamos el deseo de expresar nuestras preferencias por alguno de los candidatos que se disputan la presidencia de la nación más poderosa del planeta. Es algo que nos afecta de alguna manera.

Aunque yo no pueda votar, opto por Barack Obama, el actual Presidente de los Estados Unidos y candidato por el Partido Demócrata que aspira a la reelección frente al republicano Mitt Romney. Y lo hago por varios motivos:

En primer lugar, por intereses estratégicos ya apuntados en el inicio de este artículo. Como ciudadano de un país mediano, como España, que está integrado en la tupida red de influencias económicas,  políticas, comerciales, tecnológicas, militares y culturales que desde EE.UU. se controlan directa o indirectamente (FMI, OMC, Wall Street, Hollywood, Pentágono, tratados, convenios, etc.), no es insustancial el programa del Presidente que ocupe la Casa Blanca. En ese sentido, Obama representa, para los que vivimos fuera de USA, una más abierta disposición al diálogo, a la comprensión de los problemas que aquejan al mundo y a reconocer su diversidad y complejidad, sin dogmatismo ni visiones reducionistas. Se interesa por lo que ocurre en el exterior e intenta ser comprensivo, aunque sin abandonar la salvaguarda de los intereses estratégicos de la potencia que dirige.  Para los europeos, Obama mantiene unas ideas que nos resultan familiares porque preconizan el progreso en las costumbres y los modelos de convivencia social. Su apuesta por el derecho al aborto, el matrimonio homosexual, la subida de impuestos a los más ricos, la inversión pública en servicios sociales, la reforma sanitaria que extiende la atención médica a toda la población y tantos otros asuntos que casi lo equiparan, a pesar de las salvedades existentes, con las políticas de la socialdemocracia del Viejo Continente.

En segundo lugar, también lo elijo por mi condición de hispano. Los Estados Unidos es un país que atrae la inmigración de sus vecinos de América Latina y, en general, de todas partes del mundo. Pero los latinos representan un porcentaje nada desdeñable de su población, un 18 por ciento (50 millones de personas sobre un total de 311 millones), muy relevante en determinados Estados, como Florida. Obama se comporta más sensible con los problemas raciales y procura aportar soluciones alejadas de la intolerancia y el rechazo que muestran, con sus opiniones o sus actos, sus contrincantes republicanos. Ha aportado una reforma migratoria integral para los que quieran poseer la ciudadanía norteamericana, con condiciones y compromisos, y ha mostrado su respaldo al “Dream Act” que facilita la nacionalidad a ciertos estudiantes indocumentados. A no todos ellos convence esta política aunque sea el único que plantea el tema migratorio desde el respeto a la dignidad del inmigrante y, en general, la solidaridad hacia las minorías y los más desfavorecidos de una sociedad que confunde el auxilio social con la pérdida de libertades.

Y, por último, por una cuestión sentimental, como antiguo ciudadano yankee que renunció a su nacionalidad durante la adolescencia para convertirse español. Siento simpatía de la patria en la que nací aunque no forme parte de la Unión más que como Estado Libre Asociado. Con voz pero sin voto, los puertorriqueños, pese a ser ciudadanos estadounideneses, carecen del derecho para elegir a los miembros del Congreso, del Senado y al Presidente de los Estados Unidos, salvo si residen en el continente, no en la isla. Como colonia que disfruta de una relación contradictoria con USA, sólo se les permite votar para seleccionar al candidato de cada partido, pero no en la elección del Presidente. Por todo ello, prefiero a Barack Obama. Y hoy, antes de conocer el resultado de esas elecciones, hago pública mi apuesta porque, pese a sus insuficiencias, me inspira más confianza desde todos los puntos mencionados.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Recortes y más recortes

El Gobierno de la comunidad autónoma de Andalucía ha presentado el proyecto de ley de Presupuestos para el año 2013 que, sin negar la mayor, viene a destacar la menor: se tratan de unas cuentas que continúan con los tijeretazos en todas las partidas, aunque procuran mantener unos gastos sociales en el límite de las posibilidades económicas. Pero, al fin y al cabo, suponen más recortes.

A pesar de las intenciones en marcar diferencias con las medidas duramente restrictivas del Gobierno central, los Presupuestos andaluces apenas difieren en la letra, aunque sí en la música con los de Rajoy. En realidad, hacen encajes de bolillos para preservar un modelo de protección social en medio del radical frenazo en las inversiones y una significativa disminución del gasto corriente. Así, difícilmente se pueden realizar actuaciones que preserven las maltrechas estructuras del Estado de Bienestar, ni siquiera en áreas tomadas como banderas por la Junta de Andalucía, como son la educación y la sanidad, que ven decrecer sus partidas de gasto. En ambos sectores, las plantillas de personal funcionario menguan al renovarse sólo el 10 por ciento de las jubilaciones y por el incremento de 2,5 horas adicionales a la semana a que obligan las reformas anticrisis del  Gobierno del Partido Popular al conjunto de las Administraciones públicas.  

La asfixia económica que provocarán estos Presupuestos en Andalucía tendrá consecuencias en el empleo y el crecimiento, puesto que la partida que más crece es la destinada a pagar deuda pública. El resto se centra en sostener unos servicios públicos “ajustados” al compromiso del objetivo de déficit del 0,7 por ciento, que obliga a un recorte adicional de 4.200 millones de euros en las cuentas públicas de Andalucía para el año que viene. Es decir, no renuncian por imperativo legal a la premisa mayor de reducir la deuda del Estado como exige Bruselas, pero resaltan el esfuerzo por evitar despidos de empleados públicos, la privatización de hospitales y servicios sociales, el copago sanitario y la implantación de tasas y recargos diversos que están realizando en las comunidades donde gobiernan los conservadores. Para la consejera de Economía y Hacienda, Carmen Martínez Aguayo, la prioridad es atender los hospitales y no hacer carreteras.

Sin embargo, según el presidente de los populares andaluces, Juan Ignacio Zoido, estos Presupuestos representan un obstáculo para salir de la crisis porque no aportan ninguna “reforma” que sirva para “controlar” el gasto. Y es que, precisamente, esa es la diferencia más notable que podría encontrarse en ambos modelos presupuestarios: la definición de gasto. Lo que para uno es descartable como gasto, para otro es inversión en protección social a través de servicios públicos. Pero ambos se ven impelidos a cuadrar balances que apenas cuentan con ingresos ordinarios (por una recesión económica que tarda en superarse), reducción drástica de las transferencias por parte del Estado hacia las comunidades y las dificultades de financiación en los mercados. En ambos casos, menos dinero para todos, menos para los acreedores, que son los que justifican estos duros mecanismos de “ajuste” para asegurarse el cobro de sus préstamos, hasta el extremo de hacerlo constar como prioritario en la misma Constitución española. En definitiva, dos músicas para una sola letra: recortes y más recortes. Chan chán.

viernes, 2 de noviembre de 2012

Halloween

No existe diálogo de civilizaciones, sino dominación de unas sobre otras, imposición de los intereses del conquistador sobre los pueblos sometidos, la colonización en toda la extensión de la palabra aunque no se invadan físicamente, hoy día, los territorios. Halloween es el penúltimo ejemplo de ello. La festividad religiosa de Todos los Santos se transforma, por obra y gracia del “negocio”, es una oportunidad para “importar” la celebración marcadamente mercantil del Halloween norteamericano, con toda su parafernalia de fiestas, disfraces y diversión que resultan sumamente rentables. Y lo que era una costumbre para recordar a los seres queridos desaparecidos se sustituye por un entretenimiento consumista que olvida a los familiares muertos. Se subvierte el carácter religioso por el pagano, no por voluntad de los celebrantes, sino por mentalización imperialista, que obliga a abandonar las propias costumbres para asumir las ajenas impuestas.

El imperio norteamericano extiende su modelo social y sus costumbres a todas sus colonias tras haber depredado y controlado los recursos y riquezas de aquellas. La penetración americana es colosal en todos los aspectos, siendo el cultural el que “fertiliza” sus inversiones en el exterior, homogeneizando ideológicamente las costumbres de los pueblos sobre los que hace sentir su influencia. Esa penetración abarca, como ya revelara Manuel Vázquez Montalbán en su libro La penetración americana en España*, los campos tecnológico, económico, político y militar, pero también el cultural, a través del cual se inoculan valores favorables a sus intereses, “valores y significaciones que terminan no sólo por sustituir los derivados de la propia tradición histórica y cultural, sino incluso sustituir o impedir la formación de valores y significaciones derivados de las auténticas necesidades históricas populares” (Ob.cit., pág. 377).

Esta “americanización” de España no es un fenómeno nuevo en la historia del mundo. El antiguo imperio romano realizó una “romanización” de sus conquistas hasta que un nuevo imperio impuso sus propios valores. El cine norteamericano, la literatura y la “archicultura pop” forman parte, entre otros, de ese formidable mecanismo de “americanización” que transforma el mundo en una réplica exacta del american way of life, en el que nos reconocemos tras haber olvidado o perdido previamente nuestra propia identidad.

Este colonialismo ideológico, que nos desvincula de nuestras referencias históricas, tiene éxito no por ofrecernos una cosmovisión más completa y convincente del mundo, sino por la potencialidad económica que tiene para introducirse en nuestra cultura, a la que desplaza hasta hacernos cambiar de hábitos, costumbres. ideales y valores. Tanto es así que ya no vamos a los cementerios a limpiar los nichos donde reposan los restos de los abuelos, sino que nos disfrazamos de vampiros para repetir como posesos: “truco o trato”, sin que ni siquiera sepamos a qué viene la pregunta.
 
_____________
*Manuel Vázquez Montalbán, La penetración americana en España, Editorial Cuadernos para el Diálogo, Madrid, 1974.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Todos los Santos

Habrán de ser pocos, porque santos, como dios manda, escasean tanto en el cielo como en la Tierra. La mayoría de los reconocidos lo son por morir abrazados y, a veces, abrasados, a dogmas que perjudicaron en cualquier momento al poder político. O se entregaron a “evangelizar” caritativamente a los pisoteados del Tercer Mundo, esa mayoría que permite la existencia de una minoría acomodada, después de que el Imperio saqueara sus recursos y riquezas. Yo prefiero los santos humildes de hoy, sin dogmas ni iglesias, que profesan la honradez en vida y la entrega a la honestidad. Son padres, abuelas e hijos que conducen sus vidas guiados por la ética del respeto, la tolerancia y la libertad, bajo un único mandamiento: la responsabilidad. Hoy debería ser el día de los todos los santos que sufren la desigualdad y la opresión de estructuras injustas, ya sean religiosas –que bendicen la propiedad privada-, económicas –que empobrecen a los trabajadores-, políticas –que suprimen derechos a los débiles- y sociales –que distinguen a las personas según intereses-, y que permiten la permanencia de privilegios y clases sociales, de ricos entre pobres sin que se les caiga la cara de vergüenza. Hoy es el día, si no fuera una farsa, de todos los santos desposeídos y desfavorecidos por cualquier poder, incluido el más hipócrita de ellos, el que te promete la vida eterna.