lunes, 31 de enero de 2011

Otro año sanguinario

Enero vomita el reguero de sangre de seis mujeres asesinadas por quienes habían jurado amarlas cuando en realidad pretendían sólo poseerlas como se atesora un objeto, para disponer de ellas a voluntad. Comienza este año 2011 con la casuística miserable de la violencia más cobarde de que es capaz el hombre, la que se ceba contra el eslabón débil e indefenso en la intimidad de unas paredes domésticas para abusar hasta la muerte de esa presa fácil.

Ya el año pasado, el día 8 de enero, denuncié en estas mismas páginas el desasosiego que causa esta lacra que no acaba de ser extirpada del comportamiento de unos machos que confunden su baba asesina con la expresión de una fortaleza que delata la patológica debilidad del que no soporta verse rechazado. Si en enero de 2010 eran dos las mujeres asesinadas cuando yo escribía aquel comentario, este año ya suman la cifra de seis las muertes de una espiral horrible con la que empieza otro enero sanguinario.

La mujer paga con su vida lo que los estereotipos machistas y misóginos aún perpetúan en las relaciones de pareja y en muchos hábitos sociales. Son siglos de dominación de unos valores que rebajan a la mujer, todavía hoy, a patrones subordinados al hombre en la mayoría de los ámbitos que ambos géneros comparten. Ni una educación obligatoria ni unas leyes que fomentan la igualdad han podido erradicar el canibalismo de un machismo que es capaz de matar por no ver destronada su supremacía indigna y errónea.

Hasta que el hombre no vea a la mujer como a un hombre, aunque con distinto sexo, con el que debe compartirlo todo, en igualdad de oportunidades y poseyendo los mismos derechos, no empezará a eliminarse esta plaga de la violencia contra la mujer. No es cuestión de hacerla visible sólo en el lenguaje, con esa duplicación de vocablos que tanto gusta a los políticos, sino de reescribir la Historia y levantar una cultura en la que la Humanidad esté constituida por hombres y mujeres, semejantes en todo salvo que de ellas proviene la vida. Sólo entonces, cuando ni en la publicidad sirvan de reclamo, podremos alegrarnos de que por fin la mujer deja de ser un objeto para disfrute del hombre y desaparece como motivo de obsesión en la mente de los babosos asesinos. Ojalá.

sábado, 29 de enero de 2011

El futuro de las pensiones

Afortunadamente, ninguna medida humana es eterna. Son fruto de una realidad concreta y se adecuan a las circunstancias. Con el tiempo hay que modificarlas para ir adaptándolas a factores que eran imposibles de prever cuando se tomó el acuerdo. Eso pasa con todo, con las pensiones, las constituciones, el matrimonio y hasta con los dogmas de fe. Son construcciones humanas que evolucionan con el hombre.

Con las pensiones, como he señalado, pasa lo mismo. Cuando se instauró el Estado del bienestar, tras la II Guerra Mundial, los trabajadores solían empezar a trabajar a una edad muy joven y cuando se jubilaban, a los cincuenta y pocos años, tenían una esperanza de vida que raramente sobrepasaba los diez años. Hasta ayer mismo, la edad de jubilación era a los 65 años y se ha tenido que modificar. ¿Por qué?

Por un motivo esencial: para conservar el derecho a una pensión. Hoy día, gracias a nuevas condiciones laborales, mejor alimentación y a las provisiones médicas, la supervivencia media de los españoles supera los 82 años. Es decir, duplica a la de hace apenas 50 ó 100 años. Esa longevidad representa una carga considerable para cualquier economía pública, que ha de “cuadrar” sus cuentas en función de los ingresos.

Pero es que, además, si a mediados del siglo pasado las masas trabajadoras eran significativamente más numerosas que las clases pasivas, hoy esa pirámide poblacional, a causa de la baja natalidad, casi se ha invertido. El “pico” de la pirámide no sólo se ensancha considerablemente, sino que tiene una supervivencia alargada que le permite disfrutar de su pensión por muchos años, a veces durante un período similar al trabajado. Las proyecciones demográficas estiman que, en 2050, España se podría convertir en uno de los países más envejecidos del mundo, con más de 14 millones de personas superiores a los 65 años, prácticamente a un pensionista por trabajador.


Y es que la base que cotiza -afiliados a la seguridad social- mengua. El número de trabajadores que aportan recursos para sostener las pensiones, entre otros derechos, se ha visto reducido por la baja natalidad que ha experimentado la sociedad española. Esa tasa de dependencia también se ve decrecer en los últimos años por el impacto de la crisis económica y el altísimo número de parados.

Todo ello abocaba a la insostenibilidad del sistema. La solución no era dejar que éste quebrase ni suprimir el principio de una jubilación justa y necesaria. Había que encontrar valor para decidir el retraso de la edad de jubilación –de 65 a 67 años, puesto que se vive más años- y ampliar el período de cómputo (de 15 años a 25) para determinar su cuantía, que actualmente está en una media de 1.107 euros mensuales, según datos de CC.OO.

Es evidente que estos cambios son impopulares y siempre se han evitado. Tanto es así que, en puridad, este problema junto a otras deficiencias del Estado del bienestar se debe a la pusilanimidad política más que a la crisis económica, como denuncia Tony Judt.

Pero lo más importante de estas medidas es que rompe con el concepto de que el sistema de pensiones es intocable e instaura la revisión periódica para corregir sus deficiencias sin que por ello se cometa sacrilegio alguno. Simplemente se adoptan medidas para evitar el colapso del sistema y se garantiza el futuro de las pensiones en virtud de las nuevas circunstancias. Afortunadamente.

jueves, 27 de enero de 2011

Melodías para un cumpleaños

Un cumpleaños aflora lo que se comparte, como la música. Hay canciones que nunca han dejado de musitarnos al oido a lo largo de la vida, tejiendo una red de complicidades que nos atan a los recuerdos. Son esas pequeñas cosas que nos tienen a su merced y de las que renunciamos a desprendernos. Nos hacen sentir lo que fuimos y lo que somos. Lo mejor para celebrar un cumpleaños. Con añoranza. Y con felicidad. Para que nunca dejes de abrazar lo que te gusta y te conmueve. Así que pasen cincuenta y cinco años.






¡Felicidades, Charo!

Hoy es un día señalado en la esfera de mi intimidad. A pesar de que cada jornada es una efemérides de la supervivencia, hay fechas que sirven como recordatorio de un capítulo superado y del proyecto que ha de continuar y renovarse con perspectivas inéditas. Hay cumpleaños que son especiales. Cincuenta y cinco años en la vida de una persona son una cúspide, una atalaya desde la que contemplar con calma el camino recorrido y vislumbrar, aún con las nieblas de la imprecisión, el horizonte hacia el que nos dirigen nuestros propios pasos.

Desde esa cima de la madurez y de la confianza labrada con los disgustos de la experiencia es posible intuir el futuro, única dirección a la que se orientan todos los rumbos. Sin embargo, sólo la ilusión ante los retos y lo desconocido hace posible que los cumpleaños se conviertan en símbolos esperanzadores del porvenir ignoto y un regocijo por lo conquistado. Máxime si ese proyecto vital se ve obsequiado por las semillas que el amor ha engendrado y de las que brotan nuevas vocecitas y ojitos curiosos que llenan de inocencia y ternura el fugaz momento en que nos acompañan.

Cincuenta y cinco años es mucho para el que aspira a una felicidad esquiva, pero poco para quien la disfruta y la irradia en el calor de una familia. Los que nos sentamos alrededor de ese fuego generoso tenemos motivos para la celebración y el reconocimiento. Juntos te deseamos: ¡Felicidades, Charo!

miércoles, 26 de enero de 2011

Una de piratas

La entrada de ayer me hizo añorar una bellísima canción de Serrat, de cuando creíamos que podíamos cambiar el mundo y perseguir todas las utopías. ¡Que aún os emocione!

martes, 25 de enero de 2011

Los piratas de Sinde

Me recuerda a una de bucaneros de los mares del Sur. Eso de la Ley antipiratería me trae a la memoria aquellos fieros rufianes, con pata de palo y parche en el ojo, que enarbolaban la enseña negra de la calavera y las tibias cruzadas cuando se decidían abordar al barco que iban a saquear. Lo que empezó como una manera delictiva de vivir, acabó siendo un instrumento de la estrategia inglesa para socavar la financiación que el Imperio español conseguía en sus dominios de América. Sir Francis Drake alcanzó tal honor gracias a la piratería en beneficio de su Graciosa Majestad.

Navegar por Internet presenta riesgos idénticos. Existen sitios en la red que se dedican a ofrecer descargas gratis de páginas sujetas a derechos de autor. Como antes el oro, ahora se trafica con obras y productos que se expolian sin respetar el derecho a la propiedad intelectual. Y de la misma manera que hace siglos los piratas creían ser los dueños de todo lo que flotara en los mares, hoy los internautas consideran que lo que circula por Internet es de libre disposición y puede ser utilizado sin limitación alguna.

Sin embargo, estoy convencido de que los usuarios de la red no son los causantes del inmerecido honor que disfruta España como país que lidera la piratería europea. Los causantes de ese desprestigio son quienes negocian gracias a la piratería y contra ellos se dirige la denominada Ley Sinde que acaba de consensuarse en el Senado entre el PSOE, PP y CiU. La Ley impulsada por el Ministerio de Cultura concibe el cierre de páginas web de forma expresa si sirven sin autorización contenidos sujetos a derechos de autor.

Las modificaciones introducidas en su tramitación del Senado dotan de mayor tutela judicial al proceso de intervención administrativa que podría desembocar en el cierre del sitio virtual investigado. Según la ministra Ángeles González-Sinde, la Ley “no supone una amenaza para el uso de Internet. Tiene que quedar claro que no se perseguirá a los individuos”. Pero otros, como al Director de la Academia de Cine, Álex de la Iglesia, que acaba de dimitir por este motivo, estiman que “la nueva Ley ni ayuda a los creadores ni a los internautas”.

¿Quién gana con todo esto? Internet no es ajeno al negocio de la comunicación en general. Todas las normas que han pretendido regular este sector acaban beneficiando la concentración y los intereses económicos de la industria. La comunicación y la información, de las que Internet es sólo un modelo distinto, constituyen un medio de control social y, por lo tanto, forman parte del sistema de poder, al que contribuyen a perpetuar. Internet no podía ir por libre ni tener la posibilidad de convertirse en una fuente alternativa y descontrolada de comunicación. Había que “regularlo”.

Como los piratas antiguos, éstos de ahora han de transformarse en instrumentos ejecutores del poder, conseguir licencias de difusión, integrarse en el sistema de mercado y adherirse a los valores e ideas que sustentan al capitalismo que nos domina. Es posible que esos servidores sólo buscaran el lucro particular, pero permitían el acceso ilimitado a lo que ya venía gravado por el canon de compensación por copia privada.

A partir de hoy ya no queda lugar en el mundo para soñar aquel viejo ideal de libertad que los piratas encarnaban, ajenos a cualquier norma y atadura. Sinde ha acabado con los bucaneros porque la economía se impone a cualquier sueño. Es el fin de las utopías.

sábado, 22 de enero de 2011

La hartura de los pueblos

No es habitual, pero a veces llega la gota que colma el vaso y acaba con la paciencia que mantiene sumisa a la población en una situación que, puestos a perder, ya no puede ser peor. Es lo que está pasando en Túnez: el pueblo se ha hartado.


Se repiten allí aquellas imágenes de claveles en la boca de los fusiles que tanto envidiamos de la revolución portuguesa, cuando el ejército derrocó al dictador de la vecina República. Creíamos que ya no volveríamos a presenciar nada semejante hasta que la inmolación de un joven desesperado, que se suicidó quemándose a lo bonzo después de que la policía requisara lo único que le permitía sobrevivir, un mísero puesto ambulante, nos hiciera recordar aquella Revolución de los claveles de Portugal o la Primavera de Praga.

La fuerza y la violencia la detectan los Estados y es un instrumento de coacción del que se sirve el Poder, todo poder -legítimo o ilegítimo-, en su ejercicio. Pero, como antes en Portugal y ahora en Túnez, llega un momento en que esa fuerza se niega a obedecer y se alinea con un pueblo que expresa su hartura ante el sátrapa que esquilma sus riquezas y humilla su dignidad. Es un incidente banal, una simple gota -el decomiso de un puesto callejero-, el que hace prender la mecha de una revuelta que ya no tiene marcha atrás.

Causa emoción, desde las viejas democracias occidentales, instaladas en el conformismo más pasivo, contemplar la ilusión de un pueblo por recuperar las libertades y luchar por derechos que a nosotros ya no nos conmueven ni motivan acción alguna. Túnez ha iniciado un camino, al librarse del dictador Ben Alí y aspirar a la democracia, inédito en los países árabes, que temen horrorizados que el ejemplo se extienda entre ellos.

Pero, más allá de la emoción, causa desasosiego que aquella ilusión desemboque en la frustración de unas aspiraciones excesivas, las que confían en la democracia como solución a los problemas y la abolición de todas las servidumbres e injusticias. Aún siendo preferible a cualquier régimen opresor, cuyo único propósito es la avaricia o la megalomanía de quien lo instaura, la democracia, tras una primera bocanada de aire puro, queda determinada por un mercado en que las acciones valen más que los votos y los intereses económicos priman sobre los sociales.

El sistema de mercado exige un marco legal y estable que las democracias le facilitan y donde el poder económico impone sus reglas. La consolidación de las grandes corporaciones que la globalización trae consigo hace que muchas multinacionales tengan mayor potencial que los propios Estados y constituyan el imperio del Capital. Esa globalización implanta un modelo económico que el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y la Organización Mundial del Comercio (OMC) velan por perpetuar e imponer. En España ya conocemos sus recetas.

Posiblemente ese sea el único destino viable de las democracias, pero observando la alegría de los tunecinos, mientras abrazan al Ejército y destruyen todo rastro de una dictadura, uno desearía que los gobiernos respondieran a las necesidades de la gente antes que a las del mercado

jueves, 20 de enero de 2011

Cuestión de tiempo

Las cosas requieren tiempo, unas veces más sosegado y, otras, acelerado, pero ninguna puede hacerse sin disponer de un momento dedicado a ellas. En mi caso, a veces me precipito en hacer alguna tarea, aunque también hay ocasiones en que me tomo tiempo para mascullar la iniciativa. Por lo general, de sabios son los consejos de no tomar decisiones en caliente y de servir las venganzas en frío. Razones tienen quienes devuelven la afrenta cuando el ofensor la ha olvidado.

Sin embargo, sucede también que el tiempo no se deja administrar a nuestro antojo. Es entonces cuando se hacen las cosas cuando se puede o cuando nos dejan. A este grupo pertenece la mayoría de mis acciones. Me imagino que a muchos les pasará lo mismo. Llenamos nuestras vidas con compromisos insustanciales que restan tiempo para hacer lo que realmente nos gusta. Haga la prueba. Escriba en una libreta, desde que se levanta hasta que se acuesta, una relación de todo lo que usted realiza cada día. Y a continuación deje dos columnas para anotar lo que considera imprescindible y lo que son simples rutinas. Se sorprenderá de lo “apretada” que tendrá la columna de asuntos triviales en comparación con la que pensamos son importantes.

No se extrañe si descubre que llenamos el tiempo de hábitos cuyo único sentido es buscar cobijo entre los demás, en la tribu o el grupo del que formamos parte. Los cafés, cigarrillos, quinielas, loterías, cervecitas, conversaciones, saludos y demás ritos que nos sirven para relacionarnos con quienes consideramos iguales y cuya compañía refuerza nuestra autoestima.

Luego está el tiempo empleado en actuar para los demás, en labrarnos una imagen a satisfacción de quienes nos miran y juzgan. Vestuario, ademanes, lenguaje, peinados, perfumes, vehículos, prensa, preferencias deportivas, culinarias, creencias, actos sociales, etc., son, entre otras, señales con las que expresamos, en un lenguaje tan rico como el verbal, el personaje que construimos, lo que pretendemos.

No anote en esa columna el tiempo dedicado al ocio ni al trabajo porque ambos pertenecen a la columna de cosas importantes. El trabajo es productivo para satisfacer nuestras necesidades básicas y el ocio, bien entendido, para alimentar nuestras aspiraciones más sublimes, aquellas que permiten nuestra evasión y la superación de los condicionamientos que nos atan. Es el tiempo dedicado a la música, la lectura, el deporte, el estudio o la simple observación de nuestro comportamiento y entorno.

Haga balance: elimine ahora todo el tiempo que le resulta prescindible, aunque pertenezca a costumbres muy enraizadas en sociedad. Reste las horas consumidas frente al televisor, por mero hábito horario y a pesar de no presenciar nada edificante. ¿Cuánto tiempo recupera? Seguramente, más del que imaginaba. ¿En qué lo empleará?

Es posible que concluya que su agenda le posibilita mantenerse ocupado ya que, de lo contrario, no sabría qué hacer con el tiempo libre. Si esa es su situación, no me haga caso. Este ejercicio está dirigido a los que no tienen tiempo para leer cómo pierdo el mío.

lunes, 10 de enero de 2011

Burocrático alto el fuego de ETA

La organización criminal ETA, que persigue mediante la violencia la independencia del País Vasco, ha emitido un comunicado en el que manifiesta su decisión de proceder a un alto el fuego permanente y general, verificable internacionalmente, según le exigían insistentemente todas las instancias políticas, especialmente las afines, de aquella Comunidad autónoma.

El comunicado del alto el fuego de ETA, no por deseado, no puede evitar la desazón de quienes confiaban, tras los fracasos de ceses temporales de la violencia y procesos de negociación anteriores, una mayor determinación de la banda terrorista para el abandonado definitivo de las armas como medio inútil, aunque sumamente doloroso, para perseguir objetivos políticos.

Cerca de mil muertos y una sanguinaria estela de extorsiones y atentados no han estremecido a una organización separatista para repudiar la violencia, sino la asfixia económica que la Ley de Partidos ha sometido al entorno político abertxale y el eficaz cerco policial y judicial, en colaboración con Francia, con la que se ha desmantelado repetidamente la cúpula directriz y a sus comandos, mermando su capacidad operativa para ejercer el terror.

Incapaces para percibir más realidad que la de su propia supervivencia orgánica, la banda se atribuye la potestad de tutelar la convivencia que los vascos hace años han decidido mayoritariamente bajo un Estado de las Autonomías que posibilita el respeto y la voluntad identitaria expresamente reconocida en el Estatuto de Guernica, incluida la opción independentista democráticamente defendida y con arreglo a lo establecido en la Constitución. Parece que se reservan el derecho a modificar la situación de alto el fuego concedida por ellos en cuanto los resultados no le satisfagan, impresión que es la que motiva la desilusión y la poca esperanza que despierta el enésimo comunicado de ETA.

Con todo, hay que celebrar el fin de los asesinatos por unos motivos que jamás tendrían que haber recurrido a la violencia y la muerte para enarbolarlos. Es lo que se echa en falta a un comunicado burocrático, con sellos y rúbricas, pero insensible al inmenso dolor que han causado tan inútilmente. De ahí la desconfianza.

sábado, 8 de enero de 2011

TVE en el espejo de la BBC

TVE dista mucho de ser una cadena de televisión con el prestigio que atesora la BBC inglesa, pero se orienta a parecerse a ella paulatinamente. Hay que reconocer que, desde que abandonó la publicidad comercial, sus programas y sobre todo las películas pueden contemplarse con la atención debida y sin las interrupciones prolijas que hacían desesperar al telespectador. Financiarse sólo con la aportación económica asignada en los Presupuestos Generales del Estado, en contraprestación a su consideración como servicio público y renunciando al importante trozo de la “tarta” de los ingresos publicitarios, es una apuesta de calado que afianza su camino hacia una televisión de calidad, aunque lejos aún del modelo de la BBC en cuyo espejo se contempla.

Un primer paso hacia ese modelo lo constituyó la elección del presidente de la Corporación de RTVE por parte del Congreso de los Diputados y no por designación directa del Gobierno. Así se ha librado de ser “correa de transmisión” del gobierno de turno y de caer en aquellos bochornosos dictados de la “voz de su amo” que se empeñaban en negar la realidad, como eran los telediarios de entonces (Recuérdese a Urdaci rectificar una manipulación informativa por sentencia judicial).

Ahora no hay comparación, en cuanto a pluralidad, amplitud y profesionalidad en la selección y elaboración de noticias, de sus espacios informativos con los de cualquier otro canal de televisión de España, si nos atenemos a criterios objetivos. Solamente CNN+ podía competir con esa capacidad para acudir allá donde se producía el hecho noticioso, pero con la venta de Cuatro a Telecinco ha desaparecido la única opción existente para contrastar programas informativos sin una descarada tendenciosidad editorial. El Canal 24 horas de TVE ha quedado como el único reducto de espacio dedicado exclusivamente a la información, durante las 24 horas del día, en la televisión de España, lo que evidencia la despreocupación que prestan las corporaciones audiovisuales a la hora de ofertar lo que es sin duda (dados los índices de lectura de prensa en este país) el único modo de acceso a la información para un amplio sector de la población.

Pero si la información tiene en TVE un referente indiscutible, con éstos y otros programas (Informe semanal, 59 segundos, etc.), el respeto hacia el espectador cuenta también en la cadena estatal con un puntal destacado, no sólo al ahorrarle el consumo de publicidad, sino también al velar por el contenido de su programación en horario de especial protección para la infancia, que se extiende desde las 6 hasta las 22 horas. El Manual de Estilo de la RTVE, entregado a finales de diciembre a la comisión mixta de Control del Congreso y el Senado, considera las corridas de toros como actos de violencia con animales que deben ser evitados durante esa amplia franja infantil. La renuncia a retransmitir este tipo de festejos, en un país que identifica la tauromaquia como hecho cultural y sociológico, es de enorme trascendencia y tendrá indudablemente amplia repercusión en el debate ciudadano, aunque haya señalado que ofrecerá programas “específicos” en TVE y RNE para hacer un seguimiento informativo de los aspectos artísticos, literarios, medioambientales y sociales sobre la lidia, en particular, y el mundo del toro, en general.

No obstante, el veto a las corridas de toros en TVE hay que enmarcarlo en esa transformación que experimenta la cadena pública desde una televisión generalista y comercial hacia una televisión de servicio público y de calidad, que, sin rehuir a una audiencia que le dé sustento, compite por ella con criterios distintos a la mera rentabilidad económica. De este modo, sólo en TVE se pueden disfrutar programas que, aunque es cierto atraen a una minoría de telespectadores, revelan un afán crítico y esclarecedor sobre las estructuras políticas y económicas que determinan la realidad de nuestras sociedades, como el programa “Los amos del mundo” (TVE2, 15-10-2006), entre otros.

El peligro de esa intención por coincidir con el modelo que representa la BBC británica, del que todavía nos encontramos muy alejados (sobre todo en cuanto a programas de producción propia), es la progresiva pérdida de cuota de pantalla, acostumbrado como está el telespectador indiferenciado a la frivolidad y el espectáculo gratuitos. Es evidente que ello supone un riesgo frente a los Gran Hermanos y las Esteban que tanto abundan en la parrilla televisiva actual, pero el riesgo lo corren quienes prefieren la vulgaridad y la chabacanería y no los que, constituyendo una incomprensible minoría, aplauden el derrotero por el que parece encaminarse la RTVE. ¡Bendita sea la hora!

martes, 4 de enero de 2011

Campanadas de infarto

Esperó hasta el último momento para engullir las uvas. No le daba tiempo de masticar cuando una campanada le instaba a ingerir otra uva más. Quería seguir la tradición pero era incapaz de seguir ese ritmo. Pronto se acumularon en su boca formando un bolo que le obstruía la garganta. Fue sólo un minuto tras el cual todos se fundíeron en un abrazo con el que celebrar la llegada del nuevo año, excepto él.  No aguantaba las emociones y, aunque las uvas recibieron todas las sospechas, fue un infarto lo que lo mató.

domingo, 2 de enero de 2011

La virilidad del Obispo

Resulta que las políticas de igualdad y de género forman parte de una estrategia de la Unesco, que el Gobierno socialista sigue a pie juntillas en España, para convertir en homosexuales a media Europa. Eso es lo que afirma con una rotundidad canóniga un reverendísimo padre de la Iglesia católica, apostólica y romana, el mismo que quiere cambiar de nombre a la Mezquita, que conoce el plan divino para la creación de las especies y no duda en denunciar las desviaciones que los hombres cometen al tratar de modificar ese diseño tan preclaro para el prelado. El Obispo de Córdoba considera que tratar a la mujer como a un ciudadano cualquiera, sin más privilegios pero sin ninguna discriminación que un hombre, es un complot urdido por la Unesco, donde habita seguramente el diablo desde que Obama, otra desviación del orden natural del poder, ocupa la Casa Blanca en una contradicción cromática tan impropia como un varón con faldas.

El texto de la homilía sería motivo de risa si no fuera porque la Eminencia que la pronuncia se considera en posesión de la Verdad absoluta, en conexión directa con una deidad sobrenatural, y es representante legal de una organización terrenal que, no sólo tiene la exclusividad de interpretar los mensajes divinos, sino que pretende imponer su criterio incluso a los que no comulgan con sus órdenes. Según el Obispo cordobés, que se adhiere a la teoría conspirativa del cardenal Antonelli, prelado para la “familia” del Papa, la ONU quiere convertir en homosexual a la mitad de la población mundial en tan sólo 20 años. Y lo hace a través de la ideología de género, que ya se imparte a los niños de nuestras escuelas, donde están expuestos a que sus inocencias sean mancilladas por tales peligros. De la pederastia, en la que están envueltas tantas Eminencias, aún no ha escrito ningún sermón este vigilante de la ortodoxia sexual divinamente ejercida. De la discriminación de la mujer dentro de la Iglesia, relegada por una curia varonil a imagen y semejanza de su visión del mundo, tampoco. De la propagación de enfermedades por impedir el uso de pecaminosos preservativos en las relaciones sexuales, viciadas por sus afanes placenteros y no reproductivos, ni “mú”. De los escándalos de unas finanzas vaticanas opacas, bancos ambrosianos y suicidios incluidos, ni media palabra. De la connivencia eclesial con regímenes, dictadores y terroristas que sólo respetan a quienes visten sotanas, ni siquiera una plegaria.

Para el Obispo y su empresa, el problema son las sociedades que asumen la dirección de su propio destino, que organizan su convivencia en virtud de acuerdos democráticos y en soberanía con las decisiones mayoritariamente expresadas, que buscan la igualdad entre sus miembros y el beneficio de todos, que apuestan por la libertad y la justicia, y donde el conocimiento es fruto de la razón y la ciencia, no de textos de dudosa procedencia e interesada interpretación, pero que respeta las creencias en el ámbito privado de las personas. Una sociedad así tiende peligrosamente hacia la homosexualidad para el macho obispo cordobés. Y ello es deplorable: que eso lo piense y lo escriba un alto cargo eclesiástico.

sábado, 1 de enero de 2011

Amanece enero

Esta noche ha transcurrido con los excesos propios de la ocasión: trasnochando e ingiriendo bebidas y comidas excesivas para una cena. Y aunque no me he acostado lo tarde que cabía esperar, he dormido con las molestias de una digestión pesada. Al final, he optado por levantarme de la cama empujado por los petardos que todavía resuenan en la calle y el insomnio de un organismo exhausto. Confieso que estoy acostumbrado a madrugar a condición de estar dormido antes de medianoche. Es un hábito adquirido por imperativos laborales y condicionamientos biológicos: prefiero el día a la noche. Nunca he comprendido a los que les agrada estar hasta las tantas divirtiéndose o trabajando para luego levantarse a mediodía. Desperdiciar una mañana durmiendo me parece una pérdida de tiempo. Ver despuntar el día te permite aprovechar la jornada con más intensidad, al menos en mi caso, que estirando las horas hasta la madrugada. Comprendo que son costumbres, tan respetables todas, pero enjuicio unas más coherentes con los ritmos naturales que otras. Y lo natural, para mí, es dormir por la noche y mantener la vigilia durante el día. A otros les placerá lo contrario: cuestión de gustos.



El caso es que la pasada noche hice una excepción, como hicieron hasta los más recalcitrantes de cualquier formalismo. Aguardé hasta la medianoche para celebrar el cambio de fecha, brindando con jolgorio por tan fugaz acontecimiento, que ya se había producido en un extremo del planeta y dentro de unas horas se produciría en el otro. Cuantificamos lo inaprensible, y su huella en nuestras vidas, como es el tiempo. Y celebramos, no su paso, sino nuestra supervivencia sobre una dinámica imparable que causa vértigo en la consciencia de la existencia. Nos ayudamos de símbolos para saber que estamos vivos. Los símbolos son boyas que señalan lo que no vemos, límites imaginarios para parcelar lo infinito. Los años son las boyas que nos permiten contar el tiempo, una contabilidad con la que imaginamos medir la eternidad y percibir un sentido en su discurrir.

Anoche el tiempo transcurría de un año para otro, pero más que celebrar la efemérides del inicio de 2011, en casa se festejaba una triple coincidencia: cumpleaños de fecha, de edad y de boda. Demasiadas boyas. Tal vez por eso me desvelé: con tantos símbolos era imposible conciliar el sueño. Sin embargo, la luz del amanecer me descubre elucubrando sobre algo tan fugar como el tiempo. Y no hay nada tan hermoso como ver amanecer. Feliz día de año nuevo.