martes, 30 de septiembre de 2014

El quinquenio de Lienzo

Coronar el quinto aniversario de un blog no deja de ser un hecho de cierto relieve, minúsculo si queréis. Es relevante por su pertinaz permanencia, su obsesiva continuidad, a pesar de las dificultades, propias y ajenas, y de la escasa repercusión de la iniciativa para lo acostumbrado en el ciberespacio, en el que cualquier mensaje de 14 caracteres puede suscitar decenas de miles de reacciones y réplicas. Pero cinco años consecutivos de Lienzo de Babel causan satisfacción y, a qué negarlo, una mijita de orgullo. Hoy celebramos el primer quinquenio de este blog, algo así como la plena madurez en la vida de una bitácora en Internet, donde continuamente surgen y se consumen empresas parecidas, la mayoría de ellas con un fulgor esplendoroso, pero momentáneo.

Se ha alcanzado en cinco años una relativa estabilidad en la elaboración del blog, con la publicación de alrededor 200 entradas al año, y en sus contenidos, que abarcan desde la política nacional e internacional, los microrrelatos literarios y las reseñas variopintas (libros, discos, películas, etc.), además de algunas divagaciones extemporáneas sobre lo divino y lo humano. Lienzo de Babel se consolida, por tanto, al cabo de estos años, como un mosaico de sugerencias o reacciones provocadas por un mundo complejo visto con los ojos de la incredulidad y el alma en continuo desasosiego, ya que no le gusta lo que contempla y no entiende lo que pasa.

Se consolida también el número de seguidores, apenas una docena, y el de lectores, esos babilonios anónimos que rastrean sus páginas, en torno a 8.000 al año durante la última época. Estos datos denotan la madurez de una iniciativa que no renuncia a su original pretensión: ser ventana al espacio virtual desde la que ofrecer las opiniones de un testigo de su tiempo y un náufrago balanceado a la deriva por las impetuosas olas de los acontecimientos, aunque su voz quede ensordecida por el estrépito de lo que lo zarandea.

Todo ello unido a los inevitables imponderables de la torpeza. El dominio del blog fue sustraído, en legítima subasta, ante la impericia de quien no supo ni pudo renovarlo a tiempo por avatares concatenados. Por tal motivo, esta página estuvo perdida durante algunas semanas, para desesperación de su autor, quien temía verse ahogado definitivamente. Gracias a la destreza de dos amigos desprendidos (es de agradecidos mostrar público reconocimiento: Pablo Poó y Juan Pablo Bellido) que supieron rescatarlo, Lienzo de Babel ha podido resucitar desde el puntocom personalizado en el que se alojaba hasta el inaugural blogspot al que ahora vuelve, no sin daños en su difusión que se intentan restañar. Todo un reto para seguir en la brecha.

Y justo eso es lo que prometemos: continuar la tarea de compartir impresiones, intercambiar puntos de vista, mejor si son diversos, y participar en el esfuerzo humano por encontrar alguna razón a lo que nos une y separa en este hogar redondo, azul y violento llamado Tierra y que tanto desasosiego y extrañeza nos genera. Lienzo de Babel mantendrá abierto el canal de la comunicación en tanto en cuanto el diálogo sea posible, es decir, mientras los babilonios invisibles lo posibiliten con su grata presencia y los seguidores lo subrayen con su apoyo expreso. A todos ellos, pues, muchas gracias por estos cinco años inolvidables y estimulantes.

Traiciones `populares´

Ahora que los votantes más conservadores del Partido Popular, los `ultras´ de derechas, los fanáticos de una Iglesia acostumbrada a imponer sus valores y moral al conjunto de la sociedad con menosprecio a la diversidad de creencias, los “neoliberales” que aplican políticas económicas que empobrecen a los más pobres y privilegian a los más ricos, ahora que todos esos seguidores acérrimos del Gobierno de Mariano Rajoy se permiten acusar a sus representantes ideológicos de traidores por dar marcha atrás a la regresiva reforma de la Ley del Aborto, promovida por el dimitido ministro Alberto Ruiz-Gallardón, ahora –repito- se podrían rescatar de la memoria y las hemerotecas todas las demás “traiciones” cometidas por un partido que no ha tenido escrúpulos, no sólo en “traicionar a los suyos esta vez, sino en cuantas ocasiones y asuntos le han servido para alcanzar sus objetivos, conquistar el poder y gobernar en función de sus intereses partidistas. Es hora, por tanto, de hacer relación de las traiciones `populares´, justamente ahora que sus acólitos descubren cómo son traicionados por el Gobierno en cuanto los cálculos electoralistas, no las convicciones ideológicas o morales, lo aconsejan necesario con tal de conservar la poltrona.

Y es que, de la misma manera que han manipulado el tema del aborto, presentándolo como un alegato en defensa de la vida del “nasciturus” para atraerse al sector más reaccionario y confesional de la sociedad y ganar así por mayoría absoluta las últimas elecciones, también utilizaron el grave problema del terrorismo y a las víctimas de la violenta de ETA para granjearse la adhesión de una derecha cerrada a cualquier racionalidad en la lucha antiterrorista. Entonces eran tiempos de férrea oposición a un Gobierno socialista, al que se le negaba todo apoyo y colaboración en su enfrentamiento con el terror desde la ley y el diálogo, a pesar de haber mantenido, ellos también bajo la égida del idolatrado jefe José María Aznar, negociaciones con la banda terrorista años antes. Décadas de repartir tiros en la nuca y poner bombas-lapa bajo los coches de políticos, policías y militares no impidieron a ese líder carismático de la hipocresía conservadora de calificar a la banda asesina como “movimiento vasco de liberación” en cuanto le convino para sus planes megalómanos de gran “estadista”, lo que hubiera podido perpetuarlo, a él o a su formación, en el poder al haber derrotado a ETA.

Obviando ese bochornoso episodio de la historia, el Partido Popular negaría todo consenso a los socialistas y echaría en cara al presidente José Luis Rodríguez Zapatero el haberse “vendido” a los terroristas cuando exploró vías para una paz basada en el diálogo, aún siendo el único mandatario que emprendía negociaciones con representantes de ETA tras la autorización previa del Congreso de los Diputados. Estos hechos no podían estropear la dura estrategia de los `populares´, empeñados en presentar al Gobierno como “blando” frente al terror, aunque en esa etapa se apresara el mayor número de comandos y terroristas y se “descabezara” en varias ocasiones a la cúpula directiva de la banda, gracias a la colaboración policial de Francia. El PP no se privaría de cuestionar al Gobierno y de incitar el rechazo y el enfrentamiento de las asociaciones de víctimas del terrorismo a un Ejecutivo que había sido también el único que había creado una oficina gubernamental para interceder en defensa y protección de las víctimas del terror.

Semejante actitud dogmática e hipócrita de los conservadores sería puesta en evidencia cuando, años después y por imperativo judicial del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, esa derecha monolítica e inmovilista tuvo que poner en la calle a decenas de presos etarras a quienes se les había aplicado la Doctrina Parot con carácter retroactivo, que ampliaba sus condenas. Esta vez había que respetar una ley que emanaba de Europa después de haber negado la legalidad que amparaba iniciativas menos “traumáticas” de los socialistas.  Y, de idéntica manera que ahora con el aborto, el Gobierno conservador del Partido Popular, tan intransigente en la oposición, “traicionaba” entonces a las corrientes más sectarias de su electorado, tras haberse manifestado y gritado en la calle el cumplimiento íntegro de condenas y afear cualquier medida humanitaria a condenados en estado terminal, al verse obligado a liberar etarras que cumplían penas de cárcel y que salían exteriorizando gestos de victoria. Ese mismo Gobierno que “traiciona” a los ultracatólicos y a la jerarquía eclesial española con el aborto, también  “traicionaba” a los ultradefensores de la venganza y la ley del Talión.  Por lo visto, las “traiciones” no son nada nuevo en el Partido Popular.

Ni siquiera las dificultades que se ceban en los hogares españoles, empobreciéndolos y privándolos de ayudas cuando más falta hacen, están exentas de ser utilizadas con fines torticeros por estos “profesionales de la traición”. Tampoco tendría empacho el Partido Popular, al inicio de la crisis económica, de endosar toda la responsabilidad al Gobierno socialista y de haber agravado, con sus medidas políticas sociales y de prioridad del sector público, las consecuencias del aumento del paro y del crecimiento de la deuda que se derivaban de ella. No importaba que las primeras recomendaciones del Fondo Monetario Internacional y del Banco Central Europeo fueran contracíclicas frente a un problema financiero, generado por la avaricia especulativa, del que se ignoraba su magnitud. Los `populares´ pregonaban desde la oposición que el simple cambio en la presidencia del Gobierno traería consigo la confianza de los mercados y la recuperación de la actividad económica. Mientras empeoraban los problemas, más se alegraba el PP, hasta el extremo de que el futuro ministro de Hacienda de Rajoy, Cristóbal Montoro, se jactaba en asegurar eufórico que “cuánto peor, mejor” para sus planes.
 
Ahora los “traicionados” son las clases medias y trabajadoras, saqueadas hasta la extrema pobreza, vilipendiadas, arrebatados sus ahorros, expulsados de sus trabajos o reducidos sus salarios, eliminados de derechos y prestaciones, abandonados a su suerte, vapuleados por empresarios y bancos, tachados de culpables de una crisis de la que son víctimas, anestesiados por la propaganda y la manipulación más groseras del Gobierno, adoctrinados por la televisión y los púlpitos, reducidos a clientes en vez de usuarios de servicios públicos, frustrados por las carencias que les imponen, sean educativas, sanitarias, de dependencia, de jubilación o de becas, y atemorizados por el negro futuro que les auguran todos los profesionales de la traición. Ahora es casi toda la población la que se siente “traicionada” por un Partido Popular que ya no puede engañar a nadie más, porque esta “traición” a la mayoría sólo ha respetado a los banqueros y los acaudalados de la sociedad, únicos sectores que se han beneficiado de “rescates” y ayudas fiscales para “blanquear” sus capitales evadidos al extranjero. A cambio de estas “reformas estructurales”, ocultadas oportunamente en los programas electorales de quien gobierna, los trabajadores y los más desfavorecidos de la sociedad han tenido que cargar con el traspaso de recursos desde la Fuerza del Trabajo hacia la del Capital, para que las empresas consigan mayores beneficios que no se reinvierten, sino que van a parar a los bolsillos de sus propietarios, una élite que mantiene puertas giratorias con la política para continuar “traicionando” a quienes votan al Partido Popular.

sábado, 27 de septiembre de 2014

¡Perdonen que me levante!


Me despierto. Temprano. No tengo que trabajar pero mantengo la costumbre, a pesar de ser día de descanso. ¡Qué curioso! Descansar: una falacia. Se descansa trabajando, no haciendo nada. Es curioso que el ocio se defina como hacer nada. Un oxímoron. Como no trabajar y madrugar: un contrasentido. Sin embargo, la vida está repleta de contrasentidos, de costumbres y obligaciones que nos definen y atrapan. Vivir para trabajar, trabajar para vivir. Cuántas palabras para expresar majaderías, absurdos que sólo denotan que estamos hechos de lugares comunes, de ataduras, de rutinas, de contradicciones. Son ellas, mis contradicciones, las que me despiertan cuando no tengo que madrugar y me hacen remolonear en la cama cuando he de saltar de ella por obligación. Así somos, así soy. Una tripa llena de oxímoron o de oximorones, si pudiera escribirse en plural, que no lo he consultado. Para qué. Nos entendemos. Entiendo cómo soy y entiendo lo que digo. No sé si quien lee entenderá algo. Demasiado lío tan temprano. Demasiado pensar con el cerebro recién enchufado a la vigilia, sin siquiera un café para lubricar las conexiones nerviosas por las que discurren ideas, ocurrencias, pensamientos. Un lío mental. Despierto. Temprano. Vivo. ¿Se necesita algo más? Consciencia: manera culta de conciente. Consciente de mis contradicciones y explorarlas con divagaciones inútiles. Una manera de ser. Tan genuina como la de cristianizar nativos del fin del mundo para que consuman nuestros productos antes de que se vayan al cielo. Al nuestro, al de la cruz, no al de sus dioses paganos. Si ésta os parece lógica, aquella también. Aunque sea temprano. Y estemos despiertos. Contradicciones que hacen normal muchas aberraciones, y anormales nuestra humilde normalidad. Como pagar para ser austeros o convertirnos en pobres para que los ricos sean más ricos. Oxímoron de la vida colectiva y absurdos de la lucha particular. Consciencia de la opresión. Aunque sea temprano. Esté despierto. Y resulte contradictorio. ¡Un asco!

viernes, 26 de septiembre de 2014

Bye, september!


No me gusta septiembre, no acabo de acomodarme a este extraño mes que pretende ser verano pero tampoco es invierno. A veces aprieta con un calor que ya no le corresponde como te eriza la piel con unas brisas que consiguen traer las sábanas en las noches. Sus cielos se tiñen con la pureza de un celeste inmaculado o se cubren con las nubes presurosas de un otoño que ya llama a la puerta, húmedo de impaciencia. Septiembre es un mes hipócrita, con distintos rostros para engañar la confianza del verano o los apetitos del invierno. Hoy es su último viernes y el primer fin de semana de un otoño que lo despeña del calendario. Produce más alegría despedirlo que recibirlo, tal vez porque es un mes nono y acaso ñoño, mera transición de las estaciones y los estados de ánimo. Adiós, septiembre, te marchas como un ministro, con el regocijo de los que han soportado y padecido tus impertinencias. Bye, bye!

miércoles, 24 de septiembre de 2014

¡Adiós ministro, adiós!

Ruiz-Gallardón y Rajoy, en el Congreso
Ayer dimitió el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, al no aprobar el Gobierno su retrógrada modificación de la Ley del Aborto, que volvía a penalizar este procedimiento, autorizándolo sólo  en determinados supuestos. El desaire del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, para con su ministro, al argumentar como sensato no aprobar este proyecto de ley ante la falta de consenso social logrado, ya que otro Gobierno lo derogaría, ha motivado el “portazo” de Ruiz-Gallardón, quien también abandona su escaño en el Congreso y su puesto en el Partido Popular, dando por finalizada su vida política.

Si Mariano Rajoy fuera consecuente con sus explicaciones, también eliminaría la Ley de Educación del inefable Wert, muy contestada por todos los sectores afectados, las leyes económicas y fiscales que empobrecen a los ciudadanos y, en última instancia, haría dimitir a todo su Gobierno, por el rechazo que provoca en la mayor parte de los ciudadanos. De todos los argumentos de que podría valerse el presidente del Gobierno para justificar la retirada de cualquier ley sectaria, ha escogido el menos oportuno, puesto que podría servir para calificar toda la actuación gubernamental: sin consenso y rechazo social. Sólo los banqueros y los privilegiados acaudalados apoyan una gestión que los enriquece y beneficia, con o sin aborto.

Las mujeres mantienen un derecho que el Gobierno quería convertir en delito. ¡Enhorabuena a todas!, también a las que no quieren abortar porque podrán decidir en conciencia, no por imperativo legal.  

martes, 23 de septiembre de 2014

Nace el otoño

Hoy arranca el otoño, hoy dejamos atrás el verano, hoy continuamos girando en el ciclo que nos conduce del calor al frío y de las flores a las hojas muertas, hoy es un buen día para continuar nuestros proyectos, abandonar imposibles y asumir nuevos retos. Hoy es el primer día de otoño, pero las nubes ya se han adelantado y las lluvias han regado nuestras esperanzas e ilusiones. Feliz estación a todos.

lunes, 22 de septiembre de 2014

La utilidad de lo inútil

Con la creación de los estados-nación, surgidos de la Paz de Wesfalia en 1648, tras la Guerra de los Treinta Años, el Derecho Internacional asume el principio de la integridad territorial y el concepto de soberanía con los que se construye un nuevo orden en Europa: los nuevos países no son ya reinos feudales, sino células indivisibles del mundo moderno. La democracia, posteriormente asentada en todos ellos y no la religión nacional, viene a sellar aquel ordenamiento político, supeditándolo a la voluntad popular y la soberanía nacional. Los Estados se convierten, así, en la pieza clave del ordenamiento político mundial y, aunque desde entonces se ha modificado aquella estructura con la adhesión o segregación de algunas de esas unidades territoriales, la única excepción contemplada por la ONU, depositaria y vigilante del Derecho Internacional, es el reconocimiento a la autodeterminación de los viejos países colonizados por potencias extranjeras o en aquellos en que la población está siendo reprimida y privada de libertad para expresarse y conducirse como es o desea. Ninguno de tales supuestos se da en Cataluña, tampoco en el País Vasco, autonomías que en España exploran mayores posibilidades de autogobierno e incluso la independencia.

El Estado de las Autonomías español se configura como una descentralización política que salvaguarda la unidad nacional, la integridad territorial y la soberanía estatal, que descansa en el conjunto del pueblo español. Tales premisas constitucionales señalan los límites de autogobierno de las Comunidades Autónomas, cualesquieran sean los rasgos identitarios que alberguen o deseen privilegiar respecto a los del resto del país. Es decir, ni la Constitución Española ni el Derecho Internacional avalan las aspiraciones independentistas de Cataluña y el País Vasco, así lo expresen de manera pacífica, como las manifestaciones de la Diada catalanas, o violenta, como el terrorismo etarra vasco, afortunadamente en vías de extinción. El respeto a la ley, imprescindible en democracia, exige el cumplimiento de la voluntad expresada en las urnas, que legitima el ordenamiento legal de España.

El supuesto "derecho a decidir" de una de las partes del Estado, que reclama intransigentemente Cataluña, troceando la soberanía popular, no deja de ser un sucedáneo de “la utilidad de lo inútil”, en expresión prestada del manifiesto de Nuccio Ordine*. Los convocantes de consultas condenadas a la inviabilidad no pueden ignorar, y de hecho no lo hacen, los condicionamientos legales que les impiden llevar a término sus iniciativas populistas, a menos que lo que persigan sean otras cosas. Ni España ni Europa apoyan la desmembración de los Estados, salvo en los supuestos contemplados por la ONU.

Que se sepa. Cataluña no es Escocia ni Puerto Rico ni los Balcanes, escenarios donde se ha ejercido el derecho a la autodeterminación en todas sus variantes: el primero con una consulta puntual en la que ganó el “no” por los pelos (55/45), el segundo con el mantenimiento de su “status quo” en todas las elecciones periódicas, y el tercero sin consulta (Kosovo), a las bravas, pero tras una guerra civil que separó lo que estuvo unido a la fuerza (la Yugoslavia de Tito). Cataluña nunca ha sido una colonia, ni su población carece, en democracia, de libertad para expresarse y conducirse con cotas de autogobierno e incluso de financiación que muchos estados federales ambicionan. A pesar de todo, existe un problema sentimental en la relación de Cataluña con España al que habría que buscar respuesta, como ya apunté en otra ocasión. ¿La solución es el separatismo? Legalmente, no, aunque apelar a la legalidad no resuelve el problema.

Ni siquiera la certeza de que el supuesto “derecho a decidir” saldría derrotado en una consulta, como en Escocia, podría permitir la posibilidad de convocar o celebrar dicho referéndum, ya que la utilidad del mismo conduciría a una situación verdaderamente inútil: seguir cómo se está, ser parte de la estructura territorial del Estado español, país integrante de la Unión Europea y miembro de una OTAN que tira bombas en Siria e Irak contra el Estado Islámico y desea instalar un escudo antimisiles en su zona oriental. Demasiados intereses en juego, más allá de la legalidad de facto.

Y si el resultado fuera el “si”, igualmente habría que volver a la situación de salida para negociar con el Gobierno central fórmulas para el reconocimiento de la voluntad de una parte tal vez mayoritaria (habría que valorar los porcentajes de participación y abstención) del pueblo catalán y adecuarla a la realidad política nacional; es decir, reconocer mayores cuotas de autogobierno sin traspasar los límites establecidos en la Constitución, cuya modificación exigiría el consenso de todos los partidos con representación parlamentaria y una consulta, esta vez sí, a la soberanía popular, la que conforman todos los españoles. Con estas premisas legales, la independencia de una autonomía, incluidas las históricas, resulta imposible en España, cuestionada en Europa y asombrosa en el mundo.

En tanto en cuanto la Paz de Wesfalia siga determinando nuestra realidad, al permitirnos constituir Estados de Derecho que gozan de estabilidad y reconocimiento internacional en igualdad de trato, independientemente de su tamaño y poder, y bajo el principio de no injerencia en los asuntos internos, hemos de resolver nuestros problemas con la madurez y la prudencia que requiere ser parte de un tablero mundial de intereses compartidos. Atomizar aún más ese tablero, en el que la globalización perjudica al pez pequeño, no parece lo más aconsejable ni por seguridad, ni por economía, ni por libertad.

Habrá, en cualquier caso, que buscar salidas-soluciones políticas a los sentimientos nacionalistas de los catalanes, también al de otras autonomías españolas, para satisfacer sus demandas identitarias, de autogobierno y singularidad, sin violentar la democracia en nombre de la democracia ni desobedecer la ley para cambiar las leyes. Hay fórmulas para ello, y variadas, que sólo requieren diálogo y voluntad de alcanzar acuerdos. Por ejemplo, una España federal, integrada por una pluralidad de naciones reconocidas en la Constitución, podría ser una respuesta a los ímpetus independentistas que vieron en la consulta de Escocia una vía que, no sólo ha frustrado a los nacionalistas escoceses, sino que también ha llevado el desaliento a los de otras regiones, como Cataluña. Lo imprudente es recorrer caminos inviables por la Historia, el Derecho Internacional y la Constitución. La única utilidad de lo inútil es pedagógica: conocer lo que no se debe hacer. ¿Aprenderemos?

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* : La utilidad de lo inútil. Manifiesto. Ordine, Nuccio. Editorial Acantilado. Barcelona, 2013.

sábado, 20 de septiembre de 2014

Nubes de otoño

Foto: Loli Martín
El martes comienza oficialmente el otoño, pero nubes impacientes llevan semanas anunciando su llegada adelantada en el calendario. Nubes suspendidas sobre la ciudad, acompañadas de viento y temperaturas frescas, que corren raudas sobre los tejados, pincelando de gris el lienzo urbano. Anuncian una estación que se instala definitivamente en el horizonte para impresionar los sentidos y estremecer a los que anhelan los ambientes ocres y húmedos que hacen brotar las setas y hongos del campo. Se inaugura, al fin, el otoño con esa postal que nos recuerda que se han de rescatar los abrigos y paraguas del armario con los que se guarece una vida celosa de su intimidad y del sosiego de los días melancólicos.

viernes, 19 de septiembre de 2014

Una de demonios


Los demonios andan entre nosotros, se integran en nuestras sociedades y alcanzan puestos desde donde pueden hacer el mayor daño posible a los pobres mortales que somos incapaces de verlos y reconocerlos. Algunos se dedican a empobrecernos materialmente, rebajando salarios, endureciendo condiciones laborales y limitando derechos y prestaciones por pura maldad. Son espíritus malignos, enviados de Belcebú, que disfrutan despojándonos de unas riquezas raquíticas, suficientes sólo para comer y vestir sin temer al mañana, para repartirlas entre sus seguidores y adoradores: avariciosos y acaudalados que profesan culto demoníaco a la especulación y al dinero.

Existen igualmente seres infernales que manifiestan su maldad impidiendo cualquier posibilidad de progreso y educación a las almas ingenuas que aspiran a la cultura como emancipación, seres del averno que se afanan en reducir o eliminar becas, que se mimetizan de moralistas para obligar que se imparta la asignatura de religión con la finalidad de adoctrinar en la resignación y la sumisión en vez de prepararte para eludir un destino de mano de obra barata, mansa y sin cualificar, carente de criterio y fuerza para la rebelión. Muy pocos descubren a estos demonios y se atreven a negarles valientemente el saludo, exponiéndose a sobrenaturales castigos. Estos malignos se empeñan en mortificar y obstaculizar las expectativas de mejora personal y social para que una élite formada por su lúgubre logia de feligreses conserve los privilegios en esta Tierra.

Pero hay más, son muchos más los demonios que nos tientan con tal de que la sociedad en su conjunto renuncie a sus logros colectivos y se deje arrebatar los derechos y libertades por los que, durante generaciones, ha estado luchando hasta conseguirlos. Son los que nos inducen a negar asistencia sanitaria a semejantes sin papeles o marginados, los que recortan las pensiones a los ancianos, los que impiden que la mujer decida sobre su cuerpo y la maternidad, los que encarcelan y expulsan a quienes huyen de la miseria saltando nuestras vallas en la frontera, los que golpean a estudiantes en las manifestaciones, penalizan las protestas contra los desahucios y desalojan a propietarios de sus casas para que un banco cobre una deuda, los que persiguen a pequeños delincuentes mientras conceden amnistías fiscales a poderosos evasores, los que niegan toda ayuda pública a los más desfavorecidos para crear nichos de negocio y mercado.

Tan inmensa es la legión de los hijos de Satanás que conviven entre nosotros que el miedo al infierno y sus demonios bíblicos resulta infantil. Por eso me divierte esta canción de Aute, en versión rockera de Rosendo, en la que la provocación de Lucifer no alcanza la malignidad gratuita de los verdaderos de carne y hueso que pululan sueltos en derredor nuestro. Esos sí que dan repelús.
 
 

miércoles, 17 de septiembre de 2014

El lumbago: un dolor humillante


El dolor de espalda, a la altura de la cintura, es muy desagradable porque te inmoviliza parcialmente, dejándote doblado como una escuadra. Forzar esa musculatura lumbar, para girar el cuerpo o incorporarte de la cama o una silla, hace que sientas un calambre punzante como el que debe sufrir un toro cuando se enfrenta al tercio de varas, aunque los aficionados a la tauromaquia aseguren que los toros no sufren. Será que ellos entienden sus bufidos, de los que deducen que son animales masoquistas. Con el lumbago, en cambio, además del dolor, te quedas a medio erguir hasta que poco a poco, mientras simulas pertenecer al planeta de los simios, logras enderezarte y adoptar una posición más acorde a la del homo sapiens.

Siempre es un fastidio padecer lumbalgia, un dolor que va desapareciendo tan misteriosamente como sobreviene y del que todo el mundo se presta a facilitarte recetas o conjuros para sobrellevarlo. Te aconsejan paños calientes, relajantes musculares o ejercicio cuando ninguna de las tres cosas sean prácticas habituales en ti y seas de los del pan, pan, y al vino, vino, odies el deporte y el estado natural de tus músculos sea la flaccidez. Ello no evita que los más enterados (on line, of course, sin ser médicos) estén dispuestos a ayudarte a toda costa y se explayen en advertencias sobre las posibles afecciones que podrían solaparse tras un simple dolor de espalda: que si el riñón, que si las vértebras, que si una rotura muscular o un ligamento, que si la edad… ¡qué se yo! Lo cierto es que, una vez conoces por primera vez un lumbago, ya no te deshaces de él el resto de la vida pues reaparece sin ninguna pauta previsible: a veces en verano, otras en invierno, tras un esfuerzo puntual, sin hacer nada, cuando cursas un resfriado, cuando más sano crees estar; es decir, cuando le da la gana.

Sin embargo, algo bueno tiene: el lumbago no mata, pero es sumamente caprichoso y parece disfrutar viéndote doblado. Más que una dolencia orgánica parece un castigo por nuestro modo de vida envarado, como si fuésemos los reyes de la creación y las demás criaturas tuvieran que estar a nuestros pies. Ese dolor nos humilla a doblegar el espinazo, a hacer un esfuerzo insoportable para mirar por encima del hombro a quienes nos rodean y acompañan. Un simple lumbago es una especie de latigazo de humildad al orgullo que nos mantiene erectos y altivos, cuando en realidad somos muy vulnerables, tanto que hasta un lumbago nos vence. ¡Cuánta debilidad para tanto engreimiento!   

martes, 16 de septiembre de 2014

El salvajismo de una tradición atávica

He aquí el rostro satisfecho del energúmeno que, fiel a las costumbres arcaicas de un salvajismo indefendible, enarbola orgulloso la lanza enhiesta con la que ha matado cruelmente, por mera diversión, a un toro acorralado por una turba sedienta de sangre y carente de sensibilidad y civilización. Es la cara del troglodita que, reivindicando las tradiciones atávicas de su tribu, se cree con derecho de matar a un ser vivo para regocijo de unos vecinos anclados en los estadios previos a la Humanidad. Acude a la tradición en defensa de una conducta irracional, tal y como lo hacen los defensores de la ablación del clítoris en ciertos países o de la lapidación de condenados en otros. Esta es la “fiesta” que se promociona como el Torneo del Toro de la Vega, en la localidad supuestamente moderna de Tordesillas (Valladolid) y a la que se adhiere el satisfecho portador del instrumento de tortura animal que muestra la fotografía. Ocurrió hoy mismo, en la España de 2014, aunque sus habitantes continúan comportándose con la mentalidad de sus ancestros medievales.

lunes, 15 de septiembre de 2014

El jartible Burgos

Al “maestro” trompetero de la caverna local y del recuadro apocalíptico, el presunto gracioso de la lengua viperina, vecino de Bami pero con ínfulas de gaditano trianero de la Habana, don Antonio Burgos, le molesta que una monja no salga como al él le gustan: con la pata quebrada y de clausura, de derechas, caritativas, prosistema y livianas o silentes, que para el caso son sinónimos. Justo así son los adjetivos antónimos con los que el señorito del periodismo más castizo describe en su columna a Sor Lucía Caram: “señora monja argentina tan jartible, tan roja, tan poco caritativa, tan antisistema, tan alternativa y tan pesada, pesada, pesada”.

Le resultan jartibles las monjas que escapan al arquetipo de mujer con hábitos pero con cerebro, pías pero críticas con los hipócritas de este mundo y este tiempo, siervas del Señor pero no serviles con los poderes terrenales y menos aún sumisas de ninguna jerarquía que pretenda doblegar su manera de pensar y libertad de opinión, frutos de la fe y de una vida dedicada a la contemplación y la oración, no a la ceguera y al enmudecimiento. No le cuadran tantas características contradictorias al señor de la gracia salerosa de la derecha sevillana, tan proclive él a doblar el espinazo ante los reyes y jerifaltes que le dan de comer como bufón de la corte terrenal y divina. Él prefiere, cuando va a misa, oír que los buenos son los que se sientan en los banquillos y los malos malísimos, pérfidos de toda hez, los que no pisan las iglesias. Desea sermones que describan dos bandos nítidos, el de los justos en posesión de la verdad y el de los pecadores equivocados en su mal, negro y blanco precisos, sin matices, donde las monjas participan del guión establecido, contribuyendo a mantener limpio y escamondao el orden social que la religión bendice y los feligreses con sus limosnas sostienen. Los ricos bendecidos con la bondad infinita de Dios y los pobres purgando sus pecados con la miseria, también infinita, de no tener donde caerse muertos. Salirse de esos esquemas es, para Burgos, jartible.

Y todo porque a la buena y moderna monja, que no se recluye en una celda con” rejas de bronce” ni ningún Obispo manda callar como pide el tolerante del Concilio de Trento, don Antonio -señor caballero de la pluma faltona-, ha comentado, ante la muerte de Emilio Botín (sin ese “don” de querencias mayestáticas con que trata a todo poderoso el agradecido periodista), que seguramente el capitalismo carece de entrañas y sentimientos porque, estando aún caliente el cadáver, se procede a elegir su sucesor al frente del Banco Santander. Le molesta a Burgos que una monja perciba ante tanto duelo laudatorio que “los sudarios no tienen bolsillos”. No lo tolera.

Y toda la caverna se lanza a degüello: Losantos, Herrera y, claro, no iba a ser menos la trompetilla sevillana de Antonio Burgos, tan original y chistoso como el chimpancé que pinta abstractos si le dejan pinceles, pinturas y un lienzo que embadurnar. Se creen maestros de la ofensa y la descalificación (`monja histeroide´ para Herrera;  ´monja pirada´ para Losantos, y `monja jartible´ para Burgos) y son poco menos que patéticos plañideros del poder y la gloria más reaccionarios. Y que una monja les salga contestataria, les provoca un cortocircuito neuronal. Tanto que sólo les falta tacharla de bolivariana, como al “Coletas”, para quedarse tan panchos en sus atalayas de la ordinariez y la zafiedad intelectual. Menos mal que a la monja, como pretenden, ni la callan ni la encierran porque no hace más que repetir el evangelio: es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de los cielos. ¿También la Biblia falta a “don” Emilio Botín, hartible Burgos?

viernes, 12 de septiembre de 2014

Un abuelo charlatán


Que Felipe González, un “jarrón chino” sumamente delicado de la política española, en su dorada senectud, mantenga la firme convicción de que Jordi Pujol no ha cometido delito alguno, a pesar de su propia confesión, sino que presumiblemente esté encubriendo los problemas de sus hijos con la corrupción, es algo que hay que tomarlo como lo que es: el “chocheo” de alguien que ya confunde sus deseos con la realidad y termina expresando fantasías.

Choca tanta comprensión del expresidente socialista, aparte de resultar impropia de una persona de su experiencia, por cuanto careció de ella y se desprendió de su correligionario Alfonso Guerra, a la sazón vicepresidente del Gobierno, cuando el hermano de éste, Juan Guerra, hacía en las dependencias de la Delegación del Gobierno en Sevilla, sin ser siquiera funcionario, los mismos chanchullos de los que se acusa a los vástagos del honorable Pujol: tráfico de influencias, prevaricación, etc., es decir, aprovecharse del cargo y el amparo del familiar convertido en alta personalidad política.

No sólo dulcifica su memoria el inefable Felipe González al tratar con magnanimidad al líder histórico catalán, sino que sus lagunas mentales le hacen obviar que Jordi Pujol ya tuvo conflictos milagrosamente solventados con la Justicia cuando estaba al frente de Banca Catalana. Parece, por tanto, que llueve sobre mojado con esas confesiones del expresidente de la Generalitat de Cataluña en las que reconoce haber estado décadas evadiendo dinero a paraísos fiscales. Eludía declarar sus ingresos en el país al que exigía que atendiera las necesidades políticas y también económicas de su comunidad autónoma, con reserva de privilegios presuntamente históricos que se negaban a otras.

Más que la bondad corporativa de Felipe con sus cuates de la política, en un país que se asemeja a la cueva de Alí Babá en el uso y dispendio de los caudales públicos, lo que abochorna al más humilde de los contribuyentes españoles es esa vulnerabilidad con la que algunas élites pueden hacer y deshacer a su antojo sin temer a la Justicia, sin reparar el daño, sin devolver ni un céntimo y sin padecer ninguna consecuencia por sus actos, salvo los quebrantos de verse rebajados en la consideración pública y ser por un tiempo foco de atención de los medios y las tertulias.

Si colaboradores directos del propio Felipe González, en los que depositaba su entera confianza para la delicada gestión de áreas sensibles de su Gobierno, acabaron entre rejas por el mal uso y el abuso de las partidas presupuestarias que debían administrar, alguna precaución debería guardar el emérito líder socialista ante hechos tan sospechosos y complejos como los que afectan al molt honorable Pujol en relación con el enriquecimiento “irregular” de su entorno familiar. Ya se sabe que la mano no se pone en el fuego ni por un pariente, menos aún por un camarada político, aunque su labor al frente de cargos de gran responsabilidad haya sido muy eficaz, aparentemente. Si no, que se lo digan a Manuel Cháves y José A. Griñán, expresidentes de la Junta de Andalucía, que ahora están en la diana de la jueza Alaya y pendientes del Tribunal Supremo.
 
Llegada cierta edad, séase político o simple jubilado anodino, lo mejor es contar batallitas, pasear a los nietos y sorprenderse de los adelantos de los tiempos y las costumbres, sin entrometerse en líos de los demás ni valorar las consecuencias de hechos que se arrastran de antiguo, no vaya ser que la mala memoria nos meta en un jardín endiablado de difícil escapatoria o, lo que sería peor, nos tire de la lengua para destapar lo que se mantiene oculto y a buen recaudo entre los trapos sucios de casa. Y es que ya lo dice el refrán: en boca cerrada no entran moscas… ni salen pujoles

jueves, 11 de septiembre de 2014

Madrid no vale una Botella

En Madrid ya ha empezado la precampaña de las municipales con el baile de sillas para una candidatura señalada, la de la Capital del Reino. Deja el camino expedito la actual alcaldesa, la señora de Aznar, por el simple motivo de haber cumplido las expectativas, aunque se ignoran cuáles fueron estas. Llegó por carambola gallardoniana y se va por estrogénica decisión, sin respetar nunca la voluntad pública, es decir, sin que los votos la hayan aupado ni apeado de la poltrona. Deja un legado infumable, el de ser la señora del señor del bigote que habla peor inglés que él.

En el partido, tan popular como transparente y donde se ha asegurado que van a cambiar las normas para garantizar la reelección de muchos de sus munícipes, ya sondean a posibles voluntarios para la derrota: desde la vice-de-todo, la mandona Sáez de Santamaría, hasta la de la porra, la Cifuentes, que últimamente cultiva su imagen edulcorada de ir por libre, cual verso, como el decepcionante Ruiz-Gallardón, ministro de la marcha atrás. Al parecer, no encuentran ninguna figura sin carnet, de la abogacía o las empresas (un banquero no sería aconsejable), que dé el salto a la política con la que está cayendo, por lo que tienen que recurrir al banquillo.

Tarea complicada cuando la hinchada está deseando expresar su descontento con tantas reformas estructurales que siempre penalizan a los mismos, a los que pagan las entradas. Soportando tantos ajustes, ansían ajustar cuentas. Y la Botella no está para aguantar broncas de los desagradecidos ni el navajeo de los marianistas que afecten a su delicado cutis: prefiere irse al Spa. Así se os caiga una rama encima, parece murmurar en su despedida, mientras esboza una amplia sonrisa. La pobre.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Cataluña como síntoma


Cataluña ha tomado el relevo a las reivindicaciones identitarias del País Vasco, relegándolo, tras el cese de la violencia terrorista de ETA, a un segundo plano entre los problemas territoriales que motivaron, como respuesta, la creación del Estado de las Autonomías con el advenimiento de la democracia en España. Durante décadas, el único conflicto separatista era el de los vascos, más por la presión de los actos de terror de los violentos que por las exigencias políticas de la sociedad civil de aquella región, pues no en balde suman cercan de mil los muertos habidos por la barbarie asesina etarra. Cataluña era otra cosa.

Los catalanes manifiestan sentimientos de identidad nacional que se satisfacían con el reconocimiento a su cultura, su lengua y una capacidad financiera que cada cierto tiempo pugnaba por renegociar la cuota de los presupuestos estatales que podía administrar. No albergaba un problema soberanista como el que se expresaba en las Vascongadas, que llevaría al lehendakari Juan José Ibarretxe, expresidente vasco, a proponer un acuerdo de libre asociación con España que finalmente fue rechazado por las Cortes Españolas.

Con el auge de Esquerra Republicana de Cataluña, convertido en socio imprescindible en los Gobiernos de la Generalitat, casi siempre en manos de Convergencia i Unió salvo contados períodos socialistas, las exigencias de avanzar por el sendero sinuoso hacia el pleno reconocimiento de su identidad nacional no han hecho más que exacerbarse progresivamente, hasta el extremo de programar una consulta plebiscitaria, para el próximo noviembre, que refrende las peticiones de independencia de Cataluña respecto de España. La sutil pero eficaz utilización de las movilizaciones de la Diada (Día Nacional catalán) de los últimos años y, en especial, la sensación de “engaño” que el Tribunal Constitucional propinó a la ciudadanía con la suspensión de 14 artículos del  Estatuto de Autonomía que había sido reformado en 2006 y refrendado por los catalanes en referéndum ese mismo año, han favorecido esas exigencias del reconocimiento de Cataluña como nación. Con tales antecedentes espoleando los aspectos emocionales del nacionalismo catalán, no era de extrañar, por tanto, la radicalización de las vivencias y las erupciones identitarias de Cataluña. Tanto, que ahora quieren “decidir”, conocer lo que piensa la mayoría de la población para actuar en consecuencia en un futuro próximo.

Ante ese reto, histórico donde los haya, cualquier planteamiento que se enroque en la legalidad literal y pétrea de la ley sólo conducirá al endurecimiento del enfrentamiento y a su enquistamiento como foco permanente de tensiones. El envite soberanista exige actuar con serenidad y flexibilidad para encontrar espacios comunes de comprensión que eviten la confrontación no sólo dialéctica, sino también de órdagos impresentables e inasumibles. Entre otros motivos porque cualquier evolución hacia nuevas realidades supone la superación de los límites establecidos de la actualidad, que constriñen el horizonte, siempre que se respete el diálogo sincero y el acuerdo pacífico, y se rehúya de la imposición y la intransigencia más absolutas.

Es evidente que la convocatoria de referendos es una prerrogativa del Gobierno de la Nación que está vetada a las comunidades autónomas, si bien el Estado puede delegar competencias y autorizar una consulta sin efectos vinculantes. De ahí que, entre el “no” rotundo y el “sí” transgresor, existan fórmulas intermedias que posibilitarían, sin efectos legales de ningún tipo aunque sí políticos, sondear la opinión de los catalanes sobre su relación con España. Sería oportuno, a estas alturas de la Historia, ofrecer una salida democrática al anhelo de una parte de la población catalana por manifestar libre y directamente su criterio acerca del modo de convivencia que prefiere mantener con el conjunto del Estado español, posibilidad nunca antes concedida y proyecto jamás consumado ni en los tiempos de los condados catalanes, ni durante el período de expansión transpirenaica de Ramón Berenguer, ni cuando formaban parte del Reino de Aragón. Se avanzaría así en la respuesta definitiva a un problema no resuelto ni con el diseño del Estado de las Autonomías en democracia ni con la represión implacable de la dictadura, por lo que continúa larvado y supurando periódicamente malestar e insatisfacción a ambos lados del Ebro. Claro está que ello requiere altura de miras y políticos que rechacen los réditos inmediatos y fáciles de las acciones demagógicas por ambas partes. Y hoy tales estadistas no abundan en la política nacional ni autonómica.

De este modo, Cataluña se convierte en todo un síntoma del malestar de España, al expresar un grave desajuste en su configuración territorial. El inmovilismo que caracteriza a ambos nacionalismos enfrentados –español y catalán- augura un choque aún más virulento que la simple desobediencia civil por materializar una consulta que unos quieren celebrar a toda costa y otros impedir también a cualquier precio, aún cuando fracture la sociedad catalana y española en un debate envenenado. Riesgo innecesario por cuanto otros países con conflictos semejantes, como Canadá, Escocia y hasta Puerto Rico, han sometido a referendos sus aspiraciones soberanistas con normalidad democrática y sin que se “rompiera” la Nación. Porque entre la consulta y la independencia hay un trecho lo suficientemente largo como para buscar soluciones que satisfagan los intereses de todos, conjugando el respeto a la soberanía nacional y las ambiciones identitarias de las comunidades históricas.

Sólo sería necesario una gran habilidad política para abordar este problema, en el que habrá que tener en cuenta que, tras el camino señalado por Cataluña, vendrán otras comunidades a reclamar idéntico tratamiento a sus demandas, como el País Vasco, Canarias y Galicia, además de la equiparación solidaria del resto. La modificación de la Constitución para redefinir la realidad plurinacional de España, abocada más temprano que tarde a configurarse como Estado federal, perdiendo el miedo a nombrar las cosas por su nombre, es justo de lo que alerta el síntoma catalán. Hacer caso omiso de esta señal puede acarrear un empeoramiento del problema hasta acabar como nadie desea. Ahí está Kosovo, a la que España no reconoce, para comprobarlo.

martes, 9 de septiembre de 2014

Hitos anodinos

No hay asuntos más triviales que los personales, pero son los que deparan algún sentido a la existencia, a pesar de que sean insignificantes para el mundo. Cada vida es un extraño viaje hacia la desaparición, donde lo único cierto es que nada está determinado de antemano y que el trayecto está sembrado de obstáculos: algunos puestos por nosotros mismos, otros, por los demás y las circunstancias. Por ello, consumir etapas, aunque parciales y nimias, proporciona la íntima satisfacción de lo conseguido con tanto esfuerzo baldío a escala cósmica. Sin embargo, que una hija pequeña corone los 33 años de vida, envuelta en los lazos de una familia que atesora emociones tan intrascendentales, es un triunfo que nadie podrá evitar que se celebre como el mayor acontecimiento en la existencia de una persona anodina y anónima. Está preñado de significados, todos felices: seguimos corriendo, acompañados con los que de verdad nos importan. ¡Nos vemos en la próxima curva!

lunes, 8 de septiembre de 2014

Sin defensas propias

La Unión Europea aspira a ser una potencia no sólo económica –que ya lo es- sino también política, cultural y social, constituida por una federación de Estados que, sin embargo, no acaban de unificar sus intereses, prioridades y ambiciones en un proyecto común. La construcción de Europa avanza a diferentes velocidades -rápidas, lentas e incluso con marcha atrás-, dependiendo de los asuntos abordados, a causa precisamente de esa diversidad de enfoques con la que se dilucida cualquier tema que afecte al conjunto y por la renuencia de los países miembros a ceder mayores cuotas de soberanía a una entelequia supranacional todavía a medio levantar. Y es que, salvo en lo comercial, aunque no en lo financiero y algo en lo social (Espacio Schengen para la libre circulación de personas), poco se ha adelantado en la edificación de un “poder” europeo con personalidad propia, voz única y autonomía para acordar cualquier iniciativa a escala continental e internacional. De hecho, todavía está por conseguir la plena expansión que integre a la totalidad de las naciones que conforman la Europa geográfica.

De todas las facetas pendientes por elaborar en el diseño de esa Europa autosuficiente y plena, quizá la más llamativa sea la de su propia defensa y seguridad. Lo creado hasta la fecha es un frankensteiniano ente capaz de comprar y vender, dotado de varias bocas por las que expresa opiniones a veces contradictorias y sin musculatura defensiva, pues se halla completamente indefenso ante cualquier agresión externa, ya que cada parte conserva sus propias fuerzas nacionales para defenderse por sí sola, a pesar de que existan mecanismos de mutua ayuda. Tal carencia de auténticas defensas propias hace despertar las alarmas ante peligros que aparecen en el horizonte territorial de la misma Europa, como esa agresividad bélica desatada en su flanco oriental, donde se ha producido la anexión rusa de Crimea y se vive la amenaza de invasión de Ucrania, un país candidato a incorporarse a la Unión, que mantiene litigios que entorpecen las ambiciones imperialistas de Rusia.

Sin defensas propias, Europa confía su protección a la Alianza Atlántica (OTAN), una asociación militar creada por los Estados Unidos, en la que colaboran y participan los ejércitos de los países integrantes en la misma. Dicha Alianza constituía el muro de contención frente a una presunta amenaza comunista que, tras el Telón de Acero, pendía sobre los escombros de una Europa devastada por la 2ª Guerra Mundial, en la que el frente ruso consiguió avanzar hasta dividir Alemania y levantar un muro que separó y puso bajo su control la zona oriental europea que había ayudado a liberar de la ocupación nazi. Durante décadas, ese muro dividió al mundo en dos partes irreconciliables, defendidas cada una de ellas por dos paraguas militares igual de temibles: la OTAN y el Pacto de Varsovia.

Tras la “guerra fría” y la posterior distensión, ambos bloques militares parecieron no tener ninguna utilidad. El Pacto de Varsovia desapareció y la OTAN se dedicó a ampliar su cobertura a los frentes donde se libraban las nuevas guerras, en Afganistán y en los países islamistas cuyo fundamentalismo les lleva a declarar el exterminio de los “infieles” occidentales. Mientras tanto, Europa engordaba su tamaño, ampliando el número de países miembros, abriendo mercados y descansando en el amparo militar de la OTAN, hasta que saltan las alarmas por el conflicto de Ucrania y la exhibición de fuerza de Rusia.

Dice Lluís Bassets que, el día que Europa tenga su fuerza de intervención rápida, es probable que no surjan acciones violentas con la desfachatez de las que estamos contemplando en la actualidad. Consciente de no tener ninguna trinchera enfrente, esa carencia de defensas propias hace que Putin se permita la “chulería” de decir que, si quisiera, le bastarían dos semanas para llevar sus tanques a Kiev. Y es que la “agresividad bélica” de Rusia, dando cobijo y suministros a los separatistas ucranianos, y los chantajes y amenazas del fundamentalismo islámico, con la creación de un Califato asesino a las puertas de Europa, hacen que la necesidad de una fuerza defensiva propia cobre virtualidad en el proyecto de la Unión Europea. Ya no basta con la ayuda de la OTAN, por muy útil y eficaz que haya sido hasta la fecha.

No hay que esperar a que un general norteamericano organice la defensa de Europa y establezca la estrategia militar para enfrentar todos los conflictos que amenacen el Continente. Sería deseable que, sin descartar el apoyo y la contribución activa de la OTAN, Europa dispusiera de su propia fuerza disuasoria con capacidad para intervenir y sofocar aquellos peligros que se originan en su territorio o en su área de influencia. Ello serviría para hacer pensar dos veces a todo el que pretenda provocar un acto violento o alterar la legalidad nacional e internacional que afecta a la Unión Europea en su conjunto, como sería no respetar sus fronteras o atentar contra sus ciudadanos, independientemente del país natal.

La existencia de unas defensas propias también contribuiría a reforzar una identidad continental bastante “diluida” con los populismos nacionales, a potenciar una jerarquía comunitaria para el Gobierno de la Unión y configurar una mayor autonomía a la hora de adoptar decisiones, que no eximen del conocimiento y la adhesión de los Estados miembros. Aparte del impulso industrial y económico, un Ejército europeo, como fuerza propia de acción inmediata, permitiría demostrar mayor convicción frente a terceros de la voluntad y capacidad de Europa para consolidarse como un interlocutor poderoso y fiable a escala internacional.

Ello no sería óbice para que la OTAN siguiera desempeñando esa labor de respaldo militar frente a las grandes potencias y frente a amenazas de mayor calibre. Antes al contrario, la coexistencia de un Ejército propio con el despliegue de unidades de la OTAN en el solar europeo potenciaría la capacidad defensiva de Europa, ahora vulnerable y sin posibilidad de respuesta en casos de secuestros, atentados terroristas, problemas fronterizos y acciones preventivas. Es decir, está muy bien que la OTAN prepare una fuerza de acción rápida y aumente su presencia en el Este de Europa, donde los peligros son evidentes, pero mejor sería si Europa contase con sus propias bases estratégicamente repartidas por todo el Continente, dispuestas a responder sin demora cualquier provocación con tan sólo una llamada desde un único Cuartel General. Eso supondría prever de defensas a un ente que está obligado a hacerse valer en el concierto internacional donde aspira a ser considerado una potencia mundial, no sólo económicamente, sino en todo. Sería aspirar a una Europa como potencia mundial, en todos sus términos.

sábado, 6 de septiembre de 2014

Sábados septembrinos


La materia de la que están hechos los sábados septembrinos es blanda, semejante a la masa panadera, que mezcla bien con líquidos para adquirir esa consistencia suave y amarillenta de los días menguantes. En ocasiones, presenta grumos que la endurecen por acción de un calor excesivo que surge a destiempo hasta descomponer el delicado equilibrio de su densidad porosa. Pero, en otras, la abundancia de agua, que brota de las lágrimas o la lluvia, altera la leve humedad que impregna de melancolía un tiempo manso que calma los ímpetus del verano renqueante. Por eso los sábados septembrinos son engañosos como el pan, apropiados para distraer el apetito de paz e intimidad que muchos sienten cuando las nubes amanecen en el horizonte con su mensaje otoñal.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

La traición de la Virgen

Si encomendarse a la Virgen del Rocío fuera garantía de protección divina y socorro celestial contra los males que nos afligen, como hizo la ministra Fátima Báñez, imbuida en su papel de política creyente en los milagros, la subida del paro registrada tras el paréntesis estacional del verano significaría que las potencias sobrenaturales que todo lo pueden y que nos moldearon a su imagen y semejanza pasan olímpicamente de nosotros y de nuestros problemas. O que los suplicantes de intervención divina no deben resultar muy convincentes ni a los dioses todopoderosos ni a los empresarios igualmente poderosos e intocables. Tanto es así que seguimos castigados por la condena del desempleo y el escaso trabajo en precario, por los siglos de los siglos, así sea hasta que ellos quieran.

En vista de tales resultados, ni la Virgen ni la pía ministra dan la cara y andan ambas desaparecidas por esos limbos intangibles donde no alcanzan las plegarias o los quebrantos de los infelices mortales. Y es que las deidades suelen ignorar los asuntos terrenales a causa de la intrascendencia de nuestra condición de seres carnales, supersticiosos y volubles, proclives a mostrar una sensibilidad capaz de construir catedrales o crear sinfonías de elevada espiritualidad, como de cometer los crímenes más abyectos contra nosotros mismos o las demás especies naturales. Tal parece que, desde la Gloria o el Olimpo, los ruegos humanos por sus cuitas particulares se perciben como ruidos que emiten los insectos en medio de la jungla: ininteligibles y caóticos, carentes de significado y de cualquier respuesta, como no sea la de un pisotón. Claro que la culpa de todo ello es de un demonio conocido como Zapatero, que motiva tanto la traición de la Virgen como la incompetencia de la ministra y la de su protector, un tal Rajoy, el fantasma del plasma. ¡Aviados estamos!

martes, 2 de septiembre de 2014

Los últimos días del verano


Quedan días contados para acabar el verano. No obstante, inauguramos septiembre con los sofocos que julio y agosto nos evitaron en su magnanimidad climática. El predecible cambio de estación no lleva aparejado el inmediato reinado de un otoño proclive a dejarse rogar, a demorar su melancolía tras la brevedad impaciente de los días. Sucumbe el verano entre el bochorno húmedo de los últimos arrebatos flamígeros de un sol reacio a que las nubes le arrebaten su monopolio luminoso en el cielo. Un empeño condenado al fracaso que alimentará la paciente esperanza de quienes resurgen con el rocío de las mañanas grises y frescas que imperceptiblemente se anuncian próximas. Quedan los últimos días del verano aferrados a los números del calendario, sin poder impedir una agonía exhausta e inútil.

lunes, 1 de septiembre de 2014

1 de septiembre de hace 75 años

Tal día como hoy hace 75 años, en 1939, Hitler desencadenó su ataque sobre Polonia, dando lugar a la II Guerra Mundial. Ya desde antes Europa estuvo jalonada de conflictos bélicos que han convertido al siglo XX en el más violento de la Historia. Un simple repaso a la centuria demuestra cómo las guerras han sido una constante en la configuración de un continente convulso. Desde la revolución bolchevique, las diversas guerras de los Balcanes y la desmembración del Imperio Otomano, la fraticida Guerra Civil española, la desintegración de Yugoslavia con el enfrentamiento sangriento entre bosnios, serbios, croatas y albaneses, la guerra de Chechena y, desde luego, la I y II Guerras Mundiales, entre otras de menor trascendencia pero no menor violencia, marcan este solar con el estruendo de las bombas y el fuego.

Entre la Primera y Segunda Guerras Mundiales no media más que 20 años en los que Europa nada hizo por resolver pacíficamente sus conflictos y ambiciones territoriales. Parecía empeñada en retomar una y otra vez las armas como único modo de construir su identidad continental. El asesinato del archiduque Francisco Fernando, heredero del Imperio Austro-Húngaro, cuando visitaba Sarajevo, hizo estallar la I Guerra Mundial entre las potencias de la Triple Alianza (Alemania. Imperio Austro-Húngaro e Italia) y la Triple Entente (Inglaterra, Francia y Rusia, a las que se unió Estados Unidos más tarde), que buscaban asegurar el control de sus colonias y disponer de las ricas fuentes de materias primas que garantizarían la prosperidad de las potencias imperialistas que dominaban aquel escenario.

Ningún enfrentamiento bélico había sido tan mortífero y salvaje como esas Guerras Mundiales. Pero el horror llegaría hasta el paroxismo en la II Guerra Mundial, en que la locura nazi hizo arder el Continente entero para finalmente ser sofocado cuando se extendía hacia oriente, tras calcinar desde España a Polonia con las llamas de una violencia jamás conocida y que se materializaría con el holocausto judío y los campos para el exterminio sistematizado. España, en aquella ocasión, se posicionó a favor del saludo hitleriano, que el dictador Francisco Franco remedaba cual monigote, sin siquiera ofrecer reparos a la utilización de la península como zona de tránsito hacia África de tropas de la retaguardia alemana, por mera simpatía fascista, e incluso celebrando la “ayuda” nazi para bombardear ciudades del bando republicano, como Guernika, que hace aullar al caballo de Picasso con el grito sordo que no se oye, pero estremece, como explica Reyes Mate al hablar de memoria y justicia.

Hoy, 1 de septiembre, se celebran grandes homenajes periodísticos a una de las guerras más irracionales (si es que existe alguna guerra racional, en la que matar sea instrumento de convivencia) para cincelar a cañonazos la identidad que hoy nos caracteriza como estados-nación y que pone las bases del estatus del ciudadano. La evolución bélica de los imperios y la permanente amenaza de la guerra obligan acordar relaciones internacionales y leyes que reconocen la soberanía nacional y derechos constitucionales, que buscan la estabilidad y seguridad jurídicas, pero que siempre están sujetos a los intereses de las grandes potencias que dominan el tablero donde participamos de una partida que se juega sin nuestro concurso, pero que determina nuestro presente y futuro.

Recordar el inicio de la II Guerra Mundial sólo tendrá sentido si asumimos aquella locura, en la que millones de personas inocentes fueron asesinadas por simple fanatismo étnico y embriaguez bélica, para desentumecer nuestra sensibilidad y descubrir, como explica Tadeusz Borowski, que: “No hay belleza si está basada en el sufrimiento humano. No puede haber verdad que silencie el dolor ajeno. No puede llamarse bondad a lo que permite que otros sientan dolor”. Es decir, si sirve para pensar de manera distinta de lo que nos condujo a la barbarie.