domingo, 13 de febrero de 2011

Fracasado

Creía que sería a la inversa, pero cuanta más experiencia acumula, más inseguro se siente. El conocimiento le descubre la inmensidad de lo que desconoce. Incluso conducir, que tanto le gustaba, le genera temor por un tráfico cada día más agresivo y caótico. No entiende la falta de respeto de quienes le tutean sin conocerlo y a los que realizan un trabajo como si fuera algo ofensivo. La banalización de los sentimientos y las emociones le aterra por la desconsideración que supone al que los alberga. Piensa que es una equivocación el desinterés por comprender lo que nos rodea y la ofuscación por lo superfluo y espectacular. Odia el ruido y las aglomeraciones, pero añora la amistad fiel y tranquila. Nunca ha evidiado el éxito de los menos dotados y jamás ha sido ambicioso. Sus hijos lo tratan como a un fósil de otros tiempos y en la mirada de su mujer advierte el desdén hacia el que no ha sabido siquiera pelar un cable ni arreglar una cisterna. No conoce a sus vecinos aunque se sabe el nombre de los personajes que gobiernan el mundo y su país. Los años le confirman su pertenencia al bando de los vencidos, de los arrollados por la historia y los demás. Sólo halla cobijo en la lectura de libros y periódicos, lo que le aísla aún más de la gente. Es un círculo vicioso que agrava su inseguridad. Y se desahoga perdiendo las horas en una salita donde emborrona páginas con pensamientos que a nadie interesan. Sólo muestran la vida de un fracasado.

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