En España se suele dar un paso hacia delante y dos para atrás. Se avanza y se retrocede en función de las circunstancias y las conveniencias. Es lo que está pasando con la televisión pública: cuando parecía que se adoptaban medidas para garantizar su independencia del poder político de turno y su viabilidad financiera, resulta que el nuevo modelo audiovisual de la TDT parece no integrarla como servicio público y sufre de ojeriza del Partido Popular a la hora dereducir gastos y privatizar algunas televisiones autonómicas.
Frente a ese interés por adelgazar o eliminar la televisión pública, un grupo de ciudadanos -entre profesionales, académicos y organizaciones sociales-, ha promovido un Manifiesto en defensa de RTVE con un objetivo señalado: “los ciudadanos [han de] disponer de una oferta audiovisual diversa, gratuita y de calidad y de una información veraz, independiente y plural, que garantice también el acceso universal a la cultura y al entretenimiento, así como a las posibilidades que abre la sociedad de la información y el conocimiento en el nuevo entorno digital”.
Y es que, cuando se comienza a desmantelar los servicios que presta el Estado para entregarlos a la iniciativa privada con la excusa de la crisis económica, con tal de reducir “gastos” y calmar a los mercados, la cultura en general, y la televisión en particular, se convierten en presas fáciles que atraen las tijeras del recorte y los ojitos de una competencia voraz y su omnívoro apetito lucrativo.
Las abiertas intenciones de un partido que próximamente podría acceder al Gobierno alertan de la probabilidad de una marcha atrás en los pasos dados para que RTVE se asemeje al modelo de la BBC inglesa, con un Presidente de la Corporación elegido por el Parlamento y una financiación que asegure su viabilidad como servicio público. La concentración de medios al que tiende el mercado y los grandes intereses del sector, limitando la pluralidad de la información, ha de ser contrarrestada por un servicio público que contribuya desde la calidad, la independencia y la veracidad a conformar una opinión pública con sentido crítico y fundada.
Lienzo de Babel, desde la humildad de su voz y su limitado ámbito, se adhiere a ese Manifiesto por la RTVE y comparte la exigencia de una televisión pública sostenible, plural e independiente como expresión cultural de la sociedad española.
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