viernes, 13 de noviembre de 2009

El eterno retorno

La historia se repite a sí misma, vuelve a reescribir sus torcidos renglones y a tropezar mil veces en la misma piedra. Apenas avanzamos un paso cuando retrocedemos tres. Al menos, en algunos asuntos, que se incrustan en ella y perviven para, cuando aprecian debilidad, volver a las andadas. Como la religión. Su resistencia es tenaz para dejar de imponer siglos de intolerancia y rancia tutela "moral", no sólo sobre sus feligreses, sino sobre el conjunto de la sociedad. Su reino, como pregonan, no será de este mundo, pero lo custodian con un abrazo asfixiante. La menos democrática de las organizaciones humanas, a pesar de sus aspiraciones divinas, se permite no sólo aconsejar, sino amenazar sobre decisiones ciudadanas adoptadas en el Parlamento, sede de la soberanía nacional. A ella, que nadie la elige, pone en duda los acuerdos decididos por los representantes que elegimos todos. Basada simplemente en creencias (respetables a nivel individual), discute y no tiene reparos en oponerse a avances científicos y culturales. Y lo hace, no por considerarse en posesión de la verdad absoluta (que sería risible), sino para mantener un poder "terrenal" que la razón le niega. No hay nobleza en sus intenciones, sino defensa de privilegios inconcebibles en una sociedad civil y moderna. La descarada lucha de la religión católica en España contra la ley del aborto, como si fuera el único país que regula tal materia en el mundo, causaría sonrojo si no constituyera una intromisión intolerable, de consecuencias criminales, en los asuntos públicos. En vez de limitarse a sermonear a sus fieles en los templos, se arroga la facultad de lanzar anatemas contra los que favorezcan dicha ley, como solía cuando quemaba herejes. Añorante de otros tiempos, prefiere un rebaño ignorante que se deje guiar que el formado por personas que deciden por criterios propios y razonables. La iglesia católica vuelve a mostrar su rostro inquisitorial e intolerante, a descubrir su verdadera faz. El eterno retorno de la religión. ¿Hasta cuándo?

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