domingo, 8 de noviembre de 2009

Carril bici vs peatones y coches

La mejor intención puede verse perjudicada por el modo de materializarla. Nadie discute, a estas alturas, la necesidad de alternativas sostenibles ni en los transportes ni en ningún otro consumo energético. Todos estamos de acuerdo en preservar el mundo y sus recursos para las generaciones venideras. Son hermosas y verídicas palabras que cualquiera asume. De ahí que, en principio, la implantación de un carril bici como alternativa al uso del coche sea una medida aceptada por la mayoría de la población. Pero su imposición en contra del vehículo a motor y del propio peatón provoca el rechazo incluso de quienes favorece la medida. Por varias razones: primera, la prioridad de las aceras es siempre para el viandante, nunca para un vehículo de tracción humana, como la bicicleta, pero vehículo al fin. Se ha de reservar espacios para ambos, si se quiere, pero sin recortar los de las personas en torno a las cuales gira cualquier modelo social. Hay zonas donde el carril bici absorbe todo el espacio peatonal, dando lugar a puntos negros donde el peligro de atropellos es real y constante. Y segunda, el coche tampoco es una adquisición ilegal que deba ser eliminada de nuestras calles. Su uso es tan legítimo, o más, que la bicicleta. Borrar filas enteras de aparcamiento en calles donde los vecinos dejaban su coche es un atropello a quien paga el impuesto de circulación correspondiente. Si utilizar el coche contamina y tenerlo aparcado es imposible por la necesidad de un carril bici, prohíbase la industria del automóvil y persígase su tenencia. Así, al menos, nos ahorraríamos el gasto de su compra, nada barato por cierto, y los de su mantenimiento y del combustible. Empujar su presencia fuera de nuestras calles, por un prurito ecologista mal orientado, es una medida que se volverá en contra de quienes han confundido al enemigo, que no es el ciudadano. La mayoría de los que usan la bicicleta tienen que dejar aparcado el coche y no cuentan con un garaje para ello. Pienso que no es un problema de ingeniería urbana diseñar carriles bicis respetando el derecho de todos, peatones, automovilistas y ciclistas. Y dictar normas para la correcta armonización de todos ellos cuando se hallen enfrentados. Confío que no haya que llegar a una desobediencia civil y dejar de pagar impuestos -municipales, se entiende- para exigir el respeto de todos los derechos, sobre todo del que los paga.

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