
En el sobrio marco del Parador de Mérida, Pepe Aguilar y Carlos Becerra, junto a autoridades locales, hicieron la presentación del poemario, recordando brevemente la historia y el bagaje cultural de una tertulia con muchos lustros de existencia, tras lo cual se procedió a la proyección de los cuadros que se reproducen en sus páginas y a la lectura de los poemas por parte de sus autores. En la mente de todos –como dijo alguien-, una taxonomía de las ciudades: las que figuran en Cuadernos y las que no. Mérida era ya, también, un título de Cuadernos de Roldán, que acudía allí a rendir tributo a una ciudad que fue construida a medida del hombre cansado, del guerrero que se retira a dar satisfacción a sus sentidos. Sigue siendo una ciudad plácida y hermosa que cautiva al visitante, y esa plástica, en una síntesis cromática, fue la que consiguió transmitir para la portada del librito el pintor Justo Girón. Nuestra admiración por Mérida queda resumida en los versos de José María Bedoya:
Octavio te funda,
el Guadiana te baña,una vía de Plata te circunda
y la diosa Ceres sedente te ampara;
desde el Foro municipal
los clípeos augústeos
de
te protegen y salvan;
en el Museo Nacional,
sobre sus basas,
retratos togatos y toracatos
te ennoblecen y guardan,
y en los paseos
por tus calles y plazas
mil voces anónimas
te admiran y cantan.
¡Ah hermosa ciudad
dos veces milenaria!
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