lunes, 20 de febrero de 2012

Maldito lunes

El despertador vuelve a brincar, pero esta vez despierta el mal carácter con el que silencio su estridencia. Ese sonido chirriante que me saca del sueño hace de los lunes el día más odiado pues vuelve a instalarme en la cotidianidad de las obligaciones laborales, me despoja en la realidad ineludible y perentoria. Voy encendiendo luces con la malgana del que hace lo que le asquea y se prepara a ir de donde escaparía a la menor oportunidad. Si los viernes constituían puertas a la esperanza, los lunes son negras fosas en las que irremediablemente hemos de sumergirnos para atravesar la semana que comienza. Ambos días son puertas por las que asoman nuestros estados de ánimo más contradictorios, dejando paso a la felicidad o la amargura más extremas. No son, empero, días que se revelen entre sí puesto que el uno conduce al otro en una alternancia eterna. Lo que los diferencia es el modo en que recuperamos la consciencia y sentimos el despertador saltar. Dejamos de soñar.

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