viernes, 22 de abril de 2011

Viernes for the Devil

El viernes es preludio del fin, el epílogo de una semana que ya se ha consumado en los ritos de una religiosidad de escaparate, que le gusta exhibir su devoción en las calles para la multitudinaria admiración de fieles y curiosos, ante los cuales ha de demostrar el fervor de una fe pública. Los tronos de vírgenes y dioses se muestran en sus templos a la contemplación de los transeúntes de iglesias, que los visitan antes y después de cumplir con la obligación estacional de la muchedumbre callejera. El viernes representa el final de las apariencias colectivas y el desprecio a una trascendencia buscada en la intimidad de las creencias. Una religiosidad expuesta para ser consumida y negociada por una sociedad dispuesta al espectáculo. Por eso prefiero la simpatía por el diablo: es más sincera, si fuera cierta.




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