miércoles, 27 de abril de 2011

¡Indignaos!

El título me llamó la atención y lo compré. Es un librito pequeño en tamaño y páginas. Se lee de un tirón y confirma, como los buenos libros, lo que tú ya piensas: que hay que rebelarse, que hay que protestar, que hay que levantar la voz para decir ¡basta ya! Lo ha escrito un viejo admirable, admirable por su tesón y su lucidez, por su infatigable compromiso. Un viejo que, a sus 93 años, aún es capaz de reclamar a los jóvenes de hoy motivos para la indignación, de implorar revueltas pacíficas contra el totalitarismo de la resignación, contra la dejadez de una comodidad anestesiada por el consumismo, contra la pasividad de aceptar todas las consignas de los poderosos, contra la dictadura del mercado, contra la vida sin compromiso. Se trata del grito afónico de un viejo que no se cansa en señalar los peligros de nuestra indiferencia, del conformismo de no pensar, de dejar hacer, de entregarnos voluntariamente al ejército de los derrotados moral e intelectualmente, contra el peligro de olvidar ser personas para convertirnos en números o recursos en beneficio de unos pocos.

“¡Indignaos!” es un alegato de Stéphane Kessel contra la desidia ciudadana y a favor de la insurrección pacífica, que alerta sobre unos medios de comunicación de masas que contribuyen a la amnesia generalizada, sin respetar su auténtica función: ser instrumentos de la libertad de expresión e información. Este hombre, que fue miembro de la Resistencia francesa y prisionero de los campos de concentración nazis, señala que sobran motivos para la indignación, que persiste la brecha por la que los ricos son cada vez más ricos y los pobres más pobres, que se aplican recortes a un Estado del bienestar devorado por la avaricia del mercado, y por la manipulación de una democracia que se convierte en espejismo de la representación social, por el trato discriminatorio a inmigrantes y minorías étnicas, etc.

Este viejo luchador clama a los jóvenes que cojan el relevo aunque parezca que no es fácil en la actualidad saber quién es el enemigo. Sin embargo, se están desmantelando los logros conquistados en la segunda mitad del siglo XX en relación con los Derechos Humanos, la Seguridad Social y la implantación del Estado del bienestar en nombre de lo que tiene más poder que los gobiernos: el dinero. “El poder del dinero nunca había sido tan grande, insolente, egoísta con todos, desde sus propios siervos hasta las más altas esferas del Estado.”

Recordando a Martin Luther King, Mandela, Gandhi y otros, “¡Indignaos!” apela a la insurrección pacífica para no sucumbir bajo el tsunami destructor del consumismo voraz y de la distracción mediática que nos anestesia mientras nos aplican recortes a nuestras libertades y a nuestras conquistas sociales. Apela a coger el relevo porque la indiferencia sólo conlleva perder un "componente esencial que forma al hombre: la facultad de indignación y el compromiso que sigue." Mirad a vuestro alrededor, ¿no creéis que existen motivos para estar indignados? Precisamente hoy es un buen momento para empezar: reclamad vuestro derecho al trabajo. ¡Indignaos!

"¡Indignaos!", de Stéphane Hessel. Editciones Destino. Barcelona, 2011.

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