lunes, 11 de abril de 2011

Compañeros matutinos

Se conocen desde hace años, tantos como llevan trabajando en la misma empresa. Cuando empezaron eran jóvenes y guardaban la distancia precisa, no sólo por sus profesiones distintas, sino por el mostrador que les separaba. Ahora ambos cubren de canas sus cabezas y la camaradería acompaña a unos saludos que se prolongan en comentarios que traspasan la frontera de las respectivas rutinas. Aparte del nombre de pila, ninguno conoce más datos de la vida del otro, salvo el de verse cada mañana. Son personas cuya presencia ilumina con la luz de los afectos una mutua empatía. Con la edad han logrado coser con hilos invisibles, a ambos lado de la barra, una suerte de amistosa relación que se manifiesta en frases, gestos y miradas de delatan una complicidad gracias a la cual no hace falta pedir el café para que ya esté servido. Son compañeros matutinos que se necesitan para saludar un nuevo día.

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