El partido socialista asiste en los últimos tiempos al derrumbe de lo que era una sólida estructura sobre la que cimentaba su implantación en la sociedad española. Las causas del deterioro son, más que las inclemencias externas, la fatiga de los materiales y la obsolescencia de un diseño ya caduco. El símil arquitectónico sirve para entender que, además de la crisis económica que castiga a gobiernos de distinta orientación política, son los EREs, los “faisanes” y las zancadillas internas las que justifican lo que parece una quiebra en la casa del socialismo español que amenaza con caerse estrepitosamente.
El portazo de un histórico como Luis Pizarro, al que el presidente andaluz mencionó como un don Luis distante que contrastaba con la complicidad de un Paco durante la ceremonia de su sustitución en la consejería de Gobernación y Justicia, evidencia la caída de unos cascotes que anteceden al derrumbe en toda regla.
Es verdad que la oposición emplea pico y pala para acelerar en todo lo posible un derribo que desea rápido, pero lo cierto es que el edificio se cae solo, sin necesitar el empujón de nadie. Posiblemente la larga permanencia en uso, sin ninguna rehabilitación digna de tal nombre, sea la causa de tanto deterioro, al que contribuye un período climatológico adverso pero insuficiente por sí mismo para provocar su ruina.
Como con los hierros oxidados, tal vez sea conveniente levantar una obra nueva con materiales que no estén vencidos ni maleados por viejas inercias y abusos. De esta manera, lo que se construya podría adecuarse a las necesidades que exigen las actuales circunstancias y servir para dar satisfacción a lo que exigen sus moradores, sin que éstos tengan que apretujarse en espacios y condiciones asfixiantes y malolientes.
El modelo con que el socialismo pretendía hasta ahora prestar servicios públicos a los ciudadanos presenta unas goteras que hacen inevitable su renovación. Antes de que la carcoma corroa lo que queda en pie, habrá que elaborar con nuevos planos un hogar más sólido, más confortable y, lo que es más imperativo, mucho eficiente para esa finalidad. Quizá así se comprenda lo que está pasando, no solo en Andalucía, al Partido Socialista Obrero Español, un patrimonio, como las viejas herencias, cuyos administradores se empeñan en dilapidar.
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