domingo, 12 de febrero de 2012

Whitney Houston

No era de mi predilección pero no pude evitar de oír mil veces aquel grito limpio y armónico con el que elevaba al cielo una promesa de amor eterno. Lo reproducían en todas partes hasta el empacho. La película que protagonizó era un cuento caramelizado para tontos embelesados con ella o con el galán del guardaespaldas, pero nada de ello era motivo para desearle lo peor. E irremediablemente, lo peor ha vuelto a suceder atraído por ella misma más que por circunstancias ajenas. Como a la Winehouse, las debilidades y flaquezas acompañan a lo que, desde fuera, parecen dotes excepcionales que todos envidiarían. Un don maravilloso que sin dominio te hace creer dios y acaba autodestruyéndote. Podría estar en plenitud de sus facultades si no fuera porque la muerte sorprendió a Whitney Houston a los 48 años sumida en problemas. Aunque no era mi cantante predilecta, lamento su pérdida, por ella y por su talento. Otro talento desperdiciado.

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