Menos de una semana, un tiempo escaso pero intenso para alejarse del ruido rutinario y zambullirse a disfrutar de la familia. Más que la inmensidad luminosa del mar, te embarga de emoción la contemplación de los tuyos tan cerca de eso que llamamos felicidad y entregados a compartir contigo sus horas y sus sonrisas, sus proyectos e ilusiones.
Fueron unos cuantos días mucho más placenteros que un mes de crucero en barco o una estancia de semanas en cualquier playa tropical. Ninguna maravilla de la naturaleza puede compararse con la que sientes al ver a los hijos conducir sus vidas por aquellos senderos que con incertidumbre fuiste aconsejándoles y participando, en la plateada madurez de tu existencia, de unos retoños en cuyos ojitos tiernos te reflejas para que te regalen sus primeras muestras de afecto.
Ha sido una breve paradita, corta, pero suficiente para sentirse realmente afortunado con los seres queridos que te acompañan en esta aventura de la vida. Por eso volvemos contentos.
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