martes, 20 de abril de 2010

¿Qué es cultura?

Hay palabras de una significación ambigua con las que abordamos realidades complejas. Las manejamos con desenvoltura aún cuando desconocemos la definición concreta porque nos sirven para entender cuestiones en las que no profundizamos mucho. Por su polisemia, cultura es una de ellas.

Es cierto que no hay una definición precisa de cultura, depende de la perspectiva desde la que se contemple. El diccionario nos remite al conjunto de conocimientos, modos de vida y manifestaciones en que se expresa la tradición. Según eso, tirar una cabra desde el campanario es un hecho cultural, igual que celebrar fiestas para perseguir al galope a un toro hasta matarlo con lanzas. Otros prefieren considerar cultura a las óperas de Verdi, las obras de la literatura, la pintura, la filosofía, las ciencias y el arte en general. Parece que cultura es todo lo que hacemos. Y en cierto modo es así, aunque existen distintos niveles de cultura.

La cultura no es algo natural, sino un invento del hombre. Surge como expresión de las relaciones intersubjetivas y denota los valores (hábitos, costumbres, creencias, tradiciones) compartidos en sociedad. Hay una cultura local, regional, nacional, continental, occidental, etc. Todas están entrelazadas, por eso puede darse en una misma localidad la cultura del fútbol, de los peroles, del flamenco, de lo español y del catolicismo religioso, al tiempo que nos bebemos en cada ocasión una lata de cocacola, como muestra de imperialismo económico y... cultural, por supuesto.

Sin embargo, la cultura ofrece una doble capacidad: por un lado, sirve de mecanismo de sumisión a lo establecido, de socialización del individuo con lo que es común para el colectivo. Y por otro, permite la emancipación, cuestionar el discurso de autoridad y la visión crítica del mundo. En ambos casos, cultura es “la herramienta imprescindible para hacer herramientas” con las que modificar la realidad. Porque de eso se trata, precisamente. Únicamente el hombre es capaz de construir cultura para escapar de su destino animal y alcanzar la condición humana, aunque parezca sorprendente a tenor de algunas de las manifestaciones culturales que seguimos masivamente. Como “sorprendente es hoy –según Daniel Bell- que la mayoría no tiene una cultura propia intelectualmente respetable –carece de grandes figuras en la literatura, la pintura, la poesía- que oponer a la cultura antagónica”. Eso se llama alienación.

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