miércoles, 14 de abril de 2010

La primavera es republicana

El 14 de abril se conmemora la proclamación de la Segunda República de España, un episodio fugaz de modernización del país que fue cercenado con violencia fratricida por los insurgentes franquistas. Así se resume, en un solo párrafo, aquel período histórico que representó tantas esperanzas como frustraciones. La República debía ser la empresa que colocase a España entre las naciones más avanzadas de la época. Gracias a la Constitución de 1931, España pasaba a convertirse en un Estado republicano, democrático, descentralizado, regido por principios de igualdad, laicidad, sufragio universal, matrimonio civil, divorcio, y se dotaba de un Tribunal de Garantías que velaba por la pureza constitucional.

Seguramente hoy, 79 años después, esas metas nos resulten poco atractivas por cotidianas, pues son las que disfrutamos en la actualidad sin apreciar el altísimo precio que hubo que pagar por ellas. La Guerra Civil que inició Franco con su alzamiento nacional, apoyado por una burguesía dispuesta a defender sus intereses a sangre y el ímpetu falangista en un contexto de escalada de fascismos en Europa, acabaron con una República que no había sabido resolver sus contradicciones internas.

“Rectificar lo tradicional por lo racional” podría resumir el ideario político por el que impulsó una serie de reformas en la enseñanza, el ejército, el agrario y otros campos que tal vez abarcaron mucho y jamás pudieron materializarse. Queda para la ficción novelesca imaginar qué lugar habría alcanzado España en el mundo si aquella flor republicana no hubiera sido aplastada por una dictadura cruenta y despiadada, tan cerril que todavía hoy se resiste a que investiguen las fosas comunes que sembró por todo el territorio nacional. Por eso habrá de recordarse cada 14 de abril: la primavera es republicana.

Breve historia de España, Fernando García de Cortázar. Alianza Editorial, Madrid, 1993.

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