martes, 13 de abril de 2010

Cuentos

En las relaciones interpersonales estamos constantemente comunicando. La mayoría de las veces lo hacemos sin pronunciar palabra alguna. Es lo que se denomina Comunicación No Verbal. La ropa, los andares, los gestos dicen mucho de nosotros. También existe la paraverbal, constituída por el énfasis, la entonación, los dichos y otros recursos del habla. Entre ambas ocupan el porcentaje más grande de las señales que emitimos. El lenguaje propiamente dicho representa sólo el 7 ó 8 por ciento.

Aún así, hablamos la mitad de lo que pensamos. Lo que queremos decir es más de lo que finalmente expresamos. La precaución, los modales o las deficiencias léxicas impiden una comunicación completamente eficaz. Con todo, hablamos hasta por los codos para decir cosas sin sustento, que apenas aportan información nueva o interesante para el que la recibe. Entre chascarrillos y lugares comunes, comunicamos nimiedades.

No digo que haya que estar pronunciando discursos al abrir la boca. Pero entre estar contando tonterías y decir cosas relevantes, deberá haber un punto medio. Es aquel en el que se encuentran esas personas mayores, del ámbito rural fundamentalmente, cuya experiencia les lleva a una economía del lenguaje con el que expresan juicios cargados de razón y utilidad. Sin apenas estudios, no desperdician un consejo sin ser solicitado y lo acompañan de todo el sentido común que la “universidad de la vida” les ha hecho acreedores. Comparados con los charlatanes de ciudad, vemos con claridad donde radica la diferencia. No se andan con cuentos.

No hay comentarios: