miércoles, 7 de abril de 2010

El blog de Bartleby

Es curioso que gente que jamás tuvo intención de escribir, que preferiría precisamente no hacer nada, tenga atracción por mantener un blog propio. No se corresponde el interés por asomarse al mundo virtual con la propensión negativa a la literatura o a contar algo sobre su vida en el mundo real. Quienes así se comportan, parecen la cara opuesta del personaje de Herman Melville, cuando en vez de permanecer negados a cualquier iniciativa, abrazan en cambio la posibilidad de abrirse a internet con páginas en las que comentan lo que procuran ocultar. Son seres con alergia a la realidad, pero inmunes a la hiperrealidad cibernética: pierden la desconfianza ante lo conocido y se entregan con confianza a lo desconocido.

Internet es una herramienta poderosa, útil y peligrosa. Permite acceder a una información inconmensurable que ningún otro medio podría ofrecer, pero también incontrolable, de procedencia la mayoría de las veces dudosa y poco fiable. Su seguridad es cuestionable y está expuesta a la manipulación y al seguimiento por parte de quien sepa y quiera hacerlo. Si nunca ha sido posible impedir la interpretación arbitraria del lector, en el mundo virtual es infinitamente mayor la malinterpretación de lo que expongas.

Bartleby respondía siempre que prefería no hacer lo que se le mandase, pero con la explosión de las bitácoras prefiere un blog. Ajeno a los ojos que no logra distinguir, no siente vergüenza y sus temores se disipan. Los que se niegan a todo, aceptan el mundo a sus pies que la informática les proporciona sin considerar que son ellos los que se tiran a los pies de las ondas hertzianas, para naufragar con la ilusión del navegante.

Enrique Vila-Matas* se ha equivocado al rastrear la tendencia más perturbadora de las literaturas contemporáneas, la del rechazo como único camino para la creación literaria, entre los escritores adictos al No. Le hubiera sido más fácil encontrarlos en los blogs de los Bartleby que pululan en la red.

*Bartleby y compañía, Enrique Vila-Matas, editorial Anagrama, Barcelona, 2000.

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