viernes, 5 de marzo de 2010

Y treinta y dos

A la semana siguiente, con un año de diferencia, una niña inquieta, delicada y llorosa vino a aumentar nuestras preocupaciones. Con sólo un año de diferencia, ambos hijos nos obligaron a llevar a la práctica el ejercicio de ser padres de forma acelerada. Una escuela de oficios en la que a diario tenías que superar la prueba. Si todavía estábamos embobados con el primero, la segunda vino a deslumbrarnos y, entre ambos, a someternos a una carrera de resistencia que aún perdura. Porque nunca dejas de sentirte padre y madre de tus hijos, independientemente de la edad que tengan.

Dicen que las hijas "hacen" con las madres, y los niños con los padres. Lo contrario también es cierto. Y la mezcla de ambas cosas, aunque parezca extraño, es realmente posible. A pesar de los roles sexistan en que los hacemos crecer, en sus genes atesoran características de sus progenitores que afloran enriqueciendo de matices su personalidad. Admiras la belleza de ese fruto cuando la semilla se ha convertido en un árbol que ya te hace sombra y apenas requiere de tus cuidados. Entonces olvidas los carritos y aquellos agobios para alegrarte de su compañía y de conversaciones con las que relatan vivencias percibidas con la curiosidad de unos ojitos cándidos.

Mi hija es una mujer que va de compras con su madre y mantiene aficiones de su padre. Pero, sobre todo, nos llena de orgullo verla conquistarle a la vida el sitio en el que quiere estar. Marzo es un mes lleno de gozo. Por partida doble.

Fecilidades, mi niña.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias papá,
Es un orgullo para mi y seguro, para cada uno de nosotros cuatro, recibir este tipo de cartas porque sí es verdad que declararte personalmente nunca fue tu fuerte, como tampoco lo ha sido el de la mayaría de nosotros.
Sí sabíamos que te encanta escribir, que te encerrabas las horas delante de la vieja máquina de escribir que tanto ruido hacía y que tantos trabajos nos hicieron desarrollar cuando en el colegio nos decían "a mano o a máquina el que la tenga".
Por eso, el que ahora seamos nosotros los protagonistas de esos escritos, desconocidos hace años y merecidamente publicados hoy día, se trata no sólo de un orgullo sino de una gran satisfacción para todos.
Si la vida te está dando estos pequeños regalos de concederte tus sueños más originales, no sólo no los desaproveches sino que cuenta siempre con nuestra ayuda, de los cuatro y de mamá que vamos a apoyarte en todo y siempre.
Gracias papá

Daniel Guerrero Bonet dijo...

No hay mayor satisfacción para los padres que verse recompensados con el reconocimiento y afecto de los hijos. El mejor regalo de la vida sois vosotros.