martes, 9 de marzo de 2010

364 dias de olvido

Está bien que haya un dia para recordar, para exhibir un deseo e incluso para hacer enmienda de actitudes y comportamientos, pero luego siguen 364 días de olvido, de continuar con los mismos patrones en los hábitos y de mantener el mismo estado de relaciones subordinadas a los roles. Tal vez la pretensión de recordar la necesidad de un cambio ayude a que éste se materialice, pero se corre el riesgo de que se convierta sólo en un paréntesis simbólico, sin otro valor que el meramente estético.

El Día de la Mujer debería ser una espoleta para la reivindicación de la igualdad de derechos entre las personas, sin discriminación de ningún tipo, ni siquiera por sexo. La consideración festiva de la fecha, con su correspondiente manoseo político y tratamiento informativo, puede banalizar el objetivo necesario de una sociedad más igualitaria y justa, que no discrimine a la mujer ni le ponga obstáculos a su desarrollo.

Si ya de por sí dedicar un día es señalar una carencia (de derechos, de justicia, etc.) que no llena de orgullo a nadie, ni al beneficiado ni al resto de la sociedad que parece negar el beneficio, vaciarlo de contenido transformador de la situación es peor que el propio perjuicio que se dice combatir. Es verdad que la mujer ha podido en las últimas décadas conseguir un reconocimiento de derechos cada vez más amplio, pero no ha sido gratuito, sino a costa de una lucha tan desigual como cruenta. Escapar de la opresión, de cualquier tipo de opresión, es una batalla larga. No se cambia el discurso de autoridad dominante, claramente machista todavía, con flores, discursos y manifestaciones festivas. No es suficiente. Debe haber un empeño decidido en modificar la educación, barreras legales, conductas y estereotipos que supongan una discriminación de la mujer. Tomárselo como fiesta es una broma. Es algo muy serio que a muchas les ha costado la vida.

No hay comentarios: