viernes, 11 de febrero de 2011

Púrpura

Diseña prendas deportivas, es joven, divorciada y con un hijo. En su rostro se dibuja todavía la belleza que es capaz de vencer los infortunios del tiempo y de la suerte. Le gusta vestirse con las camisetas que llevan su marca y rechaza los pijamas que roban la identidad a los pacientes. No para de recibir llamadas y mensajes por su móvil y sigue en contacto con su empresa a través de un mini ordenador desde la cama blanca de una habitación impersonal del hospital. Le ha mordido una enfermedad de cuya gravedad no parece ser muy consciente salvo cuando se le escapan algunas lágrimas en un momento incontrolado de debilidad. Pero no sufre por lo que padece, sino porque a quien ama no muestra tanta devoción como lo que envenena su sangre. Se siente, a pesar de tantas visitas, sola. Sola con su enfermedad.

2 comentarios:

Gregorio Verdugo dijo...

Genial, socio. Me ha impresionado tu manera de contarlo.

Daniel Guerrero Bonet dijo...

Gracias, anigo, pero impresiona más ver estas historias en las personas que las viven.