viernes, 28 de mayo de 2010

Fisgón

Se empeñaba en observarlos con curiosidad, espiarlos con aparatos que le permitieran acceder al ambiente donde se desenvolvían, apuntar cada uno de sus movimientos y registrar todos los cambios en que se hallaban inmersos. Era meticuloso y trabajador, por lo que apuraba las horas para comprender el comportamiento que tanto le fascinaba. Hasta que ellos se dieron cuenta. Encontraron al investigador junto al microscopio sobre un reguero de sangre que se había escapado de su cerebro.

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