lunes, 21 de marzo de 2011

Luna inmensa


Los gatos aullaban enamoradizos, en siniestros callejones, a aquel disco blanquecino que se recortaba inmenso sobre la negrura del cielo y cuyo reflejo se hundía en la profundidad vertical de las pupilas de unos inquietos animales. Entre roces y relamidos, no dejaban de mirarla antes de escabullirse por cualquier oscura rendija.

El mar sucumbía a su influjo retirando las mareas de unos lechos ahora secos para que los cangrejos intentaran morderla con el chasquido de unas tenazas izadas al vacío. Luego huían vencidos y temerosos, sin querer darle la espalda, a sus escondrijos descubiertos en la arena.

Tierra adentro, como una corona lumínica, su aurea brillante bruñía las almenas del castillo, perfilando la silueta mellada de unas murallas y torreones silentes y solitarias en lo alto del horizonte urbano.

Nada ni nadie pudo escapar al embrujo de un satélite cuya trayectoria lo había acercado a un mundo que sucumbía maravillado a su nacarado y henchido resplandor. Era la Luna al alcance de la mano.

Fotografía: El beso en la Luna. http://mizar.blogalia.com/

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