lunes, 7 de marzo de 2011

La crítica del meandro

Es difícil rebatir algo que se estima correcto, pero no se puede reconocer para no dar ventaja al adversario. Es una actitud que te obliga a meandros argumentales para minusvalorar iniciativas que, en idéntica tesitura, tú también adoptarías, salvo matices. Es lo que sucede con las medidas anticrisis del Gobierno y que buscan una reducción del consumo energético. El menosprecio acude entonces a la anécdota fácil y tangencial a fin de no abordar lo esencial de la cuestión, aunque se sea consciente de que, con o sin crisis, España es un país dependiente de una energía procedente del exterior y, por lo tanto, muy vulnerable a la inestabilidad de unos mercados suministradores que se hallan en conflicto.

Sin embargo, somos derrochadores de energía. No hace falta más que ver la fotografía del satélite para constatar no sólo la contaminación lumínica de nuestras ciudades, sino el despilfarro eléctrico que ello supone. Tal exuberancia de luces la conocen los críticos del ahorro energético, quienes deben, no obstante, oponerse a cuántas medidas se adopten por venir de donde provienen. Es lo que se desprende de un artículo publicado en el diario ABC por Eduardo San Martín en el que reconoce que la “política de ahorro energético propuesta por el Gobierno opera sobre una realidad incontestable y procaz”, pero la tacha de tener un impacto tan ridículo como el de “una regadera sobre un incendio”. Y sugiere que lo suyo hubiera sido subir los impuestos a los carburantes y restringir drásticamente el uso del coche. Yo me pregunto: ¿qué hubiera escrito si el Gobierno hubiera adoptado su propuesta? ¡Madre mía!

 
Fotografía obtenida del blog El beso en la luna (mizar.blogalia.com).

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