jueves, 22 de julio de 2010

La ciencia y Dios

En este blog está escrito mi predilección por la razón, mi absoluta convicción de la preponderancia del raciocinio sobre cualquier creencia que el hombre pueda seguir. Es por ello que soy crítico con las religiones, entendidas como estructuras organizadas que intentan influir, no sólo en el comportamiento de sus adictos, sino también en el de los que no comulgan con sus credos, pretendiendo dirigir la orientación moral de la sociedad en su conjunto. Esa imposición dogmática, que nace en la suposición de albergar la verdad absoluta, rechina con la duda metódica que impregna el saber científico. Ante la intransigente actitud de la primera destaca el humilde empeño de la segunda en la búsqueda del conocimiento.

Con tales premisas es fácil adivinar el asombro que me causó un artículo publicado hoy en un periódico conservador de mi ciudad. Ni el tema ni el medio preludiaban mi complacencia, pero el título era tentador, “Hacer ciencia no es jugar a Dios”, y no pude pasar la página sin leerlo. Fue doblemente gratificante, tanto por el tema como por el medio.

Hacía tiempo que no leía unas reflexiones tan claras sobre el ámbito de la ciencia, que obedece a ese imperativo al conocimiento que caracteriza al ser humano, y las creencias, que procuran inquietarnos por el sentido y significado de nuestra existencia. Su autor, César Nombela, catedrático de la Universidad Complutense, afirma que el quehacer de la ciencia se centra en saber cómo es la realidad y no en el porqué ni para qué, que pertenece al dominio de la filosofía. Y desde una consideración ética de la dignidad del ser humano, puntualiza que hacer ciencia no es jugar a Dios, sino que responde al impulso –inteligente, diría yo- que nos determina al conocimiento racional de la realidad, con responsabilidad a la naturaleza y respeto a la dignidad humana.

El esperado rechazo desde un púlpito moral no se produjo. Antes al contrario, se trataba del enfoque respetuoso con que un creyente abordaba la cuestión de los límites de la ciencia, en relación a la probable creación de organismos vivos a partir de materia inanimada, y su rotunda respuesta a favor de los mismos, aunque con arreglo a criterios bioéticos que preserven la dignidad del ser humano.

Además del planteamiento del tema, me sorprendió el medio donde se publicaba el artículo, puesto que es un periódico que en ocasiones se posiciona en posturas reaccionarias. Pero si grata fue la lectura del mismo, más satisfactorio fue hacerlo en unas páginas que, a menudo, son muestra del buen periodismo y de la pluralidad de la sociedad a la que sirven. Al contrario de otras veces, hoy me he alegrado de comprar ABC.

*Hacer ciencia no es jugar a Dios, César Nombela, La Tercera, ABC, 22 julio 2010.

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