domingo, 4 de julio de 2010

Buscando el cielo

Se movía despacio, procurando no molestar ni hacer ruido. Era tan lento su ademán que, al verlo, parecía quieto, paralizado. Sin embargo, no paraba de crecer imperceptiblemente, hasta que alcanzó a sobresalir sobre los demás. Pero seguía fijo, sin moverse del sitio. Sólo sus hijos se fueron con el viento un poco más allá. Aquel era su mundo, anclado a tierra y respirando el sol. Sobrevivió a los que cuestionaron su movilidad. Para él moverse era subsistir. Era el árbol más robusto y frondoso del bosque. Todavía sigue allí.

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