viernes, 26 de noviembre de 2010

Tormenta

Nubarrones grises, como la tristeza, cubrieron los cielos de malos presagios. Los animales corrieron a refugiarse en sus madrigueras al percibir la electricidad que se respiraba en el aire, mientras los árboles removían sus ramas con el frenesí descabellado de un espasmo. Ningún ser vivo fue indiferente a los avisos de una tierra enfurecida, salvo los hombres que levantaron sus viviendas en antiguos cauces cicatrizados. Cuando volvieron a supurar, la tormenta había desplomado toda su infamia hasta arrasar todo obstáculo. Fue un diluvio contra la soberbia humana que un débil rayo de sol hizo renacer desde la catástrofe

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