viernes, 26 de mayo de 2017

Primeras calores

 
Ya comienza a hacer calor, como corresponde a estos días agónicos de la primavera en latitudes más próximas a África que a los Pirineos. Temperaturas que vienen para quedarse hasta bien entrado el otoño y asfixiarnos con un aire que quema los pulmones en el período álgido de la estación, cuando huimos en tropel hacia las playas o buscamos refugio en centros comerciales climatizados. Los días no dejarán de crecer para que el Sol satisfaga su instinto achicharrador sobre la faz de esta parte del mundo. Se supone que ya estamos acostumbrados a sudar y a evitar las insolaciones porque lo que anuncia este calor impaciente es descanso y vacaciones para los que pueden permitírselo. Y son muchos los que se alegran de dar la bienvenida al calor y lo reciben alborozados. Pero para otros, tal vez una minoría incomprendida entre tantos aduladores del infierno, ni los aires acondicionados ni las brisas marinas compensan soportar el período más largo del año como si estuviéramos metidos en un horno. Y es que, cuando hace calor, hace calor. Y ya está aquí.

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