miércoles, 5 de diciembre de 2012

Consejos ante la crisis

En estos tiempos de dificultades que están llevando a muchas familias a sufrir privaciones inimaginables, parece más necesario que nunca saber buscar soluciones y no abandonarse en lamentaciones estériles. No insinúo reproche alguno en quienes se quejan de los infortunios que padecen, sino que la única actitud que puede deparar alguna esperanza es no dejarse caer en la derrota y emplear todas las energías en enfrentarse a los problemas para intentar hallar esos resquicios de los que puede surgir ayuda y alivio.

La crisis económica está condenando al paro a miles de trabajadores que ni sospechaban que podría afectarles y, lo que es más dañino, no sabrían hacer otra cosa más que el trabajo al que se dedicaban. Además, a muchos les coge en una edad en la que es difícil que el mercado ofrezca alguna posibilidad de reintegración en el mundo laboral. Todo ello afecta sobremanera a la entereza psicológica de los parados hasta el extremo de sumirlos en una resignación que les impide luchar, les conduce a una postración de negativas consecuencias no sólo para él mismo, sino también para su entorno familiar y social más cercano.

Las prestaciones estatales, aunque menguadas, siguen posibilitando una red económica que ha de aprovecharse para cubrir las necesidades básicas y, en lo posible, preparar alternativas. Las relaciones laborales en un mundo mercantilizado no están sujetas a juicios morales que sirvan para valorar nuestra situación personal y malgastar tiempo en determinar si es justo o no lo que nos sucede. Sólo hay derechos y leyes que deben respetarse y, en caso de incumplimientos, la mejor defensa es organizarse con otros compañeros para que un abogado interponga los recursos pertinentes.

Para empezar, hay que sacudirse de prejuicios. Un empleo precario es mejor que estar parado. No lo estime indigno a su valía y preparación, sino una estación de tránsito hacia otra oportunidad. Le permitirá continuar cotizando para su futura pensión y le será muy útil para permanecer en activo y no dejarse atrapar por la desgana y la derrota. Pero tampoco es una solución definitiva. Se debe aprovechar la ocasión para adquirir habilidades y conocimientos que sean demandados en la actualidad por el mercado, y no esperar a que surja un empleo acorde a nuestro perfil. Cualquier cosa menos estarse quieto. Hay que completar el currículo personal y entregarlo allí donde se admitan solicitudes, una y otra vez. Muchas veces el pesimismo nos pinta un panorama más negro de lo que es en realidad y en el que pueden haber muchas expectativas.

Deberemos ajustar nuestros recursos a la nueva situación y administrar las penurias. Carecer de vacaciones no es una calamidad, como tampoco ahorrar en gastos “suntuosos”, como las loterías, bares, gasolina y diversión. Se asombrará de la cantidad de dinero que derrochamos en estos “gastos” cotidianos. El teléfono está para que lo llamen, no para llamar. Y tener internet no requiere contratar un operador, sino abrir una cuenta de correo electrónico y consultarla en cualquier sitio que disponga de wifi. Salir cada mañana a la búsqueda de ofertas, distribuir currículos y consultar internet es una tarea que nos mantendrá alertas y en disposición de aprovechar la más mínima oportunidad que se presente.

Pero, aparte de todas estas estrategias de resistencia, lo verdaderamente importante es contar con el apoyo de la propia familia y de los amigos íntimos. Hay que comunicarles con franqueza la nueva situación en la que nos encontramos, no para esperar de ellos caridad y consuelo, sino para que colaboren en la búsqueda de salidas y en los sacrificios que hay que superar. La pareja y los hijos, con su comprensión, encienden el ánimo para recorrer con decisión un camino temporalmente repleto de obstáculos. Y los amigos actúan como sensores, en un radio más amplio, de nuevas ofertas laborales.

El sistema capitalista es así de duro y desalmado. Los poderosos aplastan a los débiles bajo la bota del capital, al que benefician todas las “reformas” laborales habidas y por haber. Si cuando disfrutábamos de vacas gordas no nos pareció tan malo, ahora que transitamos un periodo de vacas flacas habrá que resistir estoicamente para no caer vencidos. Y lo más importante para ello es mentalizarse de las dificultades y motivar una respuesta decidida y permanente de búsqueda de salidas.  Si aún así no consigue levantar cabeza, vaya a Bankia y atráquelo. Ya conoce el refrán: “Quien roba a un ladrón...”.

2 comentarios:

Enri dijo...

Querido amigo, soy Enrique Campos. Espero que te acuerdes de mi después de tantos años. Estoy en España y cerca de Sevilla. Como no es aconsejable poner mi dirección de correo aqui te remito a mi página web donde viene la dirección de mi empresa: http://www.tiendamuynatural.com/

Daniel Guerrero Bonet dijo...

Los fantasmas se aparecen cuando menos lo esperas y nos sorprenden. Aliviado del susto, decirte que claro que me acuerdo de tí y que me alegro de que sigas dando esas apariciones espectrales y misteriosas, instalado ya en los andamios mercantiles desde los que ofrecer alivios al cuerpo y al alma. Efectivamente, el retorno de los brujos nos brinda un nuevo capítulo. Saludos, amigo.