viernes, 28 de octubre de 2011

Veintiocho

Viernes veintiocho de octubre, una manera de contabilizar el tiempo para engañarnos de nuestra ignorancia sobre dónde estamos y qué hacemos, cuando en realidad nos sentimos más perdidos que una hoja flotando en medio del mar, a merced de las corrientes y los vientos. Pero nos consuela ese espejismo contable que pretende administrar un tiempo que no existe más que en relación con otras magnitudes físicas con las que intentamos racionalizar la existencia, aprehender la realidad, dirigir nuestras vidas. Este veintiocho cuantifica el pasado pero es incapaz de indicar cuánto futuro disponemos, lo que nos apremia a aprovechar el presente. Cada viernes, como cada vida, es un proyecto lleno de esperanza hacia lo ignoto, hacia los planes que elaboramos con la incertidumbre de lo que nos aguarda, de lo que nos depara el tiempo. Sólo sabemos que es veintiocho en medio del océano en el que navegamos cual náufragos sin rumbo. Al menos, podemos celebrar la consciencia que nos atormenta con la trascendencia del ser humano. Filosofía de bar. ¡Buen fin de semana!

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