sábado, 29 de octubre de 2011

Esclavos de la realidad

No imponemos nuestra voluntad, sino que son las condiciones las que determinan nuestro devenir, como ya dejara establecido el filósofo. Las circunstancias delimitan el campo en el que desarrollaremos nuestras capacidades en función de otros condicionantes genéticos, culturales y sociales. Apenas una brizna de albedrío nos permitirá intentar escapar del destino al que todo nos condena irremediablemente, salvo un afán de liberación que también habrá de venir de las condiciones que lo posibilitan. Somos libres dentro de una jaula que nos encarcela con hilos invisibles y que nos infunde la sensación de libertad. Pensamos lo que nos inducen a pensar, revelándonos sólo lo convenido. Actuamos en los márgenes permitidos por la autoridad y sentimos lo que nos han enseñado que sintamos. Somos gregarios para buscar refugio en lo común y aceptamos los dogmas como fuente de conocimiento. Reservamos lo herético para divertimento con lo prohibido y elucubrar en soledad, como fruto de la imaginación. Evitamos toda ruptura de la normalidad por temor a perder las referencias que nos definen, cuando deberíamos ser nosotros los que definamos cualquier referencia. Al final, ellas doblegan nuestra voluntad, haciéndonos vivir en un simulacro de libertad. Somos esclavos de la realidad

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