lunes, 23 de abril de 2018

Día del Libro

Hoy es el Día Internacional del Libro y estoy celebrándolo con la mesita de noche abarrotada, como el resto del año, de estas fascinantes obras encuadernadas, que mezclan títulos de literatura, poesía y ensayo, y que reflejan mi gusto ecléctico en la lectura, puesto que en realidad soy de los que leen hasta los prospectos de los medicamentos. Por destacar algunos libros, en este Día dedicado al fruto de Gutemberg y el ingenio del hombre, señalaré los que acabo de leer -y están en proceso de una vuelta a sus páginas para revisar sus enseñanzas (los libros siempre me enseñan algo) y asentar lo subrayado por mí (tengo la manía de subrayar y hacer anotaciones cuando leo)- y los que pacientemente aguardan turno, invitándome constantemente desde sus portadas a que les hinque el diente, es decir, la vista. Son estos:

La obra completa de Miguel Hernández, edición a cargo de J. Riquelme y C.R. Talamás, editorial Edaf.

Ricos y Pobres. La desigualdad económica en España, de Julio Carabaña, editorial Catarata.

Jardín nublado, de Francisco Brines, edición de Juan Carlos Abril, en la colección La Cruz del Sur de la editorial Pre-Textos

Todo lo que hay que saber sobre poesía, de Elena Medel, Editorial Ariel.

Ordesa, de Manuel Vilas, editorial Alfaguara.

La expulsión de lo distinto, de Byug-Chui Han, editorial Herder.

Autorretrato sin mí, de Fernando Aramburu, editorial Tusquets.

Hay muchos otros alineados y amarilleándose con el tiempo en mi biblioteca, en una de cuyas estanterías, a la altura de la vista, descansa un cartel que reza: “Leerse todos los libros del mundo es imposible, pero hay que intentarlo”. A ello dedico instantes felices de mi vida.

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