jueves, 31 de mayo de 2012

Los "rotos" de Rato

Mientras más datos afloran del “agujero” de Bankia, más dañado queda el prestigio de Rodrigo Rato, el mítico político que era alabado como el artífice de los logros económicos de la era Aznar, en cuyos Gobiernos ostentó la responsabilidad del Ministerio de Economía y las vicepresidencias económicas, con Mariano Rajoy de multidisciplinar cometido (Admons. Públicas, Educación y Cultura, Interior) y autor de retruécanos (“hilillos de plastilina” que salían del Prestige) y un leal y poco dialéctico Cristóbal Montoro como fiel escudero en la Secretaría de Hacienda, primero, y como ministro, después, idéntico destino al que hoy ocupa con más poder disuasorio.

Rato fue vicepresidente segundo para Asuntos Económicos en la primera legislatura de Aznar y vicepresidente primero durante la segunda (2000-2004), siendo en ambas el autor de las medidas que permitieron una recuperación de la economía española, mediante recetas liberales de bajada de los tipos de interés y el control (momentáneo) de la inflación. Ello supuso cumplir con la promesa del Partido Popular de sanear las cuentas públicas, basándose en la rebaja fiscal y las reformas estructurales, medidas que recuerdan la actual política de Rajoy.

Pero este heredero de una saga familiar de empresarios asturianos presenta también zonas oscuras que ensombrecen su gestión, allí donde vaya. Ya su padre y un hermano terminaron en la cárcel por un asunto de evasión de divisas, bajo la cobertura del Banco Siero, en 1997. En ese primer año como ministro, Rato se vio implicado en la querella criminal que se interpuso contra la empresa de su familia, Rebecasa (Refrescos y Bebidas de Castilla, S.A.), por una fraudulenta suspensión de pagos. Sin embargo, el escándalo de mayor envergadura en el que se ha visto envuelto ha sido en el “caso Gescartera”, una agencia de valores que fue intervenida en 2001 por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) a causa de una estafa por más de 20.000 millones de pesetas, una trama que recuerda a la Gürtel de actualidad, por las implicaciones que supuso para el PP, pero a escala más modesta, y en la que figura HSBC, un banco que operaba con la sociedad y que concedía créditos en condiciones muy ventajosas a Muinmo, una empresa participada por su familia.

Nada de ello, sin embargo, eclipsó la imagen de brillante economista que exhala Rodrigo Rato, hasta el extremo de que, nada más el PSOE arrebatara el poder al PP, es designado director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), un cargo con mandato de cinco año de duración y posibilidad de reelección, que goza del rango de un jefe de Estado, con derecho a participar en las cumbres de las economías más desarrolladas (G-8) y en diversos foros mundiales. Pero del que Rato, sorpresivamente, dimite a los tres años (2007), por razones nunca aclaradas, aunque existen informes internos que denuncian que el organismo no supo prever la enorme crisis financiera que estaba gestándose en sus propias narices y que todavía nos afecta.

Ese es el Rodrigo rato que aterriza en Bankia para acometer el saneamiento de una Caja Madrid obligada a “dimensionarse” y adquirir capacidad de financiación ante su elevada exposición al “ladrillo”.  No dura ni dos años, descubriendo un “roto” de 23.500 millones de euros, casi 4 billones (con b de bestialidad) de las antiguas pesetas, y que deja a España a las puertas de la intervención europea, lo que tanto teme Rajoy, pero más cualquier ciudadano, al que todos estos “agujeros” lo empobrecen cada día más.

Así se teje la brillante alfombra de la reputación de Rodrigo Rato, cubierta de “rotos” que la deshilachan, aunque continúe siendo sumamente rentable, en vista de los millonarios beneficios, blindados naturalmente, que proporciona a su propietario y de las exenciones de responsabilidad con que le protege. Esos sí que son “rotos” y no los descosidos de la sanidad y la educación que nos quieren hacer pagar, sin comerlo ni beberlo.

miércoles, 30 de mayo de 2012

Poetas andalusíes

Sevilla cobija los espectros de poetas de todas las épocas que se materializan en lugares, calles y casas donde se puede presentir la presencia de esos espíritus que la amaron y la inmortalizaron en sus versos. Desde tiempos inmemoriales, la ciudad ha despertado una extraña fascinación en los trovadores de la palabra que, en una simbiosis sentimental, ha enriquecido la memoria literaria de esta capital del sur de España.

Desde el siglo X hasta el XIII, los árabes de Andalucía quedaron embelesados con los jardines del Alcázar, conjunto palaciego real donde se ubicaba la antigua qubba islámica, cuya fragancia de jazmines inspiraba al rey poeta, Al-Mutamid, tercer y último rey abbadi de Isbyliyya, el más conocido de los poetas árabes. Era hijo de Almutadid o Abad II, que consiguió extender el reino de Sevilla desde el Algarve portugués hasta Murcia, aunque finalmente tuviera que hacerse tributario de Fernando I, el monarca castellano que entabla conflicto con el reino nazarí de Granada para la reconquista de estos territorios. Gracias a un bellísimo poema, Al-Mutamid había logrado el perdón de su padre tras fracasar en la conquista de Málaga. No en vano, Al-Mutamid había heredado la afición de su progenitor por la poesía y bajo su corte, que convirtió en centro de la cultura islámica del momento, gozaron de gran favor los poetas y literatos, como Ibn Zaydún, Ibn Ammar e Ibn al-Labbana, quienes celebraban en El Alcázar justas poéticas, denominadas nawdiyyat y nawriyyat, fiestas para cantar a los jardines y las flores. Según Ibn al.-Qattá, escritor siciliano que visitó esta tierra, “ninguno de los reyes de la época llegó a reunir tantos poetas ni tan admirables e importantes literatos como él”.

Y aunque Al-Mutamid sobresale entre los poetas andalusíes para convertirse en un personaje idealizado y mitificado, cuya figura ha sido fuente de leyendas u objeto de novelas (Don Juan Manuel inmortalizó en El Conde Lucanor la pasión de Al-Mutamid por su bella e ingeniosa esposa), fueron muchos los que hicieron de la Sevilla islámica una meca de la poesía. Nombres como Abd a Kassím Mohamed ibn Hani, más conocido como Ben Hani, nacido en Sevilla en 936, fue autor de Diwan, considerada una de las mejores obras poéticas en lengua árabe, Mohammed ibn al-Hassan ibn Allah ibn Mudchak al-Zobaida, erudito y poeta cuya obra fue seguida por numerosos discípulos, y tantos otros que jalonaron durante siglos las cimas poéticas de los andalusíes. Sus voces, como ecos apagados, pueden percibirse en lo más profundo de El Alcázar de Sevilla, en aquellos patios primigenios, como el Patio del Yeso, espacio abierto con pórticos en tres de sus lados, los mayores con arcos en herradura, y el menor, el más rico, con siete arcos mixtilíneos, transformándose el muro en los laterales en una filigrana calada de rombos realizados en yeso.

Poeta enamorado

Junto a Almutamid está Rumaykyya, la esclava que conoció a orillas del gran río y convirtió en la reina Itimad, al hacerla su concubina y esposa. Compartió con su esposo el poder político y su afición a la poesía. Joven bellísima, esclava de un arriero, supo ganarse el amor del rey al completar un poema que éste improvisaba durante un paseo por la ribera del Guadalquivir:

“El viento teje lorigas en las aguas...

Antes de que sus acompañantes respondieran, una voz surgió entre los juncos completando el hemistiquio:

“¡Qué coraza si se helaran.”!

Así comenzó a tejerse la leyenda de la joven Itimad, la esposa del rey poeta andalusí de Sevilla, cuyo recuerdo inmortaliza ese azulejo que se halla en el Barrio de Santa Cruz, dedicado a quien se conoció en su época como as-Sayyidat al-Kubra (la gran Señora).

sábado, 26 de mayo de 2012

No son ídolos, son referencias

No sería como soy sin las circunstancias y las personas que me han acompañado e influido a lo largo de mi vida. Hay lugares, sabores, olores, amigos y melodías que me determinan tanto como los genes y han acabado por forjar mi personalidad o la manera en que me relaciono con el mundo. Por eso, cuando alguno de esos estímulos de mi ser desaparece es como si algo mío se desprendiese o lo perdiese, como si me fuera “desconstruyendo” progresivamente. Pierdo las ataduras que me hacen pertenecer a un tiempo y un lugar concretos. Esa es la sensación que me produce la muerte de Robin Gibb, uno de los integrantes del grupo Bee Gees que tanto furor despertaron por los 70 y 80. No es que fueran los mejores músicos de la época, pero su forma de cantar en falsete y lo bailable de sus canciones los convirtieron en los preferidos de las discotecas y las radios. Ahora, con la definitiva desaparición del más "canijo" de sus miembros, no pierdo un ídolo, sino una referencia que marcó mi adolescencia.  Al volver a escuchar aquel I Tarted a Joke, que bailábamos tan abrazados, lamento la terrible losa del tiempo.

jueves, 24 de mayo de 2012

El descontento creciente

Si de algo está sirviendo el Gobierno del Partido Popular, del que es Presidente un Mariano Rajoy que practica el autismo como pedagogía, es para despertar las conciencias adormecidas de la gente, la de aquellos que consideraban que ya no existían ideologías y que sólo restaba administrar la gestión de lo público, sin más finalidad que la sincrónica coordinación con la iniciativa privada, a la que habría que saciar cualquier apetito.

Pero cuando únicamente se adoptan consecutivas medidas que perjudican especialmente a esa mayoría silente, cuya exclusiva culpa ha consistido en cumplir con sus obligaciones y trabajar si la dejan, sin otro “enriquecimiento” que el de unos canales de televisión que vomitan bazofia para embrutecerla, se levanta arisca para enarbolar una airada protesta que expresa su descontento por los insoportables niveles de explotación a que es sometida y por el severo castigo que se le inflinge para equilibrar los desmanes cometidos por otros, por quienes acumularon ganancias con todas las burbujas especulativas que no tuvieron empacho de provocar para su voraz provecho.

Los mismos que alimentaron el desmadre del capitalismo más salvaje son ahora los adalides de la austeridad y las reformas, pretendidamente estructurales pero en función de su conveniencia, que se materializan en recortes en los sistemas de protección de los más desfavorecidos de la sociedad. Los que iban a resolver una crisis económica y financiera con su mera presencia en los mandos del Gobierno, sin dejar de atribuir cualquier contratiempo a la herencia recibida, se sorprenden ahora de que nadie, ni siquiera los mercados, confíen en unas varitas mágicas que sólo inciden en el empobrecimiento de esa mayoría que ya muestra su hartura por padecer tantos sacrificios mientras los bancos acaparan la solidaridad estatal mediante la nacionalización de sus bancarrotas o por perder el empleo, y con él toda esperanza de futuro, cuando los que hunden empresas se ven recompensados con el blindaje de sus emolumentos. Así pueden continuar con su especialidad de rapiña o cruzar la puerta giratoria que comunica las estancias donde se dictan las normas con las que habitan los que se lucran gracias a ellas. Los mismos autores para dos escenarios.

A los pocos meses de estar dirigiendo el país, las decisiones gubernamentales que se conocían cada viernes del Consejo de Ministros soliviantaban todas las capas de la sociedad, desde los estudiantes hasta los obreros, con excepción de la acomodada y neoliberal casta de la que procede y preserva. Como previó el propio Presidente, su Gobierno ha sido el primero de la democracia en provocar una huelga general en España nada más instalarse en Moncloa. Con la terquedad propia de los iluminados convencidos de estar en posesión de la verdad, continúa con sus recetas que nada consiguen contra una crisis que no para de destrozar empleo y hundir la economía del país.

El descontento en la población es creciente y los paros, huelgas y manifestaciones se suceden día sí y día también. Desde los trabajadores públicos hasta la completa comunidad educativa, de la primaria a la universidad, todos han mostrado su rechazo a las medidas adoptadas por el Gobierno, tendentes sólo a reducir lo que consideran “gasto”, de tal manera que, abusando del decreto ley, recortan millones de euros en sanidad y educación, lo que supone la disminución de servicios médicos y el despido de miles de profesores, para inmediatamente conceder una cantidad semejante para el rescate de Bankia, el banco que Rodrigo Rato, un antiguo ministro de economía del Partido Popular, no supo gestionar con solvencia.

La guinda del descontento la han puesto los rectores de las universidades españolas al negarse por unanimidad asistir al Consejo de Universidades que iba a presidir el ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert, porque en dicha reunión no se incluía el debate sobre los recortes del gasto educativo, lo que más preocupa precisamente a los responsables universitarios.

Ya sólo falta que los curas y los empresarios, únicos colectivos que no lo han hecho, declaren alguna huelga para que todos los sectores sociales muestren su disconformidad con las políticas neoliberales que están desmantelando el Estado de Bienestar mientras auspician una desregulación acelerada del mercado para dejarlo en manos de la iniciativa privada. Sólo así puede entenderse que la educación y la sanidad, junto a otros servicios públicos, sean considerados gastos que lastran el crecimiento y la prosperidad económica del país. Pero de no rectificar, aun cuando en Europa ya se escuchan opiniones en contra de tanta austeridad, el Gobierno conseguirá que ningún gasto desequilibre el Presupuesto, puesto que lo público sólo se referirá a la clase política y la Jefatura del Estado. El resto se habrá entregado ya a la iniciativa privada.

domingo, 20 de mayo de 2012

Puerto Rico, un Edén que resulta familiar

Puerto Rico estuvo durante más de cuatrocientos años (1493-1898) bajo la corona de España, desde que fue descubierta en el segundo viaje por Cristóbal Colón hasta que pasó a ser botín de guerra en el conflicto con Estados Unidos por la independencia de Cuba. Sin embargo, esta isla caribeña guarda en su identidad los genes de un pasado hispánico, que los puertorriqueños exhiben con orgullo, no sólo conservando el español que hablan, sino también atesorando una cultura y costumbres que hacen de este Edén un paraíso que resulta sumamente familiar a los españoles que lo visitan. Sirva este Fotorreportaje como muestra del "sabor" hispánico de Puerto Rico.








¡Que las imágenes despierten los deseos por visitar esta "Perla del Caribe"!
(Fotografías del autor)

viernes, 18 de mayo de 2012

Recortes o ajustes

El uso de las palabras no es algo inofensivo o neutral porque con ellas se puede orientar determinada intención o sentido a cuanto decimos. Es frecuente combinar palabras para inducir la creencia de que son sinónimas, que albergan el mismo significado, cuando en realidad nos sirven para suavizar u ocultar lo que de verdad expresan. Jugamos con ellas hasta el punto de eludir nombrar lo que ya dispone de un sustantivo preciso, como “hombres de color” cuando nos referimos a personas de raza negra.

En política y economía se recurre a vocablos ambivalentes que dulcifican la dureza de las medidas que se quieren implementar para así evitar su rechazo o la contestación de los que han de acatarlas. José Luis Rodríguez Zapatero, el anterior Presidente del Gobierno, no utilizó la palabra crisis hasta que la “desaceleración económica” le obligó efectuar la mayor reducción del gasto jamás acometida hasta ese momento en el país. Y, hoy, es Mariano Rajoy, el actual inquilino del Palacio de la Moncloa, quien insiste machaconamente en el término “ajustes” para describir los recortes que está realizando en todas las partidas presupuestarias, con tal de reducir el déficit de las cuentas públicas al porcentaje (4,4% del PIB) que decide Bruselas o, más concretamente, Alemania, país que controla el “grifo” de la financiación a través del Banco Central Europeo. Por eso se le obedece sin discusión.

Y para que los ciudadanos no cuestionen tales iniciativas, el Gobierno (cualquier gobierno) se escuda en las palabras para hacer más digerible el purgante, pues las palabras nos embozan la realidad. Es por ello que los “recortes” que nos empobrecen se tornan “ajustes” cuando hay que convencer a la población de su necesidad, y la “eliminación” o limitación de determinados servicios sociales se convierten en “reformas” que aseguran su “sostenibilidad”.  Así es, por ejemplo, como la “reforma” de la educación y la sanidad contempla un recorte de 10.000 millones de euros, la no prestación sanitaria a los inmigrantes, el copago farmacéutico a los pensionistas y el despido de miles de profesores interinos. Una vez más, el lenguaje sirve como instrumento para enmascarar el mayor recorte al Estado de Bienestar de la historia en España, sin que ello cause sonrojo. Es más, se repite hasta la saciedad el uso inapropiado de cualquier vocablo o idea en la confianza de que acabará siendo interpretado de acuerdo con la intención del que lo propala. Una mentira mil veces repetida no cambia la realidad, pero sí su percepción, como es harto sabido.

Pero mucho más grave que este abuso del lenguaje es el vaciamiento que se comete con conceptos que han perdido su significación para representar lo que al usuario le conviene, haciendo ininteligible el debate público. Se trata de una crisis del vocabulario, que pasa totalmente desapercibida, con fines espurios. Socavar la cohesión social en nombre de la libertad (de mercado) sólo fortalece al estamento económico, no a la sociedad. Pero si lo que se persigue es precisamente ello, no queda más remedio que disfrazar el desmantelamiento del Estado de Bienestar con la inevitabilidad de unas “reformas” y unos “ajustes” que se presentan como necesarios para su sostenimiento. La realidad es obligada a acomodarse al lenguaje con que ha de percibirse (no lo contrario, que sería lo lógico) mediante apelaciones a emociones (que conmueven) en vez de argumentos racionales (explican), en virtud de un afán reduccionista y maniqueo.

Por eso no es baladí la utilización de términos como “ajustes”, “reformas” o “flexibilidad”, entre otros muchos. Remiten, antes que a medidas para combatir la crisis, a un modelo de sociedad que no se ha sometido a discusión pública para que los ciudadanos lo acepten o rechacen. Se hurta el debate ideológico con el pretexto de una crisis económica. Y en democracia, los ciudadanos han de ser capaces de discutir y, al menos, comprender los asuntos públicos para refrendarlos con su voto. Negarles ese derecho mediante la manipulación del lenguaje es un claro ejercicio de negación de la democracia, un sistema de convivencia que es garantía de libertad, por mucho que se autoproclamen “liberales” (sólo en lo económico, naturalmente.) los usuarios de un lenguaje tan torcido. ¡Qué ganas tengo de que Irene Lozano analice el momento semántico que vivimos en la actualidad!

jueves, 17 de mayo de 2012

Comiéndonos vivos

Últimamente no dejo de sentirme como la víctima de esos documentales que acaba devorada por algún predador implacable y hambriento. Siempre he tenido simpatía por los perdedores, de los que formo parte, pero parece que he dado un paso más dentro de esa categoría de seres que sirven para que otros triunfen o conserven sus privilegios, porque desde hace meses me envuelve la extraña sensación de que estoy siendo pastoreado para servir de alimento a una fiera salvaje e insaciable.

Cada vez que el grito horrible de la deuda soberana se hace sentir, un mordisco concienzudo desgarra alguna parte de mi integridad, dejándome progresivamente más debilitado y convirtiéndome en presa fácil de cualquier carroñero que conviva entre nosotros. Esta es la sensación de los funcionarios que, por desgracia, optaron por ser pacíficos trabajadores de un Estado que no hace más que utilizarlos como carnaza para calmar los apetitos de la bestia de los mercados.

Con los sueldos congelados desde hace dos años y reducidos en un cinco por ciento, ayer nuevamente decidió la Junta de Andalucía añadir un recorte adicional de otro cinco por ciento y la eliminación de determinados complementos en las pagas extras, que la reducirán en un 30 por ciento. Entre unos y otros, en estos dos años, las percepciones de los trabajadores públicos menguarán alrededor de un 20 por ciento, si no más, por culpa de una crisis que los convierte en objeto de su apetito, junto a unos servicios públicos prácticamente devorados.

Yo no sé lo que sentirá una gacela Thomson cuando el gueparto la persigue, pero seguro que no será algo muy diferente del pavor que atenaza el ánimo de los funcionarios y la angustia con la que desempeñan su función, presos de una taquicardia. Eso ya no es pertenecer al colectivo de los perdedores, sino convertirse simplemente en víctimas de un país que ya no sabe cómo calmar el ataque de los amos del mercado, de las fieras que detentan el capital como colmillos afilados. Están comiéndonos vivos.

martes, 15 de mayo de 2012

El timbre del miedo

Son tiempos tristes, de enorme confusión, que nos conducen al desconcierto y la incertidumbre. Descubrimos atónitos que sin razón aparente todo se derrumba, que los cimientos de nuestra confianza no eran sólidos y provocan grietas en la seguridad con la que afrontábamos cada día, el próximo minuto de cualquier proyecto. Perdidos los asideros, ningún paso consigue evitar que se balancee la estabilidad que creíamos merecida y duradera. Lo que era tierra firme se ha convertido de súbito en un pantano lúgubre inundado de peligros, donde brotan amenazas tras cada sombra inquieta y cada sonido lacerante. Una parálisis recorre con frialdad la espalda y nos inmoviliza en la zozobra en medio de la representación. Y del espectáculo en el que participábamos con ingenua mansedumbre nos expulsa la dureza de una realidad insensible y ciega. Nada es lo que era y mucho menos lo que aparentaba. Ni siquiera nosotros mismos. Ninguna predicción resulta ya válida y cualquier rumbo es temerario. Sin máscaras y sin referencias, nos asusta la desnudez que nos hace vulnerables a las inclemencias, propias y ajenas, y nos sume en la confusión y la vergüenza. Como estas horas en que se derrumban aquellas certezas en las que basábamos nuestra felicidad.

No es prosa poética, sino los adjetivos que transforman el relato de la actualidad en emociones. La impresión que produce contemplar que los reyes dejan de ser símbolos intangibles para sucumbir a las ambiciones mortales de la carne y la avaricia de las pasiones. Donde los inmensamente afortunados rechazan cualquier tributo solidario con la sociedad a la que esquilman y abandonan a su suerte una vez saqueada. No es poesía, sino el llanto quejumbroso de unos tiempos en los que la libertad es un valor mercantil y los pueblos, clientes seducidos por el consumo, sin derecho a soberanía. Es la melodía que acompaña a la educación que demanda el empresario y la cultura que banaliza toda aspiración emancipatoria. Es el sonido de unos tiempos tristes de apatía vital y renuncia al futuro. Es el timbre del miedo que han logrado inocularnos.

domingo, 13 de mayo de 2012

Felipe González, predilecto y odiado

Hablar de Felipe González Márquez es hacerlo de un contemporáneo que despierta adhesiones y rechazos prácticamente a partes iguales. Su figura, como secretario general del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y Presidente de Gobierno, exhibe abundantes motivos para una y otra reacción, la mayoría de ellas nacidas de prejuicios que impiden el juicio crítico y objetivo. Si, para colmo, procede de una tierra dada a la envidia y la ingratitud, que desdeña el triunfo de cualquiera que ose sobresalir, se comprenderá mejor por qué a este primer político de Andalucía que asumió los destinos de España en una época cuajada de dificultades, pero que supo imprimir una transformación hacia la modernización social y económica nunca antes realizada, no se le haya rendido el reconocimiento que debiera con anterioridad.

En su Sevilla natal, que dedica calles a cualquier folklórica, torero o virgen que en nada han destacado por ayudar a los ciudadanos, no se ponían de acuerdo para nombrar a este abogado laboralista -destacado en la política nacional para el advenimiento pacífico de la democracia a este país después de una dictadura autoritaria y sangrienta-, que demostró tener talla de verdadero hombre de Estado. Será este año cuando, por fin, la ciudad le conceda el título de Hijo Predilecto en una extraña carambola circunstancial que ha permitido ponerse de acuerdo a las distintas formaciones políticas que conforman el Ayuntamiento sevillano. La unanimidad exigida por Felipe González para aceptar dicho nombramiento hizo imposible el acuerdo cuando la ciudad estuvo gobernada por sus correligionarios socialistas, debido a la oposición primero del Partido Popular y Partido Andaluz y luego de Izquierda Unida (comunistas), a pesar de que esta última mantenía coalición de gobierno con el PSOE de Alfredo S. Monteseirín.

Han tenido que confluir determinadas circunstancias para que los grupos municipales alcanzasen el acuerdo unánime que permite el reconocimiento al hijo de la tierra que más altas responsabilidades ha desempeñado en el ejercicio de la política en España. Pero como buena ciudad ingrata, Sevilla no acaba de mostrar una gratitud sincera, sino pacata, porque no reconoce como Hijo Predilecto a Felipe González por haber sido el primer andaluz que consigue llegar a la presidencia del Gobierno, sino por haber promovido, ahora que se cumplen veinte años de su clausura, la Exposición Universal en Sevilla del año 1992, la Expo´92.

Le honra al actual Alcalde de la ciudad, Juan Ignacio Zoido, del Partido Popular, haber conseguido finalmente ese nombramiento a tan ilustre vecino y haber logrado el consenso del resto de fuerzas políticas que lo posibilita. Es posible que ello se viera facilitado por encontrarse los socialistas en la oposición municipal e Izquierda Unida en el gobierno de la Junta de Andalucía, en coalición con el PSOE. Sea como fuere, resulta cuanto menos extraño que la concesión del título se deba por una de las decisiones de Felipe González en vez de por la condición que le permitía tomar tales iniciativas, la de ser el Presidente de Gobierno de España que, además de la Expo, extendió los derechos y la democracia durante sus reiterados mandatos. Y aunque es cierto que también existen errores y sombras en su gestión, el conjunto de su obra es objetivamente meritoria y positiva.

En países con más tradición democrática que el nuestro, a personajes que ocuparán un lugar destacado en el relato de su historia no aguardan a la desaparición física de la persona para rendirles el tributo debido, sin recelos ni reservas. Entre otras cosas, porque una democracia es precisamente el sistema que concilia la pluralidad de voluntades y opiniones, aunque sean diferentes, y donde la verdad no es patrimonio de nadie, sino de todos, surgida del apoyo y la adhesión mayoritaria, pero con respeto a los discrepantes y las minorías. De ahí que, negarle a Felipe González el mérito de ser el Presidente de Gobierno que Sevilla ha dado a España, no sólo es de malos demócratas, sino de miserables. Si además, gracias a la Expo´92 impulsó la modernización de una región subdesarrollada, es por lo mínimo para poner su nombre a una avenida y levantarle una estatua. Como al Papa y la Duquesa de Alba, que ya tienen todos los reconocimientos que la ciudad otorga, sin ser sevillanos.

viernes, 11 de mayo de 2012

Otro viernes más


Otro viernes en que tememos nuevas medidas reformistas (no quiero ni pensar qué más nos pueden recortar), en que apuramos una semana que se escurre de nuestras vidas. Otro viernes que nos deja exhaustos al acumularse sobre nuestras espaldas con todo lo que contiene de temores más que de esperanzas, problemas más que expectativas, de pasado más que de futuro. Sin embargo, es un respiro en la cuesta cada vez más empinada que escalamos hacia una cumbre que imaginamos plena de bondades pero que jamás visualizamos a nuestro alcance, siempre oculta entre las brumas del porvenir. El viernes es un descanso momentáneo que apenas repara la fatiga, pero reconforta el ánimo. Un día sobrevalorado y traicionero porque se agota en cuanto lo saboreas, avisándote de la pendiente que te aguarda. Todo queda en suspenso, pendiente de ser conseguido, como si la vida fuera un viernes constante y repetitivo que sólo conduce al principio, al lunes para volver a empezar. Otro viernes más.

jueves, 10 de mayo de 2012

Libros en feria y en crisis

Hoy comienza una edición más de la Feria del Libro de Sevilla, una iniciativa que se ha convertido en tradición -junto a su hermana pequeña, la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión-, a pesar de los vaivenes en cuanto a fechas y ubicación que ha sufrido el evento. Mayo es un buen mes para concertar una cita con la lectura, no sólo por la vitalidad lumínica de los días y la riqueza cromática de las rosas, sino también por las suaves temperaturas que invitan a sumergirse en las páginas, en papel o electrónicas, ligeros de equipaje, sobre todo mentales. Pero la crisis que nos asfixia también afecta –desde siempre- a esta Feria donde más daño hace. Y no me refiero al aspecto comercial, que es lo que más preocupa a los empresarios del sector, sino a los índices de lecturas que delatan un país donde se editan muchos libros, se compran menos y se lee poco o mal. En España solemos fabricar bienes de cara a la exportación, libros o coches, dejando para el consumo doméstico unos restos testimoniales.

Aún así, pero con menos casetas que la del año pasado y un presupuesto reducido, tenemos nueva Feria en la Plaza Nueva, afortunadamente. Este año está dedicada a Manuel Chaves Nogales (1897-1944), un periodista cuya vida dice mucho de lo que es España. Autor de reportajes, tuvo la valentía de ser crítico notario de la realidad de la Guerra Civil y de las salvajadas que se cometieron en ella, máxime si están espoleadas por un odio cainita. Perteneciente al bando derrotado, tuvo que exiliarse a Francia e Inglaterra, donde murió sin más memoria histórica que la del olvido. Ahora, 70 años más tarde, cuando se puede recordar sin ser tachado de revanchista por quienes pretenden que el pasado siga bien enterrado, se rinde homenaje a un mito cuidadosamente olvidado. De él hablará con seguridad el escritor Juan Eslava Galán, encargado del pregón de apertura de esta Feria del Libro de Sevilla y autor de la obra Una historia de la Guerra Civil que no va a gustar a nadie, entre otras.

En cualquier caso, sea para decorar el mueble del salón o por verdadera inquietud intelectual, podemos aprovechar la oportunidad que nos brinda esta Feria para recorrer los 23 expositores de editoriales y los 25 de librerías, en la seguridad de que encontraremos algún libro que nos despertará la curiosidad. No lo dude: adquiéralo. Tiene desde hoy hasta el 20 de mayo para atesorar un privilegio: la invitación al conocimiento que todo libro posibilita.  

martes, 8 de mayo de 2012

Rasgos de inteligencia

El ser humano se diferencia del resto de animales por su grado de inteligencia, esa capacidad que le aparta de los comportamientos irracionales y no le hace dependiente de impulsos meramente viscerales o innatos, como abusar de los débiles para depredar o hinchar su ego. Sin embargo, algunos que no se sienten concernidos por la evolución de las especies piensan que siguen siendo esclavos de su animalidad para imponer su única fortaleza-sólo física- con la que mofarse de convenciones y normas creadas para considerarnos entre iguales en derechos y oportunidades. De ahí que resulte más fácil observar a un homínido presuntamente dotado de inteligencia actuar sin ningún miramiento entre sus congéneres que a un chimpacé ocupar la cuna de un miembro de la manada. Es más fácil porque la inteligencia, que es una capacidad que debe potenciarse con la educación y el ejercicio intelectual, no libra al individuo, si se empeña en permanecer en ese eslabón, de continuar siendo un espécimen ajeno a sus frutos. Por eso, como rasgo de una inteligencia no desarrollada queda esta imagen del conductor que no sólo aparca en un lugar reservado, sino que además lo hace en grosera demostración de su insolidaridad manifiesta y altanera. Y es la que la solidaridad, como la generosidad y el respeto, son atributos de una inteligencia de la que el dueño del coche por completo carece. Es un egoísmo animal, aunque en las redes sociales hay quien lo califica de distinta manera.

lunes, 7 de mayo de 2012

La contrarreforma

El péndulo de la historia marca el inicio de una contrarreforma de las políticas liberales que en los últimos años han prevalecido en el solar europeo, favorecidas por una crisis económica que ha servido de excusa no solo para desalojar a los gabinetes socialistas donde gobernaban, sino también como ariete para introducir las medidas privatizadoras que promovían los mercados, tendentes al desmantelamiento del Estado de Bienestar, al que presentaban como causa de todo despilfarro y gasto insostenible.

La machacona acusación de esa derecha “liberal” sobre la existencia de unos déficits inasumibles y de la necesidad imperiosa de proceder a “ajustes” con los que conseguir la debida “austeridad” en las cuentas públicas, había calado entre los ciudadanos hasta el extremo de confiar en gobiernos conservadores la solución prometida a una “crisis” que, curiosamente, sólo afecta a las capas más vulnerables de la población, a las que se les exige reiterados “sacrificios” que la empobrecen considerablemente y la despojan de servicios públicos y derechos por los que muchas generaciones, tras la II Guerra Mundial, habían luchado.

Y aunque había voces que denunciaron el error y la injusticia de “equilibrar” la contabilidad nacional procediendo sólo a recortes en las partidas de gasto -que afectan especialmente a los más débiles- pero reservando ingentes ayudas públicas para sectores que contribuyeron a la generación de la crisis por avaricia especulativa, como fueron los bancos, los gobiernos siguieron empeñados en las políticas de “austeridad” a cualquier precio, razón por la que empiezan a sufrir el desgaste en la confianza de unos ciudadanos que, a pesar de tantos sacrificios, no acaban de sentir las bondades de un cinturón tan apretado.

Acongojados por una crisis que ha paralizado la actividad económica de países enteros y ha destruido empleo a mayor velocidad que cualquier catástrofe natural o guerra, los votantes sustituyeron gobiernos y buscaron refugio en los adalides del capitalismo más rancio y voraz, aquel que es reacio a toda regulación que condicione su actividad y aspira a reemplazar los servicios públicos por ofertas del mercado. Y aunque tal “liberalización” supusiera pagar por una educación y una sanidad privadas, por ejemplo, ello parecía de todo punto conveniente para demostrar a los “mercados” nuestra sumisión a sus dictados y el merecimiento de su confianza, cosa que no se acaba de producir nunca.

Otras políticas parece que, al fin, son atendidas por quienes antes las denostaban, aceptándose ahora que la “austeridad” puede ser compatible con medidas de estímulo al crecimiento y de inversión que fomenten el empleo. Desoyendo sus propias proclamas “reformistas”, los mismos “liberales” se ven obligados a subir impuestos para aumentar los ingresos del Estado y diseñar programas de actuación que favorezcan a quienes sólo disponen del trabajo como actividad productiva. Y ejemplos como el de Islandia, que no permitió el socorro con dinero público a los bancos y que sometió a juicio a los responsables de una crisis tan predecible como impune, suponen serios avisos de que la contrarreforma a los dictados del mercado ha nacido en Europa.

Eso es precisamente lo que representa el triunfo del socialista François Hollande en Francia, al arrebatar la Presidencia de la República al portavoz bicéfalo, junto a la alemana Angela Merkel, de la “austeridad” estatal en el continente. Hollande expresa el hartazgo de quienes sufren los efectos nocivos de tantos “recortes” y tantas “reformas” que jamás refundaron el capitalismo, pero consiguieron empobrecer aún más a los empobrecidos de la sociedad, al plantear la “reorientación de Europa hacia el crecimiento y el empleo” y proclamar que “la austeridad no puede ser una condena” que castiga sólo a los débiles.

La ola conservadora que barrió Europa hace unos años comienza a diluirse entre las grietas de la desigualdad y la injusticia social que provoca. El rigor en las políticas fiscales y económicas conlleva a ensanchar la brecha entre ricos y pobres y, por consiguiente, al descontento de la mayoría, ese trozo inmenso de la población que sólo depende de su trabajo y sueldo para vivir, pero que vota. Es así como un nuevo “Mayo francés” vuelve a surgir como proyecto de izquierdas para todo el continente europeo, como esperanza de que otra política progresista, basada en el crecimiento y el empleo, es posible, sin renunciar a los derechos sociales y los servicios públicos. Parece que se ha iniciado la contrarreforma al “liberalismo” reinante en Europa. Ya era hora.

viernes, 4 de mayo de 2012

Vientos que voltean al ser

Dos actitudes doblegan nuestra voluntad: o nos dejamos atrapar por la mirada intimista que sólo percibe el alma que se lamenta entre los barrotes de la realidad o nos convertimos en la crónica categórica de los episodios cotidianos que trivializan la existencia. Son dos vientos que voltean la veleta de nuestras aspiraciones a su antojo y nos orientan tanto a la introspección más honda como al encuentro de un mundo exterior que descubrimos inmenso y poderoso. Entre esos impulsos se mueve la voluntad que inspira la búsqueda del ser dentro y fuera de las fronteras que limitan lo orgánico y lo congnitivo. La poesía y el conocimiento son el fruto de ambas inclinaciones y el sustento que las estimula. Sobre todo en días tan impredecibles como estos en que la lluvia se empareja con el sol, alternando cielos plomizos con rayos de luz que traspasan la opacidad sucia de las nubes. Días de mayo que se asemejan a nuestra dual manera de ser y a su desasosiego esperanzado.

jueves, 3 de mayo de 2012

Libertad de prensa

Hoy se celebra el Día Mundial de la Libertad de Prensa, establecido desde 1993 por las Naciones Unidas cada 3 de mayo, para promover y alcanzar un derecho que todavía se viola en todos los países del globo de distintas maneras, incluyendo el asesinato de periodistas, pero con un solo objetivo: impedir el derecho de los ciudadanos a acceder a una información veraz y fiable frente a la manipulación, la propaganda o la ocultación.

Según el Instituto de Prensa Internacional (IPI, por sus siglas en inglés) -organización creada hace 60 años y que asesora a la ONU-, en lo que llevamos de año (2012) ya son 29 los periodistas asesinados. Antes de llegar a ese extremo, el periodista debe sufrir la censura, la mordaza, la presión del poder, la persecución, las condenas judiciales, la infamia y el desprestigio que buscan dificultar su labor e impedir que su voz sea pública y clara. Antes de llegar a ese extremo, el periodista también es sometido a la precariedad laboral, la escasa remuneración, la humillación profesional y la inmersión en la línea ideológica y editorial de la empresa para convertirlo en “mano de obra” barata y de fácil sustitución, moldeable a las directrices de las corporaciones mediáticas.

Antes de la decapitación, los tiros, el atropello, el envenenamiento, los golpes y las palizas, el misil militar o la bomba, el periodista ha de luchar contra el terror de quien ejerce su poder sin limitación, la manipulación política, la injusticia social, el adoctrinamiento religioso o los intereses económicos y financieros que obstaculizan su función de “cuarto poder”, de vigilancia y denuncia que las democracias precisan para su desarrollo y plena realización, de ser instrumento fidedigno para la conformación de la opinión pública en sociedades complejas y diversas.

Aun hoy, incluso en el llamado “mundo libre”, el derecho a la información es en demasiadas ocasiones vilipendiado y esquivado con los silencios del político y gobernante, con ruedas de prensa sin preguntas, con las imágenes (fotos o vídeos) ya editadas por los partidos, por gabinetes de comunicación que “pastorean” a los medios, por la publicidad, las suscripciones institucionales o las subvenciones públicas que condicionan la viabilidad empresarial y por los temas “tabú” que no son permitidos abordar aunque no sean secretos oficiales.

Todavía hace falta celebrar un Día Mundial por la Libertad de Prensa porque ese derecho no es reconocido con plenitud por casi ningún país del mundo ni es apreciado completamente por los ciudadanos que lo disfrutan. Todavía hoy se cierran medios y se despiden periodistas sin que importe a nadie, o se decide el control gubernamental de la televisión pública ante la indiferencia de la población. Existen muchos espacios aún para la mordaza y la manipulación que violan el derecho a la información y la libertad de expresión. Y, fundamentalmente, porque todavía se siguen asesinando a periodistas por querer conocer la verdad y hacerla pública. Hoy, lamentablemente, debemos celebrar un Día Mundial porque no gozamos de plena libertad de prensa, también en España.

miércoles, 2 de mayo de 2012

¿Qué conmemoramos?

Ayer fue 1º de Mayo, Día Internacional del Trabajo que, en España, es como la celebración de un deseo, la manifestación colectiva de una aspiración que cada día se percibe más lejana y difícil de conseguir. Hubo por todo el país manifestaciones convocadas por los sindicatos que fueron secundadas mayoritariamente por una población que asiste perpleja a las iniciativas que dice tomar el Gobierno en nombre del empleo y los servicios públicos con medidas que, contradictoriamente, abaratan o facilitan el despido y encarecen o eliminan servicios sociales esenciales, como la sanidad, la educación y las ayudas a la dependencia, entre otros.

En Sevilla, el 1º de Mayo llenó la Puerta de Jerez de gente con ganas de protestar contra todo eso, contra esta situación y sus contradicciones, portando las banderas que distribuían UGT y CC OO para expresar su disconformidad con lo que Mariano Rajoy persiste en aplicar de cualquier manera: sus reformas de los viernes que empobrecen a la población con la excusa de una austeridad en las cuentas del Estado que, en palabras de Paul Krugman, es una “doctrina económica destructiva”, puesto que “la austeridad en plena depresión sólo logra que la depresión empeore”.

Sin otras alternativas de las que echar mano, ni por parte del Gobierno –que no admite más objetivo que el de la austeridad- ni de los ciudadanos –las elecciones quedan muy lejos-, resta el recurso a la pataleta, a la pacífica manifestación reivindicativa con la que exteriorizar el hartazgo contra lo que se ha demostrado equivocado e inútil: la sumisión de la política a los mercados.

Es triste celebrar por lo que se carece (ayer, trabajo; mañana, libertad de prensa), porque pone en evidencia la existencia de unos derechos que, aunque reconocidos formalmente, no se pueden ejercer  plenamente. Por eso, mientras paseaba entre los manifestantes del 1º de Mayo de Sevilla me embargó el desconsuelo, a estas alturas del Estado Social, Democrático y de Derecho, por tener que reclamar lo que la Constitución garantiza como derechos de los españoles y ansié el día en que estas manifestaciones sólo conmemoren la conquista y disfrute de los mismos.

martes, 1 de mayo de 2012

Y Sevilla...

Sevilla es una ciudad bañada de luz y perfumada por el azahar de los naranjos que abundan en sus calles y jardines. Son atributos que realzan una belleza monumental y paisajística que embruja a propios y extraños e inspira versos y prosas. No es extraño que una ciudad milenaria y crisol de culturas haya sido pródiga en poetas que no sólo han mostrado sus emociones a través de las metáforas, sino también han dejado su impronta en casas, monumentos y rincones esparcidos por la ciudad, sitios recónditos y lugares entrañables que al recorrerlos desvelan parte del misterio que sirvió de inspiración a líricos de todas las épocas.

Que Sevilla es una ciudad con un tesoro cultural, en todas sus expresiones, no es discutido por nadie que la conozca. Pero que también sea el lugar donde habitan las musas es aún más sorprendente, aunque lo atestigüe el corolario de poetas que albergó –y alberga- esta ciudad a lo largo de la historia. Ya desde el siglo X, Sevilla es cuna o residencia de poetas andalusíes como Abd a-Kassim o Almutamid, el “Rey poeta de Sevilla”, y cuya expresión arquitectónica más admirable es El Alcázar, donde el visitante puede imaginar la Isbiliya musulmana que los enamora y cautiva.

También es posible recorrer la Sevilla del Romanticismo, la que encumbró a poetas como Lope de Rueda, Gonzalo Argote de Molina o Fernando de Herrera, y que sintieron el pellizco sentimental de una ciudad que hechiza por su hermosura y por aquella luz que la acaricia. Podríamos, incluso, sumergirnos en la Sevilla del Barroco y la del XVIII hasta llegar a los contemporáneos para concluir que hay tantas Sevillas como poetas la habitaron y la admiraron. Ahora que se cumple cien años (1912-2012) del poemario excelso “Campos de Castilla”, sería una buena oportunidad para visitar el lugar donde nació el poeta más relevante del siglo XX, Antonio Machado, e intentar apreciar la emoción que quiso transmitir con los últimos versos encontrados en su gabán cuando murió en el exilio de Colliure (Francia): “Estos días azules y este sol de la infancia”, donde la luz que baña Sevilla se rememora en el lecho mortal. Así es la Sevilla de los poetas.