domingo, 24 de julio de 2011

El Cabo de Gata

En el borde sureste de la península, en los límites orientales de la Andalucía mediterránea, allí donde Almería ha sabido cultivar el desierto, se halla una región seca, adusta y árida que, para quienes proceden de las fértiles tierras de valle del Guadalquivir, nos resulta sorprendentemente hermosa. El Cabo de Gata es el lugar en el que montes pelados y grises, que recorren paralelos la costa, acaban zambulléndose, verticales cual agujas de catedrales, entre las posidoneas que se mecen en el fondo de un mar azul y transparente, tan límpido y cristalino que las embarcaciones parecen volar a los pies de los acantilados. Tal vez sea por la pobreza vegetal, lo desértico del clima y lo remoto de la zona, que las aglomeraciones aún no han mancillado la belleza natural, apenas perturbada, de una costa impresionante para conseguir la tranquilidad y el aislamiento de quien busque encontrarse sólo con la compañía de sus cavilaciones y escuchar al viento acariciar las aristas de las piedras.

Fue una semana enamorado del Cabo de Gata, del que afortunadamente las fotos no consiguen revelar su verdadero encanto.






1 comentario:

Hilda dijo...

Es verdad, papá, que las fotos no revelan el verdadero encanto de las costas de Almería, pero estas que tú has colgado en tu blog dan una idea aproximada de la belleza real de la zona.
Me alegro que os haya gustado y, que por encima de todo, hayáis disfrutado de las vacaciones.
Encantada de volver a ver vivo de nuevo tu blog.
Hilda