viernes, 16 de octubre de 2015
Niños
Los niños suelen ser víctimas de la maldad o las
imprudencias de los adultos, en quienes confían inocentemente de manera ciega. En
los últimos tiempos, el mar escupe los cadáveres en la playa de los pequeños que
acompañaron a sus familias en huidas desesperadas de guerras y hambrunas. Otros
son objeto de la perversidad abyecta de pederastas laicos y clericales, o sufren
hasta morir el odio y el rechazo de unos padres que los narcotizan con somníferos
para quitárselos de en medio. Los hay que sirven de reclamo a los profesionales
de la mendicidad para despertar la caridad de los transeúntes. La infancia de
muchos niños se ve amenazada constantemente por los malos tratos, las
vejaciones y la explotación más repugnantes, o simplemente por el desinterés de
unos padres descuidados. Algunos de ellos son abandonados a su suerte mientras
sus progenitores satisfacen vicios y apetitos incontrolados. En cualquier caso, ser niño y
sobrevivir a la experiencia se está convirtiendo en un privilegio de afortunados
que, ojalá, sirva para que se conviertan en adultos responsables y amantes de
sus hijos.
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