domingo, 18 de mayo de 2014

Divagaciones dominicales

Nietzsche se volvió loco imaginando el Eterno Retorno, una subversión del tiempo en eternidad, del que surgiría el Superhombre que sabe que ningún instante se justifica más allá de sí mismo porque encierra todo lo pasado y todo lo futuro, en reconciliación total con la existencia. Strauss se inspiró en el Así habló Zaratustra del filósofo para componer una sinfonía bellísima que fue mundialmente popular gracias a la película de Stanley Kubrick 2001: Una odisea en el espacio. El libro, el disco y la película han impresionado mis sentidos en diferentes periodos de mi vida para hacerme divagar cuando los días están desocupados, como los domingos, y los consumimos en conjeturas metafísicas perfectamente inútiles, pero entretenidas. Así desemboco en la versión jazzística que el músico brasileño Eumir Deodato hizo de esa pieza clásica y que, de alguna manera, me hace retornar a aquella voluntad que determina la existencia: somos causas y consecuencias del destino, que gira eternamente en un cíclico devenir.

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