jueves, 4 de febrero de 2010

Globalización de la anomia

La cultura de masas en la que nos movemos, esa archicultura pop nacida para entretener y conmover, no para reflexionar y liberar, ha conseguido que la globalización del pensamiento único y superficial, basado en los medios de comunicación, homologue nuestros pensamientos, valores y costumbres. La gorrita yanki se ha extendido como símbolo universal de nuestra cultura, logotipo de discutible estética que el imperio ha impuesto sobre cualquier otra tradición local. Si la cuestión fuera artística no dejaría de ser un fenómeno que enriquecería la creación y la imaginación, lo triste es que el problema radica en los valores e ideologías que subyacen en esa cultura de masas que aplasta cualquier otra visión del mundo, en la que el arquetipo y el tópico son la base de argumentación con la que se afronta cualquier discusión. Sociedades mansas que fácilmente son conducidas por simples titulares periodísticos, incapaces de situar el mundo si no es con ayuda de los medios de comunicación más cómodos y pasivos, la televisión especialmente. Ante tanta anomia, no es de extrañar que la única prensa que contemple un futuro de esplendor sea la gratuita, aquella de usar y tirar, en la que el titular ocupa más espacio que el cuerpo de la noticia, lo espectacular prima sobre lo importante y la evasión se imponga a la información relevante. El éxito de la cultura de masas. 

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