sábado, 2 de mayo de 2015

A veces soy muy torpe

Parece que no he sabido ser delicado, que no he valorado lo suficiente la susceptibilidad con la que podía ser percibido lo que pretendía ser un elogio y se ha tomado como una ofensa. Parece que contraponer virtudes que contrarrestan cualquier defecto, con palabras que juegan con imágenes y sentimientos, no es adecuado ni correcto. No hay talla que pueda compararse al honor, la dignidad y la grandeza moral de las personas. Eso quería expresar y eso no supe decir. Una amiga se ha sentido, al parecer, dolida el día de su cumpleaños con mi felicitación. Lo siento en el alma porque pretendía lo contrario: alegrarla y medirla por lo que vale, por su calidad humana, sus sueños y su lucha infatigable para crecer profesionalmente en este campo tan competitivo del periodismo y la comunicación, donde los navajazos son inmisericordes y las traiciones, dramáticas. Lamento haber herido sus sentimientos y pido perdón, tan públicamente como aquella desafortunada felicitación. Ella lo merece por su grandeza moral como persona. Y es que a veces soy muy torpe.

1 comentario:

Juan Pablo Bellido dijo...

Qué grande eres, Dan. Y qué buena persona. Hay ganas de verte, que lo sepas.